Juan Alarc¨®n, el ¡°primer secretario¡±
Estrecho colaborador del expresidente socialista Felipe Gonz¨¢lez
Conoc¨ª a Juan Alarc¨®n muchos a?os antes de que llegara a EL PA?S en 1983 como secretario en su delegaci¨®n andaluza. ¡°Primer secretario¡±, recuerdo que dec¨ªa de s¨ª mismo. Me sorprendi¨® su capacidad de ser muchos personajes a la vez: pod¨ªa arreglar una tuber¨ªa, conducir un coche con los pies, dise?ar una casa, hacer una fotograf¨ªa que saliera en primera de este diario, corregir un discurso a Felipe Gonz¨¢lez o, por culpa de este, equivocar al mundo creyendo todos que era un intelectual en el equipo del presidente del Gobierno. Me met¨ªa con ¨¦l dici¨¦ndole ¡°qu¨¦ disfraz usas hoy Mortadelo¡±. Calderero, sastre, soldado, esp¨ªa¡ Como un sevillano para una novela de Le Carr¨¦ que el lunes muri¨® a los 76 a?os.
Jes¨²s de Polanco lo adoraba y Augusto Delk¨¢der no quer¨ªa saber nada cuando bajaba a Andaluc¨ªa si no se lo contaba Alarc¨®n. Recog¨ªa las cr¨®nicas de los corresponsales por tel¨¦fono y se las correg¨ªa sobre la marcha. Los novatos no pod¨ªan entender que les dijera ¡°esa coma no va; haz un punto y aparte. ?D¨®nde te ense?aron a escribir, chaval?¡±. Si cre¨ªas perder la dignidad, estabas listo. Se lo hizo una vez a Joaqu¨ªn Vidal en una cr¨®nica de toros y este, socarr¨®n, se lo acept¨®.
Pod¨ªa decirte barbaridades que todos le admit¨ªamos y re¨ªamos por ese extra?o y aut¨¦ntico sentido de las cosas, ir¨®nico y procaz, que ejercitaba con todos y cada uno. Su mirada era como un esc¨¢ner que en segundo y medio descubr¨ªa qui¨¦n era su interlocutor y c¨®mo hab¨ªa que entrarle para, sin ofender, decirle las cosas muy claras y que luego le invitara a un colacao. Era un ba?o de realidad en medio de la Redacci¨®n con un almac¨¦n de ternura disimulada que ejerc¨ªa en los momentos oportunos.
Aprend¨ª mucho de su manual de supervivencia callejera y me resulta muy dif¨ªcil escribir de ¨¦l sin romperme en pedazos, como nos est¨¢ pasando a todos los que lo conocimos. Su complicidad y amistad con Felipe Gonz¨¢lez, de quien fue ch¨®fer muchos a?os, fue absoluta en los tiempos de la clandestinidad y lo ha seguido siendo hasta hoy. Si ten¨ªa que guardar un secreto se lo llevar¨ªa hasta la tumba. ¡°Si me detuviera la Social, antes del primer bofet¨®n pedir¨ªa papel y pluma y contar¨ªa desde el paleol¨ªtico hasta hoy sin pausas¡±, bromeaba.
Seguro que le hubiese gustado contar chistes y aventis en su funeral. No ha podido ser, pero todos recordamos lo mejor de su repertorio de vida.
Pablo Juli¨¢ fue fot¨®grafo de EL PA?S en Andaluc¨ªa entre los a?os 1983 y 2006.
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