Las denuncias de los timados por Jonathan, el ¡®amigo¡¯ estafador
La Polic¨ªa investiga las quejas de varias personas de Ibiza contra un hombre que les burl¨® 83.000 euros
Esta historia comienza en 2018 en un restaurante de comida familiar en pleno centro hist¨®rico de Ibiza. El encargado del local, Diego Romero, conoci¨® ese a?o al que se convirti¨® en uno de sus mejores amigos primero y en la causa de todos sus dolores de cabeza despu¨¦s. Jonathan. D. C., originario de Sitges, el t¨ªpico cliente amable y hablador, se present¨® como directivo de un conocido grupo hotelero que estaba disfrutando de una excedencia como secretario judicial en los juzgados de la isla. Con el tiempo todo result¨® ser falso. Diego y su amiga Susana Fern¨¢ndez han denunciado a Jonathan por presuntamente haberse quedado con 73.000 euros que le entregaron bajo la promesa de obtener una vivienda procedente de un embargo judicial ¡ªen el caso de ¨¦l¡ª y de altas rentabilidades por inversiones en el mercado de divisas ¡ªen el de ella¡ª. Una tercera v¨ªctima del c¨ªrculo de amigos, que prefiere no dar su nombre, le entreg¨® 10.000 euros que tampoco le ha devuelto.
¡°Es una persona que se vende bien, que tiene don de gentes¡±, relata Romero, que entabl¨® una relaci¨®n con el denunciado porque se convirti¨® en uno de los clientes asiduos del restaurante. Ambos comenzaron a mantener una amistad m¨¢s all¨¢ del trabajo y la v¨ªctima lo introdujo poco a poco en su c¨ªrculo de ¨ªntimos. El grupo hac¨ªa excursiones, quedaba para cenar, para tomar un caf¨¦ y hasta se apuntaron a clases de ingl¨¦s juntos. ¡°Era superamable, siempre ten¨ªa una buena palabra, detallista, encaj¨® muy bien en el grupo y jam¨¢s habr¨ªa pensado que pod¨ªa ser un estafador¡±, cuenta la v¨ªctima an¨®nima, que califica al denunciado de ¡°mentiroso compulsivo¡±. Susana opina que conquist¨® a las personas del grupo porque se apuntaba a todos los planes: cumplea?os, quedadas, barbacoas, aunque a veces presum¨ªa y les lleg¨® a decir que hab¨ªa comprado hasta tres viviendas en Ibiza.
Jonathan se fue involucrando cada vez m¨¢s a nivel emocional. Contaba sus vivencias, los problemas con sus parejas y daba consejos al resto de amigos. ¡°?l estaba al tanto de que yo me estaba separando de mi pareja y que lo estaba pasando muy mal, que estaba en tratamiento. En 2020 le cont¨¦ que hab¨ªa recibido 75.000 euros despu¨¦s de liquidar la propiedad que ten¨ªa a medias con la que ya era mi ex¡±, cuenta Diego. Para entonces, Jonathan hab¨ªa hecho ver que manejaba dinero y contactos: les mandaba fotos en hoteles cuando viajaba por trabajo, se retrataba en aviones, invitaba a cenas y en el confinamiento firmaba salvoconductos para trabajadores del grupo hotelero para el que dec¨ªa trabajar como alto directivo. En diciembre Jonathan le coment¨® a Diego que en el cat¨¢logo del juzgado hab¨ªa un piso de embargo a buen precio y que quiz¨¢s le interesara comprarlo con el dinero que hab¨ªa ingresado de la venta del inmueble que hab¨ªa compartido con su expareja.
Era dif¨ªcil decir que no. Se trataba de una vivienda en plena avenida de Espa?a de Ibiza que estaba al 50% del precio de mercado y se pod¨ªa adquirir por 157.715 euros en una de las ciudades con el precio de la vivienda m¨¢s cara del pa¨ªs. ¡°Quise ver la casa, pero Jonathan me dijo que los pisos de embargo no se pod¨ªan visitar porque a¨²n ten¨ªan residentes en su interior¡±. El denunciado le explic¨® a Diego que ten¨ªa que consignar el 40% del valor del piso en una cuenta bancaria para hacerse con el inmueble, algo que no levant¨® sus sospechas porque Jonathan le hab¨ªa insistido en que era abogado y secretario judicial en excedencia. ¡°En ning¨²n momento se me ocurri¨® desconfiar. Me pas¨® un n¨²mero de cuenta para ingresar los 63.000 euros y me dijo que la vivienda quedar¨ªa bloqueada. Hice la transferencia en dos partes porque era mucho dinero, no pregunt¨¦ demasiado porque encima pensaba que me estaba haciendo un favor porque trabajaba mil horas al d¨ªa y estaba sacando tiempo para esto¡±, sostiene.
Desde ese momento todo se torci¨®. ¡°En una cena con amigos, cuando cont¨¦ todo, ellos empezaron a sospechar. Llamamos a la cadena hotelera y nadie sab¨ªa nada de ¨¦l, incluso mandamos una foto. Por otro contacto tambi¨¦n descubrimos que jam¨¢s hab¨ªa trabajado en los juzgados¡±, explica Diego. La hipoteca que supuestamente le hab¨ªan preconcedido para pagar el inmueble no exist¨ªa y el piso jam¨¢s hab¨ªa estado embargado. La v¨ªctima an¨®nima cuenta que descubrieron que hab¨ªa pagado a un chico de Barcelona para que se hiciera pasar por su novio delante del grupo en algunas fiestas. ¡°Se hab¨ªa montado una vida ficticia¡± subraya. A Susana Fern¨¢ndez, durante una barbacoa, le lanz¨® el anzuelo sobre las bondades de invertir en el mercado de divisas. Un d¨ªa le telefone¨® y le dijo que iba a cerrar el asunto y que necesitaba que le transfiriera 3.000 euros de forma inmediata si quer¨ªa participar en la operaci¨®n. ¡°Lo hice y quedamos en que llamar¨ªa para irme informando. Hasta que todo estall¨® por los aires y nos dimos cuenta de que todo era mentira¡±, cuenta Susana, que le dej¨® infinidad de mensajes sin obtener respuesta.
El grupo de amigos decidi¨® hacerle una encerrona y que se viera obligado a devolver el dinero, pero Jonathan reaccion¨® a la defensiva y les dijo que se estaban equivocando y que se arrepentir¨ªan de todo. A pesar de las llamadas y de los mensajes insistentes, Diego solo ha logrado recuperar 1.800 euros y su compa?era alrededor de 1.000. Susana todav¨ªa no ha visto ni un euro. Otros damnificados se han puesto en contacto con el grupo de amigos para advertir de que pasaron por situaciones parecidas, aunque la mayor¨ªa son reacios a denunciar porque han pasado muchos a?os. El denunciado por estafa no ha respondido a las llamadas de este peri¨®dico. El grupo espera que la justicia le haga pagar por la ¡°estafa econ¨®mica y emocional¡± que han sufrido. El 25 de mayo Jonathan D. C. mand¨® un ¨²ltimo mensaje al grupo de WhatsApp de la pandilla en el que anunciaba que la semana siguiente se pondr¨ªa en contacto con ellos. No han vuelto a saber de ¨¦l.
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