La vida se nos va recordando contrase?as absurdas, borrando correos o cerrando notificaciones
Un estudio realizado por expertos estadounidenses entre 5.000 personas calcula inutilidad ponderada. O dicho de otra manera: la cantidad de tiempo perdido en tareas improductivas ante el ordenador y el m¨®vil.
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Reiniciar el ordenador (es lo que siempre recomienda el inform¨¢tico). Intentar acceder hasta tres veces con la misma contrase?a. Aceptar que la has olvidado y empezar a crear una nueva (la tercera del mes). Repetir contrase?as que misteriosamente nunca coinciden. Entrar a internet. Mirar el correo electr¨®nico. Pelear con el autocorrector. Cerrar ese v¨ªdeo que se ha abierto sin que nadie le diera al play. No conseguirlo. Mirar otra vez el e-mail (lo revisamos cada seis minutos, esto es 121 veces al d¨ªa). Intentar escapar de ese banner de publicidad que acaba de colonizar tu pantalla y en vez de eso conseguir cerrar la ventana en la que estabas¡
Trabajar en 2022 es perder tiempo. Much¨ªsimo. Cada d¨ªa. De lunes a viernes.
Los obsesos de las mediciones aparecen de vez en cuando con c¨¢lculos deprimentes que demuestran c¨®mo a lo largo de la vida se nos escapa una d¨¦cada scrolleando en el tel¨¦fono y cuatro meses decidiendo qu¨¦ ver en Netflix. Un estudio citado por The Economist y atribuido a profesores de la Maryland and Delaware Enterprise University Partnership (MADEUP) extrapola estas c¨¢balas a la vida laboral. Tras preguntar a 5.000 personas en el Reino Unido y Estados Unidos cu¨¢ntos minutos dedicaban cada d¨ªa a tareas intrascendentes, se dispusieron a calcular la tasa de inutilidad total ponderada (en ingl¨¦s, weighted total futility, a las que atribuyeron las nada inocentes siglas WTF). Esta tasa calcula los a?os perdidos en el trabajo en tareas in¨²tiles, y excluye el tiempo dedicado a las reuniones porque consideran que no son igual de in¨²tiles para todos. Aunque s¨ª lo son para muchos.
El estudio muestra que buena parte de nuestro tiempo y energ¨ªa se consume, por ejemplo, en pelearnos con el autocorrector de texto que pone ¡°salidos¡± all¨ª donde quisimos poner ¡°saludos¡±, o ¡°un brazo¡± donde deber¨ªa decir ¡°un abrazo¡±. El autocorrector insiste y hasta tu tercera correcci¨®n no se da por enterado de que en ese e-mail mandas t¨². En eso gastamos, calculan los expertos, 20 minutos diarios. Por supuesto, tambi¨¦n se nos van las horas corrigiendo nuestros propios errores. Como el estudio se hizo a partir de una encuesta en ingl¨¦s, el error m¨¢s com¨²n que se detect¨® fue teclear ?thnaks en lugar de thanks (gracias en ingl¨¦s).
El informe precisa que 145 d¨ªas es ¡°el periodo de gestaci¨®n de una cabra¡±, y tambi¨¦n la suma del tiempo que dedicamos a iniciar sesi¨®n cada d¨ªa a lo largo de nuestra vida laboral. Varios meses se nos van intentando recordar contrase?as, ingresando contrase?as incorrectas y restableci¨¦ndolas una y otra vez. En este tiempo, poco menos de cinco meses, tambi¨¦n se cuentan los minutos que pasamos con la vista clavada en la pantalla esperando a que pase algo ah¨ª dentro, a que se nos revelen los misterios del alma del ordenador.
Las horas de inutilidad ponderada de la jornada laboral que calcula la asociaci¨®n Maryland and Delaware Enterprise University incluyen los minutos que dedicamos a cerrar notificaciones, rechazar las insistentes solicitudes para actualizar el sistema operativo o cerrar las ventanas de publicidad.
A lo largo de nuestra vida laboral se nos van cuatro meses limpiando el ordenador y se nos escapan seis semanas borrando e-mails y carpetas. Varios d¨ªas dedicamos a bichear mensajes de Slack que no est¨¢n dirigidos a nosotros y a cerrar notificaciones de art¨ªculos que nunca leeremos, o desactivando alarmas de sucesos que nunca tendr¨¢n lugar.
Las pijadas de dise?o y formateo, por ejemplo, establecer los m¨¢rgenes de un Google Doc o encontrar exactamente d¨®nde va ese corchete que falta en una f¨®rmula de Excel est¨¢n en la cima del tiempo invertido en tareas intrascendentes. El estudio equipara las horas que un trabajador contempor¨¢neo dedica a cambiar el tama?o y el color de las fuentes durante toda su carrera con el a?o que Shakespeare dedic¨® a escribir El rey Lear.
Revisar un documento e incluir sesudos comentarios al texto que luego habr¨¢ que aceptar, eliminar o contrarrestar con otros comentarios a¨²n m¨¢s agudos que a su vez generan una cascada de comentarios de varios colores cuya secuencia nadie es capaz de determinar es otra de las tareas que encabezan el ¨ªndice WTF. Apartado especial merecen los dramas: documentos que no se guardan, bater¨ªas que se agotan o conexiones de internet que fallan.
Seguramente este estudio, bautizado como Made Up por las siglas de la presunta instituci¨®n de sus autores (en ingl¨¦s, estudio inventado), no resistir¨ªa un enfoque estrictamente cient¨ªfico, pues es solo una extrapolaci¨®n de cifras, pero sus estimaciones no se alejan de los n¨²meros que le salen a la consultora IDC, que asegura que cada empleado gasta m¨¢s de 14 horas semanales en leer y contestar correos, m¨¢s de 13 en crear documentos digitales, y casi 10 en buscar informaci¨®n. La consultora pone precio a la adaptaci¨®n a las nuevas tecnolog¨ªas y sus continuas actualizaciones, lo fija en 7,5 millones de euros, a los que se suman otros 7 millones derivados de no encontrar a tiempo lo que se busca. A ese tiempo muerto la consultora Gallup lo ha denominado absentismo mental. Un estar sin estar. Un limbo que puede habitar en alg¨²n momento el 80% de los empleados espa?oles.
La tecnolog¨ªa est¨¢ en el coraz¨®n del ¨ªndice de inutilidad total ponderada, pero tambi¨¦n podr¨ªa ayudar cuando se sincronizan las opciones de autocorrecci¨®n, o se implantan el reconocimiento facial para las contrase?as y las huellas dactilares para iniciar sesi¨®n. Quiz¨¢ entonces tampoco consigamos escribir El rey Lear como sugiere The Economist, pero al menos habremos dejado de recordar contrase?as imposibles.
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