Cien a?os de lujo y secretos en La Mamounia, el escondite favorito desde Churchill hasta las Kardashian
Este cl¨¢sico hotel de Marraquech cumple un siglo como uno de los m¨¢s lujosos y con m¨¢s m¨ªstica. Por aqu¨ª han pasado Winston Churchill, Yves Saint Laurent o Cristiano Ronaldo. Tambi¨¦n miles de turistas que cada d¨ªa se hacen un selfi en su vest¨ªbulo
¡°?Jardines? ?A qui¨¦n le importan los jardines?¡ ?Jacques Majorelle?... ?Yves Saint Laurent? Estamos en el mejor hotel del mundo, ?para qu¨¦ vamos a salir?¡±. La frase la dice con desd¨¦n y bebi¨¦ndose una copa de champ¨¢n Anna Delvey (en realidad, Sorokin), personaje de la serie producida por Netflix Inventing Anna, que cuenta la historia de una de las m¨¢s ilustres estafadoras de lo que llevamos de siglo XXI. En mayo de 2017, Anna, supuesta heredera de un coleccionista de arte alem¨¢n, lleg¨® con tres amigos a La Mamounia y varias tarjetas de cr¨¦dito sin fondos, y reserv¨® uno de los tres riads m¨¢s caros del hotel: 700 metros cuadrados de lujo con alfombras persas, piscina privada y jardines exuberantes. La luz perfecta, las sombras precisas y un agradable sonido de fuentes de agua por todas partes. A los dos d¨ªas todas las alarmas hab¨ªan saltado. El nivel de gasto del riad n¨²mero 3 era alt¨ªsimo y las tarjetas no pasaban. El discret¨ªsimo servicio del hotel, en la sexta posici¨®n en la lista de los 50 mejores hoteles del mundo de 2023, le hizo saber las irregularidades a la presunta hu¨¦sped vip y le pidi¨® otro modo de pago, pero ella que ven¨ªa de enga?ar a la ¨¦lite neoyorquina, amenaz¨® a gritos con quejarse, llamar a su padre e irse, enfadada pero en helic¨®ptero, al aeropuerto m¨¢s cercano. ¡°Recuerdo aquellos consejos de direcci¨®n que siempre empezaban por el mismo punto: ¡®La tarjeta del riad 3 no pasa¡¯. Yo fui el primero en detectar que algo no iba bien¡±, cuenta Pierre Jochem, director general del hotel.
La joven hab¨ªa timado a lo m¨¢s selecto de la clase financiera e intelectual de Occidente, pero Marraquech y La Mamounia fueron el principio del fin de su imperio de naipes. El gasto total de la estancia, 62.000 d¨®lares (unos 57.000 euros), se acab¨® cargando a una tarjeta corporativa de la revista Vanity Fair que aport¨® una de sus amigas para conseguir salir de Marruecos, y aquel episodio fue uno de los hechos inculpatorios en el juicio por estafa que se llev¨® a cabo en Nueva York en mayo de 2019.
Los hechos ocurrieron en 2017, la serie de Netflix se estren¨® en 2022 y La Mamounia cumpli¨® 100 a?os en 2023. Para entonces en internet mucha gente se preguntaba si ser¨ªa real el hotel de lujo donde Anna hab¨ªa ido a vivir su ¨²ltimo sue?o de grandeza. Un palacio ¨¢rabe de 209 llaves, inaugurado en 1923, con suelos de mosaicos, muebles de cordob¨¢n y misteriosas contraventanas de musharabiah, un jard¨ªn de otro mundo. La luz perfecta y un d¨¢til cada noche en la mesilla para activar el metabolismo antes de irse a la cama¡, aquello parec¨ªa sacado de la imaginaci¨®n de alg¨²n buen guionista de Netflix. Pero no, fue la propia plataforma quien inform¨® de que no solo exist¨ªa el hotel, sino que ese cap¨ªtulo de la serie, el seis, llamado Otra clase de amigas, se hab¨ªa rodado justamente en el riad reservado con la tarjeta sin fondos de Anna. En t¨¦rminos de marketing parec¨ªa una operaci¨®n perfecta, pero cuando visitamos La Mamounia el pasado noviembre, muchos empleados a¨²n recordaban la tensi¨®n de aquellos d¨ªas de mayo de 2017. ¡°No s¨¦ c¨®mo lo hacen en Par¨ªs o Nueva York, pero en Marruecos si alguien pretende irse sin pagar se llama a la polic¨ªa¡±, zanja Denys Courtier, director regional, comercial y de marketing del hotel.
Lo cierto es que el hotel ha cumplido sus primeros 100 a?os en la c¨²spide aspiracional de al menos una generaci¨®n que hasta la serie de Netflix apenas hab¨ªa escuchado hablar de La Mamounia, y que epata m¨¢s con Khlo¨¦ Kardashian y Netflix que con Winston Churchill o Charles Chaplin, dos de los hu¨¦spedes ilustres de los que presume el hotel. Cuando Pierre Jochem dice que no le gustar¨ªa que La Mamounia acabara convertida en un museo para nost¨¢lgicos, le recuerdo que con este tipo de sobresaltos La Grand Dame ¡ª?como se lo conoce en Marraquech¡ª tiene garantizada salud cardiovascular, frescura y juventud eterna al menos para otros 100 a?os.
Llegar a La Mamounia es poner un pie en la historia y otro en la trascendencia. Aqu¨ª han dormido muchas leyendas del cine, de la m¨²sica, de la pol¨ªtica. Alfred Hitchcock; el general De Gaulle, a quien fabricaron una cama a la medida de su 1,96 metros; los ?Rolling Stones; Brad Pitt y Angelina Jolie en sus buenos tiempos, y Cristiano Ronaldo. Quiz¨¢s el olor sea lo ¨²ltimo que se olvide de este lugar: un aroma a d¨¢til y naranja amarga creado en exclusiva para el hotel por la perfumista Olivia Giacobetti ¡ªhabitual de marcas como Diptyque y Penhaligon¡¯s¡ª que pone inmediatamente distancia con el mundo exterior. Lo que pasa en La Mamounia se queda en La Mamounia, dicen, pero ese olor, aunque te lo puedas llevar a casa en formato de vela o vaporizador, solo se vuelve a percibir entre los terciopelos granate del hotel. Unos ropajes que confieren solidez, oscuridad y misterio a este lugar que, probablemente por esa discreci¨®n, fue r¨¢pidamente el preferido de muchos pol¨ªticos de excelente gusto.
Winston Churchill, genial y bon vivant, fue de los primeros en descubrir La Mamounia. En alg¨²n momento de la d¨¦cada de 1940 decidi¨® establecer aqu¨ª su cuartel de invierno para trabajar, desde luego, y tambi¨¦n para pintar desde un balc¨®n orientado al monte Atlas y a la Kutub¨ªa. Por cierto, escuchar los rezos llamando a los fieles a la mezquita es uno de los tantos lujos que nadie anuncia cuando llegas al hotel. Entramos a una r¨¦plica de la habitaci¨®n de uno de los pol¨ªticos m¨¢s prominentes del siglo XX. En la reforma m¨¢s radical del hotel, terminada en 2010 por el interiorista Jacques Garcia, se decidi¨® abrir una suite homenaje a su visitante m¨¢s c¨¦lebre. O, al menos, al que se instalaba all¨ª temporadas m¨¢s largas. A la suite se llega bajando unas escaleras y, si se compara con la opulencia de fuera, resulta incluso sobria, pero con vistas privilegiadas sobre los olivos y naranjos que el mandatario pint¨® tantas veces. Por cierto, Brad Pitt tambi¨¦n pas¨® por uno de los tres riads del hotel en sus a?os buenos con Angelina Jolie, como recuerdo le regal¨® a su entonces esposa el cuadro de Churchill Torre de la mezquita Kutub¨ªa. Cuando vinieron mal dadas, Angelina lo subast¨® en Christie¡¯s por 9,6 millones de euros. Churchill, gran bebedor de whisky, tambi¨¦n pone nombre a un bar en La Mamounia, Le Churchill. Se lo merece porque el pol¨ªtico sol¨ªa decir sin rubor: ¡°Lo ¨²nico que puedo decir es que yo he sacado mucho m¨¢s del alcohol que el alcohol de m¨ª¡±.
Para celebrar el centenario, La Mamounia volvi¨® a colgar el cartel de obras en 2020. Esta vez los responsables de la reforma han sido los arquitectos Patrick Jouin y Sanjit Manku, que contaron con las manos de 300 artesanos locales que trabajaron en la l¨¢mpara del Centenario, una joya de l¨¢grimas esculpida en vidrio por artistas bereberes. Cuando estuvimos en el hotel estaba escondida tras una gruesa cortina de terciopelo y custodiada 24 horas por varios empleados. No pudimos fotografiarla. Se revel¨® una semana despu¨¦s en la gran fiesta de los 100 a?os.
En la actualidad la habitaci¨®n m¨¢s barata no baja de los seiscientos y pico euros, y Estados Unidos (concretamente California y Nueva York) es el pa¨ªs de donde proviene la mayor¨ªa de los visitantes de La Mamounia. Le siguen Francia, Inglaterra y Marruecos, luego Espa?a y Suiza. Fuentes del hotel informan que Brasil empieza a despuntar en el mercado, junto a M¨¦xico, que es el pa¨ªs que m¨¢s crece.
Todos los caminos del lujo, los cl¨¢sicos, los extravagantes y los retorcidos conducen a La Mamounia. Cumplir 100 a?os y seguir siendo un objeto de deseo es un privilegio del que pocos pueden presumir en unos tiempos vol¨¢tiles donde todo dura poco y pasa r¨¢pido, y en una industria, la del lujo, con unos clientes que ¡°cada vez gastan m¨¢s dinero, pero son m¨¢s dif¨ªciles, exigentes e impacientes¡±, seg¨²n las palabras de Jochem.
Si en 1943, tras la Conferencia de Casablanca, una invitaci¨®n de Churchill a Roosevelt ¡ª¡±ven al lugar m¨¢s bonito del mundo¡±¡ª puso al hotel en el epicentro del imaginario del lujo global, en 2022 lo ha hecho un ¨¦xito global de Netflix. Al final el resultado es el mismo: todos quieren venir aqu¨ª antes de morirse. Courtier dice que no es lo mismo. Cuenta, no sin cierto disgusto, que mucha gente entra al hotel, se hace un selfi y se va. ¡°No miran a su alrededor, no ven, no aprecian nada¡±. Dice con m¨¢s disgusto a¨²n que ¡°financieros muy importantes¡± est¨¢n en lista de espera para reservar el riad de Inventing Anna. El mundo ha cambiado. ¡°Es la decadencia¡±, lamenta el director comercial del hotel, ¡°pero en La Mamounia tenemos la suite de Churchill y no vamos a hacer un homenaje a una estafadora, no vamos a tener la suite de Anna. Eso, sencillamente, no va a pasar¡±. Que cumplidos 100 a?os alguien siga hablando de ti con semejante pasi¨®n solo puede ser una buena se?al.
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