La muerte esposado de K.D., el ni?o de 14 a?os con problemas de coraz¨®n
La justicia y el Defensor del Pueblo investigan el fallecimiento de un chico en el centro de menores Zambrana de Valladolid
K.D. ten¨ªa 14 a?os cuando la Polic¨ªa lo encontr¨® vagando por Valladolid el 29 de noviembre. Muri¨® tres meses despu¨¦s en un centro de menores. El chico, tunecino, necesit¨® un int¨¦rprete para explicar que lleg¨® en tren desde Suiza, donde hab¨ªa sido operado de un problema g¨¢strico. Estaba solo en un pa¨ªs desconocido. La Junta de Castilla y Le¨®n asumi¨® su tutela y lo deriv¨® a una residencia juvenil vallisoletana. Su agresividad provoc¨® su traslado a un centro de menores de Zamora, donde sigui¨® igual, hasta recalar en el Zambrana de Valladolid, un estricto centro de internamiento. All¨ª muri¨® este jueves por la noche tras ser reducido y esposado por otro episodio violento. La consejer¨ªa de Familia insiste en que padec¨ªa cardiopat¨ªas y que la actuaci¨®n del centro fue ¡°impecable¡±. El Defensor del Pueblo, la Fiscal¨ªa y la Polic¨ªa investigan qu¨¦ acab¨® con su vida.
El fallecimiento ha sobrecogido al Zambrana, que cuenta con dos m¨®dulos para tratar a los menores en funci¨®n de su expediente: la parte de socializaci¨®n, donde habitaba el difunto en chalets compartidos, y la de reforma, m¨¢s r¨ªgida y vigilada. Los corrillos habituales de los empleados que descansan o fuman en el exterior se han convertido en comentarios velados monotem¨¢ticos: ¡°?Qu¨¦ ha pasado?¡±. Nadie sabe nada m¨¢s all¨¢ de lo publicado en medios de comunicaci¨®n, se?alan fuentes del Zambrana.
¡°El ambiente es como un tanatorio, los trabajadores hacen pi?a y los chavales preguntan mucho, porque una muerte confirma su teor¨ªa de que est¨¢n en una c¨¢rcel y los guardias son violentos¡±, indican estos informadores. K.D., un menor problem¨¢tico con frecuentes episodios de violencia, sufri¨® un brote hacia las 10 de la noche del jueves y, como marcan los protocolos cuando el di¨¢logo y la negociaci¨®n no bastan, los tres monitores pendientes de ¨¦l avisaron a los guardias. Una pareja de vigilantes, de los seis que trabajan a la vez en seguridad, se person¨® para poner orden. La ¡°contenci¨®n f¨ªsica¡± no sirvi¨® para aplacar al chico y se opt¨® por medios ¡°mec¨¢nicos¡±: unas esposas. Fuentes de la investigaci¨®n apuntan que se le pusieron las esposas, se relaj¨®, se le retiraron y volvi¨® a la carga. Entonces se las pusieron de nuevo, fue sometido, y perdi¨® la conciencia. Jam¨¢s la recuper¨®; y su cad¨¢ver qued¨® en el suelo de esa ¡°sala com¨²n¡± donde la consejer¨ªa asegura que ocurri¨® la escena. El cuerpo se levant¨® hacia las dos de la madrugada y comenz¨® as¨ª un ciclo judicial que intentar¨¢ determinar qu¨¦ caus¨® el deceso.
La consejera de Familia de la Junta de Castilla y Le¨®n, Isabel Blanco, reiter¨® el viernes que todo se hab¨ªa hecho correctamente y que K.D. padec¨ªa cardiopat¨ªas que indujeron al colapso. La autopsia, que seg¨²n portavoces de Familia ¡°podr¨ªa tardar semanas¡±, mostrar¨¢ las causas. En cambio, no hay versi¨®n oficial de por qu¨¦ el chico, de quien insisten que ten¨ªa una salud delicada, entr¨® en crisis violenta. Las autoridades ya disponen del informe del Zambrana, que destaca que en ocasiones previas se emple¨® la fuerza para aplacar al joven tunecino, y aclarar¨¢ las horas de la actuaci¨®n y de la muerte. El protocolo interno, al que ha accedido EL PA?S y que cita la Ley Org¨¢nica 5/2000 sobre la responsabilidad penal de los menores, exige que las intervenciones las gu¨ªe ¡°la proporcionalidad y excepcionalidad¡±.
¡°Problemas graves de conducta¡±
La investigaci¨®n topa contra la compleja situaci¨®n personal del ni?o, cuyo padre se encuentra en Sicilia (Italia) y su madre en T¨²nez. Ella ya ha sido informada y la Junta se ha ofrecido para asumir el sepelio en su pa¨ªs natal o enterrarlo en Valladolid. Fuentes fiscales insisten en que bajo la etiqueta de ¡°menor extranjero no acompa?ado¡± como K.D. hay ¡°muchachos con dramas humanos tremendos, condiciones terribles o familias desestructuradas¡± que empujan a estas actitudes disruptivas. K.D., seg¨²n conocedores de su historial, no hab¨ªa cometido ninguna infracci¨®n penal por la que, al ser menor, recalara en el ¨¢rea de reforma del Zambrana, un bloque de edificios con forma de E. Sus ¡°problemas conductuales graves¡± hicieron que lo ingresaran en la parte de socializaci¨®n, con chalets donde conviven grupos de j¨®venes para intentar corregir, con los educadores sociales, esas actitudes. Esos salones o esas habitaciones con camas y estanter¨ªas de hormig¨®n para que no puedan moverlas no cuentan con c¨¢maras, pese a que la ley lo permite. Ello dificulta saber si se obr¨® bien o mal. ¡°En principio no hay nada an¨®malo¡±, sostienen fuentes de la Fiscal¨ªa.
Los recelos proceden del Zambrana. All¨ª hay voces, que piden anonimato, que critican ¡°abusos¡± en intervenciones que requieren fuerza. Tambi¨¦n aseguran que esos guardias, que en este centro los gestiona la empresa Vasbe, acostumbran a someter a los menores boca abajo, una pr¨¢ctica desaconsejada por los riesgos de asfixia que entra?a, y que el Defensor del Pueblo censura en su Mecanismo nacional para la prevenci¨®n de la tortura ante episodios de ¡°contenciones mec¨¢nicas¡±. El Defensor tambi¨¦n recomienda que se graben estas actuaciones. La nueva Ley de Infancia ha prohibido pr¨¢cticas anteriores como atar de pies y manos, incluso con correas, para controlar a los menores.
Un precedente de lo ocurrido en el Zambrana es el de Iliass Tahiri, de 18 a?os, que muri¨® asfixiado en 2019 en el centro Tierras de Oria, de Almer¨ªa. Las c¨¢maras evidenciaron que cinco guardias, tras atarlo, lo pusieron boca abajo en una cama. La jueza archiv¨® el caso alegando ¡°muerte violenta accidental¡± pese a que no se us¨® bien el protocolo. El personal vallisoletano, como el almeriense entonces, cierra filas: ¡°Esto nos podr¨ªa haber pasado a nosotros¡±. Otra cosa, admiten, es si los vigilantes se excedieron con K.D. Los tres monitores y los dos guardias, de momento, no han vuelto a las instalaciones ni dicen nada: ¡°Quiz¨¢ ni volvamos a verlos¡±.
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