Una r¨¦plica original: la copa que uni¨® a Messi con una artesana
Cuando el capit¨¢n alz¨® el trofeo, a miles de kil¨®metros Eliana Pantano sonre¨ªa nerviosa.
Ninguna de las m¨¢s de 74 millones de personas que le dieron like a esa foto de Instagram se dio cuenta (no ten¨ªan c¨®mo) de que la copa que levantaba Messi no era la real. En la cancha, el capit¨¢n de la selecci¨®n argentina tampoco. Y cuando los agentes de la FIFA, un hombre y una mujer, le dijeron a ?ngel Di Mar¨ªa que, por favor, no dejara que nadie tocara el trofeo que ten¨ªa en las manos, ?ngel mir¨® a lo lejos y vio a Messi a hombros, besando la copa, la gente alrededor. ¡°?C¨®mo? ?Y esa?¡±, pregunt¨®. ¡°La original es esta¡±, respondi¨® el hombre. ¡°Por eso estamos ac¨¢¡±.
A m¨¢s de 13.000 kil¨®metros de all¨ª, con la euforia por el campeonato todav¨ªa en el cuerpo, la artesana Eliana Pantano miraba los festejos en la televisi¨®n de la casa de su cu?ado. Hab¨ªa decidido postergar la salida a la calle: por sus hijos, Basti¨¢n y Martina, de seis y ocho a?os; para poder llorar y disfrutar tranquila. En la pantalla, vio el reflejo de la luz sobre la copa que levantaba Messi y supo que ese reflejo no era de oro. Dud¨®: ¡°Se ve igual a la m¨ªa¡±. Se confirm¨® cuando la imagen se detuvo en Antonela Roccuzzo, esposa del capit¨¢n argentino, besando el trofeo: las marcas de la base no eran vetas de malaquita, sino pinceladas que ella hab¨ªa hecho.
?Era cierto lo que estaba viendo? Por dentro, una erupci¨®n contenida: ?ten¨ªan los campeones del Mundo una de las dos r¨¦plicas que, sab¨ªa, clientes suyos hab¨ªan llevado a la cancha el d¨ªa de la final? No lo pod¨ªa creer. En silencio, record¨® las carrozas que armaba con su familia para los carnavales de Gualeguaych¨²; la ¨¦poca en la que cursaba Bellas Artes, el dolor por tener que dejar de estudiar, la decisi¨®n de hacer una r¨¦plica de Copa Libertadores y la sorpresa cuando distintos clubes empezaron a pedirle otras. Pens¨® en el ¨¦xito que hab¨ªa tenido hasta que, en 2018, la polic¨ªa allan¨® la casa de sus padres y la Conmebol (Confederaci¨®n Sudamericana de F¨²tbol) inici¨® un juicio por plagio. Tambi¨¦n en la arritmia por el estr¨¦s, en la frustraci¨®n y la insuficiencia cardiaca, el momento en el que dijo que su salud y la de su familia estaban antes que todo lo dem¨¢s, el desencanto. Y, ahora, por fin, esto. ¡°?Eli!¡±, grit¨® Francisco, su marido: ¡°?Es tu copa!¡±. ¡°?No!¡±, respondi¨® ella, sabiendo que era, pero con miedo a resquebrajar la ilusi¨®n. ¡°?S¨ª, Eli! ?F¨ªjate! ?Tiene un porito!¡±. Y le mostr¨® el agujero, m¨ªnimo, en la zona de ?frica, un peque?o punto en la resina, un detalle que suele ser motivo de discusi¨®n cada vez que Pantano termina una copa porque su marido y su hermano le dicen: ¡°Ya est¨¢, apenas se nota¡±. Pero ella insiste porque quiere que la r¨¦plica sea lo m¨¢s parecida posible al modelo dise?ado por el italiano Silvio Gazzaniga.
Pantano conoce sus obras a la perfecci¨®n. Tarda de dos a tres semanas en terminar una, pero los tiempos de entrega pueden alargarse hasta cinco o seis meses cuando la demanda aumenta. Modela la mezcla de cuarzo y resina, cincela, pule; dibuja las olas, el contorno de los continentes y luego, con un torno como el de los odont¨®logos, graba los detalles: masilla, tornea, decora y, reci¨¦n entonces, le da un tratamiento de ba?o dorado, pinta la base y la laquea.
Tan parecidas le quedan que, un rato despu¨¦s de los festejos, un hombre de seguridad de la FIFA dud¨® y se acerc¨® a la platea. Le pidi¨® a la pareja que ten¨ªa la copa que hab¨ªa levantado Messi que se la mostrara. No, cheque¨®, no era la original. ¡°Disculpen¡±, dijo avergonzado, ¡°pueden seguir festejando¡±.
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