Ni?os desenterrando bombas
La revoluci¨®n tecnol¨®gica avanza a una velocidad supers¨®nica, y los seres humanos nos estamos quedando atr¨¢s
Un directivo de la prestigiosa Fundaci¨®n ANAR (Ayuda a Ni?os y Adolescentes en Riesgo) le coment¨® hace poco a una amiga m¨ªa algo espeluznante: que hay ni?os que est¨¢n teniendo grav¨ªsimos problemas psicol¨®gicos porque, acostumbrados a verse a s¨ª mismos a trav¨¦s de los filtros embellecedores de las apps, no consiguen reconocerse ni aceptarse en su verdadera realidad, quiz¨¢ reventona de granos de acn¨¦. La primera pubertad ya suele ser un trayecto dif¨ªcil en s¨ª misma, porque cuesta identificarse con ese cuerpo que de pronto se llena de pelos y se estira y se hincha y cambia todo el rato; pero si, adem¨¢s de la l¨®gica extra?eza por la desconocida que te est¨¢ suplantando, le a?adimos la locura de la virtualidad y la alienaci¨®n de vivir dentro de un espejismo, la situaci¨®n comienza a ser muy peligrosa. Y esto no es m¨¢s que el principio: cuando nos empape por completo el creciente diluvio de la inteligencia artificial y vivamos instalados en una permanente irrealidad, la vida tendr¨¢ la vaga consistencia de los sue?os (o de las pesadillas).
Aunque soy de letras, siempre me han gustado las ciencias y me fascina la tecnolog¨ªa. Pero experimento la creciente sensaci¨®n de que la revoluci¨®n tecnol¨®gica avanza a una velocidad supers¨®nica, y de que los seres humanos, aun siendo sus creadores, nos estamos quedando parad¨®jicamente atr¨¢s, corriendo tras nuestros propios inventos sin aliento y sin tiempo para calcular sus consecuencias, como ni?os que juegan con poderes que ignoran. Es lo que nos sucede con la energ¨ªa nuclear, con cuyos residuos, t¨®xicos durante milenios, no sabemos qu¨¦ diantres hacer (por no hablar de la amenaza de una guerra at¨®mica), as¨ª como con las emisiones que han llevado a la crisis clim¨¢tica o con la IA. Por todos los santos, ?si ni siquiera estamos pudiendo controlar algo tan relativamente menor como las redes sociales, que siguen siendo un mundo sin ley y sin amparo! Las redes matan literalmente, cada d¨ªa, a ni?os y adolescentes acosados, a adultos perseguidos por el bullying, y son un terreno abonado para difusi¨®n de mentiras, manipulaciones, campa?as de desestabilizaci¨®n social y promoci¨®n del linchamiento y la violencia. Aunque ni siquiera hace falta llegar a estos l¨ªmites delictivos para que las redes, que campan por s¨ª solas, puedan ser muy da?inas. Ya llevamos tiempo hablando de la distorsi¨®n cognitiva que produce la vida enlatada de los Instagram y los Facebook, esas fotos siempre sonrientes y pintureras que nos hacen pensar que toda la dicha se la han llevado los otros y que nuestra realidad es un pozo de penas. Porque las redes nos dicen que la existencia es eso, un jolgorio constante (vaya mentira est¨²pida). En esta l¨ªnea de confusiones fatales se inscribe lo de no gustarte porque no te pareces a tu avatar, o esa epidemia que hubo en su momento de chicas que solo se fotografiaban poniendo morritos, porque estaban y a¨²n est¨¢n de moda los labios tumefactos (ahora ya no necesitan arrugar el hocico, las apps te a?aden bocas como neum¨¢ticos). Y cuidado, porque el problema no es solo poner esa cara de trasero para estar a la moda, sino, sobre todo, la necesidad de subir tus fotos a la nube para tener la sensaci¨®n de que est¨¢s vivo. Quiero decir que, para muchos, vivir consiste en hacer cosas que puedan ser grabadas y lanzadas al ¨¦ter. Si no consigues entrar en las pantallas, es que no eres.
Y as¨ª, la existencia de todos, pero en especial la de los chavales, est¨¢ cada d¨ªa m¨¢s alejada de lo real. Sucede con el acceso masivo a la pornograf¨ªa a edades tempran¨ªsimas: qu¨¦ terrible manera de descubrir el sexo. Adem¨¢s de ser por lo general un porno mis¨®gino y violento que fomenta la existencia de manadas, es tambi¨¦n absurdo, gimn¨¢stico, siliconado e imposible. La sexualidad de muchos adolescentes se est¨¢ yendo al garete porque no pueden ser como sus falsos modelos. ?Y qu¨¦ m¨¢s? Bueno, luego hay intentos como el TikTok Lite, esa versi¨®n que la aplicaci¨®n china quer¨ªa implantar en Espa?a y Francia, y que consiste en que los usuarios reciben recompensas (incluso dinero) al subir o reenviar contenidos. Por fortuna parece que ha sido paralizado por la UE por su potencial adictivo (imag¨ªnate, es como meter un casino en cada casa). Esta medida es una gota de sensatez en un mar de desastres. Ya digo, somos como ni?os jugando a desenterrar bombas de la Segunda Guerra Mundial en una playa.
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