Enzo Vogrincic, estrella de ¡®La sociedad de la nieve¡¯: ¡°Encontr¨¦ un lugar donde mentir tranquilo, la actuaci¨®n¡±

Fue un ni?o m¨¢s de un barrio humilde de Montevideo. No hab¨ªa un solo artista en la familia, pero ¨¦l quer¨ªa ser actor. Y no hab¨ªa plan B. Leila Guerriero conversa con la nueva estrella del cine y las pasarelas sobre su infancia, su pasi¨®n por la actuaci¨®n y el rodaje con Juan Antonio Bayona

A los siete a?os (ahora tiene 31) Enzo Vogrincic fue con el colegio a una obra de teatro y, mientras los dem¨¢s hablaban, ¨¦l estaba magnetizado ¡°porque ah¨ª estaba pasando algo importante¡±. Aqu¨ª viste jersey, pantal¨®n y bot¨ªn de Loewe.Pablo Sa¨¦z

En Montevideo, a las cuatro de la tarde de un domingo de invierno, hay una persona que est¨¢ viviendo uno de esos momentos que narrar¨¢ a sus amigos, parientes y conocidos a lo largo de muchos a?os ados¨¢ndole siempre adjetivos como ¡°incre¨ªble¡± o ¡°inolvidable¡±. Es una chica joven, brasile?a, que lleg¨® desde S?o Paulo a pasar unos d¨ªas en Uruguay. Usa una chaqueta de cuero demasiado liviana para el fr¨ªo de esta ciudad y permanece de pie, un poco nerviosa, en la sala de un peque?o departamento ante el hombre que hace media hora le envi¨® un mensaje invit¨¢ndola a pasar por all¨ª. Hay que imaginar a la...

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En Montevideo, a las cuatro de la tarde de un domingo de invierno, hay una persona que est¨¢ viviendo uno de esos momentos que narrar¨¢ a sus amigos, parientes y conocidos a lo largo de muchos a?os ados¨¢ndole siempre adjetivos como ¡°incre¨ªble¡± o ¡°inolvidable¡±. Es una chica joven, brasile?a, que lleg¨® desde S?o Paulo a pasar unos d¨ªas en Uruguay. Usa una chaqueta de cuero demasiado liviana para el fr¨ªo de esta ciudad y permanece de pie, un poco nerviosa, en la sala de un peque?o departamento ante el hombre que hace media hora le envi¨® un mensaje invit¨¢ndola a pasar por all¨ª. Hay que imaginar a la chica recibiendo ese mensaje del hombre inalcanzable, del actor al que descubri¨® haciendo el rol de Numa Turcatti en la pel¨ªcula La sociedad de la nieve, dirigida por Juan Antonio Bayona y estrenada en cines en 2023, que relata la historia de quienes sobrevivieron al accidente del vuelo de la Fuerza A¨¦rea Uruguaya que se estrell¨® en la cordillera de los Andes en 1972, hombres que permanecieron 72 d¨ªas en la monta?a hasta ser rescatados. Hay que imaginar a la chica recibiendo el mensaje ¡ª¡±Si quer¨¦s pod¨¦s venir ahora a mi casa, estoy haciendo una entrevista pero tengo un ratito¡±¡ª, buscando la direcci¨®n, plant¨¢ndose ante el edificio antiguo de pocos pisos en la Ciudad Vieja, tocando timbre y viendo que el mismo Enzo Vogrincic, el hombre con quien ella y sus amigas fantasean y sue?an, le abre la puerta. La chica est¨¢ ah¨ª, hablando en portugu¨¦s y en ingl¨¦s, contando que entre todas hicieron un libro con cartas y poemas para ¨¦l, escuchando c¨®mo ¨¦l dice: ¡°?Quer¨¦s venir conmigo al sol?¡±. ¡°El sol¡± es un balc¨®n en el contrafrente de este departamento alquilado desde el que se ven la rambla y el R¨ªo de la Plata (¡°Yo podr¨ªa comprarme un departamento pero no necesito m¨¢s. Ac¨¢ me despierto, abro los ojos y veo el ag¨¹ita¡±). All¨ª hay una bicicleta (la misma que tiene desde hace cinco a?os, recubierta con cinta negra), plantas, la maqueta de un escenario de teatro que ¨¦l mismo construy¨®. Se sientan en un muro bajo, ella pregunta con pudor si puede avisar a sus amigas que est¨¢ all¨ª, incre¨ªblemente con ¨¦l, incre¨ªblemente en su casa. ¡°Claro, por supuesto¡±, dice Vogrincic. Pocos segundos despu¨¦s hay 16 chicas en una videollamada expresando su admiraci¨®n, su cari?o, gritando ¡°no lo puedo creer¡±.

Enzo Vogrincic es la persona m¨¢s requerida y famosa de un pa¨ªs en el que el star system es casi inexistente excepto por alg¨²n jugador de f¨²tbol. ¡°En Uruguay no existe el famoso ¡ªdice su amigo Felipe Ipar, actor y director¡ª. Ac¨¢ te encontr¨¢s a Jaime Ross o al Negro Rada, y nadie les va pedir una foto, como s¨ª pasa con Enzo¡±. Cuando regresan a la sala ¡ªadem¨¢s de esa sala, separada de la cocina por una barra, s¨®lo hay un ba?o y un dormitorio¡ª, la chica le entrega un libro, la novela Tan poca vida, de Hanya Yanagihara, asegurando que cuando ella y sus amigas vieron la portada no tuvieron dudas de que era el regalo perfecto: ¡°La foto de la tapa nos recuerda una foto tuya que es nuestra favorita¡±, dice, y le muestra la imagen a la que se refiere. ?l agradece, coloca el libro sobre la barra y baja con ella para despedirla.

En enero de 2024, Enzo Vogrincic subi¨® un autorretrato a Instagram: la mitad del rostro en sombras, la otra mitad ba?ada por luz ambarina, un cuello vigoroso. Tuvo 1.100.000 ¡°me gusta¡±. Fue la primera foto que subi¨® despu¨¦s del estreno de la pel¨ªcula de Bayona en Netflix. La portada del libro de Yanagihara muestra a un hombre en un gesto de aparente dolor pero, en realidad, capta el momento exacto de la eyaculaci¨®n. Enzo Vogrincic regresa al departamento y se quita los zapatos. Aunque haga fr¨ªo, siempre va descalzo.

¡ª ?Sab¨ªas que esa foto es de un hombre en el momento del orgasmo?

¡ª ?En serio? Ella no debe saber. Se hubiera muerto de verg¨¹enza ¡ªdice¡ª. Era muy simp¨¢tica.

¡ª Todav¨ªa no debe poder creer que estuvo en tu casa.

¡ª Supongo que no. Pero por suerte toda esa locura va bajando.

¡ª ?No te da temor que desaparezca?

¡ª No, al contrario. Espero que desaparezca.

***

El jueves previo al encuentro dominical con la admiradora brasile?a, Vogrincic pide retrasar la entrevista porque estuvo rodando un teaser que dirige su amigo Federico Mart¨ªnez, con quien fueron compa?eros en la EMAD (Escuela Multidisciplinaria de Arte Dram¨¢tico), y terminaron de madrugada. Despu¨¦s de mediod¨ªa, al abrir la puerta, tiene el aspecto de alguien que estaba acomodando la casa y acaba de ser sorprendido en la tarea: pantalones negros, un abrigo tejido oscuro y amplio, naturalmente despeinado. Vive solo ¡ªse separ¨® de la actriz Sof¨ªa Lara, con quien convivi¨® tres a?os, al regreso del rodaje de La sociedad de la nieve¡ª, y no tiene ayuda dom¨¦stica: hace la limpieza, ordena, cocina. Prepara caf¨¦, se quita los zapatos, se sienta en una banqueta frente a la computadora que est¨¢ sobre la barra. En Uruguay, donde no se practica la caza del famoso, Vogrincic parece haber despertado un gen adormecido. Aunque pasaron meses desde el estreno de la pel¨ªcula que arras¨® con 12 de los 13 premios Goya a los que aspiraba y recibi¨® dos nominaciones a los Oscar, una de ellas a Mejor pel¨ªcula extranjera, la gente, al reconocerlo, se le abalanza y le pide fotos como si todo hubiera sucedido ayer. ?l se detiene y sonr¨ªe con una amabilidad quiz¨¢s demasiado intensa, entrenada, un poco trabajosa (¡°Todo eso activa una antena que te gasta energ¨ªa, y ahora que va bajando siento ese cambio de volumen que me permite recuperar tranquilidad. No me molesta que me digan cosas, pero con tanta repetici¨®n empieza a carecer de sentido, a perder el valor¡±). Lo de Uruguay resulta de baja intensidad si se lo compara con lo que sucedi¨® cuando estuvo en Espa?a en las primeras semanas del verano europeo ¡ªmuchachas que chillaban y lo segu¨ªan donde fuera¡ª, o en Buenos Aires, donde dio en junio una entrevista p¨²blica durante la Comic-Con, un espacio que concentra diversas expresiones de la cultura pop, pero result¨® imposible escuchar lo que dec¨ªa por el aullido incesante de miles que gritaban ¡°?Te amo!¡±, algo extra?o para quien protagoniz¨® una pel¨ªcula dram¨¢tica en la que su personaje aparece desnutrido, quemado por el sol y la nieve, con la ropa hecha jirones y que, al igual que en la vida real, muere.

Fuma desde hace un a?o cigarrillos armados, en parte producto de la ansiedad que le produjo el lanzamiento de la pel¨ªcula y en parte porque el personaje que interpretar¨¢ en el film de un director uruguayo consume unos sesenta cigarrillos diarios ¡°y si no lo ten¨¦s incorporado, el gesto del cigarro no te sale¡±.

Hab¨ªa hecho muchas obras de teatro en su pa¨ªs ¡ªEl gato de Schr?dinger, El lugar de las luci¨¦rnagas, Cuando pases sobre mi tumba¡ª, y protagonizado una pel¨ªcula, 9 , en 2021, pero La sociedad de la nieve lo cambi¨® todo. En enero de 2024, cuando se estren¨® en Netflix, ¨¦l estaba acampando con amigos en un parque nacional. El d¨ªa del estreno, Federico Mart¨ªnez, que estaba all¨ª, abri¨® la plataforma en el celular, conect¨® un parlante y le dio play a la pel¨ªcula. Apenas Vogrincic escuch¨® su propia voz que con un fraseo seco dec¨ªa ¡°La respuesta est¨¢ en la monta?a¡±, se acerc¨® y le dijo tajante: ¡°Sac¨¢ eso¡±. Cuando volvi¨® a Montevideo, su vida ya era otra. Si su cuenta de Instagram ten¨ªa una cantidad razonable de seguidores, al regreso superaban el mill¨®n (actualmente, 2,2 millones). Ahora, su rostro est¨¢ asociado a la marca de lujo Loewe, viaja a menudo a Europa para estar presente en desfiles de moda (¡°Me pagan para viajar en business, comer rico, dormir en hoteles hermosos y sentarme a ver un desfile, que pens¨¦ que duraban una hora y duran 15 minutos¡±), rechaz¨® varios proyectos para hacer cine y series, y ofertas de entidades bancarias, bebidas y perfumes que quer¨ªan tener su imagen. Por el momento, planea actuar en dos pel¨ªculas de directores uruguayos y en una obra de teatro que se ver¨¢ en 2025 en el Sol¨ªs, la sala m¨¢s importante del pa¨ªs. Hacer cine y teatro en su ciudad mientras su rostro y su nombre ruedan por buena parte de occidente no es producto de una t¨¢ctica.

¡ª No busco algo con la actuaci¨®n. Hay algo de nobleza en la profesi¨®n, una entrega a algo que es absurdo y es solamente un regalo para otro. No tiene un prop¨®sito en s¨ª. Yo no tengo objetivos, nunca los tuve. Mi objetivo es actuar. No va en relaci¨®n a la magnitud del proyecto.

Si la magnitud fuera algo a tener en cuenta, posiblemente nunca se le hubieran ocurrido dos proyectos que planea llevar adelante: una obra para una sola pareja de espectadores que transcurrir¨¢ en este departamento, y una suerte de performance titulada El ¨²ltimo teatro.

¡ª Quiero llevar la maqueta del teatro por ferias y plazas. El espectador se tendr¨ªa que poner unos auriculares que compr¨¦ y que reproducen la forma en que escucha el o¨ªdo humano, asomarse a la maqueta, y...

Desde hace meses escribe un libro en el que mezcla recuerdos con reflexiones acerca del rodaje de ¡®La sociedad de la nieve¡¯. Aqu¨ª Vogrincic lleva camisa de algod¨®n, pantal¨®n en piel napa y botas biker Campo en piel, todo de Loewe, marca de la que es imagen.Pablo Sa¨¦z

No gasta dinero en ropa, no tiene auto, no quiere una casa propia. S¨®lo invierte en tecnolog¨ªa: micr¨®fonos, auriculares, un teclado MIDI, computadora, tel¨¦fono.

¡ª ?Usaste el Chat GPT? Yo pago una membres¨ªa para usarlo en todo su esplendor. Le digo ¡°Generame una conclusi¨®n para este texto¡±. A veces no me sirve, pero dispara algo. O estoy lavando los platos y le pido que me hable de un personaje que tengo que hacer.

Ahora, por ejemplo, le pregunta c¨®mo podr¨ªa actuar el padecimiento interior de un personaje que interpretar¨¢. El chat responde: ¡°Podr¨ªas considerar algunos gestos y tics que reflejen su complejidad emocional y su estado de ansiedad. Uno, miradas nerviosas. Dos...¡±. Se r¨ªe del consejo, demasiado tosco, pero insiste en que a veces ayuda.

¡ª Todo lo que te pasa te ayuda en la actuaci¨®n. Yo muchas de las cosas de mi infancia las recuerdo y las uso. Porque adem¨¢s las tengo escritas.

Desde hace meses escribe un libro en el que mezcla recuerdos con reflexiones acerca de la actuaci¨®n e historias del rodaje de La sociedad de la nieve. Para concentrarse en la escritura, viaj¨® con Felipe Ipar a Bariloche, Patagonia argentina. Una tormenta de nieve descomunal dej¨® a la ciudad sin luz e incomunicada. Estaban en una casa enorme en las afueras, sin energ¨ªa el¨¦ctrica, sin calefacci¨®n, sin ducha, sin cocina. El almac¨¦n m¨¢s cercano quedaba a 40 minutos de caminata. ¡°Esto es como La sociedad de la nieve, pero de manera burguesa¡±, le dijo Felipe mientras temblaban de fr¨ªo en el piso alto donde se conservaba algo de calor.

¡ª Pero lo pasamos bien. De ni?o yo ten¨ªa una sensaci¨®n de miedo y respeto por mis pap¨¢s. No quer¨ªa generar un problema. Cuando ten¨ªa dolores de panza, no iba al cuarto de mis padres. Pasaba toda la noche tratando de sacarme el dolor. Me imaginaba seres adentro m¨ªo que trabajaban curando una herida. Los mandaba hacia el lugar donde dol¨ªa, les dec¨ªa ¡°Trabajen ah¨ª¡±. A veces funcionaba. Y cuando no funcionaba iba hasta la puerta del cuarto de mis padres y esperaba. Mi objetivo era que me encontraran de casualidad. Empezaba a prender luces, abr¨ªa una canilla para ver si se despertaban. Todas esas cosas ya son actuaci¨®n. Yo no voy directo a lo que quiero sino que invento una situaci¨®n para que lo que quiero suceda. La mentira est¨¢. El saber ocultar.

Vivi¨® hasta los 24 a?os ¡ªtiene 31¡ª en la casa en la que sus padres ¡ªSilvia y Guillermo¡ª a¨²n viven, en un barrio llamado Gruta de Lourdes. Tiene dos hermanos mayores, An¨ªbal y Viviana, y uno menor, ?ngel, de 16.

¡ª Mir¨¢, te muestro la casa de mis padres. El barrio es picante. Yo escuchaba tiros a la noche, es un barrio complicado, han quemado taxistas y taxis enteros

En la pantalla de la computadora aparece una casa modesta. En esa vivienda faltaban muchas cosas y no sobraba nada. Su padre hab¨ªa sido futbolista profesional del Wanderers F¨²tbol Club, y su madre trabaj¨® siempre haciendo limpieza de colegios y de iglesias.

¡ª El sue?o del f¨²tbol empieza a desaparecer y mi pap¨¢ a trabajar de lo que puede. Como armador en un diario, como bedel. Mis pap¨¢s se dedicaron toda su vida a cosas que no quer¨ªan. Yo nunca entend¨ª eso. Entiendo la necesidad, pero c¨®mo no le das ni un espacio a las cosas que te gustan. Mi mam¨¢ hasta el d¨ªa de hoy es limpiadora. Un d¨ªa le pregunt¨¦ si le gustaba limpiar. Me dijo ¡°?C¨®mo me va a gustar? Es un trabajo¡±. Le dije ¡°?Pero no hay algo que te guste?¡±. ¡°No¡±. Unos d¨ªas despu¨¦s me dice ¡°Me gustaba la carpinter¨ªa¡±. Pero mujer, ?qu¨¦ te pasa? ?Por qu¨¦ no se dedic¨® a la carpinter¨ªa?

¡ª A veces las circunstancias complican.

¡ª S¨ª. Pero m¨¢s all¨¢ de los hijos, est¨¢ uno mismo con uno mismo. Cuando yo les dec¨ªa a mis viejos ¡°Voy a ser actor¡±, me preguntaban ¡°?Cu¨¢l es el plan B?¡±. Yo dec¨ªa ¡°No hay plan B ?Qu¨¦ es lo peor que me puede pasar??Vivir en la calle? Lo acepto, est¨¢ bien. No hay plan B¡±.

Enzo Vogrincic, fotografiado en Madrid durante una parada de un viaje a Europa. Lleva jersey en 'jacquard' de cachemir, pantal¨®n de ch¨¢ndal en tejido t¨¦cnico y zapatillas con cordones en ante, todo de Loewe.Pablo Sa¨¦z

Pap¨¢ Noel no llegaba en Navidad ¡°porque nos dec¨ªan que no ten¨ªamos chimenea¡±. Para Reyes hab¨ªa alg¨²n regalo modesto pero, cuando sus amigos mostraban los suyos, ¨¦l inventaba obsequios enormes, por ejemplo una piscina. El h¨¢bito de la mentira se forj¨® qui¨¦n sabe c¨®mo, pero hab¨ªa muchas. Su abuela le hab¨ªa regalado un reloj y ¨¦l lo perdi¨® el d¨ªa en que empez¨® a usarlo.

¡ª No avis¨¦ que lo hab¨ªa perdido. Estuve atento a la hora durante toda una semana, por si alguien me preguntaba ¡°?Qu¨¦ hora es?¡±. Estaba atento: las doce y siete, las dos y quince. Otra vez me regalaron anteojos de sol y les romp¨ª la patilla, entonces me los pon¨ªa pero mostraba siempre el perfil que ten¨ªa la patilla, para que no se dieran cuenta. Cuando descubr¨ªan las mentiras era una mezcla de miedo y alivio porque ya no ten¨ªa que cargar con eso.

¡ª ?Te castigaban?

¡ª No. Gritaban un poco pero el peso estaba m¨¢s en m¨ª. Yo era el responsable. El que ten¨ªa que cuidar era yo. La culpa era m¨ªa. Era una vida de sacrificio. Yo ten¨ªa la sensaci¨®n de no pertenecer, como si fuera un invitado a esa familia. Sent¨ªa que para m¨ª la plata nunca iba a ser un problema. Yo voy a visitarlos, m¨¢s por ellos que por m¨ª. Les gusta verme, pero me hacen una pregunta y no escuchan la respuesta. Pero mi pap¨¢ colecciona todas las entrevistas que me hacen, me las muestra cuando voy de visita. Le digo ¡°S¨ª, ya la vi¡±. Supongo que encontr¨® una forma de conocerme, pero cuando llego yo no lo desarrolla en vivo, no se interesa.

Hay una palabra que repiten todos para referirse a ¨¦l: reservado. ¡°En la escuela se destacaba mucho, era buen compa?ero, pero no era tan abierto ¡ªdice Felipe Ipar¡ª. Era muy reservado. A veces me daba cuenta que se hab¨ªa quedado sin plata. ?bamos a comer y le dec¨ªa ¡°Dale, te pago la hamburguesa¡±, y ¨¦l no quer¨ªa, dec¨ªa que si se hab¨ªa gastado la plata ten¨ªa que hacerse cargo. Su visi¨®n sobre las cosas es muy particular. Una vez me dijo: ¡°No esperes nada de m¨ª. Yo no espero nada de vos y ah¨ª nos vamos a encontrar. A mi manera, voy a estar para vos¡±. S¨®lo ahora, y porque su hijo lo mencion¨® en algunas entrevistas, Guillermo Vogrincic supo que a Enzo nunca le gust¨® jugar al f¨²tbol aunque ¨¦l lo oblig¨® a hacerlo desde los 5 y hasta los 12 a?os.

¡ª Me llevaba a jugar al f¨²tbol. Yo odi¨¦ eso toda la vida. No lo dije para no romper esa ilusi¨®n de mi padre, para que no se enojara. Era una tortura. Mi viejo era un tipo que se paraba en el borde de la cancha a putearme si jugaba mal. Me gritaba cag¨®n, insultaba.

¡°?l es muy reservado ¡ªdice su padre¡ª. Yo lo llevaba a f¨²tbol y pens¨¦ que era feliz, pero ahora me enter¨¦ que no le gustaba. Era tan reservado que obedec¨ªa e iba. Nunca pens¨¦ que sufr¨ªa tanto. Yo le digo que ahora tiene que aprovechar, que a veces el tren pasa una sola vez, pero ¨¦l la tiene clara. Me dijo ¡°Pap¨¢, fue la bomba de esta pel¨ªcula, esto no va a pasar m¨¢s¡±. Si ma?ana no tiene plata no creo que se vaya a hacer problema. No es como esa gente que naci¨® con dinero y que cuando se funde se suicida. ?l sabe bien lo que quiere y no le interesa vivir con opulencia¡±.

¡ª Yo era un gran simulador. De hecho, a los siete, ocho a?os, entrenaba para ser esp¨ªa. Como nadie pod¨ªa saber que yo quer¨ªa ser esp¨ªa, cuando mis pap¨¢s me encontraban armando dispositivos de entrenamiento, les ment¨ªa, inventaba que era un juego de otra cosa.

El ¡°dispositivo de entrenamiento¡± pod¨ªa ser una telara?a de cintas de casete desplegadas en el patio que ¨¦l deb¨ªa sortear, o armas invisibles para diversos fines. No puede establecer el inicio de la vocaci¨®n art¨ªstica pero recuerda que a los siete a?os fue con sus compa?eros de colegio a ver una obra de teatro y, mientras los dem¨¢s hablaban y se re¨ªan, ¨¦l estaba magnetizado ¡°porque ah¨ª estaba pasando algo importante¡±. Iba a un colegio pago, Cristo Divino Obrero, que sus padres pudieron sostener gracias a que una mujer italiana, benefactora, quiso ayudar a alguien en Uruguay y le toc¨® a ¨¦l. Era un ni?o humilde viviendo en un barrio marginal sin un solo artista en la familia. No ten¨ªa por qu¨¦ pensar en la actuaci¨®n. Pero esos enga?os en torno a gafas rotas o relojes perdidos podr¨ªan ser la precuela de una mentira mayor transformada en forma de vida.

¡ª La experiencia de mentir se termin¨® cuando encontr¨¦ un lugar donde mentir tranquilo, que era la actuaci¨®n.

Adem¨¢s de 12 Premios Goya y la nominaci¨®n al Oscar, 'La sociedad de la nieve' gan¨® seis Premios Platino, entre ellos a mejor interpretaci¨®n masculina, un galard¨®n que fue para Vogrincic. El actor lleva chaqueta en lana de sastrer¨ªa a rayas de doble botonadura y pantal¨®n vaquero en 'denim', de Loewe.Pablo Sa¨¦z

A partir de cuarto a?o del colegio secundario, decidi¨® hacer los dos ¨²ltimos en uno de orientaci¨®n art¨ªstica con un objetivo claro: entrar a la EMAD, la m¨¢s prestigiosa escuela de teatro de Uruguay. Pens¨® que deb¨ªa prepararse para las pruebas de ingreso y le escribi¨® a un director muy conocido. Le dijo que viv¨ªa en la Gruta de Lourdes, que para sus padres era dif¨ªcil pagar un curso de actuaci¨®n pero que, como le interesaba tomar clases con ¨¦l, quer¨ªa saber si hab¨ªa alguna beca o forma de pago que le permitiera asistir. El director respondi¨®: ¡°Esto no es un semillero¡±. No es alguien que se amedrente ante la dificultad. Como ejemplo, podr¨ªa revisarse la forma en que a los 17 se invent¨® un trabajo. Estaba interesado en la animaci¨®n 3D. Como no ten¨ªa computadora, ahorraba unos pesos, iba al cyber de la cuadra y buscaba informaci¨®n. Le result¨® sencillo. Se present¨® al casting de una publicidad por la que le pagaron mil d¨®lares. Con ese dinero compr¨® una computadora. El siguiente paso fue convencer a sus padres para que conectaran un servicio de internet.

¡ª Empec¨¦ a hacer renders para arquitectos y para estudiantes de arquitectura. Les cobraba en d¨®lares. Les hablaba como si fuera una empresa: ¡°S¨ª, nosotros podemos hacer eso¡±, y estaba en calzones en mi cuarto. Uy, ?qu¨¦ hora es?

¡ª Las cuatro.

¡ª Ya me tengo que ir al rodaje del teaser. Me pasan a buscar por un teatro. Si quer¨¦s vamos caminando.

Ya en la calle, avanza con la parte superior del cuerpo adelantada, como si algo de ¨¦l necesitara llegar antes, y camina r¨¢pido sin dejar de mirar a los lados.

¡ª Aprend¨ª a estar atento. Me doy cuenta si aquel se me va a acercar o si no se va a animar, si me va a decir algo o no.

Al llegar frente al teatro, despu¨¦s de tomarse fotos con varias personas que lo reconocen, pregunta: ¡°?Te despido?¡±. Aunque tiene el tono de una pregunta es una aseveraci¨®n: te despido. Cruza la calle con grandes zancadas que son un manifiesto: s¨¦ exactamente d¨®nde voy.

***

La lluvia colabora a que el abatimiento que emanan las fachadas grises y los balcones descascarados de esta parte de la ciudad sea mayor. Son las doce del mediod¨ªa y ¨¦l espera en la puerta de su casa bajo un peque?o alero, sin que le importe mojarse.

¡ª Me encantan los d¨ªas de lluvia. Mi d¨ªa preferido es el domingo, en cualquier lugar del mundo, pero estos d¨ªas son hermosos.

El pelo oscuro y con ondas dibuja un estilo ingenuo que contrasta con los rasgos rudos de la boca, los ojos, la mand¨ªbula. A pesar de que su Instagram est¨¢ repleto de autorretratos en los que se percibe una autoconciencia del atractivo, s¨®lo se sinti¨® c¨®modo con su aspecto desde los 21 a?os, cuando tuvo dinero para pagar brackets y arreglarse los dientes.

-Yo sonre¨ªa de costadito para que no se me vieran los dientes. Cuando me puse los brackets, mi vida cambi¨® rotundamente. ?Vamos a comer algo?

Junto a su edificio hay una carpa improvisada y, debajo, un hombre dormido.

-Est¨¢ lleno de gente viviendo en la calle. Ese se?or ya estaba cuando llegu¨¦ a este departamento. No me voy ni loco de ac¨¢. Tengo a mis amigos a dos cuadras, salgo a correr por la rambla.

Aunque varias personas lo miran cuando entra al restaurante, nadie se acerca. Se sienta junto a la ventana, mira el men¨² casi distra¨ªdo ¡ªviene a menudo, posiblemente lo conozca de memoria¡ª, pide un tost¨®n vegano (es vegano) y un cortado. Su m¨¦todo para correr consiste en desarrollar una velocidad alt¨ªsima hasta llegar a un nirvana por extenuaci¨®n. Durante el rodaje de La sociedad de la nieve tuvo que bajar veinte kilos y en los ¨²ltimos d¨ªas, para acelerar la p¨¦rdida de peso, comi¨® s¨®lo una lata de at¨²n y una mandarina. El cuerpo es una herramienta a la que le exige todo. Su amigo Felipe cuenta que siempre fue h¨¢bil, que hizo parkour, que hac¨ªa recorridos largos parado de manos.

¡°Enzo es muy reservado¡±, dice su padre. ¡°Yo lo llevaba a f¨²tbol y pens¨¦ que era feliz, pero ahora me enter¨¦ de que no le gustaba. Era tan reservado que obedec¨ªa e iba¡±. El actor lleva chaqueta en franela de lana de doble botonadura, pantal¨®n en franela de lana, camisa en algod¨®n Oxford y corbata de seda, todo de Loewe.Pablo Sa¨¦z

¡ª La idea original del parkour es mantener la l¨ªnea recta. ?Ves esa casa? Si fuera hacia aquel lado, tendr¨ªa que trepar a la terraza y seguir recto, se presente lo que se presente.

¡ª ?Y podr¨ªas hacerlo?

Mira a trav¨¦s del ventanal. Piensa. Explica sin alarde, como un alba?il que ha calculado cu¨¢ntos ladrillos necesita para construir una pared:

¡ª Me agarro de la segunda reja, de ah¨ª al balc¨®n, y engancho a la cornisa. Lo complicado ser¨ªa la moldura, porque el cuerpo quedar¨ªa hacia atr¨¢s. Yo dominaba los movimientos del parkour, pero no me parec¨ªan pr¨¢cticos para desplazarme, as¨ª que lo dej¨¦. Pero trepar me fascina. Una vez en Punta Ballena vi una pared de piedra treinta metros y dije ¡°Yo puedo trepar por ac¨¢¡±. Estuve bien al principio, pero despu¨¦s se empez¨® a inclinar y yo no tengo conocimientos para hacer eso. Tengo fuerza en las manos y en los pies, agarre, pero no mucho m¨¢s. Me hab¨ªa puesto el calzado en el cuello, estaba descalzo. Cuando empez¨® el miedo real par¨¦, pero me dije ¡°No puedo bajar, s¨®lo me queda subir¡±. Empec¨¦ a tratar de disminuir el miedo, a no mirar para abajo. As¨ª llegu¨¦ hasta arriba. Las emociones, si no las sent¨ªs, no las comprend¨¦s. El miedo es una cosa muy potente, y del otro lado del miedo empieza lo bueno, empieza la zona desconocida.

Siete a?os atr¨¢s, una amiga lo invito a nadar. ?l lleg¨® al sitio en bicicleta, ya agotado. La amiga le indic¨® que har¨ªan un tri¨¢ngulo de tres kil¨®metros, mar adentro.

¡ª A los 300 metros estaba fulminado y me empec¨¦ a hundir. Yo dec¨ªa ¡°No puede ser, me voy a morir como un idiota¡±. Y tuve un pensamiento: ¡°Mi madre me va a matar¡±. Me hund¨ªa, me hund¨ªa, y en un momento me afloj¨¦. Sent¨ª paz. Una sensaci¨®n de placer. Me estaba ahogando, pero cuando toqu¨¦ la arena me vino como una electricidad y se me ocurri¨® avanzar de espaldas. As¨ª llegu¨¦ a la orilla. Pero tuve ese ratito de placer rar¨ªsimo. No hab¨ªa problema en morir en ese momento. No tiene sentido ir en contra de la muerte. Cuando te est¨¢s ahogando, te entra el agua y la lucha es desesperante, pero la mente hace ?poc! y la acepta. En mi caso, probablemente no la acept¨® y sal¨ª nadando, pero en un momento pens¨¦ ¡°No se siente mal¡±. Cuando est¨¢bamos haciendo la escena de la avalancha en la pel¨ªcula, cuando los sobrevivientes quedan cubiertos por la nieve, est¨¢bamos libres del cuello para abajo, tapados por unos tablones, pero la nieve te empezaba a cubrir la cabeza y estabas ah¨ª esperando la toma, respirando despacito a trav¨¦s de la nieve, con la piel quem¨¢ndose por el fr¨ªo, con mucha angustia por la situaci¨®n, y yo pensaba todo el tiempo en esto del agua. Para eso sirven las cosas que te van pasando.

Atesora las experiencias como si fueran un combustible que no se fosiliza, que siempre puede servir para algo: los chicos del barrio que lo molieron a trompadas, el que le rob¨® la mochila, la historia tenebrosa de una novia que empez¨® minti¨¦ndole acerca de que ten¨ªa leucemia y termin¨® revel¨¢ndole que era un ¨¢ngel con una misi¨®n en la tierra, la muerte del perro.

¡ª Un d¨ªa apareci¨® Nala. Se hizo nuestra perra de la casa. Queda embarazada. Tiene ocho perros. El d¨ªa del parto, mis padres me llevan adentro. Yo ve¨ªa los pies de mis viejos pasar. Cada perrito que iba naciendo lo iban llevando. No s¨¦ qu¨¦ hac¨ªan, pero los iban sacando. Y el ¨²ltimo se lo quedan. Y le ponen ?ltimo de nombre. Un d¨ªa a Nala la envenenan. Y qued¨® ?ltimo. Mi mam¨¢ queda embarazada. Yo ten¨ªa 15. Nace mi hermano, hospital. Y un d¨ªa, cuando vuelve, dice ¡°?Y ?ltimo?¡±. A los perros ellos los ten¨ªan atados en el patio. Vamos al fondo y estaba muerto. Mi madre era la que lo alimentaba, y hab¨ªa pasado toda la semana en el hospital. Se olvidaron del perro. Qued¨® muerto. Atado al ¨¢rbol. Va mi padre, lo levanta por la cadena. Era un papel. Y me dice ¡°Mir¨¢, no pesa nada¡±.

Narra esos hechos ¡ªla muerte del perro, el f¨²tbol por imposici¨®n¡ª sin rastros de encono, en tono asc¨¦tico, como si describiera algo de lo que le interesa dar cuenta para que se entiendan el contexto y los ingredientes que le dieron forma a lo que es, a lo que lo trajo hasta aqu¨ª. Para el momento en que se convoc¨® el casting de La sociedad de la nieve, era un actor de teatro under que, para aportar a la escenograf¨ªa, acarreaba los sillones de su casa en bicicleta hasta la sala donde actuaba (¡±Una vez me llam¨® para que lo ayudara a llevar un sill¨®n al teatro ¡ªdice Felipe Ipar¡ª. Pens¨¦ que lo ¨ªbamos a llevar en camioneta, pero lo carg¨® en la bici y fuimos caminando, cuadras y cuadras arrastrando el sill¨®n. Llegamos hechos pelota y me dijo: ¡°No te preocupes, que alg¨²n d¨ªa vamos a venir ac¨¢ en la Ferrari¡±). Una de las directoras de casting de la pel¨ªcula lo vio en una obra durante un festival de teatro en Buenos Aires y lo convoc¨®. Ten¨ªa una semana para presentar un mon¨®logo grabado en video. Ensay¨®, lo grab¨® veinte veces, y al enviarlo pens¨® que, si no quedaba en el camino, quiz¨¢s lo eligieran para aparecer al menos un minuto.

¡ª Pero fui pasando, pasando. Fueron siete meses, la primera parte toda por Zoom porque est¨¢bamos en pandemia. Despu¨¦s vino Bayona a Montevideo para seguir con las pruebas. A veces yo volv¨ªa a casa y me tiraba en un sill¨®n, inerte. Estaba viviendo con Sofi y le dec¨ªa ¡°Perd¨ª la oportunidad, que tarado, estuve mal¡±. Pero qued¨¦ y me fui a Espa?a. Nunca hab¨ªa estado en Europa. Era la segunda vez en mi vida que tomaba un avi¨®n. Estuvimos ensayando dos meses en Barcelona y despu¨¦s fuimos a la monta?a, a Sierra Nevada, cuatro meses m¨¢s.

Aunque conoc¨ªa bien la historia de la tragedia de los Andes, el personaje de Numa ¡ªel ¨²ltimo de los fallecidos, un hombre que se neg¨® a comer la carne humana que los mantuvo con vida¡ª le hab¨ªa pasado desapercibido. Cuando qued¨® seleccionado para encarnarlo pens¨® que ser¨ªa un personaje m¨¢s entre tantos otros, pero la historia de Numa result¨® ser la principal, y su voz en off la que tracciona el relato.

¡ª Para prepararme me encontr¨¦ con la familia de Numa. Fui a la casa, recorr¨ª los lugares a los que ¨¦l iba. Escuch¨¦ el reflejo que esa persona dej¨® en los otros, lo que qued¨® de ¨¦l, que al final es una sensaci¨®n porque lo que recuerdan esta mechado por lo emocional, lo que les pas¨® con ¨¦l. Entonces no es ¨¦l.

Durante el rodaje, cancel¨® casi toda la comunicaci¨®n con Montevideo. Cada tanto enviaba un mensaje a su pareja, a un amigo, a sus padres, pero quer¨ªa estar concentrado en lo que ten¨ªa que hacer: subir a la monta?a, rodar, casi no comer. ¡°El hambre que estoy sintiendo hoy duele en el cuerpo ¡ªse lee en una parte del libro que escribe¡ª. Por suerte todo lo que me pasa funciona para la escena, pero igual preferir¨ªa no sentirme as¨ª. Estoy yendo a filmar una parte de la quinta expedici¨®n, donde Numa vuelve al fuselaje solo y con la pierna lastimada. Exhausto, se detiene y mientras ve un c¨®ndor que lo sobrevuela se desmaya, cayendo a la nieve rendido. El plano se mantiene en su rostro, que viendo hacia el infinito toma consciencia de lo que est¨¢ sucediendo. Toma consciencia real de la muerte en ¨¦l¡±.

¡ª Bueno, eso es al menos lo que me invento yo. Es mi juego secreto mental.

Para 'La sociedad de la nieve' tuvo que bajar 20 kilos. Ahora lleva un a?o fumando para preparar un personaje pr¨®ximo. En la imagen, lleva chaqueta en franela de lana, pantal¨®n en lana y botas biker Campo en piel, todo de Loewe.Pablo Sa¨¦z

Ese mismo d¨ªa vio, a lo lejos, la primera unidad de filmaci¨®n. Rodaban la escena en que su cuerpo muerto es cargado por el grupo para hacer un entierro simb¨®lico. ¡°Me alucinaba estar viendo eso desde la distancia, como un fantasma ¡ªescribi¨®¡ª. Ver mi propio entierro. Porque el mu?eco que est¨¢n enterrando se parece a m¨ª, y no a Numa. Son mis rasgos, la ropa es la que tengo puesta¡±.

¡ª En la pel¨ªcula estamos todos trabajando para lo mismo. Ya no importa lo que vos hagas. Es la pel¨ªcula. Esa idea me ayuda. Puedo sufrir, pero s¨¦ por qu¨¦, entonces puedo tolerar la espera, puedo tolerar el hambre. Adem¨¢s, antes de ir ya sab¨ªamos todo: nos hablaron de la baja de peso, del fr¨ªo, de la nieve. No iba a haber simulaci¨®n. No iba a ser en un set. Iba a ser en una monta?a.

El rodaje dur¨® 147 d¨ªas, buena parte de ellos en condiciones extremas. Cuando termin¨®, pesaba 49 kilos y sinti¨® que no era el fin de una filmaci¨®n sino de una era.

¡ª Me qued¨¦ unos d¨ªas en Madrid. Depresi¨®n absoluta. Nada me motivaba. Nada ten¨ªa sentido. Volver a Montevideo me demoli¨®. Yo me hab¨ªa movido much¨ªsimo, y ac¨¢ nada se hab¨ªa movido. Adem¨¢s durante el rodaje me enamor¨¦ de una persona que trabajaba en el equipo, una argentina. En el primer abrazo que le doy a Sofi, cuando nos reencontramos, descubre un brillito de la otra chica que se me hab¨ªa quedado pegado de la fiesta del fin del rodaje. El brillito aguant¨® tres duchas y doce horas de vuelo para que Sofi lo encontrara al primer abrazo. Conversamos. Le cont¨¦ todo.

Aunque no siguieron como pareja, convivieron siete meses m¨¢s en la misma casa en la que hab¨ªan pasado tres a?os, hasta que ¨¦l se fue.

¡ª Cuando empezamos a vivir ah¨ª, arrancamos el papel tapiz que estaba en las paredes y la pintamos. Todav¨ªa guardo un pedacito del papel tapiz, enmarcado.

Hacia fines de 2023, con el estreno de la pel¨ªcula inminente y previendo que recibir¨ªa cierta atenci¨®n de los medios, borr¨® todo el contenido de su Facebook y le recomend¨® a Sof¨ªa hacer lo mismo, al menos con los posteos m¨¢s personales. Despu¨¦s, le pregunt¨® a Bayona si pod¨ªa eximirlo de dar entrevistas. Prefer¨ªa no aparecer ¡°porque el actor deber¨ªa ser invisible, no conocerse ni el nombre¡±. Bayona se rio con iron¨ªa y le dijo: ¡°Mira, si todo sale como esperamos que salga, vas a haber d¨ªas en los que vas a tener que responder 30 entrevistas¡±. Entonces decidi¨® entrenarse. Ley¨® reportajes a otros actores, estudi¨® posibilidades, le pidi¨® a un amigo que lo entrevistara y ensay¨® respuestas. Adem¨¢s de los premios Goya y la nominaci¨®n al Oscar, la pel¨ªcula gan¨® seis premios Platino, entre ellos a mejor director, mejor pel¨ªcula iberoamericana de ficci¨®n y mejor interpretaci¨®n masculina, un galard¨®n que fue para ¨¦l. En todas esas galas, en todas las entrevistas que dio, se lo ve desenvuelto y c¨®modo, como si esa hubiera sido su vida desde siempre.

¡ª Es entrenamiento. Yo entend¨ª muy r¨¢pido que trabajar extra te potencia. Igual me agobia un poco todo eso. En la fiesta de los Goya hab¨ªa decenas de personas que se acercaban. Yo quer¨ªa llegar a servirme una copa y no pod¨ªa. ¡°Disculpa, ?me puedo sacar una foto contigo?¡±. En un momento sent¨ª que me estaba enojando y dije ¡°Por favor, necesito irme¡°. Estaba iracundo, al borde. Llego al hotel, tres de la ma?ana, hab¨ªa gente en las vallas, esperando. Me acerco y les digo: ¡°?Qu¨¦ hacen a esta hora ac¨¢, por qu¨¦ no se van a su casa?¡±. No lo entiendo. Los premios est¨¢n pensados para generar m¨¢s plata. El dinero no es un problema hoy para m¨ª. No tengo una ambici¨®n con eso, nunca lo tengo en cuenta como factor determinante. Yo tengo una plata para poder elegir proyectos, estoy tranquilo, y cuando tengo que decidir si hago algo me pregunto por qu¨¦ lo hago, qu¨¦ me lleva a elegirlo o a rechazarlo. Y esas preguntas me encantan porque reducen mucho el campo de aceptaci¨®n.

Enzo Vogrincic, durante el rodaje de 'La sociedad de la nieve'. Esos d¨ªas cancel¨® casi toda la comunicaci¨®n con Montevideo. Quer¨ªa estar concentrado: subir a la monta?a, rodar, casi no comer.Foto: Netflix | V¨ªdeo: EPV

En su casa pasaban d¨ªas comiendo s¨®lo fideos con manteca, y aunque le ped¨ªa a su madre que le comprara un yogur o un alfajor, incluso haciendo berrinches, no obten¨ªa resultados porque no hab¨ªa dinero. Quiz¨¢s porque aprendi¨® las lecciones de la prescindencia prefiere mantenerlas frescas. En los hoteles de lujo en los que lo hospedan deja en la puerta de la habitaci¨®n, durante toda la estad¨ªa, el cartel de ¡°No molestar¡±.

¡ª Me hace sentir inc¨®modo la parte del servicio. Te dicen ¡°Voy a ser su asistente, cualquier cosa que necesite me llama¡±. Y yo nunca necesito. Bueno, ?vamos?


Apenas se levanta, muchas personas hacen lo mismo y forman dos filas hasta la puerta del restaurante. ?Un beso, una foto para mi mujer? Ya en la calle dice:

¡ª ?Una foto para mi mujer? ?Por qu¨¦ no me pide una foto y listo, por qu¨¦ me explica que es para la mujer?

***

A lo largo de estos d¨ªas ha pasado decenas de horas rodando escenas para el teaser junto a excompa?eros de la EMAD. Una sola c¨¢mara, escenograf¨ªa precaria, vestuario recogido un poco de aqu¨ª y otro poco de all¨¢. Sabe que su presencia ayudar¨¢ a conseguir financiaci¨®n para el largometraje que su amigo quiere hacer. Cuando le pagaron mucho dinero por una campa?a determinada, llam¨® a Felipe Ipar: ¡°Me dijo ¡®Amigo, ahora s¨ª vamos a poder hacer teatro¡¯. No me dijo ¡®Ahora nos vamos a poder ir a Miami¡±.

¡ª ?Ves? Este es el pedacito de papel tapiz. Era horrible.

El cuadro es peque?o y contiene un trozo de empapelado antiguo.

¡ª Toda la casa estaba cubierta por eso.

Es otro d¨ªa como un vidrio helado, pero las ventanas del departamento est¨¢n, como siempre, abiertas, igual que la puerta del dormitorio donde se ve una cama de dos plazas sin hacer.

¡ª Me acost¨¦ tarde jugando en l¨ªnea al Rocket League. Son autos que juegan al f¨²tbol. Es muy competitivo. Juego desde hace cinco a?os y no lo controlo del todo.

En una mesa ubicada frente al sof¨¢ en el que se tumba a ver pel¨ªculas (usa proyector, no tiene televisi¨®n ) hay l¨¢pices de colores ¡ªdos cajas¡ª y dibujos hechos por ¨¦l en grandes hojas blancas. Sobre un mueble bajo, algunos libros.

¡ª No leo mucho. Leo guiones, porque las novelas me aburren. Cuentan demasiados detalles y no me dejan espacio para la imaginaci¨®n. Tampoco vi mucho cine. Es un problema, porque me hablan de un director y no lo conozco. No soy cin¨¦filo, soy ignorante. Me falta ver mucho. De teatro s¨¦ m¨¢s. Colecciono todos los programas desde la primera obra que vi.

Va hasta el cuarto, regresa con una carpeta en la que guarda decenas de programas, la mayor¨ªa de Montevideo, alguno de Buenos Aires, uno de Espa?a, y pasa los folios transparentes dentro de los cuales los conserva como quien muestra un ¨¢lbum de figuritas.

¡ª No tengo ambici¨®n. Por suerte. Debe ser agotador estar esperando algo, queriendo una cosa que no est¨¢ ah¨ª. Adem¨¢s, seguro que esas cosas, cuando lleg¨¢s a tenerlas, no deben tener el sabor que esperabas. Debe ser una desilusi¨®n. Encontrar otra pel¨ªcula que re¨²na todas las condiciones de esta, con un gran director, un gran presupuesto, no es f¨¢cil. No te pod¨¦s plantear que lo pr¨®ximo va a ser as¨ª. Te enferma eso. ?Podemos ir afuera? Hay sol.

Un d¨ªa, durante el rodaje de La sociedad de la nieve, subi¨® al telef¨¦rico que los llevaba desde la monta?a hasta el hotel. Estaba solo pero antes de que se cerraran las puertas subi¨® Bayona. En su libro se lee: ¡°Por primera vez veo la cima de las monta?as completamente nevadas. Ah¨ª voy a estar cuatro meses reviviendo esta historia, enga?ando a todas estas personas que conf¨ªan equivocadamente en m¨ª. A esta altura, ya no me pueden echar, pienso (...) Me imagino teniendo una conversaci¨®n con Bayona, con la producci¨®n, en la que me explican que la pel¨ªcula finalmente ir¨¢ por otro lado, que no me preocupe, que no es mi culpa¡±. La filmaci¨®n reci¨¦n hab¨ªa comenzado y ¨¦l sent¨ªa que no lo estaba haciendo bien, que no daba con el personaje. A pesar de eso, se atrevi¨® a preguntarle al director: ¡°?C¨®mo va la pel¨ªcula, c¨®mo la ves¡±. Y Bayona le respondi¨® con una alusi¨®n terrible: le cont¨® la historia de Terrence Malick que, despu¨¦s de filmar toda una pel¨ªcula con un protagonista determinado, en el momento del montaje se dio cuenta de que la historia deb¨ªa tener otro rumbo y el protagonista termin¨® por aparecer s¨®lo cinco minutos. Enzo entendi¨® lo que quer¨ªa decirle.

¡ª Y me desmoron¨¦. Me qued¨¦ mirando por la ventana, mudo. No pude decir nada m¨¢s.

El viaje termin¨® en silencio. Al llegar al hotel, entr¨® a su cuarto, busc¨® el guion y lo ley¨® entero, de principio a fin. Despu¨¦s empez¨® a ensayar la escena que le tocaba hacer al d¨ªa siguiente. Una vez, y otra, y otra m¨¢s. As¨ª durante horas, hasta que lleg¨® la madrugada.

¡ª Se hicieron las cuatro, las cinco de la ma?ana. Al otro d¨ªa hice lo mismo. Al otro, lo mismo. No dorm¨ª durante una semana. Entr¨¦ en una energ¨ªa m¨¢s baja, en otra frecuencia. Y funcion¨®. Cambi¨® todo. Empec¨¦ a actuar much¨ªsimo mejor.

Frunce el entrecejo para esquivar el humo del cigarro que se disuelve en el aire, g¨¦lido a pesar del sol.

¡ª Yo siempre puedo. Eso es con lo que cargo. Y cuando no puedo, busco la manera de poder. Y si tampoco puedo, me enfrento a eso. No me voy a una cueva para esconderme a temblar.

Cr¨¦ditos de producci¨®n

Fotograf¨ªa Pablo S¨¢ez
Estilismo Juan Cebri¨¢n
Producci¨®n Cristina Serrano
Maquillaje y peluquer¨ªa Raquel ?lvarez (The Crew Art) para Chanel
Asistente de fotograf¨ªa Mario Val y Juan Mart¨ªnez
Asistente de estilismo Paula Alcalde

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