El pesimismo es una mierda
Dos presencias antag¨®nicas se cuelan sin invitaci¨®n en dos conferencias del escritor sobre el futuro, en dos sesiones de psicoterapia y en una llamada inesperada. Son el optimismo y la desesperanza. Y libran una lucha de titanes. ?Qui¨¦n ganar¨¢?
El a?o pasado, por estas fechas, me propusieron participar en una mesa redonda titulada Pesimismo y literatura frente al a?o 2022. La mesa estaba bien remunerada y yo acumulaba dos retrasos en el pago de la hipoteca, de modo que acept¨¦, pese a no estar seguro de si me invitaban en calidad de pesimista, de escritor o de escritor pesimista. En general, tiendo al pesimismo, pero suelo ocultarlo porque me parece m¨¢s decente el optimismo.
¡ªEvita citar a Schopenhauer ¡ªsugiri¨® mi mujer¡ª.
Le di las gracias por el consejo, pero no suelo citar a Schopenhauer, se hacen demasiadas bromas con ¨¦l. Por otra parte, en este tipo de encuentros, el p¨²blico prefiere las intervenciones personales m¨¢s que las de car¨¢cter acad¨¦mico.
?Desde d¨®nde se escribe, pregunt¨¦ ret¨®ricamente al comienzo de mi intervenci¨®n, desde el optimismo o desde el pesimismo? Se escribe desde el pesimismo, me respond¨ª, pero estamos obligados a mostrarnos optimistas.
¡ªEl mundo como voluntad ¡ªinterrumpi¨® uno de los participantes evocando a Schopenhauer.
¡ªDejemos en paz a Schopenhauer ¡ªrogu¨¦ yo.
¡ªT¨² lo has citado al hablar de la obligaci¨®n de ser optimistas ¡ªarguy¨® ¨¦l.
Aunque esta injerencia me descoloc¨® un poco, logr¨¦ concluir mi exposici¨®n de un modo m¨¢s o menos coherente. Como cab¨ªa esperar, adem¨¢s de Schopenhauer, salieron a relucir Voltaire y Leibniz, y Cioran y Kierkegaard y hasta Her¨¢clito y Parm¨¦nides, entre otros. Pero, por resumir, lo que el p¨²blico esperaba escuchar era si en 2022 la luz iba a ser m¨¢s cara que en 2021. Tambi¨¦n quer¨ªan saber si las tropas rusas, que llevaban meses concentradas en la frontera ucrania, invadir¨ªan finalmente el pa¨ªs vecino, si la inflaci¨®n subir¨ªa, las desigualdades aumentar¨ªan y el Mundial de F¨²tbol se celebrar¨ªa en Qatar, etc¨¦tera. Aquellas cuestiones superaban la capacidad de an¨¢lisis de quienes particip¨¢bamos en el encuentro, pero los escritores nos atrevemos con todo, as¨ª que cada uno sali¨® del paso con una teor¨ªa. Por mi parte, asegur¨¦ que la luz bajar¨ªa, las tropas rusas no invadir¨ªan Ucrania, la inflaci¨®n se estancar¨ªa, las desigualdades se atenuar¨ªan y el Mundial de F¨²tbol se jugar¨ªa en otro sitio. Cuando me preguntaron por qu¨¦ me mostraba tan optimista, dije la verdad:
¡ªPorque el pesimismo me parece reaccionario.
¡ªEntonces, usted es un farsante ¡ªintervino una joven¡ª: se muestra optimista sin serlo para parecer progresista.
¡ªNo exactamente ¡ªme defend¨ª¡ª, a m¨ª me gustar¨ªa ser una persona alegre, aunque soy triste, pero prefiero mostrarme como me gustar¨ªa ser porque no me gusto como soy.
¡ª?Vaya galimat¨ªas! ¡ªexclam¨® un se?or con barba.
¡ªPero a usted ¡ªintervino otro asistente de mediana edad¡ª tambi¨¦n le gustar¨ªa ser, por ejemplo, f¨ªsico nuclear y, sin embargo, no finge serlo. ?Por qu¨¦ finge ser optimista y no f¨ªsico nuclear?
¡ªPorque imitar a un f¨ªsico nuclear ¡ªbalbuce¨¦¡ª es m¨¢s dif¨ªcil que imitar a un optimista.
¡ªEn resumen ¡ªterci¨® el moderador de la mesa¡ª, que usted como autor, y puesto que escribe desde el pesimismo, es reaccionario, pero como ciudadano es progresista.
¡ªAlgo as¨ª ¡ªme vi obligado a admitir.
Volv¨ª jodido a casa, donde mi mujer me pregunt¨® si hab¨ªa logrado evitar a Schopenhauer.
¡ªM¨¢s o menos ¡ªdije, y me met¨ª en la cama lleno de amargura.
?
Al d¨ªa siguiente le coment¨¦ el suceso a mi psicoanalista, que me pregunt¨® si aquella contradicci¨®n entre reaccionarismo y progresismo evocaba otras contradicciones ¨ªntimas m¨¢s dif¨ªciles de sacar a la luz.
¡ªBueno ¡ªapunt¨¦¡ª, me gusta mucho el picante, pero me proporciona ardor de est¨®mago.
¡ªNo me refiero a eso ¡ªdijo ella¡ª, aunque no deja de ser curioso que le guste lo que le hace da?o.
¡ªTambi¨¦n quise escribir literatura infantil y sin embargo me dedico a la de adultos.
¡ªDa la impresi¨®n de que siempre hace lo contrario de lo que desea. ?Por qu¨¦ quer¨ªa dedicarse a la literatura infantil?
¡ªPorque la literatura infantil no puede ser pesimista.
¡ª?Seguro?
¡ªSeguro, no, seguro no hay nada. Pero nadie comprar¨ªa una literatura infantil que incitara al suicidio.
¡ª?Y qu¨¦ m¨¢s le da vender o no? Usted suele decir que no escribe por dinero.
¡ªEscribir por dinero es reaccionario ¡ªdeclar¨¦¡ª y a m¨ª me gusta ser progresista, por eso digo lo que digo.
¡ª?Entonces escribe por dinero aunque vaya por ah¨ª diciendo lo contrario?
¡ªBueno, a veces. Necesito pagar la hipoteca, adem¨¢s de estas sesiones, que cuestan un ojo de la cara. No me critique por eso: tambi¨¦n usted, supongo, me analiza por dinero.
¡ªNo estamos hablando de m¨ª.
La sesi¨®n termin¨® en tablas. S¨¦ que lo peor que puede hacer una analizante es competir con su analista. Se pierde mucho tiempo y mucho dinero en esa absurda batalla, pero caigo tambi¨¦n con frecuencia en ese conflicto de intereses.
Entre tanto lleg¨® el a?o 2022, a lo largo del cual subi¨® el recibo de la luz, Rusia invadi¨® Ucrania, la inflaci¨®n se dispar¨®, las desigualdades aumentaron y el Mundial de F¨²tbol se jug¨® en Qatar. Todo lo cual daba lugar a una conclusi¨®n inapelable: la realidad era m¨¢s reaccionaria que yo y ni siquiera se tomaba la molestia de disimularlo.
A primeros de diciembre de este a?o, me llamaron los mismos que hab¨ªan organizado la mesa redonda de finales de 2021 para invitarme a participar en otra con el mismo t¨ªtulo, Pesimismo y literatura frente al a?o 2023. La mesa estaba bien remunerada y yo hab¨ªa vuelto a acumular dos retrasos en el pago de la hipoteca, de modo que acept¨¦, pese a no estar seguro de si me invitaban en calidad de pesimista, de escritor o de escritor pesimista. Mi mujer me aconsej¨® que evitara citar a Schopenhauer, etc¨¦tera.
D¨ªas antes del encuentro, tropec¨¦ en el peri¨®dico con una noticia seg¨²n la cual la calidad del esperma de los hombres se hab¨ªa reducido a la mitad en los ¨²ltimos cincuenta a?os. Tambi¨¦n la cantidad se hab¨ªa resentido de tal forma que nos acerc¨¢bamos a la frontera de la infertilidad. Me pregunt¨¦ si podr¨ªa comenzar mi intervenci¨®n con esta noticia pesimista, aunque disfraz¨¢ndola de optimismo, pero no hall¨¦ el modo. Finalmente, decid¨ª que dar¨ªa una de cal y otra de arena. Comenc¨¦ diciendo que en el corto plazo pod¨ªamos ser optimistas porque Ucrania y Rusia firmar¨ªan la paz en 2023 sin que se hubiera llegado a utilizar la bomba at¨®mica. Asegur¨¦ que el gas y la electricidad bajar¨ªan de precio, que la inflaci¨®n volver¨ªa a los niveles considerados normales, que descender¨ªa el paro, que las desigualdades se atenuar¨ªan y que ser¨ªamos felices y comer¨ªamos perdices. Esto ¨²ltimo, lo de la felicidad y las perdices, no lo dije, pero se desprend¨ªa de mi discurso porque no me ven¨ªan a la cabeza m¨¢s que buenas noticias.
Tuve incluso unas palabras de consuelo para quienes hab¨ªan invertido en criptomonedas (yo entre ellos, por cierto), aconsej¨¢ndoles que no vendieran, pues una vez resueltos los problemas geopol¨ªticos ocasionados por la invasi¨®n de Ucrania, el bitcoin volver¨ªa a alcanzar un precio estratosf¨¦rico que nos compensar¨ªa de las p¨¦rdidas anteriores. Tampoco me olvid¨¦ del calentamiento global, pero asegur¨¦ que los pa¨ªses contaminantes reducir¨ªan las emisiones de gases nocivos, etc¨¦tera. Jam¨¢s me hab¨ªa mostrado tan optimista, ni tan progresista, por tanto. Me sent¨ª por momentos como un visionario, como un profeta cuya misi¨®n era transmitir al mundo buenas nuevas. Me falt¨® anunciar la llegada del Mes¨ªas. Mientras hablaba a un p¨²blico fascinado por mi elocuencia, internamente me dec¨ªa a m¨ª mismo: ¡°Parece que te has curado del pesimismo y del reaccionarismo y de la tristeza atroz que te envenenaban la sangre desde que eras ni?o, quiz¨¢ puedas dedicarte por fin a la literatura infantil¡±.
Cuando termin¨¦ mi intervenci¨®n, mir¨¦ al p¨²blico esperando un aplauso, pero, en vez de eso, alguien dijo:
¡ªHasta ahora se ha referido usted al corto plazo. ?Qu¨¦ ocurrir¨¢ en el largo plazo?
Hab¨ªa olvidado por completo el largo plazo, pero el reaccionario que llevo dentro salt¨® ante este est¨ªmulo.
¡ªEn el largo plazo ¡ªexpuse¡ª las cosas no pintan bien. Los hombres estamos perdiendo calidad y cantidad esperm¨¢tica y alcanzaremos en pocos a?os el umbral de la infertilidad. En otras palabras, la especie tiene los d¨ªas contados
Se escuch¨® un murmullo de desolaci¨®n y vi c¨®mo mis compa?eros de mesa (¨¦ramos todos hombres, igual, por cierto, que el a?o anterior) me miraban con l¨¢stima, como a un pobre reaccionario.
¡ªLa buena noticia ¡ªterci¨¦ enseguida¡ª es que los ¨®vulos nunca han gozado de una salud tan buena.
¡ª?Para qu¨¦ queremos ¨®vulos buenos si vuestros espermatozoides son una mierda? ¡ªpregunt¨® una joven¡ª. ?Nos veremos obligadas a autofertilizarnos? ?Hasta cu¨¢ndo tendremos que ocuparnos las mujeres de arreglar todo lo que ven¨ªs haciendo mal los hombres?
Tuve que admitir que la pregunta era pertinente, pero logr¨¦ sobreponerme manifestando que jam¨¢s el carpe diem hab¨ªa tenido tanto sentido como ahora.
¡ª?Escuchemos a Horacio! ¡ªa?ad¨ª¡ª. ?Vivamos cada hora como si fuera la ¨²ltima! En realidad, nadie sabe lo que nos deparar¨¢ el futuro.
Pens¨¦ que la cita latina calmar¨ªa los ¨¢nimos, pero las intervenciones del resto de los escritores que compon¨ªan la mesa empeoraron mi situaci¨®n. Salieron a relucir de nuevo Voltaire y Schopenhauer y Cioran y Her¨¢clito y Parm¨¦nides, de modo que el encuentro adquiri¨® un tono acad¨¦mico que dej¨® en buen lugar a todos los participantes menos a m¨ª.
De vuelta a casa, mi mujer me pregunt¨® si hab¨ªa logrado evitar a Schopenhauer.
¡ªM¨¢s o menos ¡ªdije, y me met¨ª en la cama lleno de amargura reaccionaria.
?
Al d¨ªa siguiente volv¨ª a relatarle el suceso a mi psicoanalista, que no dijo nada. Interpret¨¦ su silencio como un reproche, como si me dijera: ¡°No aprende usted¡±.
Y llevaba raz¨®n, no aprend¨ªa.
¡ªQuiz¨¢ ¡ªa?ad¨ª tras unos minutos de silencio¡ª deber¨ªa aceptar que soy un pesimista reaccionario y abandonar esta lucha conmigo mismo que me deja exhausto.
Mi psicoanalista, que sin duda es progresista (para reaccionarios ya est¨¢n los conductistas), dej¨® escapar un suspiro que interpret¨¦ como una censura.
¡ªEst¨¢ usted muy decepcionada conmigo, ?verdad? ¡ªdije.
¡ªDe ser as¨ª, ?le importar¨ªa a usted mi decepci¨®n o la decepci¨®n de la persona a quien yo represento? ¡ª?pregunt¨®.
Se refer¨ªa a mi madre, pues no es raro que el terapeuta o la terapeuta se conviertan, a lo largo del proceso anal¨ªtico, en trasuntos de las figuras paternas.
¡ªPero mi madre ¡ªaduje¡ª era muy pesimista, y muy reaccionaria, para decirlo todo.
¡ª?Y eso impide que le hubiera gustado tener un hijo progresista?
Entonces, hice memoria y me acord¨¦ de que cuando publiqu¨¦ mi primera novela, al leer mi madre las primeras l¨ªneas, dijo, evidentemente desilusionada: ¡°?Qu¨¦ pena, me pareci¨® por la portada que ser¨ªa un libro para ni?os!¡±.
?
Abandon¨¦, perplejo, la consulta y me met¨ª en una cafeter¨ªa, donde ped¨ª un gin tonic para celebrar el descubrimiento. ?Era mi madre la que quer¨ªa que me dedicara a la literatura infantil, no yo! Despejada esta cuesti¨®n, me dije que uno no viene al mundo a satisfacer los deseos de sus padres. Bastante tiene con cumplir los propios. Hab¨ªa hecho bien, pues, en dedicarme a la literatura de adultos. Si mi madre necesitaba literatura infantil, que se la hubiera escrito ella a s¨ª misma.
En esto, son¨® el tel¨¦fono y estuve a punto de no cogerlo pensando que era mi madre desde el m¨¢s all¨¢. Descolgu¨¦ finalmente. Se trataba de una periodista que quer¨ªa saber c¨®mo afrontaba yo el a?o que estaba a punto de empezar.
¡ªCon enorme optimismo ¡ªme escuch¨¦ decir¡ª, se arreglar¨¢ sin duda todo lo que est¨¢ estropeado y yo podr¨¦ dedicarme a lo que he deseado toda la vida.
¡ª?Y qu¨¦ es lo que ha deseado usted toda la vida?
¡ªSer un escritor de literatura infantil.
En fin.
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