Sol-G¨¦nova, la historia del eterno canibalismo del PP
Ya hubo esp¨ªas, corrupci¨®n, dosieres... pero nunca una guerra tan p¨²blica y tan dram¨¢tica entre dos examigos sin diferencias ideol¨®gicas que rompen el partido
El PP repite su historia, pero esta vez en forma de tragedia. El drama que vive estos d¨ªas parece cerrar un c¨ªrculo eterno de canibalismo que casi siempre tiene dos sedes como protagonistas, la Puerta del Sol, donde est¨¢ la presidencia de la Comunidad de Madrid, y la calle G¨¦nova, donde pese a las promesas de Pablo Casado sigue la sede del partido. La gran diferencia con crisis anteriores es que esta vez entre los dos protagonistas, Pablo Casado e Isabel D¨ªaz Ayuso, amigos desde los 18 a?os, no hay ninguna discrepancia ideol¨®gica. Ni sobre el rumbo del partido, ni sobre cuestiones de fondo: es pura y dura lucha por el poder. Pero aunque esta vez todo es m¨¢s descarnado, m¨¢s p¨²blico, y m¨¢s irreconciliable, hay muchas similitudes con el pasado.
Hay quien bromea en el PP con la idea de que es inevitable que cualquiera que se siente en el despacho de la presidencia de la Comunidad de Madrid, una sala enorme y luminosa, de blanco inmaculado, con vistas a la Puerta del Sol, empiece a pensar casi de forma inmediata en que si ha llegado hasta ah¨ª, tambi¨¦n podr¨ªa dar un paso m¨¢s hasta La Moncloa. Le pas¨® a Alberto Ruiz Gallard¨®n, a Esperanza Aguirre, a Cristina Cifuentes y ahora a Isabel D¨ªaz Ayuso.
Aguirre vivi¨® un fen¨®meno muy parecido al de Ayuso. Lleg¨® al poder casi de rebote, cuando dos tr¨¢nsfugas del PSOE forzaron una repetici¨®n electoral en la que la izquierda, que hab¨ªa ganado la primera vez, se desmoron¨®. Pero en cuanto se hizo con el control de la Puerta del Sol, Aguirre, como Ayuso, subi¨® como la espuma en popularidad y empez¨® una racha de victorias aplastantes y un apoyo medi¨¢tico arrollador. Y arranc¨® su batalla para descabalgar a un Mariano Rajoy que, como Casado, cada vez estaba m¨¢s debilitado por sus malos resultados electorales y viv¨ªa acorralado en la s¨¦ptima planta.
Rajoy, como el actual l¨ªder, tambi¨¦n ten¨ªa dosieres en el mismo despacho que ahora ocupa su sucesor. All¨ª llega informaci¨®n de todo tipo. Pero ¨¦l nunca los hizo p¨²blicos. Hubo uno muy famoso de Ignacio Gonz¨¢lez, la mano derecha de Aguirre, del que todos hablaban en G¨¦nova 13. Nunca vio la luz, pero sirvi¨® para tomar decisiones.
La tensi¨®n entre Aguirre y Rajoy fue similar a la que se vive ahora entre Casado y Ayuso. Aunque hab¨ªa una gran diferencia: ellos no ven¨ªan del mismo sector del PP, eran un conservador y una liberal enfrent¨¢ndose de verdad por la l¨ªnea a seguir en el partido, m¨¢s a la derecha o m¨¢s al centro. La guerra entre G¨¦nova y Sol lleg¨® a cotas a¨²n m¨¢s graves cuando Gonz¨¢lez se convirti¨® en sucesor de Aguirre y presidente de Madrid. Rajoy le dej¨® gobernar un tiempo, pero termin¨® vetando su candidatura a las siguientes elecciones, las de 2015.
Gonz¨¢lez denunci¨® que su propio Gobierno, en manos del PP, le espiaba y le hac¨ªa chantaje. Vista ahora, la cara de Rajoy ese a?o, en una rueda de prensa con el colombiano Juan Manuel Santos, cuando le preguntaron si era verdad que el Gobierno chantajeaba al presidente de Madrid, explica hasta d¨®nde llegaron las cosas en el PP. Gonz¨¢lez acab¨® en la c¨¢rcel poco despu¨¦s. Los dosieres volaban entonces en la sede del PP.
Unos a?os antes, en 2008 tambi¨¦n hubo un esc¨¢ndalo de espionaje interno. Se conoci¨® como ¡°la gestapillo¡±, porque es el nombre que le puso Manuel Cobo, mano derecha de Alberto Ruiz Gallard¨®n. Entonces, como ahora, todo parec¨ªa muy de andar por casa, de aficionados. Muy cutre, recuerdan los protagonistas.
Los aguirristas, rivales de Gallard¨®n y Rajoy, espiaron a Cobo y Alfredo Prada, que fue vicepresidente de Aguirre pero cay¨® en desgracia cuando se acerc¨® a Rajoy. Aparecieron dosieres con detalles de los movimientos de ambos en 2008, en el momento clave en que Aguirre y su grupo dudaron, como ahora Ayuso, si dar un golpe de mano e intentar descabalgar a Rajoy en el congreso de Valencia, despu¨¦s de dos derrotas.
Los movimientos que relataban los esp¨ªas en los informes eran reales. Prada, que fue el primer mentor de Casado en el Gobierno de Aguirre, ofreci¨® una entrevista a EL PA?S en agosto de 2009 frente a un restaurante en el que le hab¨ªan espiado. ¡°Alguien deber¨ªa pedirme perd¨®n¡±, clamaba. Nadie lo hizo nunca.
Eran meses de una tensi¨®n interna enorme, como ahora. La secretaria general de entonces, Mar¨ªa Dolores de Cospedal, tambi¨¦n abri¨® una investigaci¨®n. Pero qued¨® en nada, y finalmente ser¨ªa Cobo el expedientado meses despu¨¦s por unas declaraciones en EL PA?S en las que dec¨ªa que era ¡°de v¨®mito¡± lo que Aguirre le estaba haciendo a Rodrigo Rato para evitar que presidiera Cajamadrid. Esa fue otra de las guerras m¨¢s sangrientas del PP: la del control de la gran caja madrile?a, que acabar¨ªa rescatada por el Estado. Rato tambi¨¦n terminar¨ªa en la c¨¢rcel.
Ese esc¨¢ndalo de la gestapillo sirvi¨® para destapar que en la Comunidad de Madrid funcionaba no uno, sino al menos dos servicios de espionaje. Gonz¨¢lez y Francisco Granados, los dos vicepresidentes, que se acusaban mutuamente de espiarse, acabar¨ªan en prisi¨®n. Como Luis B¨¢rcenas, el tesorero, para el que se mont¨® tambi¨¦n otra operaci¨®n de espionaje a¨²n de mayor nivel, el llamado caso Kitchen.
Otro movimiento de guerra sucia interna en el PP de Madrid acab¨® tambi¨¦n con la carrera de Cristina Cifuentes. Cuando la presidenta estaba muy debilitada por el esc¨¢ndalo de su m¨¢ster, y aguantaba tambale¨¢ndose la presi¨®n para que dimitiera, lleg¨® el remate: el v¨ªdeo en el que se la ve¨ªa arrestada por robar cremas en un supermercado. Cifuentes siempre lo consider¨® obra del fuego amigo. Un documento guardado durante a?os para sacarlo en el momento adecuado.
La historia del PP es muy truculenta, est¨¢ llena de dossieres y guerras descarnadas por el poder, pero tiene una constante. Cada vez que hay dos personajes golpe¨¢ndose, ambos se anulan y ninguno de los dos gana la batalla que est¨¢ dando.
Le pas¨® a Aguirre y Gallard¨®n. Despu¨¦s de intentarlo todo para ser los sucesores de Rajoy, incluida la famosa ¡°crisis del ascensor¡±, cuando se enfrentaron en 2008 para colocarse para una posible ca¨ªda del l¨ªder, ambos acabaron fuera en distintos momentos.
Le pas¨® a Gonz¨¢lez y Granados, a otro nivel. Y tambi¨¦n a Cospedal y Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, que libraron una batalla m¨¢s discreta que la actual pero igualmente dura en el fondo para hacerse con el poder cuando Rajoy cayera. Ambas vieron c¨®mo su guerra acababa con las dos fuera y Casado aupado a la presidencia del PP. Ahora muchos veteranos del partido creen que Casado y Ayuso tambi¨¦n pueden anularse para dejar paso a un tercero. Y todos miran de nuevo a Feij¨®o.
Aunque tambi¨¦n ah¨ª, otra vez, en el PP circulan sospechas de guerra sucia interna. El presidente gallego tiene una gran mancha en su historial, su relaci¨®n con Marcial Dorado, un narco gallego que era contrabandista de tabaco cuando eran amigos. Feij¨®o siempre atribuy¨® a una supuesta maniobra de La Moncloa de entonces, dirigida por Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, esa informaci¨®n que perjudic¨® mucho su imagen, con una fotograf¨ªa en un barco que nadie olvida en el PP. Los populares est¨¢n tan acostumbrados a los dosieres que los ven por todas partes. Incluso cuando no los hay.
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