Primero prohibir el alcohol por la noche, luego... ?el helado? La pol¨¦mica fantas¨ªa del Ayuntamiento de Mil¨¢n
El plan del Consistorio italiano contra el consumo nocturno de comida para llevar y mejorar el descanso de los vecinos se topa, una vez m¨¢s, con la imparable pasi¨®n ciudadana por el ¡®gelato¡¯
Desde que el florentino Bernardo Buontalenti introdujo el sorbete en la corte de los Medici, a mediados del siglo XVI, Italia no ha dejado de consumir helados con fruici¨®n y entusiasmo. En la actualidad, seg¨²n datos del instituto italiano de estad¨ªstica (ISTAT), la producci¨®n para el mercado interno supera las 320.000 toneladas anuales, lo que equivale a un consumo medio per capita de cerca de 12 kilos de helado al a?o. Se trata de uno de los productos m¨¢s asociados al estilo de vida italiano, y degustarlos al aire libre incluso a horas intempestivas constituye para muchos un placer irrenunciable.
De ah¨ª lo enconada que est¨¢ resultando ¨²ltimamente la llamada guerra del cucurucho, un pulso entre el Ayuntamiento de Mil¨¢n, sus restauradores y al menos una parte de la ciudadan¨ªa que arranc¨® en 2013 y acaba de conocer un ¨²ltimo asalto esta primavera. El pasado 24 de abril, medios de todo el mundo se hac¨ªan eco de la decisi¨®n del Consistorio de prohibir la venta, entre las doce de la noche y las seis de la ma?ana, de productos de alimentaci¨®n para llevar, incluyendo dos de los m¨¢s populares: pizza y helados. Marco Granelli, concejal de Seguridad del Ayuntamiento, justificaba la prohibici¨®n como parte de un ambicioso paquete de medidas para mejorar la convivencia y reducir la algarab¨ªa nocturna en barrios residenciales tan concurridos como Brera, Corso Como, Arco della Pace, Navigli, Isola o Porta Romana, donde es costumbre que la gente callejee sin rumbo con un helado en la mano, perturbando, al parecer, el reposo de los vecinos.
Estaba previsto que la normativa, presentada por Granelli como un compromiso razonable entre el derecho al ocio y el derecho al descanso, entrase en vigor el 17 de mayo. Sin embargo, muy pocos d¨ªas despu¨¦s, el gobierno municipal de Giuseppe Sala, independiente de centroizquierda asociado desde 2021 al partido Europa Verde, decid¨ªa echarse atr¨¢s y centrar la prohibici¨®n, por el momento, en las bebidas alcoh¨®licas: ¡°Los helados¡±, declaraba Granelli, ¡°no son el producto cuyo consumo nos hemos propuesto limitar, as¨ª que vamos a excluirlos de la nueva norma¡±.
En las redes sociales, el cambio de parecer ha sido presentado como una nueva victoria del ir¨®nico, pero no por ello menos beligerante y activo, movimiento de protesta Occupy Gelato, que fue lanzado en 2013, en contundente respuesta al primer intento municipal de introducir un toque de queda. Por entonces, era el veterano izquierdista Giuliano Pisapia quien presid¨ªa la ciudad y quien consider¨® que, en aras de la convivencia, hab¨ªa que poner coto a las tiendas de helados abiertas hasta el amanecer. Occupy Gelato organiz¨® una sentada frente a la popular helader¨ªa Grom, al pie de la Porta Ticinese.
El acto reivindicativo dur¨® una semana y acab¨® siendo multitudinario, al contar con la adhesi¨®n espont¨¢nea de transe¨²ntes y turistas. Fue, seg¨²n la describe la periodista Carol King en Italy ?Magazine, ¡°una fiesta ciudadana¡±. En aquella ocasi¨®n, Pisapia opt¨® por zanjar el asunto haciendo p¨²blico un comunicado en el que reconoc¨ªa ¡°el derecho de los milaneses a comer helado donde y cuando deseen¡±, y atribuy¨® la controversia a un simple malentendido o un problema de comunicaci¨®n por parte del Ayuntamiento: ¡°Yo mismo adoro los cucuruchos¡±, a?ad¨ªa Pisapia, ¡°y me gusta consumirlos a cualquier hora del d¨ªa o de la noche¡±. Dados los antecedentes, resulta extra?o que Giuseppe Sala y su equipo se hayan obstinado en seguir, 11 a?os despu¨¦s, la misma ruta de Pisapia, del conato de prohibici¨®n al desistimiento casi inmediato, en cuanto la ciudadan¨ªa se moviliz¨®. En Mil¨¢n al menos, con los cucuruchos no se juega.
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