Verdades e ilusiones en torno al ayuno intermitente
Sin evidencias cient¨ªficas reales que respalden a¨²n los beneficios de esta pr¨¢ctica en auge, sus defensores admiten que no es para todo el mundo
La tradici¨®n del ayuno viene de lejos en diferentes cultu?ras y religiones ¡ªla Cuaresma entre los cat¨®licos, el Rama?d¨¢n musulm¨¢n¡ª, e incluso Hip¨®crates, padre de la medicina moderna, escribi¨®: ¡°Comer cuando es?t¨¢s enfermo es alimentar tu enferme?dad¡±. Las pr¨¢cticas de restricci¨®n ca?l¨®rica siempre han estado presentes en la cultura popular, pero en los ¨²l?timos a?os han saltado de los feudos religiosos para instalarse en la calle, auspiciadas por el modismo social de las redes y el creciente inter¨¦s cient¨ª?fico por sus potenciales efectos para la salud. Entre la moda y la ciencia, bailando en una eterna controversia, crece ahora el llamado ayuno inter?mitente, un fen¨®meno con potencial curativo sobre el papel, pero escasa evidencia en la vida real.
La actriz Gwyneth Paltrow, devo?ta cumplidora de esta pr¨¢ctica, de?sayuna un caf¨¦, toma a mediod¨ªa un caldo de huesos y cena, muy tem?prano, unas verduras, como ella mis?ma explic¨® en el podcast The Art Of Being Well (El arte de estar bien). Es su m¨¦todo, pero no el ¨²nico. Hay dis?tintos patrones de ayuno y cada indi?viduo, dentro de esos programas de alimentaci¨®n, come lo que considere. Los modelos de ingesta y abstinencia m¨¢s comunes, no obstante, son el lla?mado 5/2 ¡ªdejar de comer dos d¨ªas (alternos) a la semana¡ª y el 16/8, que consiste en concentrar las comidas en ocho horas al d¨ªa y ayunar el resto. Se presupone que en estas din¨¢micas ali?mentarias hay cierta restricci¨®n cal¨®?rica, aunque puede ocurrir que no si, por ejemplo, una persona ingiere en sus ocho horas permitidas las mismas calor¨ªas que toma a lo largo del d¨ªa al?guien que no hace ayuno.
A estas pr¨¢cticas alimentarias se le han conferido propiedades benefi?ciosas para la salud, como mejor esta?do metab¨®lico, mayor bienestar y re?ducci¨®n del peso. Tambi¨¦n potencial para tratar enfermedades, como la diabetes o el c¨¢ncer. Pero m¨¢s all¨¢ del ruido de las redes sociales, entre la comunidad cient¨ªfica hay controver?sia y posiciones encontradas. ¡°Exis?ten evidencias sugerentes en modelos experimentales, pero no tenemos evi?dencia en el caso humano. La infor?maci¨®n que hay es interesante, pero insuficiente en humanos¡±, resume Antonio Zorzano, jefe del laborato?rio de Enfermedades Metab¨®licas Complejas y Mitocondrias del Insti?tuto de Investigaci¨®n Biom¨¦dica de Barcelona (IRB).
La hip¨®tesis de las potenciales bo?nanzas del ayuno intermitente vie?nen de la experimentaci¨®n animal. ¡°Existe mucha informaci¨®n acumu?lada de que, si t¨² a un animal le ha?ces una restricci¨®n cal¨®rica, el 70% o el 50% de lo que sol¨ªa comer, lo que sucede es que metab¨®licamente est¨¢ m¨¢s sano y es m¨¢s longevo¡±, apunta Zorzano. Si el animal come menos, si le restringen las calor¨ªas de forma cr¨®nica, engorda menos, tiene menos tejido adiposo y esta menor adiposi?dad mejora otros par¨¢metros: tiene menor resistencia a la insulina y usa m¨¢s ¨¢cidos grasos en lugar de glucosa para producir energ¨ªa (cetosis).
Pero toda esta cascada de fen¨®?menos metab¨®licos no es tan f¨¢cil?mente reproducible en humanos, conviene Francisco Botella, coordi?nador del ?rea de Nutrici¨®n de la So?ciedad Espa?ola de Endocrinolog¨ªa y Nutrici¨®n: ¡°Para que un ser humano desarrolle cetosis tienen que pasar muchas m¨¢s horas, y dif¨ªcilmente con los patrones de ayuno intermitente se consigue la cetosis¡±. Una revisi¨®n cient¨ªfica publicada en la prestigio?sa revista New England Journal of Medicine admite que, si bien en mo?delos animales el ayuno intermiten?te ¡°mejora la salud a lo largo de la vida¡±, ¡°queda por determinar si las personas pueden mantener el ayuno intermitente durante a?os y poten?cialmente acumular los beneficios observados en modelos animales¡±.
Hipertensi¨®n y glucosa
Los expertos consultados coinciden en que donde m¨¢s clara es la evidencia ¡ªaunque limitada¡ª es en que con el ayuno in?termitente se puede perder algo de peso y, asociado a ello, bajar ligera?mente la hipertensi¨®n o los niveles de glucosa. ¡°Pero no se ha demostrado que este beneficio metab¨®lico impli?que un cambio en la calidad de vida o en la mortalidad. No hay estudios a m¨¢s de un a?o¡±, apostilla Botella.
La falta de investigaciones a lar?go plazo en humanos lastra la capa?cidad para hacer recomendaciones. ¡°El principio de prudencia me dice que esperemos. Por ejemplo, sabe?mos que existe una relaci¨®n entre la fuerza muscular y la longevidad: con la edad, disminuye la masa muscu?lar y llega la sarcopenia [p¨¦rdida de masa, fuerza y funcionamiento de los m¨²sculos]. Me gustar¨ªa estar seguro de que este tipo de manipulaci¨®n diet¨¦tica no modifica la capacidad de tener fuerza muscular¡±, conviene Zorzano. Se ha descrito que el ayuno puede provocar tambi¨¦n debilidad, deshidrataci¨®n, dolores de cabeza, dificultad para concentrarse, presi¨®n arterial baja o desmayos.
Jordi Salas?-Salvad¨®, investigador de la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona y eminencia en el estudio de la dieta mediterr¨¢nea, a?ade que el ayuno intermitente es una pr¨¢ctica ¡°dif¨ªcil de mantener con el tiempo¡±. Coincide Botella: ¡°Es poco compati?ble con nuestra vida social. Fuera de ensayos, el abandono es alt¨ªsimo¡±.
Valter Longo, bioqu¨ªmico y uno de los grandes defensores del ayuno intermitente, diseccion¨® en un ar?t¨ªculo en Nature Aging la evidencia cient¨ªfica disponible y puso en valor que, seg¨²n las investigaciones con humanos, esta t¨¦cnica diet¨¦tica ¡°me?jora el sue?o, aten¨²a el deterioro del rendimiento cardiaco inducido por la edad y la dieta, y mejora la presi¨®n arterial y la acumulaci¨®n de l¨ªpidos¡±. Pero no obvi¨® potenciales efectos ad?versos y sugiri¨®: ¡°El uso de este tipo de intervenci¨®n debe limitarse a pe?riodos breves y aplicarse solo a per?sonas con enfermedades en las que se ha demostrado que el ayuno inter?mitente regular sea efectivo¡±.
No vale para todo el mundo, coin?ciden las voces consultadas. Est¨¢ contraindicado en embarazadas, gente operada de cirug¨ªa bari¨¢trica o del est¨®mago, personas con algu?na patolog¨ªa de base, como la insu?ficiencia renal, o individuos vulne?rables a un trastorno de la conducta alimentaria. ¡°El gran peligro es que lo practique alguien con contraindi?caci¨®n y nos encontremos entonces con una desnutrici¨®n en un pacien?te oncol¨®gico, un accidente grave en una persona diab¨¦tica o una hipo?glucemia con una insuficiencia re?nal¡±, apunta Botella.
Matar al c¨¢ncer de hambre
El c¨¢ncer es uno de los campos donde el ayu?no intermitente busca reivindicarse. Longo es, precisamente, uno de los grandes defensores del papel de esta pr¨¢ctica en cuadros oncol¨®gicos. Su hip¨®tesis sobre el papel es llamativa: propone matar al c¨¢ncer de hambre. ¡°Si se priva de alimento a un paciente oncol¨®gico antes de someterlo a una quimioterapia, las c¨¦lulas normales responder¨¢n levantando un escudo protector; en cambio, las tumorales desobedecer¨¢n la orden de protegerse y ser¨¢n vulnerables, permitiendo eli?minar c¨¦lulas tumorales mientras se reducen los da?os en las sanas¡±, refie?re en su libro El ayuno contra el c¨¢ncer. Pero los onc¨®logos llaman a la pru?dencia.
Juan de la Haba, vocal de la Sociedad Espa?ola de Oncolog¨ªa M¨¦?dica, admite que las explicaciones me?canicistas enganchan, pero que hay que ir con cautela en la vida real. ¡°Se justifica porque las c¨¦lulas tumorales tienen m¨¢s necesidad cal¨®rica y me?nos capacidad de adaptaci¨®n a la rest?ricci¨®n, y la c¨¦lula sana tiene menos requerimiento cal¨®rico y se adapta mejor a la restricci¨®n cal¨®rica¡±, apun?ta. Pero la evidencia es muy limitada: ¡°Tenemos estudios en roedores que lo justifican, hay una l¨ªnea precl¨ªni?ca muy buena. Pero en el laboratorio hemos curado el c¨¢ncer desde hace tiempo. En estudios epidemiol¨®gicos, el ayuno tiene alguna relevancia, pero hay resultados contradictorios. No hay base cient¨ªfica s¨®lida para hacer reco?mendaciones a los pacientes¡±.
El proceso es m¨¢s complejo de lo que pudiera parecer e influyen mu?chas variables. ¡°En los tumores, no todas las c¨¦lulas tumorales est¨¢n con la misma tasa metab¨®lica. Las que tienen r¨¢pido crecimiento celular implican un alto consumo metab¨®?lico, pero suelen responder bien a la quimioterapia. La heterogeneidad tumoral y la de la poblaci¨®n es tan grande que un mecanismo tan ge?neral como una restricci¨®n cal¨®rica es una estrategia llamada al fracaso¡±, zanja el onc¨®logo.
Estas pr¨¢cticas pueden ser, inclu?so, contraproducentes para los pa?cientes. Algunos, que ya tienen sar?copenia y caquexia (p¨¦rdida de peso, masa muscular y debilidad), hacen ayuno y bajan m¨¢s de peso, lo que puede agravar el cuadro. ¡°La alimen?taci¨®n, adem¨¢s, desempe?a un papel importante en el estado del bienes?tar f¨ªsico, mental y emocional del pa?ciente. Y, a veces, comerse un trozo de tarta va acompa?ado de un senti?miento de culpa porque piensa que su enfermedad va a ir a peor¡±, lamen?ta De la Haba. Y a?ade: ¡°Supone un sacrificio personal y suele acompa??arse de la compra de suplementos que no suelen ser baratos¡±.
Salas-?Salvad¨® coincide en que, en c¨¢ncer, la evidencia es ¡°poca y los estudios son contados¡±. Y advierte: ¡°Hay mucha gente charlatana que, a veces, puede hacer da?o porque la gente con c¨¢ncer busca un milagro¡±.
Lo que sucede, triunfa o se cons?tata en el laboratorio con animales no siempre se replica en la vida de los humanos. Desde el punto de vis?ta bioqu¨ªmico, admiten los expertos, las posibilidades del ayuno intermi?tente son ¡°tremendamente intere?santes¡±, pero no necesariamente esas explicaciones se traducen lue?go en un beneficio para el pacien?te. En el mundo cient¨ªfico hay mu?chas dudas por resolver. Empezando por asegurar si el ayuno intermiten?te supone un beneficio real para el paciente. Y, si es as¨ª, qu¨¦ tipo es el mejor, durante cu¨¢nto tiempo, con qu¨¦ comida, qui¨¦n se beneficiar¨ªa... Salas?-Salvad¨® admite sus reparos: ¡°Soy esc¨¦ptico del todo. Tengo se?rias dudas de que esto tenga un efec?to beneficioso a largo plazo. Pero lo encuentro superinteresante¡±.
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