El peligro de tener demasiadas expectativas: cuidado con los prop¨®sitos de A?o Nuevo
Constituyen una amenaza que a menudo no percibimos. Pero librarnos de ellas y centrarnos en las intenciones nos libera de exigencias tan innecesarias como poco realizables
La frustraci¨®n nos acecha por una infinidad de motivos. Esperamos que los otros se comporten de un determinado modo o que tengamos ¨¦xito en todos nuestros proyectos. Pero no suele suceder as¨ª. Cuando nos sentimos contrariados, la raz¨®n hay que buscarla en c¨®mo opera nuestra mente y c¨®mo creamos expectativas sin darnos ni cuenta. Las expectativas son proyecciones mentales, cors¨¦s bien ajustados con los que pretendemos ce?ir la realidad. Pero la realidad no se ajusta ni a nuestros deseos ni a nuestras fantas¨ªas. Nuestra mente las utiliza como un mecanismo poderoso para salir de ciertas situaciones, como en los sue?os a futuro, los objetivos, los prop¨®sitos a comienzo de a?o o las ilusiones con las que nos embarcamos en una nueva relaci¨®n afectiva. Sin embargo, las expectativas son tambi¨¦n la principal raz¨®n por la que nos frustramos con tanta frecuencia.
Por mucho que deseemos tener m¨¢s dinero y nos dejemos la piel en conseguirlo, siempre habr¨¢ factores externos que no dependan de nosotros para poder alcanzarlo. Nos incomoda cuando las expectativas no se ajustan a lo que hab¨ªamos deseado: las otras personas no act¨²an como nos gustar¨ªa, no conseguimos el reconocimiento que buscamos o, sencillamente, hace mal tiempo en un d¨ªa especial para nosotros. Para evitar decepciones y disfrutar de lo que nos sucede, debemos cambiar el enfoque. Necesitamos dejar de movernos por expectativas y cultivar nuestra intenci¨®n.
Mientras las expectativas miran hacia afuera, hacia los resultados, las intenciones se orientan hacia nosotros mismos y lo que podemos conseguir. Es diferente la satisfacci¨®n que alcanzamos si, en vez de so?ar con un buen tiempo el d¨ªa de una celebraci¨®n, ponemos la intenci¨®n en disfrutar independientemente de la meteorolog¨ªa. Nuestras emociones tambi¨¦n son distintas si en vez de desear que una persona cambie para que nosotros nos sintamos bien, ponemos nuestra intenci¨®n en comprender al otro y en evitar que nos afecten sus respuestas. Desde este ¨²ltimo enfoque, nos sentimos m¨¢s fuertes y aprendemos m¨¢s.
Las expectativas est¨¢n mirando hacia el futuro, hacia los anhelos o deseos. La intenci¨®n, sin embargo, es puro presente. Se centra en los recursos de los que disponemos y pone la energ¨ªa en lo que est¨¢ en nuestras manos. Adem¨¢s, cualquier cambio sostenible en el tiempo, sea transformar algo de nosotros mismos o de una situaci¨®n determinada, es m¨¢s poderoso si sustituimos las expectativas por las intenciones que nos lleven a la acci¨®n. Si el primer paso lo basamos en un sue?o, cuando las cosas no nos salgan como esperamos podemos tirar la toalla y abandonar el camino. De hecho, gran parte de las frustraciones y dificultades que surgen en las relaciones personales se deben al mundo de las expectativas. Hemos dise?ado una realidad en nuestra cabeza que no coincide con lo que realmente est¨¢ sucediendo, nos molestamos y pensamos que el problema est¨¢ en la otra persona. Sin embargo, cuando nos orientamos hacia la intenci¨®n, buscamos nuestra responsabilidad, identificamos qu¨¦ podemos aprender y no caemos en el tedioso mundo de las quejas.
Las expectativas que dirigimos hacia nosotros tambi¨¦n tienen un alto coste. Al igual que tendemos a ser exigentes con los otros o con lo que nos rodea, pretendemos ce?irnos un cors¨¦ imposible. Esperamos que nuestro cuerpo act¨²e de un determinado modo en todas las circunstancias o que seamos r¨¢pidos e inteligentes en situaciones complicadas. Sin embargo, somos como somos. A veces podemos ser brillantes, y otras muy torpes. Si volcamos esa exigencia constante en nosotros, tambi¨¦n sufrimos porque no estamos a la altura de lo que nuestra imaginaci¨®n hab¨ªa supuesto. Por eso, liberarnos de expectativas y centrarnos en la intenci¨®n nos alivia de exigencias imposibles e innecesarias. Podemos cultivar la intenci¨®n de ser amables, de aprender de cada dificultad a la que nos enfrentemos, pero no del resultado final. Cuando cambiamos el enfoque, evitamos la trampa silenciosa que nos impide disfrutar de ser quienes somos y de seguir creciendo.
Como dec¨ªa John Lennon: ¡°La vida es aquello que te va sucediendo mientras est¨¢s ocupado haciendo otros planes¡±. Y podr¨ªamos a?adir: mientras estamos entretenidos con las expectativas, y no con lo que somos y ya tenemos. Con nuestra intenci¨®n.
Tres fases deseables y necesarias
Para salir de una situación o lograr un objetivo necesitamos recorrer tres fases, según recogí en el libro Change Mindset: surfeando el cambio:
— Intención orientada a la acción: en vez de poner nuestra mente en soñar un objetivo, hay que dedicar el esfuerzo en la auténtica intención de lo que pretendemos alcanzar. Y, desde ahí, pasar a la acción.
— Desapegos: en las expectativas surgen los miedos a no lograrlo. Sin embargo, cuando nos mueve la intención, es más fácil saber renunciar a lo que ya no nos sirve.
— Energía: cuando conectamos con la intención, podemos mantener el cambio a lo largo del tiempo.
Pilar Jeric¨® es autora del blog Laboratorio de felicidad.
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