C¨®mo y por qu¨¦ liberarnos del poderoso deseo de comprar
Salirse del c¨ªrculo consumista genera grandes beneficios no solo en nuestro impacto medioambiental, sino tambi¨¦n en el bienestar psicol¨®gico
Comprar da placer. Nuestras hormonas se despiertan cuando encontramos ese chollo irresistible en las rebajas. O cuando indagamos para adquirir aquella prenda de la que nos hemos enamorado. Siguiendo esta din¨¢mica, poco a poco, vamos acumulando cosas que no disfrutamos. Estamos movidos por un consumismo, muchas veces silencioso, que nos controla, que nos hace sentirnos bien si compramos algo, aunque quede muerto en un caj¨®n. Evangelina Himitian y Soledad M. Vallejos, dos periodistas argentinas del diario La Naci¨®n, exploraron la relaci¨®n que ten¨ªan con las cosas. Se comprometieron a no adquirir nada durante un a?o. Pusieron excepciones l¨®gicas: la comida y los productos necesarios para el aseo. El resto lo evitar¨ªan, incluso la peluquer¨ªa. No aceptar¨ªan ning¨²n regalo material y ser¨ªan austeras con los gastos en restaurantes o en viajes. La idea no era ahorrar dinero, sino desvincularse del mecanismo del consumo que nos atrapa. Lo que comenz¨® con una apuesta de dos amigas, se convirti¨® en un fen¨®meno viral que uni¨® a centenares de personas a vivir al margen del consumo. Conquistaron el desaf¨ªo y publicaron un libro: Deseo consumido (Penguin Random House, 2017). Aquella experiencia las transform¨® y, siete a?os despu¨¦s, el cambio sigue vigente en sus vidas.
Sabemos que no es muy recomendable ir de compras cuando hemos tenido un mal d¨ªa, ni acudir al supermercado cuando tenemos hambre. Los estados emocionales condicionan nuestras decisiones. Los ¨ªndices de oxitocina, la llamada hormona del placer, descienden cuando algo no ha salido como esper¨¢bamos. De manera inconsciente, intentamos recuperar la oxitocina perdida concedi¨¦ndonos algo a cambio: un capricho, una bebida o una compra. As¨ª compensamos, aunque no sea lo m¨¢s recomendable ni para nuestro bolsillo ni para nuestra salud. La testosterona tambi¨¦n entra en juego en el proceso de compra. Si adquirimos ciertos bienes, nos sentimos m¨¢s poderosos y nuestros ¨ªndices de testosterona se elevan. Este proceso sucede mucho antes de que nos demos cuenta.
El mecanismo se activa antes de que podamos, incluso, acariciar lo que tanto deseamos adquirir: el mayor pico de placer en nuestro cerebro no ocurre cuando estrenamos esa chaqueta. Sucede mucho antes: cuando el objeto aparece en nuestra mente, cuando lo deseamos, lo buscamos o, sencillamente, lo observamos en un escaparate. Dicho mecanismo es independiente del g¨¦nero: tanto hombres como mujeres sucumbimos a su encanto. Para no caer en sus brazos y decidir de una manera m¨¢s sensata, necesitamos identificarlo en nosotros y activar nuestra mente consciente. Antes de pagar, podemos darnos unos segundos y hacernos una pregunta: ?lo estoy comprando porque realmente lo necesito o porque es parte de esta rueda de bienestar?
El objetivo no consiste en dejar de comprar o entregarse a una vida minimalista. No es necesario. El desaf¨ªo es cambiar nuestra percepci¨®n del consumo. Aprovechar mejor lo que ya tenemos en casa. Desarrollar cadenas de intercambio entre amigos o vecinos. Aprender a ser m¨¢s creativos con lo que ya existe. Y, sobre todo, ser conscientes de lo que hay detr¨¢s del consumo desmedido y del precio que pagamos como sociedad. Como mencionaron las autoras en nuestra reciente conversaci¨®n: ¡°Una camiseta de algod¨®n requiere 300 litros de agua y hay gente que no tiene ni tan siquiera ese recurso b¨¢sico¡±.
Cuando dejamos de sucumbir al mecanismo del placer, conseguimos modificarlo. El camino es m¨¢s f¨¢cil si tenemos aliados. Podemos embarcarnos en este proyecto con alguien, compartiendo el desaf¨ªo y celebrando los ¨¦xitos de cada semana sin necesidad de gastar un euro. As¨ª, poco a poco, se comienza a disfrutar de las cosas sencillas y de las experiencias intangibles. No somos tan vulnerables a las rebajas o a las promociones. Nuestros cajones y armarios ganan m¨¢s ox¨ªgeno, menos carga. Y al final de todo, aprendemos a vivir sin tantas cosas, sin tantas complicaciones. Somos m¨¢s libres y tenemos espacio para disfrutar de lo que es realmente importante, que, como bien sabemos, no se compra con dinero.
La t¨¦cnica del ¡°adi¨®s 10¡å o c¨®mo desprenderse de aquello que no nos da felicidad
Para quedarnos con lo esencial, Himitian y Vallejos proponen que nos desprendamos diariamente de 10 objetos de casa. Puede ser algo peque?o, como un adorno que no nos ha terminado de gustar o esa prenda que no nos sienta tan bien. As¨ª diariamente. Si convivimos con alguien, supone un trabajo colectivo, donde incluso se define la jurisdicci¨®n de los objetos y cu¨¢l es la mejor manera de soltarnos. Cuando se convierte en un h¨¢bito, revisamos hasta el ¨²ltimo caj¨®n donde almacenamos las cosas olvidadas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.