Cuando la ciudad es un organismo vivo y cambiante
Cargado de inercias, se adapta a cada sociedad y su tiempo. Es un retrato de lo que somos y lo que queremos ser. Un proyecto eternamente inacabado. Cualquier intervenci¨®n debe sustentarse sobre valores universales y locales. Solo cuando conocemos algo en profundidad somos capaces de quererlo y respetarlo. Y cuidar lo valioso de cada persona, de cada sitio
La reflexi¨®n y la mirada sobre la ciudad ha sido para m¨ª una constante y a menudo una obsesi¨®n. Somos el producto directo de nuestra experiencia, de nuestra convivencia con el entorno, con la ciudad, con cada una de nuestras ciudades. En mi caso, Barcelona.
Esta curiosidad por observar la ciudad empieza de peque?a, paseando con mi abuelo por la Barcelona gris de los a?os setenta, a la que ¨¦l me superpuso la Barcelona a¨²n m¨¢s gris y m¨¢s s¨®rdida de la guerra y de la posguerra: su ciudad ten¨ªa muchas Ramblas y mucho Barrio Chino, mucho puerto, mucho boxeo y mucha prostituci¨®n. En paralelo, la no-mirada a la ciudad de mi abuela materna. Casada a distancia con mi abuelo y enviada desde una aldea de Teruel a una ciudad que nunca conoci¨®, con la que nunca se relacion¨® y en la que nunca se integr¨®, entre otras cosas porque no le interes¨®. Luego, la Barcelona de mi madre, preciosa hija ¨²nica de esa primera emigraci¨®n de trabajadores aragoneses. Trabaja primero en la empresa en la que trabaj¨® su padre desde los 13 hasta su jubilaci¨®n, luego pasa a trabajar en la contabilidad de Sears. Con su primer sueldo, mi madre se abona al Palau y va siempre que puede al Liceu. ¡°Subiendo por aquella escalinata sent¨ª que estaba en mi sitio¡±. Pero ese sue?o burgu¨¦s-catal¨¢n se acaba cuando conoce a mi padre, que se convierte en su novio: un se?orito de Albacete venido a menos que se ve obligado a venir a Barcelona a trabajar. Nunca se reconoci¨® en ese colectivo de trabajadores pobres, porque ¨¦l siempre se consider¨®, y en verdad lo era, un se?orito, pero sin dinero y sin carrera. Si algo marc¨® la vida de mi padre, y en consecuencia la de sus hijos, fue la verg¨¹enza del fracaso y el orgullo de clase. Una mezcla explosiva en una ciudad en la que empieza trabajando de comercial vendiendo estufas. Esto le llevar¨¢ a fundar una empresa de edici¨®n de mobiliario de dise?o, Sellex, importante en los a?os de la transformaci¨®n de la gris Barcelona de los setenta a la moderna Barcelona que se consolida como marca en el 92. Gracias a ¨¦l, todo esto lo vi, como una ni?a que mira desde detr¨¢s de una cortina, y me gust¨® tanto que por eso soy arquitecta. Desde la casa de mi abuela a la ciudad ol¨ªmpica con Montserrat Caball¨¦ y Freddie Mercury, todo es Barcelona y Barcelona es una ciudad. Un l¨ªo, muchos deseos y muchos dolores¡, pero un organismo vivo y cambiante. La ciudad es siempre un proyecto inacabado.
Los arquitectos tenemos la osad¨ªa de intervenir y transformar con acciones y decisiones esa realidad material que es de todos. Eso implica una enorme responsabilidad. Creo por ello que es necesario que expliquemos con claridad cu¨¢l es el modelo de vida y de convivencia que tenemos en la cabeza, porque cada una de las rayas que dibujemos y luego se construyan van a propiciar que se realice esa vida en esa forma.
En un mundo de ciudades uniformadas por el consumo globalizado, es m¨¢s que nunca necesario entender y defender aquello que nos hace ¨²nicos y que es probablemente lo que nos permitir¨¢ seguir siendo humanamente universales. Ser universal implica reconocer que los humanos somos todos iguales, pero que no queremos ser id¨¦nticos, que es lo mismo que ser nada.
He trabajado intensamente en Irak, en Afganist¨¢n, una incursi¨®n en Daguest¨¢n, una estancia intensa en ?frica Occidental y una buceada por la Rep¨²blica Checa, en proyectos de distinta naturaleza. Esto quiere decir tratar de entender la esencia de los lugares de forma acelerada, no a lo largo de una vida como haces con tu propia ciudad.
Desde hace casi 15 a?os mi vida ha estado estrechamente ligada a Irak. Voy por primera vez en 2010, tras la ca¨ªda de Sadam Husein, y desarrollo proyectos enfocados a la rehabilitaci¨®n y revitalizaci¨®n urbana de un pa¨ªs destrozado donde se ubican algunas de las ciudades m¨¢s antiguas del mundo. Y esas urbes de enorme valor patrimonial han sido devastadas por las guerras, la mala planificaci¨®n y una modernidad mal entendida que a partir de los a?os setenta construy¨® megal¨®manas infraestructuras viarias de hierro y hormig¨®n sobre los fr¨¢giles tejidos de las ciudades ¨¢rabes de origen medieval, donde domina la escala humana y la construcci¨®n de barro o ladrillo.
Intentar intuir el pasado, respetarlo e integrar el presente para posibilitar una ciudad futura m¨¢s amable, sostenible y adecuada a la cultura y al clima del lugar fue nuestro ambicioso pero ineludible objetivo. La evidencia tras 10 a?os es que los intereses econ¨®micos y pol¨ªticos que rigen nuestro tiempo apuestan en esta parte del mundo por un modelo de ciudad en el que las nuevas fortunas se instalan en guetos de lujo de nueva planta (no siempre habitados) y la ciudad hist¨®rica y los habitantes hist¨®ricos, con tendencia a la pobreza end¨¦mica, se abandonan a su suerte con la esperanza de que desa?parezcan de nuestra vista cuanto antes y estas nuevas clases emergentes vivan sin espejos afeantes su ficci¨®n de consumo vital. Quiero creer que hay algo tan fuerte en el alma superviviente de las personas de ese pa¨ªs que en alg¨²n momento resurgir¨¢ de los escombros y germinar¨¢ la belleza atravesando esa est¨²pida capa de brillo barato que est¨¢n construyendo ahora.
En septiembre de 2012, con mi antiguo estudio AV62, ganamos el concurso para el nuevo Museo Nacional de Afganist¨¢n, organizado por el Ministerio de Informaci¨®n y Cultura de Afganist¨¢n, el Museo Nacional de Afganist¨¢n y la Embajada de EE UU en Kabul. La primera pregunta que nos hicimos fue qu¨¦ ha de ser un museo nacional en una ciudad como Kabul y qu¨¦ necesidades reales, inmediatas y futuras de los usuarios deb¨ªa tener en cuenta. La conceptualizaci¨®n de este proyecto se bas¨® en tres aspectos fundamentales: la responsabilidad de dar una respuesta a un contexto urbano con un gran potencial de transformaci¨®n; una colecci¨®n ¨²nica como la de dicho museo, y a determinadas circunstancias hist¨®ricas de gran fragilidad. En definitiva, una arquitectura capaz de acoger nuestras actividades cotidianas, desde las m¨¢s corporales ¡ªsombra, frescor, bienestar corporal, descanso y encuentro¡ª hasta aquellas que nos permiten interpretar el mundo y exorcizar nuestros temores a trav¨¦s del arte, la poes¨ªa o la magia. Para nosotros este proyecto no pod¨ªa ser nunca un proyecto internacional, sino que a pesar de ser extranjeros nuestra responsabilidad es tener la capacidad de leer el contexto y proponer algo nuevo susceptible de arraigar. Si esto no se consigue, el proyecto es siempre un fracaso que el tiempo pone de manifiesto.
En 2019 me contrata una empresa constructora espa?ola, PNHG, que est¨¢ construyendo una nueva ciudad en Ben¨ªn llamada Ou¨¨do: 12.000 apartamentos sociales, unos 60.000 habitantes. El crecimiento de las urbes africanas es tr¨¢gico. Mientras la poblaci¨®n desplazada por la miseria se hacina en barrios informales entre la basura tecnol¨®gica de la que Occidente se deshace, ciertos inversores se enriquecen con enso?aciones de lujo renderizadas que son simples operaciones de desplazamiento de capitales. Algunos gobiernos levantan ciudades de nueva planta que no son otra cosa que barrios dormitorio de bloques de mala calidad sin equipamientos ni servicios. Antes de estar acabados devendr¨¢n en guetos de pobreza y marginalidad. Nuestro trabajo consisti¨® en redactar un plan que desde la inserci¨®n de vivienda privada consiguiese generar recursos para dotar a la ciudad de esos servicios y equipamientos de los que el proyecto carece por completo. Un intento ¨¦pico de hacer sostenible una ciudad de nueva planta de monocultivo residencial. No creo que nuestra propuesta fuese perfecta y no creo que consigan llegar a implementarla. Lo que s¨¦ seguro es que, si no se hace algo, esta nueva ciudad pasar¨¢ a engrosar la larga lista de urbes fallidas degeneradas en guetos de marginalidad.
As¨ª pues, hay que leer el lugar, interiorizarlo, interpretarlo. Solo entonces puedes dar el arriesgado salto de proponer algo que no mate lo existente valioso, que elimine solo lo eliminable y que proponga lo que pueda germinar y crecer ofreciendo algo mejor a la vida. ?Mirar todo, tocar todo, comer todo! Y esta metodolog¨ªa es extensible a cualquiera que quiera de verdad conocer y apreciar una ciudad, pues solo cuando conocemos algo en profundidad somos capaces de quererlo con intensidad, y solo si queremos con intensidad seremos capaces de respetar y cuidar lo valioso de cada persona, de cada sitio, de cada vida y de la vida. Entender y respetar la esencia de las ciudades es entendernos y respetarnos a nosotros como individuos cambiantes y como humanos conectados entre nosotros y con nuestros entornos.
Victoria Garriga Ari?o es arquitecta.
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