Poniendo luz en la oscuridad
Se acaban de publicar dos preciosos libros de dos psiquiatras que hablan de la enfermedad mental desde otro lugar
Mi padre era un hombre de una valent¨ªa excepcional. Muchos lectores saben que fue torero de profesi¨®n; tambi¨¦n saben que yo detesto la mal llamada fiesta nacional, hoy en d¨ªa un residuo obsoleto tan solo apoyado por una minor¨ªa. Pero a lo que voy es que, eso s¨ª, para ser torero por lo general has de ser valiente. Mi padre, en cualquier caso, ten¨ªa un temple extraordinario; su muerte fue un ejemplo de serenidad y de coraje. Pero a ese hombre bravo le aterrorizaba algo. Me lo confes¨® un par de veces: ¡°Lo que m¨¢s miedo me da es la locura¡±. Tras haber sufrido yo ataques de p¨¢nico, y dado que muchas veces hay una predisposici¨®n gen¨¦tica a estos trastornos, se me ocurre que quiz¨¢ tambi¨¦n ¨¦l pasara por algo semejante. Ahora lamento que no lo hayamos comentado, mientras viv¨ªa. Madres y padres siempre se llevan a la tumba demasiada informaci¨®n esencial. Secretos que debieron ser nombrados. Si tienes la suerte de tenerlos vivos, no dejes de hablar con ellos. Porque luego las palabras no dichas borran el mundo.
Pero todo esto viene a cuento del miedo a la locura. A ver, que levanten la mano aquellos que me est¨¦n leyendo y que alguna vez hayan temido perder la cabeza. Yo alzo la m¨ªa. Mi intuici¨®n es que somos much¨ªsimos. Ya se sabe que los trastornos ps¨ªquicos han aumentado desde la pandemia. Por ejemplo, las bajas laborales por este motivo se han disparado. Si en 2016 hubo, redondeando, 284.000, en 2023 ascendieron a 604.000 y en los primeros nueve meses de 2024 se han registrado ya 469.000. Poco antes de la covid, la OMS afirm¨® que un 25% de los seres humanos iban a experimentar en alg¨²n momento de su vida un trastorno mental. Se dir¨ªa que es una cifra muy abultada (la pr¨®xima vez que vayas a un partido de f¨²tbol o a una playa llena de gente mira alrededor y ponte a contar a uno de cada cuatro), pero a m¨ª siempre me pareci¨® muy conservadora, y la realidad me est¨¢ dando la raz¨®n. Seg¨²n el informe del Sistema Nacional de Salud de 2022, m¨¢s de un tercio de la poblaci¨®n espa?ola tiene alg¨²n problema ps¨ªquico, siendo la ansiedad, los trastornos de sue?o y la depresi¨®n los males m¨¢s comunes. Y a?adir¨¦ que el sector profesional m¨¢s afectado es el sanitario. Aquellos que nos cuidan necesitan cuidados (datos sacados de un art¨ªculo de Jos¨¦ A. Gonz¨¢lez en Abc).
Tambi¨¦n es sabido que Espa?a es el pa¨ªs del mundo con mayor consumo de benzodiacepinas, es decir, de ansiol¨ªticos, y yo interpreto este inquietante r¨¦cord por el cruce de dos circunstancias: una, que, aunque la derecha lleva d¨¦cadas intentando desmontar la salud p¨²blica y ha conseguido destrozarla bastante, nuestro sistema sanitario sigue siendo bueno, de manera que todos pueden acceder a un m¨¦dico de familia. Y dos, que, en cambio, andamos cortos en el apartado de salud mental: solo hay 6 psic¨®logos y 9 psiquiatras por 100.000 habitantes, frente a los 18 y 19, respectivamente, de la media europea. Lo que quiere decir que, si en Espa?a te sientes ps¨ªquicamente mal, acudes a tu m¨¦dico de la Seguridad Social. Y ¨¦ste, que no puede derivarte a un especialista (las listas son de meses y meses), te atiza un ansiol¨ªtico.
Ahora bien, la alerta que estamos viviendo sobre el aumento de las enfermedades mentales tiene su parte positiva, porque por fin estamos hablando de algo que fue tab¨² hasta ayer. Por eso puede que la pandemia haya empeorado nuestros desequilibrios, s¨ª, pero tampoco tanto. Lo que pasa es que antes los que nos sent¨ªamos ps¨ªquicamente mal nos escond¨ªamos, disimul¨¢bamos. No ped¨ªamos la baja, para entendernos. En los casos m¨¢s graves, algunos incluso se ve¨ªan forzados a abandonar la lucha y a rendirse (dejaban el trabajo y se sal¨ªan de la vida, por ejemplo). Hoy, en cambio, estamos sacando el tema de los tenebrosos s¨®tanos del estigma y normaliz¨¢ndolo, porque algo que afecta a m¨¢s de un tercio de la poblaci¨®n no es una rareza. Y otro s¨ªntoma alentador es que parece que hay m¨¦dicos que nos acompa?an en el viaje. Se acaban de publicar dos preciosos libros de dos psiquiatras que hablan de la enfermedad mental desde otro lugar: Felices los normales, de Mercedes Nav¨ªo Acosta, y Las palabras de la bestia hermosa, de Guillermo Lahera, que lleva el revelador subt¨ªtulo de ¡®Breve manual de psiquiatr¨ªa con alma¡¯. Eso es, con alma, con luz y con taqu¨ªgrafos. Abramos los oscuros calabozos del prejuicio y liberemos a los atemorizados presos que llevamos dentro.
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