Pepa Rosenbaum: c¨®mo coger la ola buena de la vida
Tras una d¨¦cada como estilista en Madrid, Pepa Rosenbaum se subi¨® a la ola de la reinvenci¨®n y se convirti¨® en surfista, productora y modelo. Hizo de Biarritz su centro de operaciones y de Maldivas su refugio de emociones
Pepa Rosenbaum est¨¢ hablando de la belleza. Sentada en la terraza de un restaurante del madrile?o barrio de La Latina, completamente vestida de negro, desarrolla su idea sobre lo bello, su forma de buscarlo, la importancia que para esta modelo, estilista, productora y surfista tiene. Lo hace justo al sentarse, cuando el camarero nos advierte que podemos quedarnos esa mesa solo hasta que empiecen a servir cenas. Y lo est¨¢ haciendo ahora mismo, cuando, a su espalda, tres miembros de una familia han arrancado una discusi¨®n a gritos. ¡°Soy una gran amante de compartir y creo que el intercambio de ideas y perspectivas entre profesionales es vital para la creaci¨®n. Creo en la atemporalidad de las im¨¢genes, en la luz como recurso para transmitir emociones. Para m¨ª, hay fotos que lo son todo. Puedo sentir a trav¨¦s de ellas algo que quiz¨¢s no puedo poner en palabras¡±, desarrolla justo en el momento en el que un miembro de la familia amenaza con sacar un cuchillo. Y eso que nos ha contado hace un rato que se hallaba algo inquieta, que no estaba durmiendo bien estos d¨ªas en Madrid, que esta ma?ana no hab¨ªa podido ir a clase de yoga porque estaba algo cansada.
Nacida en la argentina provincia de Santa Fe, Rosenbaum aterriz¨® en Madrid, lugar al que a¨²n llama su casa, con 18 a?os. Estudi¨® en IED y pas¨® casi 10 a?os como estilista de moda y publicidad, asistiendo a dise?adores de aqu¨ª y de all¨ª. Desarroll¨® una estrecha relaci¨®n con la dise?adora Pepa Salazar. ¡°Me gusta vestir a mujeres con personalidad, por eso Pepa est¨¢ siempre presente tanto en la producci¨®n como en el estilismo. Es mi mano derecha, me encanta probar cada prenda sobre ella¡±, dijo de la hoy modelo y surfista en 2015 en la revista Glamour. Tuvo que pasar un lustro para que Rosenbaum se sintiera modelo, algo que lleg¨® como consecuencia de un cambio en su c¨®digo postal en busca de un estilo de vida m¨¢s sano. Rosenbaum se mud¨® a San Sebasti¨¢n, tomando distancia con Madrid y lo que para ella entonces supon¨ªa. Se enganch¨® al surf, com¨ªa mejor, dorm¨ªa m¨¢s.
¡°Arranqu¨¦ una estrecha relaci¨®n con una marca de surf para la cual comenc¨¦ a hacer shootings como modelo, tambi¨¦n como estilista y productora. Todo era muy divertido. Junto con una amiga comenzamos a realizar proyectos creativos para diferentes marcas en los cuales desarroll¨¢bamos toda la producci¨®n. Disfrut¨¢bamos mucho viajando, surfeando y haciendo cosas bonitas¡±, recuerda Rosenbaum al respecto del inicio de su nueva vida. Junto a la fot¨®grafa Marina Alonso recorrieron medio mundo buscando olas, luz y poes¨ªa. Desarrollaron trabajos para firmas de surf tan reputadas como Billabong e incluso videoclips para bandas como el combo bonaerense Isla de Caras. Entre Maldivas o Marruecos siempre hab¨ªa parada en Biarritz. La localidad vascofrancesa, poco a poco, se fue convirtiendo en su segunda casa. ¡°Biarritz es la representaci¨®n de la belleza y la elegancia. Es el sitio m¨¢s encantador en el que he estado. Mi vida en Biarritz es a veces muy tranquila y a veces no. Es ver el mar todos los d¨ªas, es el poder contemplar la belleza en sus diferentes formas cada segundo que estoy all¨ª y para m¨ª¡±, explica. Rosenbaum no regala, ni siquiera presta, su imagen, sino que la compone a partir de sus ideales de belleza y emoci¨®n. Su implicaci¨®n es total, porque su trabajo es representarse, y sabe perfectamente c¨®mo, por qu¨¦ y para qu¨¦. ¡°Tengo buena relaci¨®n conmigo misma, me acepto, me cuido y me quiero¡±, apunta. Este viaje es profesional, s¨ª, pero, sobre todo, es emocional. Y su destino vital favorito est¨¢ en ella. El geogr¨¢fico, en Maldivas. ¡°Y Chicken¡¯s mi ola izquierda favorita. Thulusdhoo es una isla sellada en mi coraz¨®n. All¨ª mi surf evolucion¨®¡±.
La familia sigue discutiendo. El camarero nos trae de forma inductiva la cuenta. Rosenbaum apenas ha tocado su vino y su agua con gas y hace diez minutos que sostiene apagado el cigarrillo que se lio. Nos levantamos justo cuando la familia profiere otra amenaza de acuchillamiento. Ajena al ruido del conflicto con el que hemos compartido mesa, Rosenbaum se despide: ¡°Escribe algo po¨¦tico, yo soy muy po¨¦tica¡±.
Agradecimientos: trajes de ba?o de NOW THEN.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.