Gracias por la m¨²sica: la relaci¨®n creativa entre la industria de la moda y las estrellas del pop alcanza nuevas cuotas de expresi¨®n
Al calor de la actual cultura del espect¨¢culo y el entretenimiento, una nueva estrategia comercial cambia el foco del oficio al beneficio, pero, m¨¢s all¨¢ del brillo de la glamurosa frivolidad, no escapa a las din¨¢micas de clase y representaci¨®n sociales
Nadie recuerda (o quiere recordar) ya aquel momento, pero habr¨ªa que rememorarlo m¨¢s. Porque fue el principio de lo que le ha pasado al negocio del vestir en la ¨²ltima d¨¦cada. De lo bueno, poco. De lo malo, casi todo. Ocurr¨ªa en noviembre de 2013, durante la entrevista con Kanye West en una FM que sirve hits para el ¨¢rea de Nueva York. ¡°Creen que no soy consciente de mi poder. ?No saben hasta d¨®nde estoy dispuesto a llegar!¡±, atron¨® el rapero. Estaba promocionando la gira de su nuevo ¨¢lbum, Yeezus, pero se ve que hab¨ªa ido a hablar de su contribuci¨®n a la moda, que hasta la fecha pasaba por unas zapatillas para Nike y ropa para Margiela. Entonces cont¨® sus m¨²ltiples intentos para ser recibido por el director ejecutivo de Louis Vuitton, pero la ¨²nica respuesta fue ¡°de una soberbia que no es de este mundo. Me dijo: ¡®No entiendo la necesidad de reunirnos contigo¡¯. Pues te voy a explicar por qu¨¦ necesitas reunirte conmigo: gente de Nueva York, dejad de comprar Louis Vuitton desde ya mismo. ?Quieres ahora reunirte conmigo?¡±. La llamada al boicoteo no ser¨ªa para tanto, pero algo removi¨® en la firma de lujo m¨¢s popular del planeta.
Aunque el artista hoy conocido como Ye no pronunci¨® nombre alguno, las cr¨®nicas de la ¨¦poca identificaron a Yves Carcelle como el ejecutivo impertinente, pero en realidad se tratar¨ªa de Michael Burke. Y tiene sentido: art¨ªfice de la segunda edad de oro de la marca, Burke tramar¨ªa despu¨¦s la colaboraci¨®n de Louis Vuitton con Supreme que desat¨® la fiebre del street?wear en el sector del lujo, en 2017, y a continuaci¨®n entroniz¨® a su mes¨ªas, Virgil Abloh, como director creativo de la colecci¨®n masculina. El puesto que West siempre hab¨ªa ansiado para s¨ª. Resulta que Burke y West eran viejos conocidos. Hab¨ªan coincidido en Fendi, en 2009, cuando el primero ocupaba la direcci¨®n ejecutiva de la firma romana y el segundo era becario junto a Abloh. El episodio no tiene desperdicio: el rapero estaba a punto de lanzar su primera etiqueta como dise?ador, Pastelle, pero su salida de tono a costa de Taylor Swift en los premios de la MTV de aquel a?o le oblig¨® a desaparecer del mapa. El proyecto de moda, en el que tambi¨¦n estaba involucrado Abloh, se fue al garete, y ambos huyeron a Roma a pasar el trago. C¨®mo consiguieron colarse en la casa italiana de Karl Lagerfeld a¨²n es un misterio. Lo que pas¨® despu¨¦s es historia.
West se ali¨® con Adidas para crear la l¨ªnea de ropa y zapatillas Yeezy. Mientras, Abloh daba al fin salida a su pulsi¨®n como dise?ador para las masas al amparo del conglomerado New Guards Group, fundando Off-White, la marca que hizo de bisagra entre la subcultura juvenil urbana y el lujo. Si Pharrell Williams se sienta hoy en el trono de Louis Vuitton como su sustituto, es por ¨¦l. Y un poco tambi¨¦n por Ye. ¡°Esto va m¨¢s all¨¢ de la moda: Louis Vuitton ya es una marca de la gente¡±, refer¨ªa el artista al conocerse su controvertido fichaje como director creativo de la divisi¨®n de hombre del buque insignia del grupo LVHM, el pasado febrero. Fue la culminaci¨®n de aquella vieja aspiraci¨®n del hip hop de conquistar uno de los espacios simb¨®licos del privilegio blanco, el de la representaci¨®n m¨¢s evidente del ¨¦xito y la riqueza. Una profec¨ªa autocumplida desde los d¨ªas en que los raperos acud¨ªan a Dapper Dan, el sastre pirata de Harlem, en los ochenta.
No hay artista o banda de rap que desde entonces no haya querido extender su l¨ªrica callejera al negocio del vestir, no solo como producto de mercadotecnia. Una pretensi¨®n compartida asimismo por celebridades del pop/rock que han sabido reconocer el negocio en sus fans (v¨¦anse a Madonna o a Gwen Stefani). ¡°Moda y m¨²sica son agentes sociales sigilosos, que regulan y reflejan los roles culturales. Sirven para definir y unir a grupos de personas, son elementos esenciales en la identidad social¡±, explicaban Aram Sinnreich y Marissa Gluck, analistas de mercado autores del estudio Music & Fashion: The Balancing Act between Creativity and Control (2005). Se entienden as¨ª aventuras como Rocawear, que uni¨® a Jay-Z y el tibur¨®n discogr¨¢fico Damon Dash en una revoluci¨®n comercial de licencias que lleg¨® a facturar cerca de 700 millones de euros. O el ¨®rdago a la grande de P. Diddy con Sean John, el emporio textil que levant¨® junto a Jeffrey Tweedy, antiguo ejecutivo de Ralph Lauren, en 1998. En mayo, Diddy reaparec¨ªa en la gala del Met no solo para homenajear a Lagerfeld, sino tambi¨¦n para anunciar el regreso de su marca de lujo masculino, en aras del revisionismo Y2K.
De la brecha abierta por aquellos pioneros han sacado provecho figuras actuales del hip hop del alcance de Tyler, the Creator, cuya firma seminal de calado skater Golf Wang tiene una contrapartida en Golf le Fleur, l¨ªnea de corte premium que acaba de lanzar su primer perfume. Tambi¨¦n est¨¢ haciendo ruido Narcissist, la oscura marca de Playboi Carti. Y se siente en las colecciones de merchandising de estrellas candentes como la rapera Ice Spice, que lo mismo ejerce de icono de estilo que vende hasta tangas. En todo este tiempo, la industria de la moda no le ha quitado ojo al fen¨®meno. Tanto que LVMH no dud¨® en hacerle hueco entre sus activos a Rihanna: con Fenty, la cantante se convert¨ªa en la primera dise?adora en lanzar una firma original dentro del grupo de lujo franc¨¦s, pero tambi¨¦n en la primera mujer de color en liderarla. La colecci¨®n de pr¨ºt-¨¤-porter acab¨® fulminada en 2021, pero las de lencer¨ªa y cosm¨¦tica funcionan como un tiro. Y la de sportswear, con Puma, acaba de volver por sus fueros. Menos suerte ha tenido en estas lides Beyonc¨¦, que vio fracasar su etiqueta de couture. Ahora se limita a colaboraciones como la que la uni¨® a Balmain.
Este a?o ya se ha batido el r¨¦cord de incursiones de m¨²sicos en la moda de lujo. Hemos visto a Dua Lipa en una colecci¨®n con Versace y al rapero Future haci¨¦ndose cargo de Lanvin Lab, nueva l¨ªnea de Lanvin. Es la pen¨²ltima maniobra para convertir productos en experiencias culturales. Una estrategia que explicar¨ªa este cambio de foco del oficio al beneficio al que se agarra hoy la moda, en su pugna por enganchar a esa generaci¨®n que pasa de la exclusividad y la ostentaci¨®n, tratando de generar contenidos propios que definan las narrativas de marca a partir de quienes las lideran creativamente. Lo advert¨ªa un estudio del Boston Consulting Group en 2021: los m¨¢s j¨®venes van moldeando sus gustos ¡ªy futuras compras¡ª en funci¨®n de los diferentes relatos que exploran durante meses en busca de inspiraci¨®n en redes sociales, observando los movimientos de quienes consideran prescriptores de estilo, los ¨ªdolos del pop y los ritmos urbanos por delante de cualquier otra encarnaci¨®n de la fama y fortuna. Normal que la moda no pueda dejar de dar gracias por la m¨²sica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.