Curso de igualdad para hombres: ¡°Llevo muchos a?os intentando ser sensible con el feminismo¡±
Medio centenar de alumnos asisten a clases impulsadas por el Gobierno de Navarra y para las que hay lista de espera
Son 46 los hombres que han conseguido plaza en el curso sobre masculinidad igualitaria que organiza el Gobierno de Navarra, en el que hay lista de espera. La iniciativa promovida por el Instituto Navarro para la Igualdad (INAI) y la asociaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro Eraikiz-Hombres trabajando por la Igualdad comenz¨® el a?o pasado con una prueba piloto a la que se inscribieron 13 varones. Casi la mitad han repetido. Muchos llegan porque tienen a una persona que ¡°les ha tirado de la oreja¡±, explica Luis Corral, formador en igualdad y uno de los miembros fundadores de Eraikiz.
Los alumnos son sobre todo hombres que ya han tenido una primera aproximaci¨®n al feminismo. Se trata de varones que han tomado conciencia de que su hermana no puede volver sola de noche, que tienen una pareja que est¨¢ muy concienciada o que descubren, ya de mayores, que en ciertas zonas de su pa¨ªs de origen se practica la mutilaci¨®n genital femenina. Explican que quieren ¡°aprender a ser mejor persona¡±, ¡°agitar sus principios¡±, ¡°trabajar los valores desde la base¡± y ¡°cambiar comportamientos y actitudes machistas y saber trasladarlo a la cuadrilla¡±.
Al inicio del curso, todos los participantes llegan a un acuerdo de m¨ªnimos que incluye la confidencialidad, el no juzgar al de al lado y el hablar desde el yo, con el objetivo de sentirse en un entorno seguro. ¡°Llevo muchos a?os intentado ser sensible con el feminismo, pero lo que tengo dentro es casi cemento¡±, confiesa un alumno. Este peri¨®dico ha estado presente en una de las sesiones, pero no puede identificar qui¨¦n ha dicho qu¨¦. Algunos de los asistentes s¨ª han accedido a contar su historia al salir del aula.
Responsabilidad en cada hombre
Txemi P¨¦rez, jubilado, acude por segunda vez para seguir aprendiendo. Entre sus conclusiones tras la primera edici¨®n, destaca que la responsabilidad debe recaer en todos y cada uno de los hombres: ¡°En la medida en que soy capaz de decir no, otros hombres a mi alrededor tambi¨¦n ser¨¢n capaces de decir no a otras cosas¡±. Serge Ondoa, de 43 a?os, naci¨® en Camer¨²n y lleva ocho a?os en Pamplona. Reci¨¦n llegado, se acerc¨® a la ONG M¨¦dicos del Mundo porque sent¨ªa que pod¨ªa contribuir de alg¨²n modo. All¨ª conoci¨® la realidad de la mutilaci¨®n genital femenina, y no hubo vuelta atr¨¢s: ¡°Vengo de una cultura africana, pero no sab¨ªa nada de la mutilaci¨®n. Me qued¨¦... Uff. No sab¨ªa que esto pasaba y pasa en ?frica. Fue un punto de cambio en mi vida. Supe que ten¨ªa que hacer algo¡±.
Ondoa es uno de los impulsores de la Asociaci¨®n Hombre Panafricanista por la Igualdad y se acerc¨® a este curso porque trabaja como mediador intercultural y necesita herramientas para transmitir a hombres africanos que pueden usar su poder ¡°para cambiar las cosas¡±. Participar en las sesiones le ha ayudado a gestionar sus emociones y a relacionarse con los dem¨¢s.
Cultura, experiencias vitales y situaci¨®n personal distinta es la de Carlos Ukar, de 27 a?os, que ejerce de concejal independiente en la localidad navarra de Caparroso y es jefe de secci¨®n de Evaluaci¨®n en el departamento de Educaci¨®n. Esta no es su primera experiencia con el concepto de masculinidad igualitaria porque ya ha participado antes en cursos similares. Ukar no recuerda ning¨²n episodio que fuera clave para que adquiriera conciencia feminista, dice que fue un c¨²mulo: ¡°Las mujeres de mi alrededor daban muchos pasos en aras de esa igualdad, pero los hombres, aunque algunos fu¨¦ramos acompa?ando en las manifestaciones, no tom¨¢bamos parte activa. Tenemos que acompa?ar, s¨ª, pero hacer nuestro propio recorrido¡±.
S¨ª reconoce ¨¦l que tener una hermana le ha hecho darse cuenta de que, aun habiendo sido criados y educados con las mismas oportunidades y derechos, ella lo ha tenido m¨¢s dif¨ªcil. ¡°Por ejemplo, al volver de fiesta¡±, explica. ¡°Yo volv¨ªa con tranquilidad, pero ella siempre volv¨ªa con una amiga, mi madre estaba pendiente e incluso se ofrec¨ªa a ir a por ella. Un miedo justificado que yo no viv¨ªa¡±. Est¨¢ convencido, dice, de que todav¨ªa queda mucho para lograr la igualdad real, y muestra de ello es, por ejemplo, que en el ¨¢mbito laboral ¡°a los hombres se les escucha mucho m¨¢s cuando dicen algo¡±.
Emociones y sexualidad
El curso, titulado Construyendo masculinidades igualitarias Nosotros-Noski, se divide en ocho sesiones semanales de tres horas cada una y se abordan tem¨¢ticas muy diversas. Desde c¨®mo medir el grado de sexismo de los hombres hasta ampliar el abanico emocional de cada uno. Tambi¨¦n se habla de sexualidad, de c¨®mo influye la pornograf¨ªa en la forma de percibir al pr¨®jimo, y se aborda la homofobia como una opresi¨®n com¨²n entre los varones.
¡°Se trata de mirar todo desde otro prisma para que la p¨¦rdida de privilegios sea una ganancia¡±, explica Corral. Pone como ejemplo de privilegio el ser objeto de este reportaje: ¡°Las mujeres llevan a?os dando cursos de igualdad, de feminismo y, en cambio, un medio nacional hace un reportaje de este curso porque los protagonistas somos hombres. Volvemos a ocupar el espacio p¨²blico¡±.
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No es un curso te¨®rico. Los alumnos juegan y emplean herramientas de dramaturgia para salirse de la tendencia m¨¢s habitual que es responder ¡°desde la raz¨®n¡±. Aclara Corral que su objetivo no es ¡°decir c¨®mo debe ser un hombre¡±, sino proporcionarles herramientas para que sean part¨ªcipes del feminismo, ¡°para que puedan contribuir a la construcci¨®n de una sociedad m¨¢s igualitaria¡±.
El proceso es diferente en funci¨®n de la persona, reconoce el formador, pero ninguno vuelve a ser el mismo que era antes. En el caso de aquellos hombres que se acercan al mundo del feminismo por primera vez, compara este proceso con el de un duelo. La primera fase es la negaci¨®n (¡°el feminismo nos oprime¡±); la segunda, la ira (¡°no s¨¦ estar¡±). Estas etapas dan paso a la negociaci¨®n: c¨®mo poder seguir siendo uno mismo, pero cambiando actitudes y comportamientos. Y por ¨²ltimo se entremezclan la aceptaci¨®n y la tristeza, ya que ¡°se ve como una ruptura¡±. ¡°Aceptas que no vas a volver a ser la persona que eras antes porque ya no eres el mismo y no puedes actuar igual¡±, se?ala Corral.
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