?Por qu¨¦ se rompen tan pocos r¨¦cords mundiales en los Juegos Ol¨ªmpicos?
La tecnolog¨ªa, la alimentaci¨®n y la inversi¨®n en deporte de ¨¦lite son hoy clave para que el humano siga rompiendo, sobre el tart¨¢n o en el agua, sus l¨ªmites fisiol¨®gicos. No es probable que veamos muchas plusmarcas en Par¨ªs, porque los JJ OO son m¨¢s dados a la emoci¨®n que a las plusmarcas, pero qui¨¦n sabe si podremos asistir a un instante m¨¢gico como el de Bob Beamon en M¨¦xico 68.
La noche antes de asaltar los cielos, Bob Beamon hizo el amor con su pareja, se tom¨® un buen vaso de vino tinto y un par de tequilas y estuvo alrededor de media hora escuchando jazz hasta que consigui¨® conciliar el sue?o. Al d¨ªa siguiente, acudi¨® al Estadio Ol¨ªmpico Universitario de Ciudad de M¨¦xico como quien va a la oficina, se propuls¨® sobre el tart¨¢n con 29 zancadas pulcras y precisas y, tras un vuelo sin motor de apenas un segundo, aterriz¨® a una distancia ins¨®lita: 8 metros y 90 cent¨ªmetros, 55 cent¨ªmetros m¨¢s que el anterior r¨¦cord del mundo de salto de longitud.
Para calibrar la magnitud de su haza?a, basta con a?adir que la plusmarca establecida estuvo en vigor casi 23 a?os, desde octubre de 1968 a ese agosto de 1991 en que otro atleta afroamericano, Mike Powell, se puso la capa de superh¨¦roe y consigui¨® saltar cinco cent¨ªmetros m¨¢s que Beamon. Y m¨¢s elocuente a¨²n resulta constatar que, 33 a?os despu¨¦s, ?Powell y Beamon siguen en la c¨²spide de su disciplina. Solo uno de los 10 mejores saltadores de longitud de la historia, el jamaicano Tajay Gayle (d¨¦cimo con una marca de 8,69), est¨¢ ahora mismo en activo. La mayor¨ªa dej¨® de competir hace al menos 20 a?os. Gayle se medir¨¢ dentro de unos d¨ªas en los Juegos de Par¨ªs a un rival tan formidable como el griego Miltiadis Tentoglou, campe¨®n ol¨ªmpico en Tokio 2020, pero no resulta en absoluto previsible que ni uno ni otro consigan reducir en la capital francesa esa distancia de m¨¢s de un palmo que les separa a¨²n del legendario Beamon. El salto de longitud lleva d¨¦cadas sin estar a la altura de su pasado.
En realidad, los expertos vaticinan que los de este verano van a ser unos Juegos muy poco pr¨®digos en r¨¦cords mundiales en las disciplinas atl¨¦ticas masculinas y tal vez algo m¨¢s en las femeninas, la nataci¨®n o el ciclismo en pista. Los pron¨®sticos se centran en la nadadora australiana Kaylee ?McKeown, una competidora en estado de gracia que lleva meses rondando su propia plusmarca en los 100 metros espalda, o en el rumano David Popovici, firme candidato a nadar m¨¢s deprisa que ninguno de sus predecesores hist¨®ricos tanto en 100 como en 200 metros libres. Tambi¨¦n en el levantador de peso Hampton Morris, el campe¨®n de escalada deportiva Sam Watson o, en menor medida, en la velocista jamaicana Shericka Jackson, a la que se intuye, a sus 29 a?os, capaz de perpetrar una haza?a de muy alto calibre que ser¨ªa, adem¨¢s, un acto de justicia po¨¦tica: batir el r¨¦cord de los 200 metros lisos que estableci¨® en 1988 Florence Griffith Joyner, una marca hoy bajo sospecha de dopaje, como casi todas las fijadas en su d¨ªa por la mujer m¨¢s veloz de la historia.
Emilio Fern¨¢ndez Pe?a, director del Centro de Estudios Ol¨ªmpicos de la Universitat Aut¨°noma de Barcelona (UAB), lamenta la ausencia en Par¨ªs, por lesi¨®n, de la venezolana Yulimar Rojas, plusmarquista ¡°probable¡± en triple salto, y da por poco menos que descontado el r¨¦cord mundial en p¨¦rtiga de ese tit¨¢n que es el sueco Armand Duplantis: ¡°Como Sergu¨¦i Bubka en los ochenta y los noventa, Duplantis est¨¢ tan solo en la cima de su disciplina que puede permitirse el lujo de dosificarse e ir batiendo su propia marca cent¨ªmetro a cent¨ªmetro, as¨ª que dudo de que deje pasar la oportunidad de dejar huella en unos Juegos Ol¨ªmpicos¡±.
Duplantis es una excepci¨®n. Muy pocos atletas, seg¨²n argumenta Pe?a, ¡°pueden alcanzar un pico excepcional de rendimiento en las condiciones de extrema competitividad y tensi¨®n m¨¢xima que se registran en un programa ol¨ªmpico, es mucho m¨¢s probable que los r¨¦cords se batan en crit¨¦riums o pruebas m¨¢s cotidianas y de menor exigencia¡±.
Hay que tener muy en cuenta, adem¨¢s, los l¨ªmites biol¨®gicos del cuerpo humano, una m¨¢quina con un grado de perfectibilidad notable, pero ni mucho menos infinito. Ya en 2008, el investigador estadounidense Paul Dimeo planteaba que el ritmo de progresi¨®n de las marcas deportivas llevaba varios a?os ralentiz¨¢ndose a medida que se aproximaba al techo fisiol¨®gico de nuestra especie. Dimeo pretend¨ªa demostrar tambi¨¦n, con datos emp¨ªricos, que entre el final de la Segunda Guerra Mundial y los Juegos de Montreal de verano de 1976 se hab¨ªa registrado una progresi¨®n acelerada atribuible a factores como la profesionalizaci¨®n del deporte, la competencia entre EE UU y la URSS en el contexto de la Guerra Fr¨ªa o, muy especialmente, el uso indiscriminado de sustancias dopantes. Con la introducci¨®n de una firme pol¨ªtica contra el dopaje en acontecimientos como los Juegos, la curva de incremento empez¨® a declinar.
Pedro J. Benito, catedr¨¢tico en Fisiolog¨ªa del Deporte de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid, asume que las conclusiones de Dimeo son, en esencia, correctas. Pese a todo, seg¨²n resalta, ¡°es significativo que la progresi¨®n se ha ralentizado, sin duda, pero ni mucho menos detenido¡±. Las mejoras en la alimentaci¨®n, calidad y esperanza de vida que se vienen registrando en las ¨²ltimas d¨¦cadas no explican por s¨ª solas ¡°un aumento gradual del rendimiento deportivo en muchas disciplinas que sigue estando bastante por encima del progreso gen¨¦tico general de la especie¡±. Benito lo atribuye a ¡°una nube de factores muy heterog¨¦neos¡±, pero muy especialmente ¡°al alto grado de inversi¨®n, tanto p¨²blica como privada, en deporte de ¨¦lite, y al efecto de la tecnolog¨ªa aplicada a aspectos como la tecnificaci¨®n, la preparaci¨®n f¨ªsica o la dieta¡±.
Pedro Emilio Alcaraz, investigador del equipo de alto rendimiento deportivo de la Universidad Cat¨®lica San Antonio de Murcia, a?ade tambi¨¦n a ese c¨ªrculo virtuoso ¡°la mejora de materiales y herramientas, de las nuevas p¨¦rtigas al calzado deportivo ultraligero y de clavos r¨ªgidos o la l¨ªnea de ba?adores ergon¨®micos cuyo uso, en algunos casos, se ha llegado a desechar por considerarlo poco menos que doping indumentario¡±. Alcaraz a?ade: ¡°Campos de innovaci¨®n tecnol¨®gica como la inteligencia artificial o la ciencia de datos nos est¨¢n permitiendo pasar de un modelo intuitivo de promoci¨®n del alto rendimiento a otro mucho m¨¢s cient¨ªfico, reduciendo as¨ª los m¨¢rgenes de incertidumbre, planificando mucho mejor los entrenamientos o avanzando de manera decisiva en un aspecto tan crucial como la prevenci¨®n de lesiones¡±. Para Alcaraz, est¨¢ marcando la diferencia ¡°la creciente longevidad de los deportistas de ¨¦lite, que no hace mucho, en la mayor¨ªa de las disciplinas atl¨¦ticas, llegaban a su c¨¦nit en torno a los 21 o 22 a?os y a partir de ah¨ª empezaban a perder fuelle. Ahora resulta mucho m¨¢s factible que se mantengan en esa zona de rendimiento ¨®ptimo hasta mucho m¨¢s tarde, lo que, entre otras cosas, les permite sacar un enorme partido de la experiencia adquirida en la alta competici¨®n¡±.
Fern¨¢ndez Pe?a aporta otro factor: ¡°El deporte se ha consolidado como uno de los ¨²ltimos reductos de la meritocracia y la cultura del esfuerzo en sociedades, como la nuestra, que parecen haber perdido la fe en el futuro y ca¨ªdo en un cierto relativismo¡±. La excelencia deportiva, seg¨²n el acad¨¦mico, ¡°resulta un objetivo ilusionante de por s¨ª¡± y, sobre todo, ¡°exige talento y una dedicaci¨®n sistem¨¢tica, innegociable¡±. A cambio, ¡°puede convertirse en un ascensor social que proporciona dinero, prestigio y consideraci¨®n p¨²blica¡±. Con el esfuerzo como combustible b¨¢sico y la competitividad extrema como propulsor, ¡°el deporte puede seguir progresando a un ritmo discontinuo, pero org¨¢nico, incluso cuando el resto de la sociedad parece que se estanca o declina¡±.
Fern¨¢ndez Pe?a reivindica los Juegos Ol¨ªmpicos de la era moderna como ¡°un acontecimiento regido por unos valores muy firmes que lo dotan de un enorme capital simb¨®lico¡±. ?l mismo ha sido uno de los relevistas que han contribuido a transportar este a?o la antorcha ol¨ªmpica de las ruinas del templo de Hera, en Olimpia (Grecia), a Par¨ªs. Ha podido vivir muy de cerca ¡°lo rico y sugerente que resulta el ritual que cre¨® hace m¨¢s de un siglo el bar¨®n de Coubertin¡±.
Una de esas deportistas es la saltadora valenciana F¨¢tima Diame, que a los 27 a?os est¨¢ a punto de competir en sus segundos Juegos, tras los de Tokio. Para Diame, se trata del evento ¡°al que todo deportista debe aspirar¡±, la culminaci¨®n de un ciclo de cuatro a?os que exige ¡°un alto grado de dedicaci¨®n y sacrificio¡±. La atleta valora que la progresi¨®n registrada en los ¨²ltimos a?os, desde que se integr¨® en el equipo de ¨¦lite que entrena y coordina el antiguo medallista Iv¨¢n Pedroso, le permite acudir a Par¨ªs ¡°con expectativas m¨¢s altas que las que ten¨ªa en Tokio¡±.
Diame se entusiasm¨® por los Juegos a edad muy temprana: ¡°Recuerdo las historias de Montreal 1976 que me contaba mi exentrenador Rafa Blanquer o las de S¨ªdney de mi antigua compa?era de equipo Glory Alozie¡±. Ellos contribuyeron a que germinase en ella el deseo de ¡°luchar al m¨¢ximo para vivir alg¨²n d¨ªa esa experiencia¡±. En la recta final antes de la llegada del gran acontecimiento, la saltadora destaca que hay que conducirse con paciencia y controlar los nervios, entrenando y compitiendo ¡°con la intensidad de siempre, aunque con un poco m¨¢s de cuidado para evitar lesiones¡±.
Para que la progresi¨®n gradual de las marcas sea posible, resulta m¨¢s necesaria que nunca una medici¨®n precisa de las actuaciones de los deportistas. En su jornada de gloria de octubre de 1968, Bob Beamon tuvo que padecer una espera de alrededor de 20 minutos mientras los jueces validaban su marca recurriendo a una cinta m¨¦trica de metal, porque el sistema de medici¨®n ¨®ptica que se hab¨ªa incorporado por entonces no pod¨ªa procesar un salto tan por encima de las expectativas. En cuanto le tradujeron a pies y pulgadas los estratosf¨¦ricos 890 cent¨ªmetros que acababa de saltar, el atleta de Queens se desplom¨®, v¨ªctima de una brusca cataplexia, una p¨¦rdida de control del tono muscular de las extremidades que se produce en situaciones de tensi¨®n extrema.
Hoy en d¨ªa, los Juegos Ol¨ªmpicos disponen de sistemas tecnol¨®gicos a prueba de cataplexia. De ello se encarga Omega, cronometrador oficial del evento desde 1932. Alain Zobrist, consejero delegado de Swiss Timing, divisi¨®n de cronometraje deportivo de la relojera suiza, destaca que la principal novedad que se va a incorporar en Par¨ªs tiene que ver con ¡°un uso creciente de la tecnolog¨ªa de datos que permitir¨¢ contar con mayor precisi¨®n lo que ocurre en cada una de las pruebas¡±.
Para Zobrist, recursos como ¡°el uso de un sistema de c¨¢maras que ofrecer¨¢ im¨¢genes tridimensionales muy precisas de todo lo que ocurre dentro y fuera del agua en la prueba de saltos¡± contribuir¨¢n a mejorar la experiencia. Otro desarrollo tecnol¨®gico rese?able es el sistema de foto finish Scan¡¯O¡¯Vision Ultimate, una virguer¨ªa ¡°con capacidad para realizar hasta 40.000 im¨¢genes digitales por segundo de la l¨ªnea de meta de las carreras¡±, lo que permitir¨¢ ¡°ofrecer a los jueces de manera casi instant¨¢nea un orden de llegada definitivo con un grado de precisi¨®n bastante superior al habitual¡±. El objetivo de este despliegue de tecnolog¨ªa aplicada no es otro que ¡°resolver m¨¢s all¨¢ de toda duda razonable cu¨¢l ha sido el resultado de cada prueba concreta¡±.
Los pr¨®ximos Juegos prometen ser un espect¨¢culo de primer nivel. Lo que no van a poder garantizar es una cosecha de r¨¦cords del mundo a la altura de esos 22 en los Juegos Ol¨ªmpicos ¡°milagro¡± de M¨¦xico 1968. Puestos a expresar un deseo, por improbable que resulte su cumplimiento, a Pedro J. Benito le gustar¨ªa que ¡°alguien fuese capaz de correr el marat¨®n en menos de dos horas¡±, pulverizando una de las barreras simb¨®licas m¨¢s sugerentes que ofrece el deporte de alta competici¨®n. ¡°Ser¨ªa una extraordinaria victoria de la voluntad del ser humano sobre los techos e imperativos biol¨®gicos¡±, concluye Benito. Un nuevo salto de Beamon que nos propulsar¨ªa un par de d¨¦cadas hacia el futuro.
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