Thom Browne: cincuenta sombras de gris
Amante de los uniformes y de las prendas que cuentan historias, el dise?ador lleva dos d¨¦cadas apuntalando un discurso ¨²nico e intransferible
La avenida Montaigne de Par¨ªs es una de las calles del lujo m¨¢s famosas del mundo. Entre imponentes salones hist¨®ricos de casas de alta costura y enormes boutiques exclusivas con decenas de turistas haciendo cola en la puerta, hay un edificio de oficinas de cemento gris; anodino, si no fuera porque es un elemento discordante en la arquitectura de la zona. En la segunda planta est¨¢ el atelier de Thom Browne, un espacio di¨¢fano, m¨¢s parecido a una oficina que al estudio de un dise?ador, y que tambi¨¦n funciona como tienda bajo cita previa. Por supuesto, ni el espacio ni la decoraci¨®n est¨¢n elegidos al azar. Son los d¨ªas posteriores al primer desfile de Browne durante la muy exclusiva Semana de la Alta Costura parisiense (es el primer dise?ador norteamericano en presentar su colecci¨®n dentro de este elitista calendario en los ¨²ltimos 50 a?os) y varias personas de su equipo est¨¢n ultimando los detalles de la piezas para las citas con los compradores. Todos son j¨®venes y todos visten lo que Browne llama ¡°uniforme¡±: trajes de chaqueta grises con shorts, faldas tableadas o pantalones pesqueros sobre camisas blancas ajustadas. ¡°Hay que ser coherente siempre con lo que uno crea, ser fiel a una visi¨®n. Yo creo que esa es la clave del ¨¦xito¡±, comenta el dise?ador. Esa coherencia, en el curioso imaginario de Browne, se lleva al extremo. Hace 20 a?os que cre¨® su marca, y nunca se le ha visto sin su ¡°uniforme¡±, ni a ¨¦l ni a su entorno. Eso le ha permitido ser uno de los pocos creativos actuales cuyo trabajo resulta reconocible al instante; da igual si lo llevan hombres o mujeres, si son complicados vestidos o sencillos trajes de chaqueta. Todo el mundo sabe que esa ropa lleva su firma.
No fue tan sencillo al principio. Hace dos d¨¦cadas, la moda masculina empezaba a despertar coqueteando con la ropa deportiva de lujo. Hedi Slimane triunfaba en Dior Hombre con esos dise?os de trajes ajustados que remit¨ªan directamente a las estrellas del rock de los setenta y Browne, ajeno a la tendencia del momento, comenz¨® a dise?ar trajes grises, aparentemente anodinos, si no fuera porque parec¨ªan encogidos. Aquel uniforme, que expresaba y sigue expresando una curiosa mezcla entre disciplina e iron¨ªa, era el resultado visual de su rigurosa educaci¨®n en un colegio cat¨®lico de Pensilvania, sus a?os como nadador de alto nivel (las tres rayas de su logo son una traslaci¨®n de las cintas de las medallas) y de su paso por el equipo creativo de Club Monaco, marca hist¨®rica del estilo Ivy League que en su d¨ªa perteneci¨® a Ralph Lauren. Fue ¨¦l quien confi¨® en Browne, que no ten¨ªa formaci¨®n acad¨¦mica en moda, d¨¢ndole un puesto en el equipo de dise?o tras haber trabajado en sus tiendas. ¡°Mucha gente no entend¨ªa lo que hac¨ªa, simplemente pensaban que sentaban mal, pero hay que ser fiel a la historia que quieres contar¡±, rememora. Hasta que hubo gente que lo entendi¨®. Gente como David Bowie, que confi¨® en ¨¦l para dise?ar sus trajes cuando el dise?ador, antes de empezar a presentar sus colecciones, en 2006, solo pose¨ªa un peque?o taller de prendas a medida en el West Village (en la ¨²ltima imagen p¨²blica del artista antes de su fallecimiento, va vestido con un uniforme ajustado de Browne). O gente como Claudio Del Vecchio, entonces due?o de la hist¨®rica firma de sastrer¨ªa americana Brooks Brothers, que le contrat¨® en 2007 y hasta 2012 para crear la l¨ªnea de sastrer¨ªa conceptual Black Fleece. Aquello y sus colecciones posteriores para Moncler le ayudaron, dice, a expandir su visi¨®n m¨¢s all¨¢ de los confines neoyorquinos. De repente, los trajes de Browne eran el uniforme del momento, y ¨¦l y su pareja, Andrew Bolton, comisario de las exposiciones de moda del Museo Metropolitano, se convirtieron en dos de las personas m¨¢s prescriptoras de la industria. ¡°Supongo que lo que ocurri¨® es que se cre¨® una conexi¨®n con cierto tipo de p¨²blico. Un uniforme parece aburrido, pero puede ser liberador y contar la historia de quien lo lleva. Ahora puede que mis clientes sean m¨¢s, pero el perfil no ha cambiado. Es gente que quiere expresar algo con su estilo independientemente de la moda del momento¡±, opina.
La historia lo es todo para Browne. Lo era mucho antes de crear la marca, cuando ¨¦l mismo rebuscaba en tiendas vintage para vestirse (por supuesto, siempre de uniforme) con un estilo diferente al resto. Lo ha sido durante todos estos a?os, con desfiles que han tenido como escenario piscinas, estaciones de tren y, por supuesto, oficinas. O cuando lanz¨® su l¨ªnea femenina, en 2011, igualmente reconocible pero infinitamente m¨¢s teatral que la masculina. ¡°Y seguir¨¢ siendo as¨ª. No solo porque es lo que el p¨²blico espera de m¨ª, tambi¨¦n porque no s¨¦ hacer las cosas de otra forma. Solo puedo idear las colecciones si imagino historias¡±, confiesa. Para muestra, su ¨²ltimo desfile, el primero en el ¨¢mbito de la alta costura. En la ?pera de Par¨ªs y ante la ¡°atenta mirada¡± de 1.000 maniqu¨ªes de cart¨®n vestidos de gris y sentados entre el p¨²blico, la supermodelo Alek Wek protagonizaba una especie de performance en la que ve¨ªa pasar su propia vida, en principio anodina, hasta darse cuenta de que dentro de aquella biograf¨ªa monocrom¨¢tica exist¨ªa cierta valent¨ªa. Por supuesto, sonaron Fade to Grey o Station to Station en homenaje a Bowie, su principal valedor. ¡°Todo ten¨ªa que ser gris porque es mi historia¡±, dice, ¡°pero tambi¨¦n quer¨ªa que fuera una demostraci¨®n de lo que se puede llegar a conseguir utilizando el traje como base creativa¡±, comenta sobre estos dram¨¢ticos dise?os creados artesanalmente.
La incursi¨®n de Browne en el cerrado mundo de la alta costura ha sido, en definitiva, una especie de autohomenaje a sus 20 a?os de audacia creativa, un aniversario que completa con un libro comisariado por su pareja y publicado por Rizzoli que repasa su carrera. ¡°Pero tambi¨¦n he querido que sea una muestra de lo que se puede hacer dentro de la moda norteamericana¡±, comenta. ¡°Tenemos una tradici¨®n muy arraigada, ligada al traje en su sentido m¨¢s creativo¡±. Desde el pasado a?o, Thom Browne es el sustituto de Tom Ford como presidente del Consejo de Dise?adores de Moda Estadounidense (CFDA): ¡°Mi misi¨®n es apoyar a la nueva generaci¨®n de creativos para que sean capaces de desarrollar su relato dentro y fuera del pa¨ªs¡±, dice. Un relato que, para ¨¦l, ¡°debe entretener y provocar¡±, es decir, debe encontrar un camino similar al que ¨¦l empez¨® hace 20 a?os. De hecho, cuando se le pregunta a Browne por el futuro, responde escuetamente: ¡°Quiero seguir siendo fiel a mi historia¡±.
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