Hablar y morir
Los ataques qu¨ªmicos son un intento de encerrar a las ni?as iran¨ªes. Muchas madres tienen miedo de enviarlas al colegio
Ayer firm¨¦ una petici¨®n de Amnist¨ªa Internacional que exige que se investiguen los envenenamientos de ni?as en Ir¨¢n. Hab¨ªa poco m¨¢s de 5.000 firmas. Hoy he vuelto a mirar y la cifra tan s¨®lo hab¨ªa ascendido hasta 6.155. Un aumento raqu¨ªtico. Se dir¨ªa que las ni?as iran¨ªes nos importan muy poco. Ni ellas ni las mujeres encerradas, azotadas y asesinadas por los talibanes, o por el feroz r¨¦gimen iran¨ª, o por la legi¨®n de energ¨²menos fan¨¢ticos que hay en el planeta. D¨¦jame que te cuente en detalle lo de Ir¨¢n, porque tiene bemoles y lleva sucediendo m¨¢s de seis meses, pese a lo cual casi nadie se ha enterado de ello. El asunto ha sido pobremente recogido en los medios y no ha habido ning¨²n seguimiento. Sale muy barato envenenar ni?as en este mundo.
Los primeros casos fueron a finales de noviembre en un colegio femenino de Qom: de pronto las chicas advirtieron un extra?o olor a naranjas podridas y, a continuaci¨®n, se pusieron enfermas: cefaleas, irritaci¨®n de nariz y garganta, dificultades respiratorias, v¨®mitos, mareos, taquicardias e incluso entumecimiento de las extremidades. Muchas tuvieron que ser hospitalizadas. Son envenenamientos por gas, ataques qu¨ªmicos, y a partir de entonces se han ido repitiendo mes tras mes en diversas escuelas femeninas de todo el pa¨ªs. Hasta ahora han sido gaseados un centenar de centros educativos y m¨¢s de 13.000 ni?as han tenido que ser atendidas por envenenamiento en los hospitales. Y, aunque este ¨²ltimo dato es oficial, las autoridades han intentado minimizar la gravedad del caso, hasta el punto de que el ministro de Salud dijo que no hab¨ªa ¡°evidencia s¨®lida¡± de que las ni?as hubieran sido envenenadas y que ¡°m¨¢s del 90% de los problemas de salud hab¨ªan sido causados por estr¨¦s y travesuras¡±, una frase que, adem¨¢s de est¨²pida, es ominosa. Porque con el estr¨¦s parece referirse a lo mal que les sienta a las ni?as estudiar (en el mundo ¨¢rabe hay un resurgir de grupos radicales que abogan por privar a las mujeres de todo conocimiento) y con las travesuras sin duda est¨¢ aludiendo a la participaci¨®n de las estudiantes en manifestaciones a favor de los derechos de la mujer y al coraje con el que se quitan el velo. Los ataques qu¨ªmicos, en fin, son un castigo y un intento de encerrar a las ni?as en casa. Muchas madres tienen miedo de enviarlas al colegio.
Escribo ahora sobre esta aberraci¨®n y recuerdo a Malala, a quien un talib¨¢n descerraj¨® un tiro en la cabeza en su Pakist¨¢n natal por el simple hecho de querer estudiar. Fue en octubre de 2012. Le tuvieron que serrar la tapa del cr¨¢neo y se pas¨® semanas con los sesos al aire para que su cerebro tremendamente inflamado dispusiera de suficiente espacio; y mientras permanec¨ªa as¨ª en un hospital de Birmingham (Reino Unido), lo que m¨¢s le preocupaba a esa ni?a de 15 a?os, que no hab¨ªa tenido m¨¢s remedio que ser adulta desde muy peque?a, era el temor de no poder pagar los cuidados m¨¦dicos. Me lo cont¨® en la entrevista que le hice meses despu¨¦s, todav¨ªa en Birmingham y en rehabilitaci¨®n, pero ya fuera del hospital. Le hab¨ªan tapado el cerebro con una placa de titanio, ten¨ªa el rostro a¨²n bastante descabalado y algo paralizado y tuvieron que ponerle un implante coclear para poder o¨ªr. Desde entonces Malala ha ganado el Nobel de la Paz; se ha graduado en Filosof¨ªa, Pol¨ªtica y Econom¨ªa en la Universidad de Oxford; se ha casado y a trav¨¦s de su fundaci¨®n ha seguido luchando por la educaci¨®n de las ni?as. Espero que no tenga muchas secuelas f¨ªsicas de su brutal herida: mareos, migra?as, insomnios. Lo que s¨ª debe de tener es un agudo dolor de coraz¨®n ante la situaci¨®n de las mujeres en el mundo; ante el retorno brutal de los talibanes, y ante noticias tan escalofriantes como los envenenamientos de ni?as en Ir¨¢n. En 2014 Malala vino a Valencia a recoger un premio y dijo: ¡°Ten¨ªamos dos opciones, estar calladas y morir o hablar y morir, y decidimos hablar¡±. Se refer¨ªa a la resistencia contra la ferocidad talibana, pero la frase tambi¨¦n se podr¨ªa aplicar a las ni?as y mujeres en Ir¨¢n, a esas valientes que se juegan la vida por querer estudiar y por quitarse el velo. A esas guerreras que han decidido hablar. Tan heroicas, tan solas y tan olvidadas, igual que las afganas. Qu¨¦ verg¨¹enza que la comunidad internacional no haga nada.
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