El tap¨®n fronterizo de Ceuta y Melilla en la frontera sur de Europa
Las dos ciudades aut¨®nomas en territorio africano ejercen de parapeto del aluvi¨®n de migrantes en tr¨¢nsito a Europa
Hamed se?ala en el horizonte las tumbas de los miembros de su familia, enterrados a menos de un kil¨®metro de su balc¨®n, con vistas a la playa y a la valla perimetral que delimita los 19 kil¨®metros cuadrados que encierran Ceuta. ¡°Tengo dos hermanas en Marruecos¡±, cuenta, ¡°una muri¨® el a?o pasado y la enterraron all¨ª. No pude ni visitarla siquiera. Tuve que salir carretera arriba para verla¡±.
All¨¢ donde Hamed segu¨ªa las exequias, a un par de callejones de su edificio, una se?al de tr¨¢fico indica la prohibici¨®n de acceso a veh¨ªculos por la carretera restringida que contin¨²a solo en ocasiones a pie de valla. Un guardia civil se dirige al octogenario: ¡°No puede estar ah¨ª¡±. El hombre regresa cabizbajo por la cuesta que se adentra desde el barrio de la Cabiliya, en el extremo m¨¢s al norte de la frontera, a Benz¨². Por ese mismo espig¨®n comenz¨®, el 17 de mayo, una crisis fronteriza que ha puesto patas arriba la ciudad.
La vida de este vecino condensa la historia de Ceuta y de buena parte de sus 85.000 habitantes. Naci¨® en Oued el Marsa, al otro lado de la llamada Mujer Muerta, una monta?a que interrumpe la vista de la costa marroqu¨ª desde el puesto fronterizo de Belyounes, cerrado desde 2019 tras un salto colectivo. Se asent¨® en ese trocito de tierra que su familia compr¨® en 1953, cuando se resquebrajaba el Protectorado espa?ol en un Marruecos que celebraba su independizaci¨®n tres a?os despu¨¦s. ¡°Entonces eso era horrible¡±, rememora. ¡°Ven¨ªa la gente andando, empezaban los tiros, hasta que se tranquiliz¨® la cosa, en el 75 o 76 por lo menos¡±. Fue el a?o en que se construy¨® la primera valla. 45 a?os despu¨¦s es una triple alambrada de ocho kil¨®metros en Ceuta y 11 en Melilla. Este a?o se invertir¨¢n 2,1 millones de euros en mantenimiento.
Ceuta y de Melilla son los ¨²nicos enclaves europeos en el continente africano. Haizam Amirah Fern¨¢ndez, investigador principal de Mediterr¨¢neo y Mundo ?rabe del Real Instituto Elcano, explica: ¡°No solo se trata de una frontera entre dos Estados con un gran escal¨®n econ¨®mico y grandes diferencias en el sistema pol¨ªtico y en lo social; tambi¨¦n son territorios sobre los que uno de los dos pa¨ªses hace reclamaciones formuladas por v¨ªas oficiales o, con mayor frecuencia, oficiosas¡±.
Noem¨ª Alarc¨®n, presidenta del Comit¨¦ de Migraciones del Consejo de la Abogac¨ªa Europea, compara las ciudades aut¨®nomas con otros territorios exteriores de la Uni¨®n Europea, como Polonia o los Balcanes, donde se establecen ¡°zonas de tr¨¢nsito¡± antes de permitir el acceso a suelo europeo.
Pablo Ceriani, especialista en migraciones y asesor de Unicef, incide: ¡±Esas fronteras son unos limbos jur¨ªdicos en los que no se aplica el Derecho Internacional en materia de derechos humanos. Hay una combinaci¨®n de factores, el m¨¢s cl¨¢sico, de control fronterizo, con todo lo que ocurre en esos contextos de violencia, pr¨¢cticas de devoluci¨®n, represi¨®n y las condiciones de extrema vulnerabilidad en las que est¨¢ la poblaci¨®n del otro lado intentando encontrar una manera de cruzar. Y luego est¨¢ esa otra etapa que le sigue de no poder salir: ?Qu¨¦ pasa con quienes ya cruzaron la frontera terrestre, que jur¨ªdicamente est¨¢n en Europa, pero geogr¨¢ficamente est¨¢n en ?frica y tienen que cruzar el mar?¡±.
Bloqueo es el t¨¦rmino clave. Brandon, camerun¨¦s de 27 a?os lo teme. Est¨¢ acogido en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Ceuta desde mayo, cuando cruz¨® nadando desde Marruecos. ¡°Estoy esperando el momento de salir de este maldito lugar¡±, clama el joven, impaciente. Acaba de despedir a uno de sus amigos que embarc¨® esta semana rumbo a la Pen¨ªnsula en uno de los traslados gestionados entre el Ministerio del Interior y la Secretar¨ªa de Estado de Migraciones para despejar el CETI. ¡°Quiero llegar a la gran Espa?a¡±, dice en referencia a la Pen¨ªnsula. Su objetivo es acabar en B¨¦lgica, donde reside el compa?ero de fatigas que lo anim¨® a salir de Camer¨²n hace cuatro a?os. ¡°Ten¨ªa trabajo all¨ª antes de la crisis¡±, refiere, ¡°pero abandon¨¦ mi pa¨ªs y la guerra entre milicias porque ya se ha derramado demasiada sangre¡±.
Brandon es uno de esos peones en el ajedrez fronterizo que se juega en las ciudades aut¨®nomas, como en Canarias. La reactivaci¨®n de la ruta que dio origen a la ¡°crisis de los cayucos¡± en 2006 amenazaba con reproducir, desde 2019, el escenario dantesco de Lesbos, la isla griega en la que 20.000 mil personas malvivieron durante cuatro a?os. ¡°Lesbos es Lesbos y Canarias es Canarias¡±, sentencia Txema Santana, asesor de Migraciones de la Vicepresidencia del Ejecutivo canario, ¡°?estamos aisladas? S¨ª; ?nos usan como escudo para no llegar al continente? S¨ª; pero Lesbos es una isla peque?a y Canarias son ocho islas con dos millones de personas, una econom¨ªa tur¨ªstica potente y m¨¢s peso en el PIB¡±. M¨¢s de 22.000 personas llegaron al archipi¨¦lago en 2020. En lo que va de a?o son m¨¢s de 8.200 las llegadas
En Ceuta, Bilal Dadi es el presidente de una de las asociaciones de empresarios del pol¨ªgono de El Tarajal, donde el Ejecutivo aut¨®nomo ha alquilado hasta siete naves como refugio precario de cientos de marroqu¨ªes que permanecen en la ciudad. M¨¢s de 12.000 accedieron en los dos d¨ªas de crisis, seg¨²n la Delegaci¨®n del Gobierno. Unos 7.500 fueron devueltos en caliente o regresaron voluntariamente en las primeras semanas. ¡°Esto es un segundo CETI¡±, clamaba hace un mes el empresario, que hasta este verano reivindicaba un plan de reconversi¨®n de los almacenes desde los que antes se dirig¨ªa el llamado ¡°comercio at¨ªpico¡± hacia la frontera con Marruecos. ¡°Han convertido esto en un campo de refugiados¡±.
Existe algo de cr¨®nico en la situaci¨®n ¡°excepcional¡± que vive desde hace tres meses y medio Ceuta, que, como Melilla, es en s¨ª una excepci¨®n. La emergencia ha servido de coartada para que el Gobierno aut¨®nomo, la Delegaci¨®n del Gobierno y el Ministerio del Interior intentasen sentar un precedente con las repatriaciones de al menos 55 ni?os sin cumplir con las garant¨ªas a las que obliga la legislaci¨®n espa?ola e internacional, como la tramitaci¨®n de expedientes individualizados. La intenci¨®n es devolver a Marruecos a m¨¢s de 500 menores de los 700 tutelados por la administraci¨®n desde mayo y que est¨¢n acogidos en recursos temporales.
La cifra excede cualquier cuota con la que pueda cargar el territorio. Ceuta acoge el 10% de los menores extranjeros tutelados en Espa?a, con un 0,18% de la poblaci¨®n, seg¨²n el Gobierno aut¨®nomo. ¡°Es como si llegaran a Madrid 40.000 menores no acompa?ados en dos d¨ªas, imag¨ªnenlo¡±, record¨® Vivas durante su encuentro con S¨¢nchez. En Melilla, esa cifra se dispara. A comienzos de 2020, justo antes de que se decretase en mayo el estado de alarma, hab¨ªa m¨¢s de 1.000 menores extranjeros bajo tutela de los servicios sociales para una poblaci¨®n de 86.000 habitantes. En diciembre de 2021, ese n¨²mero rozar¨¢ m¨ªnimos hist¨®ricos, pero solo porque m¨¢s de 700 menores habr¨¢n cumplido en estos dos a?os la mayor¨ªa de edad.
La crisis sanitaria dibuj¨® en Melilla un escenario que auspici¨® un verano de motines y sentencias revocando los intentos de cierre del CETI y otros recursos de acogida, como la Plaza de Toros, donde llegaron a vivir 450 personas en literas plantadas en los pasillos que salen al tendido. En siete meses, Interior solo autoriz¨® tres traslados a la Pen¨ªnsula, pese a que en 2020 las cifras de llegadas batieron un r¨¦cord a la baja merced al cierre fronterizo decretado por Marruecos por la pandemia. El goteo, sin embargo, ha sido incesante, como la llegada de cuerpos a los rompeolas y playas durante la primera mitad del a?o y que ahora se repite en Ceuta.
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