Humanizar la urbe para urbanizar la humanidad
El mundo se redibuja. Las inversiones en bienes urbanos, fomentadas por el turismo, aumentan el precio de la vivienda y expulsan a los ciudadanos de los centros de las ciudades. Las ¨¢reas metropolitanas construyen la nueva vida urbana. Algunas ciudades muestran las alternativas
Las 100 ciudades que m¨¢s crecen en el planeta ¡ªcomo Chongqing, en China, o Gwagwalada, en Nigeria¡ª tienen algo en com¨²n: no est¨¢n en Occidente, son peque?as y son perif¨¦ricas. Eso le da la vuelta al mundo que conocemos: crecen m¨¢s las ¨¢reas metropolitanas que las metr¨®polis.
Aunque existe poco acuerdo sobre crecimientos urbanos ¡ªlos ¨ªndices de la Organizaci¨®n de Naciones Unidas o del Instituto Nacional de Estad¨ªstica barajan tantos factores que alejan conclusiones sencillas¡ª, dos datos se repiten en estad¨ªsticas. Tambi¨¦n una propuesta.
El espacio del siglo XXI ha dejado de ser la ciudad. Es el ¨¢rea urbana. Lo se?ala Jorge Dioni L¨®pez, autor de El malestar de las ciudades (Arpa). ¡°Las ciudades pierden habitantes porque el espacio urbano entra en el mercado global y los residentes no pueden pagarlo¡±. ?Cu¨¢l es la raz¨®n de esa revalorizaci¨®n del suelo?
En Europa, la industria tur¨ªstica provoca una ecuaci¨®n endiablada: genera beneficios econ¨®micos, pero expulsa a los ciudadanos que pagan impuestos para mantener su ciudad limpia y viva. ?Es posible mantener una industria tur¨ªstica que colapsa el Everest, los centros de vacunaci¨®n y vac¨ªa las ciudades de habitantes? Venecia ha descendido este a?o por debajo del umbral de los 50.000 censados. Esos venecianos viven, mayoritariamente, en zonas perif¨¦ricas como Santa Elena, en el extremo este, porque no se pueden permitir un apartamento junto al asediado puente de Rialto. ¡°Europa es el museo del mundo, un parque tem¨¢tico del pasado¡±, explica Francesc Mu?oz, que dirige el Observatorio de la Urbanizaci¨®n en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. ¡°Un continente con ciudades sobreexpuestas a la visita tur¨ªstica genera la expulsi¨®n de la poblaci¨®n, que acaba dimitiendo de su ciudad¡±. Sostiene que evitar esa expulsi¨®n exige, para empezar, reconocer el problema. Y habla de estudios-coartada: ¡°Para certificar que el turismo de cruceros representa menos del 5% del volumen de turistas se encargan informes que minimizan los efectos sobre el espacio urbano. Pero en las cinco horas que est¨¢n en tierra, esos cruceristas ocupan las calles del centro hist¨®rico que los ciudadanos terminan abandonando¡±.
M¨¢s all¨¢ del turismo, Dioni L¨®pez subraya que Europa se ha convertido en refugio ?solo para ricos? ¡°Es el sitio m¨¢s seguro jur¨ªdica y socialmente¡±. Habla de poder pasear por la calle. ¡°Es un lugar atractivo para las rentas altas del mundo porque las posibilidades de sufrir alg¨²n tipo de violencia son m¨ªnimas y es complicado que haya bandazos jur¨ªdicos¡±, apunta el tambi¨¦n autor de La Espa?a de las piscinas (Arpa). Esos inmigrantes de lujo con frecuencia adquieren edificios no para vivir o trabajar en ellos, sino como bienes de inversi¨®n. Eso conduce a la ciudad-mercanc¨ªa, urbes casi enteramente en venta. Y una ciudad sin espacios, infraestructuras, instituciones o edificios p¨²blicos deja de ser ciudad.
En ese marco, el Instituto Nacional de Estad¨ªstica ¡ªque calcula que la poblaci¨®n espa?ola aumentar¨¢ en cuatro millones de habitantes en los pr¨®ximos tres lustros¡ª constata que tambi¨¦n aqu¨ª, como sucede en China o en Nigeria, son las periferias (localidades como Aranguren, en Navarra; Arroyomolinos, en Madrid, o Sese?a, en Toledo) las que acogen a los ciudadanos que han perdido capacidad econ¨®mica por el aumento del precio de viviendas y alquileres. Acoger, en una periferia de ciudades dormitorio, es, salvo excepciones que se dan donde crece la Espa?a de las piscinas que describe Dioni L¨®pez, un eufemismo. Hoy son m¨¢s las ciudades que expulsan que las que acogen. Por eso es esencial idear propuestas para lidiar con un planeta irremediablemente urbano. ?Qu¨¦ constituye una ciudad habitable?
Con 39 a?os, el urbanista Ram¨®n Gras investiga en la Universidad de Harvard. Fund¨® Aretian Urban Analytics para interpretar las urbes a partir de datos. Asegura que el desplazamiento a la periferia, tradicionalmente asociado al auge del coche, obedeci¨® durante los a?os setenta a una sorprendente estrategia ¡°impulsada desde el Departamento de Estado de Estados Unidos durante la Guerra Fr¨ªa, con el objeto de forzar a la Uni¨®n Sovi¨¦tica a invertir enormes cantidades de dinero en cabezas nucleares¡±.
Gras constata 10 patrones de desarrollo urban¨ªstico universales: la ciudad radial, la reticular, la monumental o la ciudad-jard¨ªn¡, y sostiene que la mayor¨ªa de ellos promueven la desigualdad. ¡°La radial o conc¨¦ntrica, porque es jer¨¢rquica e impl¨ªcitamente clasista; la reticu?lar, porque compensa una movilidad eficaz permitiendo desigualdades innecesarias¡±. Aun as¨ª, sostiene, hay otro modelo: ¡°Uno que permite aunar prosperidad e igualdad: el fractal, caracterizado por un policentrismo arm¨®nico¡±. Ese ecosistema integrado es una mejor versi¨®n de un viejo conocido. Habla de la ciudad de los 15 minutos, el barrio de toda la vida en el que encontrar colegio, centro de salud, comercios, parque y oficina de correos a menos de 15 minutos andando. Habla de actualizar ese barrio a?adi¨¦ndole conocimiento ¡ªuniversidades o laboratorios de investigaci¨®n¡ª, una construcci¨®n sostenible y un modelo de negocio imaginativo capaz de definir la independencia econ¨®mica del distrito. Para Gras, esa organizaci¨®n urbana evitar¨ªa el urbanismo depredador y conectar¨ªa infraestructuras antes de levantar alojamientos. Del barrio-pueblo hereda que los desplazamientos cotidianos no roben tiempo, ser un lugar donde caminar y, por tanto, donde puede limitarse el acceso de los coches y mejorar la calidad del aire.
?Se est¨¢n construyendo barrios as¨ª? ?Se puede proteger la vida ciudadana a nivel municipal? ?Tal vez el 22@ barcelon¨¦s? Gras asegura que ese barrio, que busc¨® transformar una zona fabril, no satisface los tres requisitos esenciales de la urbanizaci¨®n mod¨¦lica. El vecindario que mejorar¨ªa la vida de los ciudadanos apenas existe.
¡°El Partido Tur¨ªstico y el Partido Inmobiliario han ganado las elecciones¡±, ironiza Dioni. ¡°C¨¢diz, Palma, Valencia o Barcelona han intentado acotar el efecto de la industria del turismo, pero las propuestas han sido derrotadas electoralmente¡±. Con todo, apunta una excepci¨®n: Pamplona. ¡°Tiene turismo y un pico explosivo durante 10 d¨ªas de julio, pero intuyo que ese control obedece a un poso tradicionalista que comparten la mayor¨ªa de fuerzas pol¨ªticas, ya sean de derechas o de izquierdas¡±.
Compartir objetivos. Consenso, di¨¢logo. Dioni habla de acuerdo, es decir, de pol¨ªtica. Pol¨ªtica viene de polis, que quiere decir ¡°ciudad¡±. La ciudad es el lugar donde se desarrollan las instituciones, el comercio o el teatro. ¡°Arist¨®teles dec¨ªa que personas iguales no forman una ciudad¡±, cita. Hace lustros que Espa?a es un pa¨ªs plural. ?C¨®mo lo reflejan las ciudades? La adscripci¨®n a la Uni¨®n Europea gener¨® una ola de emigrantes j¨®venes que no han regresado a su pa¨ªs. Muchos rumanos, lituanos y polacos son hoy el 17% de los espa?oles. La historia ense?a c¨®mo las grandes migraciones construyeron las ciudades. Tambi¨¦n que el esplendor de una ciudad coincide con el declive de otra.
Hay muchos Detroit en el mundo. En medio siglo, entre 1950 y 2000, San Luis, en Misuri, perdi¨® m¨¢s de la mitad de sus habitantes. En una d¨¦cada, Riga, en Letonia, perdi¨® casi una quinta parte de los suyos. Dioni L¨®pez apunta que Buenos Aires o Ciudad de M¨¦xico tambi¨¦n sufren un grave problema de gentrificaci¨®n: ¡°El suelo se computa en d¨®lares, y los salarios, en moneda local¡±.
Gras explica que el urbanismo espa?ol es todav¨ªa hijo del desarrollismo y funciona con oleadas especu?lativas que van devorando espacio. ¡°Es el sistema de tala y quema de la agricultura. Buscan nuevos espacios de cultivo urban¨ªstico y, una vez desarrollados, empujan a los demandantes de vivienda desde el sistema financiero o construyendo iniciativas m¨¢s accesibles¡±. Por eso su apuesta pasa por la imaginaci¨®n creativa.
¡°Frente al modelo de ciudad Disfruta y no preguntes que aprende del centro comercial donde el ciudadano perfecto es el que llega de fuera¡±, dice Dioni hablando de Doha, Gras insiste en el valor de los ecosistemas. ¡°Hay patrones de crecimiento urbano eficientes, sostenibles y deseables. Esa gu¨ªa permite avanzar hacia una gesti¨®n de los problemas urbanos que ponga al ciudadano en el centro¡±.
Gras vive en Boston. Es un inmigrante de lujo. Mu?oz, en el centro de Barcelona, y Dioni, ¡°en una periferia, con calle mayor y parque¡±. Sabe que la emigraci¨®n pospandemia al campo no fue por el virus, fue por la subida de alquileres. ¡°Ha habido un proceso migratorio que afecta, sobre todo, a la generaci¨®n nacida en los setenta-ochenta¡±. Lo ha llamado migraci¨®n EGB. ¡°Esa generaci¨®n ha tenido a sus hijos en nuevos desarrollos, donde no hab¨ªa servicios p¨²blicos¡±, explica. Y es esa falta de servicios comunes la que genera una relaci¨®n con el Estado distinta: los habitantes de zonas descuidadas son m¨¢s receptivos a los discursos sobre bajadas de impuestos porque no ven el uso de sus impuestos.
¡°Dejar de valorar lo p¨²blico aboca a no entender por qu¨¦ hemos de valorar m¨¢s la ley ¡ªel bien p¨²blico por excelencia¡ª que la fuerza¡±, escribi¨® Tony Judt. ¡°El Estado es saber que el aceite que compras no te va a envenenar o que alguien va a recoger la basura¡±, explica Dioni. Esa tranquilidad es urbanidad. Pero el ensayista advierte de otra manera de razonar, basada en el predominio de la fuerza. ¡°Es una reformulaci¨®n del concepto libertad: lo hago porque puedo¡±.