Condescendencia y sumisi¨®n
He aqu¨ª un signo de poder: el de las manos en los bolsillos. No todo el mundo sabe introduc¨ªrselas. Es cierto que la mayor¨ªa de la gente, cuando no tiene ni idea de qu¨¦ hacer con sus extremidades, se las lleva ah¨ª. Pero no todos con la misma gracia. Hay que haber alcanzado un grado de autoestima considerable para hacerlo con naturalidad y con cierto descaro. Se huele enseguida al que las esconde porque no sabe c¨®mo manejarlas. Nos interesan ahora quienes se las meten porque s¨ª, porque les da la gana. No hay imagen m¨¢s atractiva que la de una persona que silba con las manos en los bolsillos. Intuimos que llegar¨¢ donde quiera.
Isabel D¨ªaz Ayuso y Bego?a Villac¨ªs llegar¨¢n donde quieran porque dan la impresi¨®n de que sus bolsillos est¨¢n hechos para sus manos. De hecho, han llegado ya donde so?aban, han progresado a velocidades de v¨¦rtigo hacia su techo de incompetencia. Todo lo que consigan a partir de ahora ser¨¢ puro delirio. Mart¨ªnez-Almeida, en cambio, ni siquiera se percibe como alcalde. De ah¨ª que sea el ¨²nico del tr¨ªo que, m¨¢s que una postura, parece haber adoptado una impostura. Pretende lograr con ese gesto lo que le viene negando su talento pol¨ªtico. Se le ve completamente fuera de lugar, pobre. Observen el gesto de atenci¨®n condescendiente de la presidenta y el de sumisi¨®n de ¨¦l. Hay un abismo entre las dos actitudes corporales.
¡ªTe perdono tus pecados ¡ªle va a decir ella de un momento a otro.
Si el lenguaje no verbal estuviera tan codificado como el verbal, el alcalde de Madrid habr¨ªa dimitido tras la publicaci¨®n de esta fotograf¨ªa.
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