¡°La sentencia de Meir¨¢s es hist¨®rica, porque es la primera que tiene en cuenta el contexto de represi¨®n franquista¡±
Carlos Bab¨ªo, nieto de una expropiada, investig¨® durante tres d¨¦cadas la historia del inmueble. Ahora se enfrenta a dos demandas de los nietos del dictador
¡°Para mi abuela, para mi padre, para mi familia entera, est¨¦n donde est¨¦n, si est¨¢n en alg¨²n lugar, hoy ser¨¢ un d¨ªa feliz, porque se ha hecho justicia¡±, celebraba ayer Carlos Bab¨ªo Urkidi, el hombre que hace ya tres d¨¦cadas empez¨® a rastrear archivos en busca de esos documentos que hace un a?o cimentaron la demanda del Estado. Bab¨ªo, vecino de Sada y exconcejal por el Bloque Nacionalista Galego, est¨¢ en la m¨¦dula de la lucha por la recuperaci¨®n p¨²blica del pazo de Meir¨¢s. Su abuela, Josefa Portela, viuda con cinco hijos, fue expropiada contra su voluntad y ¡°expulsada¡± de su casa para magnificar los terrenos del caser¨®n con el que las autoridades locales de A Coru?a quisieron agasajar al dictador y atraer el aparato del Estado a Galicia en los meses de verano. La humilde vivienda de esta mujer se transform¨® en una desangelada torre en la que vivieron durante muchos a?os los guardias civiles destinados en el pazo.
La herida jam¨¢s se cerr¨® en su familia, y el nieto ha dedicado su vida a buscar la reparaci¨®n para las v¨ªctimas. Este mi¨¦rcoles 2 de septiembre, en su opini¨®n, ha sido ¡°un d¨ªa hist¨®rico¡±, porque ¡°es la primera vez que una juez en Espa?a sentencia teniendo en consideraci¨®n el contexto de represi¨®n del Estado fascista, la dictadura, el totalitarismo de Franco¡±. Tambi¨¦n es hist¨®rico, dice, porque es un proceso ¡°protagonizado por la sociedad gallega, que ten¨ªa grabado a fuego este abuso mantenido en el tiempo¡±.
Bab¨ªo no fue el primero en reivindicar la devoluci¨®n, porque la inercia que ha desembocado en esta sentencia comenz¨® a rodar poco despu¨¦s de morir el dictador, pero s¨ª fue el investigador obstinado que hace unos a?os acab¨® pidiendo ayuda a un joven historiador, Manuel P¨¦rez Lorenzo, para dar forma de ensayo a miles de papeles y testimonios. El libro en gallego publicado por ambos, Meir¨¢s. Un pazo, un caudillo, un espolio (Fundaci¨®n Galiza Sempre, 2017), ultima ya su versi¨®n en castellano y describe todos los avatares del palacete, desde la cuestaci¨®n popular forzosa para pagarlo hasta el todav¨ªa oscuro episodio del incendio que devor¨® medio edificio tras fallecer Franco. Los autores sab¨ªan, por referencias hist¨®ricas, que hab¨ªa existido una escritura de 1938 previa a la de 1941 que la juez tacha de ficticia y que sirvi¨® a Franco para inscribir a su nombre el pazo. Pero el documento, custodiado en el Archivo de Protocolos Notariales de A Coru?a, era inaccesible para ellos.
Ese paso de gigante solo pudo darlo la Abogac¨ªa del Estado que, por lo dem¨¢s, se apoy¨® en la investigaci¨®n de Bab¨ªo y P¨¦rez Lorenzo para armar su demanda. Desde 2017, antes de que el Ejecutivo central se implicase, tanto la Diputaci¨®n de A Coru?a como el Parlamento gallego institucionalizaron esta vieja reivindicaci¨®n c¨ªvica creando sendas comisiones de expertos, con juristas e historiadores de las universidades gallegas. Las dos concluyeron, por distintos caminos, que hab¨ªa base para reclamar a los Franco la propiedad.
Mientras tanto, Bab¨ªo sigue demandado por los herederos de Carmen Franco, por lo penal y por lo civil, en dos juzgados madrile?os por declarar en televisi¨®n lo mismo que sostuvo cuando prest¨® testimonio, durante seis horas, en el juicio de Meir¨¢s. ¡°Es una situaci¨®n esperp¨¦ntica¡±, comenta el investigador, ¡°que vaya a ser juzgado por lo que ahora la juez de A Coru?a ya considera probado¡±: ¡°La estrategia de los Franco es crear temor en los medios de comunicaci¨®n y los historiadores para intentar callarlos¡±.
Bab¨ªo elogia el ¡°inmenso trabajo¡± de los abogados del Estado, ¡°que se empaparon de la historia del pazo y actuaron con profesionalidad y rigor¡± para acabar con la ¡°anomal¨ªa democr¨¢tica¡± de Meir¨¢s y la ¡°impunidad¡± de los Franco, algo ¡°ins¨®lito¡± que estaba ocurriendo en pleno ¡°sur de Europa¡±. Y mientras los abogados de los nietos del dictador ya anuncian que recurrir¨¢n la sentencia, el investigador vaticina que ¡°seguir¨¢n saliendo a la luz papeles hist¨®ricos, todos en la direcci¨®n que marca el fallo de la juez de A Coru?a¡±. Porque, de momento, a¨²n no se puede acceder a ¡°todos los archivos de menos de 50 a?os¡±, que a¨²n permanecen clasificados.
El nieto de Josefa Portela cree que cuando sea devuelto al patrimonio p¨²blico el pazo deber¨ªa honrar la ¡°memoria de Emilia Pardo Baz¨¢n¡±, ser un ¡°espacio de disfrute de la ciudadan¨ªa¡± y, sobre todo, servir de ¡°lugar de reconocimiento a las v¨ªctimas del franquismo¡±. Hoy las Torres de Meir¨¢s que mand¨® construir con aire de castillo medieval, a finales del XIX, la autora de Los pazos de Ulloa y que la Xunta declar¨® BIC en 2008 permanecen detenidas en el tiempo de Franco. Los retratos triunfales del Caudillo, los trofeos de caza, las antig¨¹edades que atesoraba Carmen Polo, el escudo preconstitucional, la biblioteca que mantiene grabado en el mobiliario, con grandes letras g¨®ticas, un rimbombante lema escrito por el dictador. Tambi¨¦n elementos constructivos de otros edificios hist¨®ricos gallegos que poco a poco fue acumulando el matrimonio, con la repetida f¨®rmula de las donaciones, en el jard¨ªn y el interior de la residencia estival del jefe del Estado. Hay blasones, balaustradas, fuentes, bancos, pilas bautismales del siglo XII.
Y dentro de la capilla asisten a todos estos acontecimientos, ancladas con hierro a una pared blanca, dos grandes estatuas procedentes de la fachada rom¨¢nica de la catedral compostelana, Isaac y Abraham, que recientemente reclam¨® el Ayuntamiento de Santiago y un juzgado madrile?o consider¨® leg¨ªtima propiedad de los Franco. Estas im¨¢genes esculpidas en granito en el taller del Maestro Mateo tendr¨¢n que emigrar a otra parte si la sentencia de la juez Marta Canales se transforma en firme. ¡°Tiempo al tiempo¡±, avisa Carlos Bab¨ªo: ¡°Las estatuas no son del pueblo por ahora... pero esa lucha no se puede abandonar¡±.
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