Elizabeth Diller: ¡°La austeridad es una excusa para evitar experimentar¡±
Esta hija de supervivientes del holocausto se ha convertido en la arquitecta de la Nueva York contempor¨¢nea, reinventando espacios clave de Manhattan
The Broad, en Los ?ngeles. The Shed, en Nueva York. El Institute of Contemporary Art, en Boston. La arquitecta Elizabeth Diller (Lodz, Polonia, 69 a?os) ha levantado con sus socios Ricardo Scofidio, Charles Renfro y Benjamin Gilmartin algunos de los museos m¨¢s singulares de este siglo. Tambi¨¦n ha construido la nueva cara de Nueva York que quiere romper esquemas con experimentaci¨®n. Crecida en el Bronx, lleg¨® a Estados Unidos en barco siendo ni?a. Pas¨® por la Fira de Barcelona para hablar sobre ciudades inteligentes en la Smart City Expo. Atiende en un hotel de cinco estrellas mientras desayuna, pellizcando un panecillo, y apura, con una cucharilla, un huevo pasado por agua.
Hoy no podr¨ªa llegar a Nueva York, como hizo de ni?a.
No. En 1959 era posible empezar una nueva vida en el Bronx. Hoy ?qui¨¦n podr¨ªa pagar el alquiler? La mayor¨ªa de los artistas se han ido.
?Qu¨¦ pierden las ciudades cuando pierden a los artistas?
Alguien que les dice la verdad. Cuando hicimos The Shed, con Rockwell Group, quer¨ªamos recuperar la idea de Nueva York como un centro de producci¨®n cultural, no un lugar congelado en el tiempo.
?En The Shed corri¨® riesgos innecesarios? ?Para qu¨¦ hacer un edificio m¨®vil?
Un teatro est¨¢ en transformaci¨®n continua. ?Por qu¨¦ no moverlo un poco m¨¢s? La transformaci¨®n de sala de exposiciones en auditorio ten¨ªa que ser algo sencillo, el¨¦ctrico. Para ahorrar dinero la hicieron manual y hoy el resultado es torpe.
?Relaciona el riesgo con el crecimiento intelectual?
Los retos me potencian. La comodidad me adormece. No entiendo el riesgo por arriesgar, pero s¨ª la recompensa tras un riesgo. Es una fuente de energ¨ªa, vida y cambio. Muchas veces he sabido que perder¨ªa concursos si arriesgaba, pero no sab¨ªa hacer otra cosa, no pod¨ªa.
Es profesora en Princeton. ?Ense?a a arriesgar?
Desense?o a los alumnos. Los libero de lo que han aprendido para que puedan pensar. Las preconcepciones detienen el pensamiento. Les plante¨¦ c¨®mo lidiar con la obsolescencia y la rapidez del mundo con algo tan lento como la arquitectura. Cuando ten¨ªan algo medio desarrollado, les cambiaba el encargo y les ped¨ªa que lo adaptaran. El ejercicio los desestabiliz¨®, se lo ten¨ªan que replantear todo. Me odiaron. Pero aprendieron mucho.
Es la arquitecta de la Nueva York del siglo XXI. Y lleg¨® a esta ciudad con cinco a?os.
Mis padres tuvieron que despedirse de su vida. Fue traum¨¢tico. Dejaron su pasado en Polonia. Tambi¨¦n su comodidad: all¨ª ten¨ªan dinero. Pero llegaron a un lugar que era visto como la tierra de las oportunidades. Traumatizados por el Holocausto, quer¨ªan huir lo m¨¢s lejos posible y que sus hijos pudieran tener una vida.
?La tuvieron?
Bueno¡, ellos siempre tuvieron miedo, pero yo estudi¨¦ lo que quer¨ªa.
?Tuvo una infancia religiosa?
En mi casa la religi¨®n era una cuesti¨®n cultural, no espiritual. Mi padre era checo y mi madre polaca. ?l dirig¨ªa en Lodz f¨¢bricas textiles. Aunque ni ¨¦l ni mi madre hab¨ªan estudiado. Era un hombre emprendedor. Hablaba idiomas. Aprendi¨® ingl¨¦s al poco de llegar a Nueva York. Era un superviviente. Mi madre, en cambio, nunca se adapt¨®. Me hablaba en polaco y gracias a eso lo hablo yo. A veces pienso que fue culpa m¨ªa, que por hablarme a m¨ª no aprendi¨® ingl¨¦s.
?En 1959 hu¨ªan del nazismo?
Hab¨ªa mucho antisemitismo tras la guerra. Incluso si mi padre no era religioso, era jud¨ªo. Los nueve hermanos de mi padre y mis abuelos murieron en campos de concentraci¨®n. En Nueva York, como ni?a, hui de ese dolor. Hoy me arrepiento de no haber preguntado m¨¢s. Pero en mi casa todo el mundo quer¨ªa olvidar y empezar de nuevo.
Su hermano ten¨ªa 13 a?os.
Quer¨ªa olvidar. En Lodz hab¨ªa sufrido bullying por ser jud¨ªo. Aqu¨ª pudo estudiar Ingenier¨ªa. Hoy no se identifica con ser jud¨ªo.
?Y usted?
Depende de quien lo pregunta.
?Una identidad flexible?
La del superviviente. Me siento europea. Pero no particularmente polaca. Y a la vez soy muy neoyorquina. Creo que mi ¨¦tica y mi sensibilidad hacia lo diferente vienen de mis padres. Nunca me sent¨ª completamente norteamericana, sea eso lo que sea. Estoy acostumbrada al cambio. Me interesa reparar las cosas. No s¨¦ hasta qu¨¦ punto eso contrapone la decisi¨®n de mis padres de huir del problema. Pero soy as¨ª. Nunca sent¨ª la p¨¦rdida de quien no conoc¨ª. En mi trabajo, y en mi vida, me enfrento y trato de cambiar las cosas. Los ni?os huyen del dolor. Pero luego te das cuenta de c¨®mo acabas cargando con esa culpa.
?Qu¨¦ quiere decir?
Mis padres eran hiperprotectores. Creo que la p¨¦rdida los hizo miedosos. El da?o que uno recibe crece a lo largo de la vida.
?Qu¨¦ hicieron sus padres al llegar?
Empezar de cero en el Bronx. Mi padre transportaba sacos de fruta. Mi madre limpiaba oficinas. Al final de su vida mi padre cumpli¨® el sue?o americano de ver c¨®mo sus hijos iban a la Universidad. Y lleg¨® a dirigir un hotel. Nunca sentimos la pobreza.
En ese marco, decidi¨® ser artista.
A mi madre lo que le preocupaba era que no dependiera econ¨®micamente de los hombres. Estaba obsesionada con eso.
Y usted, va y se enamora de su profesor.
Eso tambi¨¦n pas¨®. Pero mi madre siempre me apoy¨®. Me pregunt¨® que por qu¨¦ no estudiaba Arquitectura. Cuando dije que no, insisti¨® en que fuera ?dentista! Quer¨ªa que tuviera una profesi¨®n. Estudi¨¦ Bellas Artes y tras dos a?os haciendo escultura me transfer¨ª a Arquitectura. All¨ª conoc¨ª a Ric. Y¡ s¨ª. Fue un flechazo.
Ten¨ªa 23 y ¨¦l 42.
Igual es m¨¢s chocante que sigamos juntos. Hemos dedicado nuestra vida a la arquitectura.
Parece la fuerte en la relaci¨®n.
Porque hablo mucho. Nunca podr¨ªa haber hecho lo que he hecho sin ¨¦l. Es un gran profesor y la gente lo quiere.
?Tiene hijos?
Ric ten¨ªa de un matrimonio y no tuvimos. A veces pienso en eso. Me he pasado la vida posponi¨¦ndolo: el a?o que viene y al final ese a?o no ha llegado. Estoy feliz con la vida que tengo. ?C¨®mo saber qu¨¦ hubiera sido mejor? ?Usted tiene hijos?
Dos.
?Dej¨® de trabajar?
No. Creo que habr¨ªa enloquecido.
Ric ten¨ªa cuatro. Si se lo hubiera pedido, habr¨ªa aceptado tener otro, pero no quer¨ªa imponerlo. La ¨²nica que me presion¨® fue mi madre y¡ no la escuch¨¦.
Su madre la presion¨® para que tuviera su propia vida y tambi¨¦n para que tuviera hijos.
Para ella no era contradictorio. ?Quer¨ªa que aprendiera ingl¨¦s y me hablaba en polaco! Por eso cuando muri¨® me hund¨ª.
Le cost¨® construir obra no ef¨ªmera. Como si hubiera necesitado prepararse.
Construir no era nuestra obsesi¨®n. Ric estaba cansado de la arquitectura. Y yo era bastante rebelde. No me gustaba la autoridad. Creo que eso fue lo que le gust¨® a ¨¦l. De peque?a hab¨ªa sido traviesa. Puede que por el exceso de celo de mis padres.
?No era buena estudiante?
Era la ¨¦poca de la guerra de Vietnam y dedicaba m¨¢s tiempo a protestar que a estudiar. Recuerdo mi juventud como una eterna protesta: movilizaciones, drogas¡
?Drogas en la escuela?
Era otra ¨¦poca, con sus dificultades y sus ventajas. Pasaba un tercio de mi tiempo en el instituto, otro protestando y el otro en el MoMA.
Al cabo de unas d¨¦cadas firm¨® la ampliaci¨®n de ese museo. ?Qui¨¦n la llev¨® la primera vez?
Fui sola. A mis padres les gustaba la naturaleza y el deporte. Y yo estaba fascinada por el mundo moderno. Quer¨ªa ser escultora.
?Cu¨¢nta libertad tuvieron para dise?ar la ampliaci¨®n del MoMA?
Conozco el museo de memoria. Conoc¨ªa sus problemas: Estaba desconectado de la ciudad, ten¨ªas que caminar medio kil¨®metro antes de ver arte. Era un edificio poco natural, impostado, demasiado lleno de gente todo el tiempo.
?Las ciudades florecen cuando los alquileres son baratos?
El Nueva York de mi juventud era as¨ª. Eso te deja tiempo para hacer, pensar y vivir. Me pasaba el d¨ªa en la calle. Eso abri¨® mucho mi mente.
?Por qu¨¦ termin¨® convirti¨¦ndose en arquitecta?
Quer¨ªa aprender. De la fotograf¨ªa pas¨¦ al cine y del cine a la arquitectura. Me parec¨ªa m¨¢s capaz de transformar, m¨¢s capaz de defender ideas interdisciplinares.
El cruce entre disciplinas define su trabajo.
En el mundo del arte, la prueba y hasta la duda est¨¢n admitidas. Tambi¨¦n la intuici¨®n. En la arquitectura te pasas el d¨ªa dando explicaciones de por qu¨¦ haces las cosas.
?El miedo a lo diferente lo ha sentido profesional m¨¢s que personalmente?
El miedo siempre es da?ino. Y siempre describe m¨¢s a quien lo propicia que a quien lo recibe. Pero lo sufrimos. ?ramos artistas para los arquitectos y arquitectos para los artistas. Nuestro trabajo era disidente: no encajaba. Estar en tierra de nadie es un problema para conseguir becas o un puesto de trabajo como profesor. Sin embargo, como mujer, creo que al vivir en Nueva York me he beneficiado de lo que muchas lucharon antes.
?Quer¨ªan encajar?
No trabajamos con una f¨®rmula, experimentamos, cuestionamos, mezclamos. Hemos sido transgresores para ampliar los l¨ªmites de la arquitectura. Y la comunidad arquitect¨®nica nos tomaba por frikis.
Una de sus primeras obras era una nube. ?Un experimento puede convertirse en edificio?
Creo honestamente que s¨ª. Pero esos proyectos eran temporales. Otros duran poco sin estar pensados para durar poco. La austeridad es con frecuencia una excusa para evitar experimentar.
Hoy la arquitectura se ense?a como una disciplina h¨ªbrida.
Siempre hemos defendido la mezcla. No sabemos verlo de otra manera.
John Hejduk, que fue su profesor, consideraba que construir corromp¨ªa la arquitectura. ?Est¨¢ de acuerdo?
No. ?l cre¨ªa que era una disciplina, no una profesi¨®n. Por eso la educaci¨®n que recib¨ª fue la de relacionar la arquitectura con el arte, la literatura y la creatividad¡
?Se puede contribuir a la arquitectura sin construir?
S¨ª. Haciendo leyes, encargos y dando oportunidades a otros se dibujan las ciudades. Para m¨ª cualquier manera de crear espacio es hacer arquitectura.
?Siente necesidad de hacer propuestas rompe?doras?
No se trata de sorprender, sino de explorar.
El High Line: la recuperaci¨®n de kil¨®metros de antiguas v¨ªas como parque elevado cambi¨® su vida.
Es una arquitectura que parte de lo obsoleto y protege la naturaleza. Tiene que ver con nuestra capacidad de adaptarnos.
Y de escuchar a los vecinos.
Nunca antes hab¨ªa escuchado lo que opinaba la gente. Salir de la visi¨®n acad¨¦mica para hacerlo cambi¨® mi mirada. Tras los ataques del 11 de septiembre, Nueva York se sumi¨® en una ola de civismo. Nos sent¨ªamos parte de una misma ciudad. Necesit¨¢bamos cuidarla y cuidarnos. Esa parte de Manhattan era un lugar vac¨ªo, desesperanzado: un sitio perfecto para la mejora.
?Est¨¢ a favor de consultar a los ciudadanos c¨®mo debe ser la ciudad?
Es bueno salir de tu mundo, pero requiere horas de reunio?nes y escucha. Para m¨ª, la idea de transformar un desecho urbano en una parte viva de la ciudad era fascinante. Pas¨® de infraestructura a ruina, de ruina a jard¨ªn y de jard¨ªn a paseo.
?La naturaleza es m¨¢s poderosa que la cultura?
Es cultura. No se trataba tanto de construir como de colaborar con la naturaleza. Y con los vecinos. Y costaba m¨¢s retirar las v¨ªas que mantenerlas. Ya estaban cubiertas de vegetaci¨®n. En ese barrio de Nueva York apenas hab¨ªa parques. La soluci¨®n era dejarlo casi como estaba. Y hacerlo m¨¢s seguro. Toc¨® un nervio que necesitaba ser tocado.
Eso es lo que hacen los artistas: adelantan el ?futuro.
Estamos tan pegados a nuestras pantallas que ver lo que estaba sucediendo en la calle fue considerado como un descubrimiento.
?Qu¨¦ aprendi¨® construyendo?
Que en el esfuerzo puede haber mucha creatividad. Edison lo dijo: ¡°El genio es 1% iluminaci¨®n y 99% sudor¡±. Que la arquitectura es un trabajo de equipo. Y que importa m¨¢s un permiso que una l¨ªnea. Las mayores dificultades de la arquitectura no son t¨¦cnicas, derivan de lidiar con la gente.
Es m¨¢s f¨¢cil conseguir que un edificio se mueva¡
Como The Shed. Pues s¨ª. A ver, los problemas t¨¦cnicos son divertidos, un reto. Explicar a la gente que lo que es bueno para un vecino lo es para todos es m¨¢s dif¨ªcil. Y me gusta. Es la historia de mi vida: mis amigos huyen del fuego y yo corro hacia ¨¦l.
Los grandes retos de la arquitectura actual est¨¢n en la lentitud, el alto precio de los edificios y las urgentes necesidades del mundo¡±.
?Por qu¨¦?
Donde otras personas ven derrotas yo veo oportunidades. Recuerdo cuando ganamos el concurso para ampliar Lincoln Center. Frank Gehry dijo: ¡°No lo toqu¨¦is, esta gente es imposible¡±. Y yo pens¨¦: voy a demostrar que se equivoca. Claro que nos dejamos mucha energ¨ªa. Tengo una conferencia para explicarlo. Lo hago de seis maneras diferentes. Todas son verdad: todo el mundo tiene miedo al cambio.
Usted parece que no.
Me parece una oportunidad de crecimiento. ?Llegu¨¦ a Nueva York con cinco a?os!
?Qu¨¦ proyecto suyo ha reinventado Nueva York?
La ampliaci¨®n del Lincoln Center. El edificio original de Philip Johnson estaba pensado para llegar en coche. Y el nuestro no. Eso marca la evoluci¨®n de la ciudad.
?Qu¨¦ puede aportar la arquitectura m¨¢s intelectual al mundo con pocos medios?
Se requiere mucho poder intelectual para lidiar con la escasez y el caos. Los grandes retos arquitect¨®nicos est¨¢n ah¨ª: entre la lentitud y el alto precio de los edificios y las urgentes necesidades del mundo.
?Ser inmigrante la prepar¨® para la austeridad?
No tengo una vida austera. Pero prefiero una cosa fabulosa a cien que est¨¦n bien.
?Qu¨¦ relaci¨®n tiene con el dinero?
Gasto mucho. Pero no me motiva. Me gusta la comodidad y no tener que preocuparme de la solvencia del estudio. Pero prefiero la libertad al dinero.
?Es una arquitecta libre?
Una persona libre. No tengo muchas cosas: ni coches, ni aviones ni oro. Mi lujo es no hacer encargos comerciales, no tener una lista de trabajos buenos y otros que pagan ese esfuerzo. Eso para m¨ª es ser rico.
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