Las familias represaliadas por Franco entran al fin en el pazo de Meir¨¢s
Descendientes de v¨ªctimas y colectivos memorialistas inauguran las visitas a los jardines de la torres recuperadas por el Estado
¡°El relato ha cambiado y que estemos aqu¨ª, en el pazo de Meir¨¢s, es el s¨ªmbolo¡±, resume Valent¨ªn Garc¨ªa B¨®veda, nieto de Alexandre B¨®veda, funcionario y relevante intelectual galleguista de la II Rep¨²blica, asesinado en agosto de 1936 tras un juicio sumar¨ªsimo que la familia trata sin ¨¦xito de anular desde hace d¨¦cadas. Igual que en Valent¨ªn y su madre, Amalia B¨®veda, este 1 de julio de 2021 quedar¨¢ siempre grabado a fuego como una gran conquista para el grupo de parientes de represaliados, asociaciones memorialistas y gallegos encarcelados en la dictadura por sus ideales pol¨ªticos que a¨²n viven. No todos, pero una buena representaci¨®n de ellos entr¨® este jueves en Meir¨¢s en la primera de las visitas p¨²blicas al palacete de Sada (A Coru?a) tras su recuperaci¨®n por el Estado.
Alguno decidi¨® acudir con camiseta tricolor, roja, amarilla y morada, y se dejaba fotografiar en el gran vest¨ªbulo del pazo a los pies del cuadro de Zuloaga que representa a Franco vestido de falangista, con boina de requet¨¦, envuelto en la bandera rojigualda de tiempos de la dictadura. Otros, como los nietos de Josefa Portela, una viuda con cinco hijos que perdi¨® su casa cuando los prebostes del r¨¦gimen decidieron engrandecer la finca a costa de tierras ajenas, llegaron con un ramo de claveles rojos. Casi al final del recorrido, los tres primos, Mar¨ªa Teresa Bab¨ªo, Juan P¨¦rez Bab¨ªo y Carlos Bab¨ªo, se repartieron las flores para depositarlas al pie de aquella vivienda familiar que (despu¨¦s de transformarse en un adefesio de cemento con almenas) sirvi¨® de residencia de los guardias civiles que cuidaban el pazo, las vacas y las gallinas de la granja ubicada intramuros. Era Franco el que se embolsaba los beneficios de la venta de la leche y de los huevos de aquella explotaci¨®n sostenida con fondos p¨²blicos.
La abuela de los Bab¨ªo guard¨® siempre un doloroso silencio sobre aquel proceso de expropiaci¨®n forzosa tras el que tuvo que marcharse a vivir con los suyos a la casa de unas monjas, mientras dos de sus hijos hab¨ªan sido reclutados por el bando sublevado para combatir en el frente de Teruel. Pero fue probablemente aquel miedo a hablar el que despert¨® la curiosidad en su nieto Carlos, el investigador que empez¨® a rastrear la historia de Meir¨¢s cuando la mayor¨ªa de los archivos estaban clasificados y cuyo trabajo sirvi¨® de base al Estado en la demanda que present¨® en 2019 contra la familia Franco. Hasta entonces parec¨ªa remota la posibilidad de recuperar un bien que, seg¨²n dos sentencias judiciales todav¨ªa no firmes, fue regalado a Franco en calidad de Jefe del Estado y sostenido con fondos p¨²blicos hasta la transici¨®n.
Hasta el domingo, el Ayuntamiento de Sada, actual encargado de la gesti¨®n de las visitas, ha programado recorridos con grupos de familiares de v¨ªctimas, asociaciones que se significaron en la reivindicaci¨®n de Meir¨¢s como espacio de memoria y cargos institucionales. A partir del domingo 4 de julio, las puertas quedar¨¢n francas a todo el p¨²blico, aunque es necesario reservar. Los cuatro primeros d¨ªas desde que se abri¨® el plazo de solicitudes se apuntaron unas 300 personas. Puede obtenerse informaci¨®n en la p¨¢gina de Turismo de Sada, a trav¨¦s de la direcci¨®n turismo@sada.gal o del tel¨¦fono 638421054. De momento, no hay gu¨ªas contratados. Son el propio Carlos Bab¨ªo y el historiador Manuel P¨¦rez Lorenzo, autores del libro Meir¨¢s, un pazo, un caudillo, un espolio, los que brindan las explicaciones. Y la historia contada es muy diferente al relato que hac¨ªa la Fundaci¨®n Francisco Franco cuando, hasta finales de 2020, se encargaba de la gesti¨®n del enclave.
Lo que se puede ver por el momento son los jardines, la capilla y el recibidor de la mansi¨®n. Tambi¨¦n llegar a algunos rincones antes inexplorados por los visitantes que la familia Franco ten¨ªa la obligaci¨®n legal de aceptar cuatro d¨ªas al mes, por tratarse de un sitio hist¨®rico declarado Bien de Inter¨¦s Cultural. Pero no se puede acceder todav¨ªa a los salones, las tres bibliotecas o los dormitorios de las torres. Para esto, seg¨²n fuentes de la Delegaci¨®n del Gobierno, no hay fecha prevista. Y depender¨¢ en gran medida de cu¨¢ndo se resuelva el enfrentamiento judicial entre el Estado y los herederos del dictador por los muebles del pazo. Por ahora, nada se toca. Ni las raquetas de p¨¢del de los nietos y bisnietos del general¨ªsimo, que siguen arrumbadas en el mismo rinc¨®n de siempre.
Las cuadrillas encargadas de preparar la finca de Meir¨¢s para las visitas han llevado a cabo un desbroce radical de la maleza. A¨²n se pueden ver las marcas de las ruedas de la maquinaria pesada contratada por la Administraci¨®n central. Hac¨ªa falta un ¡°rareo¡±, comenta un responsable municipal, pero ¡°se pasaron¡±. En la tierra se pueden ver talados y derrumbados algunos troncos muy gruesos que revelan la edad de los ¨¢rboles sentenciados, supuestamente para mejorar la vista de otros ejemplares m¨¢s singulares. Pese a estas llamativas bajas, entre el rar¨ªsimo bosque de ca?as de la India, el cocotero de Chile, el paseo de magnolios, los viejos camelios, las hortensias en flor y los eucaliptos centenarios que crecen en el lugar desde tiempos de la escritora Pardo Baz¨¢n ¡ªque proyect¨® y construy¨® el inmueble entre 1894 y 1910¡ª, el recorrido da para descubrir los elementos decorativos que fueron llegando de otros lugares de Galicia para agasajar a Franco.
Dos g¨¢rgolas reci¨¦n identificadas
Son incontables objetos: desde pilas bautismales, h¨®rreos y cruceros hasta escudos y pin¨¢culos barrocos de un aut¨¦ntico pazo (Meir¨¢s, en realidad, no responde a esta tipolog¨ªa tradicional), el de Benda?a en Dodro (A Coru?a), que se traslad¨® pieza a pieza hasta aqu¨ª. P¨¦rez Lorenzo y Bab¨ªo identificaron hace a?os estas piezas dispersas y reutilizadas por orden personal de Franco en la construcci¨®n de otros elementos del jard¨ªn, pero siguen teniendo sorpresas: un d¨ªa antes de inaugurarse las visitas, descubrieron que dos descomunales g¨¢rgolas del desmantelado pazo de Dodro componen ahora la base de un banco de piedra. Ayer descansaban sentados en ¨¦l los sobrinos de Antonio Carballeira, vecino de Sada asesinado en 1936.
El viaje a las entra?as de los jardines, en un itinerario que comienza en el portal¨®n de hierro (y todav¨ªa con agujeros de bala) que Franco mand¨® traer desde el Alc¨¢zar de Toledo, permite adem¨¢s escuchar una narraci¨®n jam¨¢s pronunciada hasta ahora en este recinto de nueve hect¨¢reas. Se habla de ¡°r¨¦gimen de terror¡± para definir el franquismo. Se cita a sindicalistas represaliados de la comarca, como el propio Carballeira y Manuel Prego. Se habla de los que viv¨ªan escondidos o escapados en los montes a poca distancia de la residencia estival del jefe del Estado. Se explica que ¡°evidentemente¡± la suscripci¨®n popular para regalar el pazo a Franco ¡°no fue voluntaria¡±, porque ¡°los falangistas iban llamando puerta a puerta¡± y hab¨ªa listas de ¡°buenos y malos patriotas¡±. Se comenta que los adornos recolocados por el caudillo para decorar el palacete se pusieron ¡°sin criterio¡± hist¨®rico y art¨ªstico. Se recuerda que a los vecinos de Sada los obligaban a comprar tela roja y amarilla para fabricar banderas y recibir con alegr¨ªa desde los balcones al dictador cada verano. Y tambi¨¦n que se encarcelaba por prevenci¨®n a los que ten¨ªan ¡°antecedentes¡± pol¨ªticos durante las vacaciones del aparato del Estado. Tambi¨¦n se afirma, con base a dos sentencias judiciales, que Franco ¡°cometi¨® fraude¡± al simular una compraventa del pazo en 1941 con el fin de inscribir el pazo a su nombre en el registro de la propiedad.
El Ayuntamiento de Sada, en colaboraci¨®n con la Asociaci¨®n Cultural Irm¨¢ns Su¨¢rez Picallo, ha editado una gu¨ªa para visitar Meir¨¢s con fotos hist¨®ricas, desde tiempos de Baz¨¢n, en la que se resumen los hitos del inmueble construido sobre la base de una fortaleza del siglo XVI. Ahora se habla de ¡°represi¨®n y expolio¡±, e incluso de una transici¨®n a la democracia en la que el pazo era heredado por la familia del dictador, ¡°condecorada con t¨ªtulos nobiliarios¡± mientras en el pueblo ¡°surg¨ªa una reivindicaci¨®n¡± para incorporar el bien al patrimonio p¨²blico.
¡°Hace much¨ªsimos a?os que tendr¨ªamos que haber vivido este momento. Por desgracia, muchos colegas murieron ya y no pueden tener la felicidad que yo tengo hoy¡±, lamenta Suso D¨ªaz, hist¨®rico sindicalista ferrolano y padre de la ministra de Trabajo, Yolanda D¨ªaz. ¡°Pero es que la ley de Memoria Hist¨®rica de Zapatero en 2007 era muy modesta¡±, critica, ¡°esperemos que aprueben ahora una mejor, que ilegalice algunas asociaciones como la Fundaci¨®n Franco, un grupo [de exaltaci¨®n del dictador] que ser¨ªa imposible que existiese en Italia o Alemania. Aqu¨ª, sin embargo, est¨¢ amparada para expresarse a favor de la dictadura. Las c¨²pulas de la justicia no est¨¢n a la altura de las circunstancias¡±.
¡°Me encantar¨ªa que mi hermano viviera este d¨ªa¡±, dice emocionada mientras atraviesa el bosque de ca?as la viguesa Mar¨ªa Flor Baena, que ten¨ªa 18 a?os cuando mataron al mediano de la casa. Xos¨¦ Humberto Baena muri¨® con 27 a?os y fue uno de los ¨²ltimos ejecutados del r¨¦gimen, el 27 de septiembre de 1975 en Hoyo de Manzanares. Era miembro del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota) y le acusaron de matar a un polic¨ªa. Una testigo presencial, al ver su foto por la tele, fue corriendo a comisar¨ªa a advertir de que ese chico moreno y de bigote no era el ¡°rubio y con barba¡± que ella hab¨ªa visto matar al agente. ¡°Humberto siempre lo neg¨®¡±, defiende la hermana, que viajaba a Madrid todos los s¨¢bados ¡°para verlo 20 minutos¡±, durante los dos meses que estuvo encarcelado. En la ¨²ltima visita antes de la ejecuci¨®n, revela Flor, ¡°mi padre le volvi¨® a preguntar si hab¨ªa sido ¨¦l, porque si hab¨ªa sido, al menos la familia no se quedar¨ªa para siempre con el malestar de la injusticia¡±. ¡°Pap¨¢, no mat¨¦ a ese hombre, sabes que yo nunca miento¡±, respondi¨® el condenado a morir apenas dos meses antes de la muerte de Franco. ¡°Mi hermano¡±, recuerda con tristeza la visitante de Meir¨¢s, ¡°no pod¨ªa ver sufrir ni a una paloma herida¡±.
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