En un columpio o sobre una tabla en el agua: los nuevos tipos de yoga que se practican en Espa?a
Nacido en el siglo XIX a partir tradiciones de la India y la gimnasia sueca, este ejercicio es hoy una enorme industria con toda una variedad de formas extravagantes
El yoga es desde hace d¨¦cadas parte de la cultura popular occidental. Los centros proliferan en las ciudades y cada vez tiene m¨¢s adeptos. Hasta un 12% de los espa?oles lo practica, seg¨²n la consultora Allied Market Research. Hacer yoga, sin embargo, se refiere ahora a una infinidad de posibilidades. Aunque predomina la idea de que se trata de realizar distintas posturas de variada dificultad sobre una colchoneta, tambi¨¦n se puede hacer sobre una tabla de paddle en el agua o colgando de columpios. El l¨ªmite es la imaginaci¨®n para los yoguis contempor¨¢neos.
Poco tiene todo esto que ver con los or¨ªgenes de esta pr¨¢ctica. La primera menci¨®n de la palabra ¡°yoga¡± se remonta al menos 2.500 a?os atr¨¢s en la India. De acuerdo con Agust¨ªn P¨¢niker, escritor y acad¨¦mico especializado en la cultura de este pa¨ªs asi¨¢tico, el concepto se refer¨ªa en sus inicios a una serie de m¨¦todos utilizados por algunos ascetas y sabios que buscaban controlar la mente y los sentidos. ¡°La palabra en castellano ser¨ªa ¡®conyugal¡¯, es decir, aquello que unifica¡±, se?ala. Esta pr¨¢ctica no estaba relacionada con ninguna religi¨®n en concreto, sino que se refer¨ªa solo a las t¨¦cnicas de meditaci¨®n. ¡°Era, en ¨²ltimo t¨¦rmino, un concepto muy amplio referido a lo espiritual m¨¢s que religioso, sin implicar ning¨²n tipo de ejercicio¡±, aclara el escritor.
Tuvo que transcurrir m¨¢s de un milenio para que surgiera el tema de las posturas. Con el paso de los siglos surgieron diferentes escuelas del yoga y, seg¨²n afirma P¨¢niker, la que se asocia con la actual pr¨¢ctica occidental se origina con el movimiento del tantra en los siglos XII y XIII, que hac¨ªa ¨¦nfasis en la rehabilitaci¨®n y uso del cuerpo ¡°como un templo¡±. Muchos a?os despu¨¦s, en el siglo XIX, las ense?anzas t¨¢ntricas llegaron a Europa a trav¨¦s de Suecia, donde se mezclaron con la gimnasia y dieron forma al yoga como se conoce hoy. ¡°Se trata de un di¨¢logo de viej¨ªsimas tradiciones de la India con aportaciones de Occidente¡±, resume P¨¢niker.
Durante el siglo XX, el yoga estuvo ligado con los movimientos contraculturales, como el de los hippies en los a?os sesenta, y es ah¨ª cuando se da, en palabras del acad¨¦mico, una ¡°explosi¨®n de marcas de yoga¡±. La cultura y las religiones de la India se pusieron de moda entre los occidentales y es entonces, explica P¨¢niker, cuando ¡°el yoga entra a formar parte del sistema capitalista, por lo que eso que conocemos de Occidente es un producto de consumo como cualquier otro¡±. Esto es lo que P¨¢niker llama un ¡°proceso de secularizaci¨®n¡±.
¡°Capt¨® a los occidentales por ser m¨¢s f¨ªsica y energ¨¦tica que otras pr¨¢cticas de la India¡±Agust¨ªn P¨¢niker, escritor y acad¨¦mico
El yoga es desde hace a?os una industria enorme. Alrededor de 500 millones de personas en el mundo lo practican, seg¨²n la revista Forbes, y mueve unos 80 millones de euros al a?o, con expectativas de que el mercado crezca hasta un 144% para 2025, de acuerdo con Allied Market Research. Esta firma tambi¨¦n apunta que el mercado espa?ol es el quinto mayor de toda Europa ¡ªpor detr¨¢s de Alemania, el Reino Unido, Francia e Italia¡ª y que el n¨²mero de espa?oles que hacen yoga va al alza (el precio medio en Madrid y Barcelona de una clase de yoga es de 20 euros).
En la Asociaci¨®n Espa?ola de Practicantes de Yoga hay 800 instructores inscritos. Una de ellos es la zaragozana Conchita Morera, que lleva m¨¢s de 40 a?os dando clases de esta disciplina. Ella considera un problema que el yoga haya dejado de ¡°ser lo que era¡± para convertirse en un producto de ¡°mercadeo¡± que ha relegado las tradiciones filos¨®ficas de esta pr¨¢ctica.
Cuando ten¨ªa 18 a?os, Morera comenz¨® a hacer yoga porque buscaba ¡°un poco de estabilidad mental¡± y, despu¨¦s de menos de un a?o, decidi¨® que quer¨ªa dedicarse a eso y abandon¨® la carrera de Derecho. Tiene su centro de yoga en Zaragoza y trata de profundizar en el contenido espiritual de la pr¨¢ctica y alejarse de otras ¡°tendencias modernas¡±. Morera, que adem¨¢s es te¨®loga de la Universidad Pontificia de Salamanca, cree que cualquier persona, religiosa o no, puede practicar yoga, pero que no se pueden ignorar los elementos m¨ªsticos de esta disciplina.
Esta devota de la pr¨¢ctica tradicional es tajante en su diagn¨®stico: ¡°En este yoga moderno la gente est¨¢ m¨¢s enfocada en la parte f¨ªsica, en la competitividad y en tener un dominio del cuerpo, ignorando la parte interior y convirti¨¦ndolo en exhibiciones circenses de una cultura que busca ensanchar el ego por el cuerpo. Lo que quieren decir es: ¡®Yo me enorgullezco porque soy capaz de hacer esto¡±.
Como ella, otros veteranos desaprueban el surgimiento de nuevas tendencias del yoga, pero est¨¢ claro que esto no va a frenar a quienes buscan romper los esquemas con ideas para mezclar posturas orientales con tablas de surf, tratamientos faciales o, incluso, con animales (desde perros hasta cabras, algo que fue tema de conversaci¨®n hace ya unos a?os en Estados Unidos, y que se propone para mantener un mayor contacto con la naturaleza).
Pero ?por qu¨¦ pas¨® todo esto con el yoga y no con alguna otra tradici¨®n oriental? Agust¨ªn P¨¢niker lo tiene muy claro: capt¨® a los occidentales porque es ¡°m¨¢s f¨ªsica y energ¨¦tica¡± que otras pr¨¢cticas. ¡°Adem¨¢s, el yoga en particular tiene efectos directos visibles y beneficios para el cuerpo. Ahora tiene poco o nada de religioso, pero sin duda existen beneficios corporales, mentales, emocionales y de salud en general¡±, concluye al acad¨¦mico.
El cielo es el l¨ªmite
El aeroyoga es una marca espa?ola, literalmente. Esta pr¨¢ctica de yoga suspendido con columpios en el aire fue patentada por el espa?ol Rafael Mart¨ªnez y ha ido ganando adeptos en los ¨²ltimos a?os.
Cristina Cond¨¦s es una de ellos. Vio una fotograf¨ªa de Mart¨ªnez hace una d¨¦cada en la que aparec¨ªa colgado en un columpio y decidi¨® buscarlo. Poco despu¨¦s empez¨® a practicar aeroyoga y asegura que le aport¨® innumerables beneficios. Cond¨¦s ten¨ªa en aquel momento una hernia lumbar que le ocasionaba un dolor permanente y esta pr¨¢ctica la ayud¨® a poder lidiar con este padecimiento.
Decidi¨® hace siete a?os abandonar su trabajo y formarse como instructora. Salt¨® directamente al aeroyoga sin haber sido antes instructora del yoga com¨²n, aunque ahora ejerce ambas disciplinas. Tiene su centro en Madrid, llamado Cuerpo y Alma.
Al principio, cuenta, era dif¨ªcil porque pocas personas estaban familiarizadas con el aeroyoga y hab¨ªa un coste adicional al tener que preparar la estructura con cuerdas y columpios que requiere. En las clases, adem¨¢s, caben menos alumnos porque necesitan tener el espacio para los movimientos en el aire.
Se comienza con respiraci¨®n, calentamiento y estiramiento adaptados a las acrobacias que se deben hacer en los columpios. ¡°Como todo el yoga, no se queda en la parte f¨ªsica, sino que trae beneficios mentales y emocionales, pero la diferencia con el yoga tradicional es que al cargar el peso de tu cuerpo en el columpio los estiramientos son mayores, la columna se descomprime y la presi¨®n no cae sobre el cuerpo, sino sobre el columpio¡±.
Balanceado como el agua
Como tantas modas y tendencias, el paddle yoga naci¨® en Estados Unidos. Cristina de Andr¨¦s ya era instructora cuando descubri¨® que el yoga tambi¨¦n se pod¨ªa hacer sobre una tabla en el agua. Fue hace nueve a?os, y se sinti¨® cautivada porque era la forma perfecta de canalizar su pasi¨®n por el movimiento.
Una clase, seg¨²n De Andr¨¦s, es exactamente igual al yoga com¨²n y corriente: tambi¨¦n implica la meditaci¨®n, el estar en el presente y la armon¨ªa con el cuerpo. Pero, por supuesto, hay que adaptar los movimientos a la tabla. ¡°Aprendes a moverte mejor, de una forma mucho m¨¢s eficiente y m¨¢s t¨¦cnica¡±, explica la instructora, que da clases a grupos de m¨¢ximo ocho personas con SUP Yoga Barcelona en Poblenou y con SUP Yoga Madrid ubicado en la Casa de Campo.
Para De Andr¨¦s, esta pr¨¢ctica trata sobre el contacto con la naturaleza, el no estar encerrado al practicar yoga. ¡°Tu cuerpo se mueve y tiene que reaccionar y encontrar un balance. Tu mente tiene que estar presente porque o est¨¢s aqu¨ª y ahora o caes en el agua. No hay opci¨®n¡±.
A pesar de que saber nadar puede parecer un requisito obvio, De Andr¨¦s apunta que tambi¨¦n le ha dado clases a personas que necesitan usar el chaleco flotador; el ¨²nico requisito es ¡°no tener miedo al agua¡±.
Acrobacias para generar una conexi¨®n
Susann Mayer estaba llevando una formaci¨®n de yoga en Puerto Rico cuando vio un cartel que anunciaba algo completamente desconocido para ella: ¡°acroyoga¡±. Ley¨® lo que era y le pareci¨® que pod¨ªa ser divertido.
¡°Y para m¨ª el acroyoga fue la gloria¡±, rememora. Esta tendencia consiste en la mezcla de yoga y acrobacias, de ah¨ª su nombre, y se realiza en parejas o grupos, usualmente en espacios abiertos que permitan la movilidad. Despu¨¦s de su experiencia en Puerto Rico, Mayer busc¨® talleres en Berl¨ªn y en Barcelona y se comenz¨® a formar en esto. Ahora lleva 12 a?os dando clases de acroyoga, y ocho m¨¢s impartiendo clases de yoga corriente.
¡°Se comienza haciendo un c¨ªrculo de sabidur¨ªa para conectar a la gente. Damos nuestros nombres y hacemos juegos para romper el hielo. Es importante hacer calentamientos de fuerza, equilibrio e integraci¨®n. Todo siempre en equipos, apoy¨¢ndonos unos a otros¡±.
En el acroyoga el vuelo requiere siempre de alguien que haga de apoyo y de otro m¨¢s que haga de volador, por eso el ¨¦nfasis en generar confianza entre los participantes.
¡°Conecta a las personas, es divertido, crea alegr¨ªa y risas, y sobre todo, la gente se sorprende con lo que puede hacer. De repente, est¨¢s con la cabeza abajo y ver desde otra perspectiva te genera una gran sensaci¨®n¡±, explica.
Yoga del cuello para arriba
Es posible practicar yoga sin tener que hacer m¨¢s que tocar tu propia cara. El yoga facial es una especie de cruce entre los campos de la est¨¦tica y el mindfulness.
La instructora Raquel Rodr¨ªguez lo descubri¨® hace m¨¢s de una d¨¦cada mientras buscaba una soluci¨®n para sus padecimientos de la piel. Investigando su problema, encontr¨® este tipo de masajes y decidi¨® estudiarlos y llevar cursos. Eventualmente pens¨® en experimentar e intentar combinar lo que aprend¨ªa con su conocimiento de instructora de yoga. As¨ª cre¨® su propio tipo de terapia, y el resultado fue su centro Bib¨ Yoga Facial, ubicado en Barcelona. Este funciona tambi¨¦n como un centro de est¨¦tica convencional, pero lo que lo hace especial son las clases que imparte Rodr¨ªguez de esta disciplina inusual de masajes en la cara.
Durante las clases, los estudiantes se sientan mirando a la instructora y simplemente van imitando sus gestos y movimientos. ¡°Se les dan luego por escrito las indicaciones para que lo hagan en casa. Sin disciplina, no hay resultados¡±.
¡°Es como ir al gimnasio, pero solo en el rostro. Le das firmeza a la musculatura de una forma que es simplemente imposible de lograr con masajes normales o cremas para la piel¡±.
Rodr¨ªguez incorpora en su clase los conocimientos del yoga con las sesiones de respiraci¨®n, meditaci¨®n y programaci¨®n mental. Hace hincapi¨¦ en que no es un simple ejercicio o masaje porque involucra toda esta parte mental que pertenece al mundo del yoga, que es precisamente por lo que sus clientes la buscan, asegura.
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