El Pazo de Meir¨¢s y los huevos de oro
Ayuntamientos, mandos y empresarios del r¨¦gimen ¡°compet¨ªan¡± por agasajar a Franco y a su esposa, que se embolsaban hasta los rendimientos de la granja de gallinas y vacas holandesas a cargo de dos guardias civiles
La docena de huevos del pazo de Meir¨¢s se vend¨ªa en Madrid a 30 pesetas en 1957. Las gallinas ponedoras trabajaban a mayor gloria del Caudillo, lo mismo que las vacas frisonas importadas de Holanda a trav¨¦s del Ministerio de Agricultura. Y cuando las aves ya no daban m¨¢s de s¨ª los ¡°guardias civiles hortelanos¡±, encargados de la granja que funcionaba intramuros, las pon¨ªan tambi¨¦n a la venta. En julio de 1966, por ejemplo, estos funcionarios p¨²blicos destinados en la empresa Pazo de Meir¨¢s Productos de la Huerta se deshac¨ªan de ¡°30 gallinas viejas¡± a cambio de 1.000 pesetas. Todo se anotaba meticulosamente en las cuentas de la Casa Civil, la instituci¨®n de la dictadura que precedi¨® a la Casa Real cuando muri¨® Franco. Y los beneficios, tal y como blandieron los propios abogados de los nietos del general¨ªsimo durante el juicio por la posesi¨®n de Meir¨¢s, se ingresaban en una cuenta particular del jefe del Estado, que tributaba por ello. Lo mismo que ocurr¨ªa con las ganancias de la madera de eucalipto (en 1957, por ejemplo, se vendieron 55 ¨¢rboles por 180.000 pesetas), la leche, los terneros o las cosechas de l¨²pulo en un tiempo en el que este cultivo triunfaba en la comarca por la creciente demanda de Estrella Galicia.
En aquel negocio particular alimentado con fondos p¨²blicos todo parec¨ªan ventajas, si se tiene en cuenta que hasta las mejores semillas de ma¨ªz h¨ªbrido eran aportadas anualmente por la Misi¨®n Biol¨®gica de Galicia, un organismo dependiente del CSIC, y que los campos se abonaban con las aguas fecales, previamente tratadas, del acuartelamiento que se construy¨® para proteger al dictador en su residencia de verano. La corte estival de Franco era un im¨¢n que atra¨ªa todo tipo favores, beneficios y agasajos en las cuatro d¨¦cadas de r¨¦gimen autoritario. ¡°La diferencia entre Franco y el Estado es cero¡±, recalcaba el pasado julio, durante el juicio, el profesor de Historia Contempor¨¢nea de la Universidade de Santiago Emilio Grand¨ªo: ¡°Se consideraba ungido por Dios, y todo giraba en torno a su persona. Por eso hablamos de franquismo, no de fascismo o nazismo¡±.
Desde el mismo momento en que los prohombres del bando sublevado organizaron la Junta Pro Pazo para regalar la mansi¨®n al dictador en 1938, se desat¨® en Galicia una suerte de ¡°competici¨®n¡± por agradar a Francisco Franco y a su esposa, Carmen Polo, explican Carlos Bab¨ªo y Manuel P¨¦rez Lorenzo en su libro Meir¨¢s. Un pazo, un caudillo, un espolio (Fundaci¨®n Galiza Sempre, 2017). Administraciones locales y empresarios se superaban en los regalos, y as¨ª las torres proyectadas por Emilia Pardo Baz¨¢n en su finca del municipio coru?¨¦s de Sada fueron convirti¨¦ndose en un abigarrado museo. El palacete fue decorado con obras de artistas como Zuloaga, Madrazo, Bertuchi o ?lvarez de Sotomayor; armas y armaduras; porcelanas y tapices; y un reguero de antig¨¹edades, desde ¨¢nforas romanas hasta v¨ªrgenes o un espectacular mascar¨®n de proa. Tambi¨¦n era y sigue siendo hoy todo un cementerio de trofeos de caza y cornamentas colgados de las paredes, y que despu¨¦s de Franco fueron engrosando sus herederos con nuevas haza?as cineg¨¦ticas del siglo XXI.
El primer verano que Franco, su esposa y su hija Carmencita disfrutaron en Meir¨¢s, seg¨²n recogen Bab¨ªo y P¨¦rez Lorenzo, el dictador ya se hab¨ªa hecho construir una pista de tenis que a¨²n utilizan sus nietos, y hab¨ªa elegido, en un d¨ªa de visita por la costa, una playa para su uso exclusivo. En el arenal de Bastiagueiro, muchas veces filmado por el NoDo, mand¨® levantar una casita y, cuando su excelencia estaba, la Guardia Civil cerraba el paraje a cal y canto. All¨ª, seg¨²n el noticiero del r¨¦gimen, hallaba ¡°descanso y sosiego¡± para su ¡°ardua labor como jefe de Estado¡±. Desde 1969, junto a la familia del dictador tambi¨¦n acudieron a la playa, y a Meir¨¢s, los entonces futuros reyes Juan Carlos y Sof¨ªa.
A pesar del incendio que arras¨® buena parte de la Torre de la Quimera (la m¨¢s alta y la favorita de Pardo Baz¨¢n) en la noche del 18 al 19 de febrero de 1978, mientras en Espa?a se fraguaba la Constituci¨®n, en las visitas a este BIC que hoy gestiona la Fundaci¨®n Francisco Franco se permite ver cuatro estancias que revelan parte de los tesoros que sobrevivieron al fuego. En la propiedad que la juez de A Coru?a Marta Canales otorg¨® esta semana al Estado (en una sentencia que ser¨¢ recurrida por los herederos) contin¨²an las estatuas de profetas de la fachada rom¨¢nica de la catedral de Santiago que la corporaci¨®n municipal regal¨® al dictador; o los tres h¨®rreos de piedra procedentes del sur de Galicia; o la r¨¦plica de un crucero pontevedr¨¦s que supuestamente se le antoj¨® a Carmen Polo. Tambi¨¦n las pilas del siglo XII de la iglesia de San Salvador de Moraime (Mux¨ªa), que fueron cargadas en un cami¨®n, con destino a Meir¨¢s, un d¨ªa despu¨¦s de la visita que efectu¨® en la d¨¦cada de los sesenta la primera dama a aquel templo.
En 1938, el mismo a?o en que la Junta Pro Pazo compraba Meir¨¢s, tras promover la cuestaci¨®n popular forzosa y la expropiaci¨®n de los bienes del contorno, el Ayuntamiento coru?¨¦s de Dodro ced¨ªa otro bello pazo del siglo XVII, que era desmontado y transportado piedra a piedra. Hoy, los singulares elementos arquitect¨®nicos -cornisas, pin¨¢culos, balaustradas, escudos- de la que hab¨ªa sido Torre del Marqu¨¦s de Benda?a aparecen distribuidos por los jardines de Meir¨¢s decorando la escalinata, las fuentes, los bancos o los macizos de hortensias. ¡°Ahora que estamos con una pandemia...¡±, coment¨® Bab¨ªo cuando declar¨® como testigo-perito en el juicio, ¡°en aquellos a?os en A Coru?a hab¨ªa una pandemia de hemorragias internas¡±. Por las noches se comet¨ªan ¡°asesinatos y cr¨ªmenes¡± y a la ma?ana siguiente en los documentos oficiales de esa Galicia que estaba en manos del bando franquista aparec¨ªa como ¡°causa de muerte¡± la ¡°hemorragia interna¡±. ¡°Hab¨ªa listas negras¡± y ¡°nadie pod¨ªa negarse¡± a dar lo que se le ped¨ªa, resum¨ªa el investigador.
En 2019 la Audiencia Provincial de Madrid otorg¨® los derechos sobre las esculturas de la bas¨ªlica compostelana a los Franco porque, ante la ausencia de un recib¨ª, seg¨²n los magistrados no se puede demostrar que las dos im¨¢genes de Isaac y Abraham que decoran la capilla del pazo sean las mismas que se hab¨ªan labrado en el taller del maestro Mateo entre 1188 y 1211. En caso de que aquellas instituciones que en vida del dictador participaron de aquella espiral de supuestos caprichos del matrimonio (consta incluso una carta que refleja el deseo de Carmen Polo de conseguir para el pazo seis faroles p¨²blicos ¡°de palomilla¡± del ¡°Madrid Antiguo¡±) quieran recuperar ahora parte de los bienes que en su d¨ªa donaron, cada pieza podr¨ªa acabar siendo objeto de una demanda civil en un rosario sin fin.
De la l¨¢mpara de Mussolini a los ¨®leos que pintaba Franco
La versi¨®n oficial de la causa del incendio que devor¨® buena parte de Meir¨¢s en 1978 fue desde el principio un cortocircuito supuestamente localizado en la instalaci¨®n el¨¦ctrica oculta bajo un falso techo. Pero el suceso de aquella noche en que los vecinos, el Ej¨¦rcito y la Guardia Civil (que tras la muerte de Franco sigui¨® custodiando el caser¨®n) trabajaron a destajo para salvar las maravillas acumuladas nunca dej¨® de estar envuelto en la pol¨¦mica. Las teor¨ªas que calaron en el pueblo fueron desde la del atentado de los detractores de un Franco ya muerto hasta la del fuego provocado para sacar del inmueble, en plena Transici¨®n, parte del millonario patrimonio que albergaba. P¨¦rez Lorenzo y Bab¨ªo reconocen que todas estas versiones son imposibles de ¡°acreditar¡±, pero reproducen testimonios como el de una persona que cuenta que ¡°en los d¨ªas previos¡± al incendio hubo un ¡°inusitado tr¨¢fico de camiones¡±, coincidente, por otra parte, con una tala de ¨¢rboles del pazo.
Durante 20 a?os, y aunque hasta 1990 siguieron trabajando en el lugar los guardias hortelanos, el pazo qued¨® inhabitable y se sucedieron intentos de compra por parte de instituciones como el Ayuntamiento de A Coru?a y la Diputaci¨®n. En el juicio sali¨® tambi¨¦n a relucir el nombre de Julio Iglesias. Fernando Quiroga Pi?eiro, suegro de una de las nietas de Franco, Arancha Mart¨ªnez-Bordi¨², relat¨® que, despu¨¦s de insistirle a la hija del dictador de que hab¨ªa que rehabilitar la mansi¨®n, ella accedi¨® y ¨¦l mismo dirigi¨® las obras a partir de 1998. Seg¨²n este testigo, el exministro franquista y entonces presidente de la Xunta Manuel Fraga se neg¨® a ayudarles y tuvieron que pagar la restauraci¨®n ¡°Carmen Franco o familiares¡±. Ante la juez, Quiroga Pi?eiro hizo un c¨¢lculo: ¡°Creo que fue del orden de los 100 millones de pesetas¡±. En la sentencia, la magistrada concluye que los Franco no tienen derecho a ser compensados al devolver el pazo al Estado porque hubo ¡°mala fe¡± en la apropiaci¨®n del inmueble.
Entre los objetos que desaparecieron bajo las llamas, la prensa citaba una l¨¢mpara de cristal de Murano que supuestamente Benito Mussolini le hab¨ªa regalado al dictador espa?ol, libros, muebles, angelotes, tapices y lienzos y una colecci¨®n de escenas de caza pintadas al ¨®leo por el propio Franco. Hoy, en el llamado sal¨®n de baile todav¨ªa luce un cuadro firmado con las iniciales F.F. en 1947. Es uno de los objetos que m¨¢s llaman la atenci¨®n a los turistas, quiz¨¢s porque les choca que la misma mano que firmaba sentencias de muerte (seg¨²n Paul Preston, ¡°tomando caf¨¦¡±) fuese capaz de plasmar el fragante ramo de flores cubiertas de gotas de roc¨ªo que cuelga de la pared.
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