Parejas en la era del amor l¨ªquido
?Qu¨¦ buscamos hoy en otra persona? Es la pregunta clave para redefinir el concepto de pareja. Nadie es perfecto y, antes de nada, ser¨ªa interesante aprender a convivir con la soledad.
Nuestros abuelos se casaban y su matrimonio era de por vida. Tampoco hab¨ªa muchas otras alternativas, ni tan siquiera legales. La media de a?os de las relaciones que ten¨ªan nuestros padres supera la nuestra con creces. Ahora permanecemos de media 16,5 a?os en el matrimonio, seg¨²n las ¨²ltimas estad¨ªsticas. Nuestra sociedad ha cambiado, a pesar de que nuestra necesidad de ser amados siga siendo la misma.
Ahora podemos acceder a un sinf¨ªn de posibilidades gracias a las aplicaciones de b¨²squeda de parejas o a las actividades que existen para conocer personas, independientemente de la edad. Tenemos probabilidades de rehacer nuestra vida afectiva en diferentes modelos y sin necesidad de casarnos. Podr¨ªamos decir que vivimos en la era del amor l¨ªquido, donde ha ganado m¨¢s fuerza la novedad, la pasi¨®n y la libertad que la b¨²squeda de la estabilidad, seg¨²n la met¨¢fora del soci¨®logo Zygmunt Bauman. Eso hace que, en muchos casos, y sobre todo si no hay hijos de por medio, parezca m¨¢s f¨¢cil romper con nuestra pareja que luchar por ella. Sin embargo, y a pesar de toda esta transformaci¨®n social, nuestros anhelos profundos siguen siendo ?parecidos.
Una parte de nosotros contin¨²a deseando el sereno placer de la seguridad que proporciona la rutina y otra parte ¨ªntima anhela la novedad y el cambio. Por eso, necesitamos redefinir el concepto de pareja. Ya no nos vale lo que movi¨® a nuestros abuelos o padres. La sociedad es distinta y nosotros tambi¨¦n somos diferentes. Necesitamos encontrar ¡°el equilibrio entre la seguridad y la estabilidad junto con el deseo y la pasi¨®n¡±, aboga N¨²ria Jorba en su libro manual Parejas imperfectas y felices (editorial Arpa, 2022). Y el punto de partida est¨¢ claro: dejemos de buscar la pareja perfecta o ideal.
Muchas personas caen en la mitificaci¨®n de las relaciones afectivas. Hemos crecido con cuentos y pel¨ªculas rom¨¢nticas, que terminaban en el encuentro de sus protagonistas, pero rara vez iban m¨¢s all¨¢ en el tiempo. La pareja comienza cuando acaba el enamoramiento, seg¨²n el psic¨®logo Arun Mansukhani. Cuando nos enamoramos, nuestro cerebro genera un c¨®ctel qu¨ªmico que nos lleva a idealizar a la otra persona. La dopamina, la serotonina o las endorfinas, entre otras, nos conducen a sensaciones inolvidables, incluso adictivas para m¨¢s de uno. Pero no son eternas. Cuando caen en picado, se abre ante nosotros la aut¨¦ntica realidad: las diferencias que nos generaban curiosidad ahora son motivos de tensi¨®n, lo que se agrava en la sociedad del amor l¨ªquido. El vac¨ªo tras el enamoramiento nos puede llevar a sustituir a la persona por otra, con el fin de revivir sensaciones pasadas. Por eso, necesitamos comprender que el terreno de juego comienza cuando se supera el amor rom¨¢ntico producido por la qu¨ªmica y se despierta el amor de pareja.
Otro aspecto importante consiste en identificar qu¨¦ deseamos, qu¨¦ tipo de relaci¨®n encaja m¨¢s con nosotros y qu¨¦ depende de nosotros. Joan Garriga, en su libro El buen amor en la pareja (Destino, 2013), sugiere que las mejores parejas son aquellas en las que la relaci¨®n fluye sin grandes turbulencias emocionales ni desgastes. Para ello, Jorba propone una reflexi¨®n personal para quien tiene o no pareja, que consiste en contestar qu¨¦ desear¨ªamos de la otra persona en tres ¨¢mbitos: su perfil personal (que le guste el deporte, que sea emp¨¢tico¡), las din¨¢micas que se generan (hacer deporte todas las semanas, conversaciones emocionales¡) y c¨®mo nos gustar¨ªa sentirnos (seguros, atra¨ªdos¡). Despu¨¦s de rellenar este listado, necesitamos reflexionar sobre qu¨¦ depende de nosotros para que ocurra lo que deseamos. Muchas veces se adquiere un papel pasivo en las relaciones. Anhelamos que sea la otra persona la que act¨²e o que, por el mero hecho de aparecer en nuestras vidas, todo lo que buscamos sucede por arte de magia. Sin embargo, amar es una decisi¨®n, como dir¨ªa Erich Fromm. Construir una relaci¨®n afectiva sana supone salirnos de la actitud pasiva a una m¨¢s activa donde hagamos que la otra persona tambi¨¦n desee estar con nosotros.
Lo anterior solo es posible si comprendemos que una pareja puede ser una parte importante de nosotros, pero no lo es todo. O como dije Garriga: ¡°La pareja puede dar la felicidad, pero no tiene el poder de hacerte feliz¡±. Esto ¨²ltimo depende de uno mismo, de la autoestima y de la seguridad personal, as¨ª como de nuestra capacidad para regular nuestras emociones. En este ¨²ltimo punto, Jord¨¢ sugiere una interesante diferenciaci¨®n. Ante los problemas, necesitamos un equilibrio entre la autorregulaci¨®n (ponernos m¨²sica, escribir, salir a hacer deporte¡) y la corregulaci¨®n (charlar con un amigo, hablar con la pareja justo despu¨¦s de una discusi¨®n para resolverlo¡). Cuando solo nos apoyamos en corregulaci¨®n o cuando necesitamos apoyos externos constantemente para abordar nuestros problemas, tenemos m¨¢s tendencia a la dependencia emocional, seg¨²n Jord¨¢.
En otras palabras, en la era del amor l¨ªquido, aprender a convivir con la soledad es una buena receta para estar bien en pareja.
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