Freddie Mercury, una ba?era y 232 vasos rotos: Andy McKay va a defender el esp¨ªritu de esa Ibiza diferente hasta el final
Andy McKay aterriz¨® en Ibiza desde M¨¢nchester en los a?os noventa. Mont¨® Manumission. Luego, Ibiza Rocks. Adquiri¨® el hotel Pikes y ahora quiere salvar la isla volviendo a darle un sitio a los j¨®venes y a los raros.
El 5 de septiembre de 1987, pocos meses despu¨¦s de saber que ten¨ªa sida, Freddie Mercury celebr¨® su 41? cumple?a?os en Pikes, el hotel ibicenco regentado entonces por el m¨ªtico Tony Pike (conocido como el Hugh Hefner de la isla). Mercury no le hab¨ªa contado a nadie que padec¨ªa la enfermedad, solo quer¨ªa la fiesta m¨¢s memorable que la isla de las fiestas hubiese vivido jam¨¢s. Esta iba a ser en su hotel favorito, entonces una docena de bungal¨®s escondidos a las afueras de Sant Antoni, una vieja casa payesa con una ba?era vac¨ªa (y todo lo que en ella se puede hacer) y un discreto acceso entre buganvillas que garantizaba misterio e intimidad.
Pikes era ya c¨¦lebre por ser el refugio favorito de Julio Iglesias, George Michael o Grace Jones. En la fiesta se descorcharon 350 botellas de Mo?t & Chandon y se rompieron 232 vasos. Con los primeros rayos del amanecer, Tony se acerc¨® al m¨¢nager de Mercury, Jim Beach, con la factura del evento para 700 personas que a¨²n no hab¨ªa siquiera terminado. Beach empez¨® a repasarla cuidadosamente. Uno no lleva los asuntos de una de las estrellas del rock m¨¢s grandes de la historia abonando facturas a la ligera. ¡°Aqu¨ª hay cuatro vodkas con t¨®nica. No hemos bebido vodka¡±, intervino. Entonces, se escuch¨® una voz suave, la de Freddie Mercury: ¡°He sido yo, los ped¨ª para los chicos de la barra¡±.
Sentado en lo que hasta hace poco era el restaurante de Pikes, con vistas sobre la casi mitol¨®gica piscina del hotel, a su actual propietario, Andy McKay (M¨¢nchester, 53 a?os), se le ilumina la cara cuando anuncia lo que va a suceder aqu¨ª esta misma tarde de junio. ¡°Vamos a colocar los muebles de Pikes que Freddie compr¨® y se llev¨® a su casa en Londres. Son de un rat¨¢n amarillo precioso y los adquirimos el invierno pasado en una subasta de Sotheby¡¯s. Los vamos a ubicar justo donde estamos sentados ahora¡±, anuncia. En esa misma subasta sali¨® a puja la camisa que Freddie luci¨® aquella noche de su memorable fiesta con un precio de salida de m¨¢s de 3.000 euros.
McKay se hizo con Pikes junto a su socia Dawn Hindle en 2010. El contrato establec¨ªa que Tony Pike vivir¨ªa en el hotel hasta su muerte. Escogi¨® un bungal¨® apartado ¡ªno quer¨ªa convertirse ni en atracci¨®n ni en mascota¡ª que habit¨® hasta su fallecimiento en 2019. Tony eligi¨® a Andy para hacerse cargo del hotel m¨¢s especial de la isla porque la visi¨®n de Ibiza que tiene este coincide con la que pose¨ªa Tony, quien aqu¨ª cre¨® el primer hotel boutique del mundo y cuyo esp¨ªritu festivo, privado y ¨²nico, McKay mantiene. ¡°Hemos realizado cambios, claro. De hecho, hemos estructurado el espacio tal y como lo arm¨® Freddie en aquella fiesta¡±, apunta el mancuniano, quien cree que en tiempos recientes la isla se ha llenado de conciertos y ha abandonado las fiestas, que son lo que la convirtieron en lo que hoy es. Por eso este nuevo Pikes, adem¨¢s de alojar a una clientela esencialmente brit¨¢nica que seguramente sabe m¨¢s de este rinc¨®n del Mediterr¨¢neo que cualquier gu¨ªa, se ha afanado en renovar su propuesta nocturna. Favorecida por un entorno ¨²nico y con toneladas de pedigr¨ª, hoy Pikes vuelve a ser el sitio en el que quieren estar los que de verdad quieres saber d¨®nde est¨¢n. Adem¨¢s, tiene una pista de tenis rosa.
Manumission fue la primera aventura de McKay en Ibiza. Congregaba hasta 8.000 personas los lunes. Primero en Ku, luego en Privilege y un ¨²ltimo a?o en Amnesia. Entre 1996 y 2008. Era un canto a la libertad, la lubricidad y la diferencia. ¡°Ten¨ªamos al DJ en un balc¨®n, y al final de la fiesta, si le preguntabas a la gente donde estaba el DJ, casi nadie sab¨ªa responderte. Hab¨ªa un tipo que ven¨ªa siempre con una maleta, se met¨ªa dentro de ella y bailaba as¨ª. Le d¨¢bamos todas las copas gratis. Hoy, a este tipo le har¨ªan pagar los 120 euros que vale una entrada en cualquier discoteca. Creo que es importante que recordemos que estos personajes son los que hacen que todo esto sea especial. Los freaks, los jipis, los raros. Hay que preservarlos. Hoy todo est¨¢ enfocado a cuidar al m¨²sico, no a cuidar al p¨²blico. Y lo entiendo. Si tienes a Calvin Harris, pues das un concierto y quieres que desee volver. Por eso en Pikes mantenemos la idea de hacer fiestas, y ahora los lunes organizamos Mondays en homenaje a Manumission. Y ponemos al DJ tras una cortina. Mira, si traigo a Madonna a actuar a Londres, no voy a buscar travestis en el Soho para que den color a la noche, solo quiero vender muchas entradas. Pero aqu¨ª no act¨²a Madonna. Ella vendr¨ªa a bailar. Esa es la diferencia¡±, informa McKay, quien para estos eventos tuvo la intenci¨®n durante un rato de prohibir los m¨®viles. ¡°Pero fue imposible. Si no hay m¨®vil, ?con qu¨¦ te pagan las bebidas? Apple ha ganado. Eso s¨ª, nada de fotos y v¨ªdeos en la pista. En otros sitios, la gente paga 100 euros para que su tel¨¦fono tenga buena visi¨®n del escenario. Y pagan esa pasta para ver la pantalla de su tel¨¦fono. Eso es muy loco. El m¨®vil se lo pasa mejor que nosotros. Y nos preocupa tanto capturar el recuerdo que nos cargamos el disfrute del momento¡±.
En 2005, McKay arranc¨® Ibiza Rocks. Su idea entonces era recuperar la cultura del concierto de rock en una Ibiza que empezaba a caer en el monocultivo de la electr¨®nica y el culto al DJ. En su hotel de Sant Antoni actuaron Arctic Monkeys o LCD Soundsystem. Adele pag¨® por ser corista de Professor Green y una tal Dua Lipa se subi¨® al escenario antes de ser la superestrella que es hoy. Pero los tiempos, los gustos y la isla cambiaron. ¡°Cuando empezamos Ibiza Rocks, ten¨ªamos tiempo, dinero y calidad. Si te falta algo de esto, pierdes el resto. As¨ª funciona el mundo. Y no puedes ser tampoco leal a todo y para siempre. Claro que me gustar¨ªa hacer conciertos de rock, traer a Neil Young incluso. Pero no se puede. Soy leal a la energ¨ªa y a la juventud. Queremos trabajar siempre con lo que genera energ¨ªa¡±.
El momento en que Ibiza Rocks supo que deb¨ªa mutar hacia algo menos org¨¢nico y rockero fue hace siete a?os, en un concierto de tarde del pope del UK garage, Craig David, en la piscina. Ah¨ª McKay se dio cuenta de que el p¨²blico y sus h¨¢bitos hab¨ªan cambiado ¡ªlos mileniales empezaron a dejar paso a la generaci¨®n Z¡ª y apost¨® por adaptarse a ellos. De todas las muertes que ha tenido el rock, esta fue una de las m¨¢s bellas y soleadas.
¡°Los cambios son inevitables, y solo podemos influenciar en la direcci¨®n de esos cambios, tratar de pararlos es in¨²til¡±, afirma, filos¨®fico, el ingl¨¦s, quien, tras darle la vuelta al concepto Ibiza Rocks ¡ªm¨¢s piscina, menos guitarras, m¨¢s tardeo, menos madrugadas¡ª, defini¨® la marca IRG, emporio en el que hoy caben todas sus propuestas, desde Ibiza Rocks, hotel y bar, hasta Pikes, pasando por el restaurante La Guay y el nov¨ªsimo 528, un ambicioso espacio en Sant Antoni en el que caben desde ¡°conciertos de grupos de cuerda interpretando a Hans Zimmer hasta cenas u obras teatrales infantiles¡±. McKay cree que se salvar¨¢ Ibiza desde Sant Antoni, hasta hoy zona algo denostada. ¡°El futuro de Ibiza est¨¢ aqu¨ª. Y no porque yo tenga mis negocios en esa ¨¢rea¡±, bromea,
¡°La ¨²nica marca en Ibiza que quiere mantenerse joven es Ibiza Rocks. Y es complicado porque los precios suben y las primeras v¨ªctimas son los j¨®venes. Pero si solo queremos gente con dinero, mataremos todo lo que tenemos. Lo veremos en 15 o 20 a?os¡±, anuncia el ingl¨¦s. ¡°Mis clientes de Manumission de hace 30 a?os vienen ahora a Pikes. Los he visto crecer y moverse con los ciclos de la vida. La gente adora Ibiza. Cuando se enamoraron lo hicieron con 20 a?os. Y luego volvieron. Todos vuelven. El problema es que estamos confundiendo lo que es importante con lo que es rentable¡±. McKay es un apasionado de su negocio, pero no un enamorado del dinero, puntualiza. Le gusta hacer lo que hace, pero cree que quienes lo hacen por dinero, porque aman la pasta, ¡°est¨¢n enfermos¡±.
As¨ª, en una coyuntura como la actual, su discurso primigenio alrededor de la magia y la energ¨ªa de la isla y las gentes que la habitan y visitan ¡ªpero sin caer nunca en la autoayuda de jipi de postal, este hombre naci¨® en M¨¢nchester¡ª tiene m¨¢s valor que nunca. Mientras otros se afanan en crear una zona vip que sea m¨¢s vip que la zona vip que crearon la semana pasada, McKay sigue a lo suyo, valorando ser especial por encima de ser grande. ¡°La gente m¨¢s importante en Ibiza no se mueve por el dinero. Y creo que eso a¨²n sucede, no son banqueros ni millonarios de Oriente Pr¨®ximo los que son relevantes, por muchos millones que estos tengan y gasten en locales que est¨¢n aqu¨ª como podr¨ªan estar en Miami o Las Vegas. Y vale, muy bien por ellos. Pero nosotros queremos otra cosa¡±. McKay levanta la mirada hacia la piscina de Pikes, donde se empiezan a servir los primeros Bloody Mary. ¡°?Conoces el tema Club Tropicana, de Wham!?¡±, pregunta. Asentimos. ¡°Pues el v¨ªdeo se rod¨® aqu¨ª¡±, se?ala la piscina en la que flota George Michael en el clip de este tema de 1983. ¡°Luego, cuando suene la canci¨®n, corre a la barra, porque mientras suena las bebidas son gratis. Es una tradici¨®n que tenemos¡±
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