La familia
Estos d¨ªas no hay m¨¢s remedio que enfrentarse a ella. A la familia o a su idea. A su presencia o a su ausencia
El estupendo abogado penalista Jaime Sanz de Bremond me coment¨® hace poco que la Navidad es la fecha con m¨¢s casos de violencia, no s¨®lo de g¨¦nero sino tambi¨¦n intrafamiliar. Por lo visto, en A?o Viejo hay m¨¢s violaciones y abusos sexuales, pero es en Nochebuena cuando la parentela revienta y los cu?aos se intentan meter el uno al otro la barra de turr¨®n duro por el gaznate. La noticia no me sorprendi¨® demasiado; se me ocurri¨® hacer una b¨²squeda en internet sobre el tema, y entonces se me quitaron las ganas de seguir haciendo chistes con el turr¨®n. Porque hay decenas de entradas de todo el mundo que coinciden en lo mismo: en el aumento de las agresiones en Navidades. Por ejemplo, en Estados Unidos la violencia dom¨¦stica (que all¨ª engloba a la de g¨¦nero) sube en estos d¨ªas un 20%; en Australia, un 26%, y en el Reino Unido las llamadas a la l¨ªnea de ayuda contra este tipo de delitos crecieron un 66% en diciembre de 2022 (fuente, El Diario NY). Parece ser un patr¨®n fijo en todos los pa¨ªses que celebran la Navidad.
Una epidemia de furia y de dolor por debajo del alegre tintineo de los cascabeles festivos.
Por supuesto que el alcohol tiene much¨ªsimo que ver con semejante paroxismo. En Espa?a, ya se sabe, diciembre es un mes especialmente et¨ªlico, comida tras comida y cena tras cena, toda una temporada de resacas. Y a muchos el trago les saca de dentro el grem?lin malo. No s¨®lo en Navidades, sino siempre. De hecho, es un claro desencadenante en la violencia de g¨¦nero: la probabilidad de una agresi¨®n f¨ªsica es hasta once veces mayor cuando el agresor ha tomado alcohol (dato difundido en las Jornadas Nacionales de Socidrogalcohol, M¨¢laga 2019). Tomarse una copita de m¨¢s puede tener muy poca gracia.
Pero creo que en el exceso de violencia en Nochebuena y Navidad influye otro ingrediente, una suerte de droga altamente pasional, a veces euforizante y en otras ocasiones deprimente. Me refiero a la familia, la maldita y bendita familia, ese invento a medias cultural y a medias animal que puede destrozarnos y salvarnos la vida. Depende del momento y de la suerte.
Siempre me quej¨¦, en mi adolescencia, de la familia latina, tan abigarrada y exigente, apretada e interdependiente. Envidiaba el modelo anglosaj¨®n, esos chavales que se marchaban de casa a los 17 a?os tan pimpantes, mientras que, para m¨ª, irme de casa a los 21 a?os y no para casarme (que era lo ¨²nico autorizado culturalmente por entonces) sino para vivir sola, fue una batalla emocional que nos cost¨® a todos amargas l¨¢grimas. Pero cuando, tiempo despu¨¦s, fui a dar clase a un par de universidades norteamericanas, descubr¨ª la tremenda soledad de algunos de mis alumnos, a quienes, aun viviendo en el hogar familiar, por ejemplo, nadie esperaba para comer, sino que ten¨ªan que hacerse y tomarse un bocadillo a solas aunque sus padres estuvieran en casa. Y aprend¨ª a valorar el pegajoso v¨ªnculo familiar nuestro, esas madres, padres y hermanos que te cobijaban pero tambi¨¦n contra los que luchabas y te enfadabas, contra los que crec¨ªas y te defin¨ªas, mientras que la pavorosa ausencia de l¨ªmites de algunos adolescentes anglosajones me pareci¨® que podr¨ªa llegar a bordear la psicosis.
No es f¨¢cil, la familia. Algunas son atroces (atr¨¦vete a leer, por ejemplo, el magn¨ªfico libro Vengo de ese miedo, de Miguel ?ngel Oeste) pero incluso las mejores est¨¢n pespunteadas de malentendidos y ansiedades. Aunque tambi¨¦n de generosidad y de un amor tan esencial y agudo que a veces hasta duele. Y resulta que Nochebuena y Navidad son la apoteosis de ese enorme l¨ªo sentimental. De la familia que tenemos y de la que no tenemos. De la que deseamos y de la que huimos. Incluso si eres de esos que dicen pasar por completo de la parentela y que se van en estas fechas a un pa¨ªs ¨¢rabe para no celebrar las fiestas, aun as¨ª me parece que no te salvas. Es m¨¢s, yo dir¨ªa que el esfuerzo que haces por alejarte muestra la magnitud de la sombra que planea sobre ti. Y es que estos d¨ªas no hay m¨¢s remedio que enfrentarse a ella. A la familia o a su idea. A su presencia o a su ausencia. Y al dolor, la gratitud o la rabia que todo eso suscita. En fin, para los que han pasado una Navidad intensa, amada y feliz, mi enhorabuena, eso carga las pilas para el a?o que entra. Y para los que tuvieron una Nochebuena de huecos y de sombras, un abrazo tranquilizador: ?no pasa nada! Este pr¨®ximo a?o ser¨¢ mejor.
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