Un gran muro invisible en el S¨¢hara controlado por Marruecos
Una parte de la poblaci¨®n en El Aai¨²n saluda el giro de Pedro S¨¢nchez mientras otra denuncia la ¡°traici¨®n¡± de Espa?a al pueblo saharaui
El avi¨®n aterriza en el aeropuerto de El Aai¨²n, capital administrativa del S¨¢hara Occidental, a solo cien metros del puesto de control de la polic¨ªa. Se ven aviones verdes de las Fuerzas Armadas de Marruecos y tambi¨¦n avionetas blancas de la ONU. El funcionario detr¨¢s de la ventanilla, en el control de pasaportes, pregunta a este periodista a qu¨¦ ha venido.
¨CPara hablar con la gente sobre la carta que el presidente Pedro S¨¢nchez envi¨® a Mohamed VI.
S¨¢nchez afirma en su misiva que la propuesta de autonom¨ªa para el S¨¢hara es la base m¨¢s ¡°seria, realista y cre¨ªble¡± para resolver el ¡°diferendo¡±. Nunca, desde la entrega del S¨¢hara Occidental en 1975, un mandatario espa?ol hab¨ªa llegado tan lejos en su aproximaci¨®n a la postura de Marruecos. Con el adverbio comparativo ¡°m¨¢s¡± Pedro S¨¢nchez relega la propuesta del refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n, que reclama el Frente Polisario, como menos ¡°seria, realista y cre¨ªble¡±.
¨C?Hablar con qu¨¦ gente?¨C pregunta el polic¨ªa.
Decenas de observadores internacionales, activistas, periodistas y diputados europeos han sucumbido en el aeropuerto de El Aai¨²n a esa pregunta. Se han visto obligados a desandar los 100 metros hasta la escalerilla el avi¨®n y marcharse sin entrevistarse con nadie. En esta ocasi¨®n, sin embargo, las autoridades han ofrecido todo tipo de facilidades para acceder a las fuentes, proporcionando en un par de d¨ªas decenas de contactos que aplauden la iniciativa de S¨¢nchez: desde representantes de asociaciones de mujeres y de emigrantes, hasta abogados o economistas. Y una vez franqueado el acceso, lo que se percibe en El Aai¨²n es que hay heridas que siguen muy abiertas, hay un muro invisible entre la gente, tan s¨®lido como el que recorre el desierto del S¨¢hara a lo largo de m¨¢s de dos mil kil¨®metros.
De un lado est¨¢n quienes saludan la carta de Pedro S¨¢nchez y dicen que el gesto reforzar¨¢ las relaciones entre los dos pa¨ªses y aportar¨¢ estabilidad a la regi¨®n. En esa parte se encuentra, por ejemplo, el presidente de la Comuna de El Aai¨²n, equivalente en poderes a un alcalde sin polic¨ªa local, Hamdi Ould Errachid, de 75 a?os. Su int¨¦rprete de espa?ol, Falah Mohamed, de 52 a?os, lamenta que a causa del conflicto haya instituciones como el Instituto Cervantes que no se instalan en el S¨¢hara. Y espera que a partir de ahora lo har¨¢n.
Tambi¨¦n se muestra a favor de la carta el saharaui de 47 a?os El Baihi Hamada. Afirma que naci¨® en El Aai¨²n cuando los espa?oles abandonaron la colonia. Sus padres los llevaron a los campamentos de Tinduf, en Argelia. Estudi¨®, como tantos saharauis, en Cuba y Venezuela. Y en 2014 decidi¨® abandonar los campos de refugiados y venirse a El Aai¨²n. ¡°No pod¨ªa pasarme en el desierto toda mi vida¡±, afirma.
Hamada explica que en Tinduf primero hab¨ªa jaimas, despu¨¦s adobes y ahora ya construyen con hormig¨®n. ¡°Y yo no quiero eso. Yo he vuelto al lugar en que nac¨ª. Mi padre y mi madre han muerto all¨ª y no pude ir al funeral porque para el Frente Polisario soy un traidor. Prefiero venir aqu¨ª y expresarme libremente. No puedo reclamar mis derechos desde Argelia, en casa de otro¡±.
Para los partidarios del Frente Polisario en El Aai¨²n Hamada es simplemente un traidor. Y ¨¦l lo tiene asumido. ¡°?Pero a qui¨¦n he traicionado yo que nunca tuve ning¨²n cargo en la organizaci¨®n?¡±.
Entre los felices partidarios de la carta de S¨¢nchez se sit¨²an tambi¨¦n tres empresarios de C¨®rdoba que charlaban este viernes por la tarde en el patio del hotel Al Massira (La Marcha, en ¨¢rabe). Son fabricantes de vidrio. Llevaban seis meses en conversaciones con la parte marroqu¨ª, aterrizaron hace un d¨ªa y acaban de cerrar un contrato. Ninguno quiere dar su nombre. ¡°El S¨¢hara es una tierra de oportunidades¡±, dice uno de ellos, ¡°y la tenemos solo a dos o tres horas de Espa?a. El rey Mohamed VI est¨¢ invirtiendo aqu¨ª y va a invertir lo m¨¢s grande. Nos ha asombrado todo lo que est¨¢n gastando en educaci¨®n y formaci¨®n. Han creado una licenciatura de Energ¨ªas Renovables. Esto va a experimentar un crecimiento enorme. Y yo quiero estar aqu¨ª cuando eso suceda¡±.
Dicen que no entienden por qu¨¦ no hay m¨¢s empresas espa?olas en el S¨¢hara. ¡°Nos han llevado a una zona industrial donde no entra nadie y hemos visto empresas de Estados Unidos, francesas, polacas¡ Pero ninguna espa?ola. Y todos son ventajas. Yo no soy nada partidario de Pedro S¨¢nchez, pero creo que ha tomado la decisi¨®n correcta¡±.
En la misma ciudad de El Aai¨²n, al otro lado del muro invisible, est¨¢n los partidarios del Frente Polisario. Algunos de ellos se re¨²nen en el sal¨®n de una casa para ofrecer su testimonio. No tienen inconveniente en dar sus nombres y en salir en fotos. Al cabo de una hora, uno de ellos aparece con una c¨¢mara con la que ha grabado a un se?or apostado en un coche en la esquina. ¡°Siempre nos est¨¢n vigilando¡±, afirma.
Entre esos activistas se halla gente como Fatimatou Dahouar, de 63 a?os, que estuvo en la c¨¢rcel entre 1975 y 1991, que asegura que el S¨¢hara se vive un r¨¦gimen de Apartheid, donde los saharauis son discriminados en los puestos de trabajo. A?ade que todos los Gobiernos espa?oles siempre estuvieron del lado de Marruecos; asegura que Espa?a es la primera responsable del sufrimiento de los saharauis y pide a la sociedad civil espa?ola que ¡°presione a S¨¢nchez¡±. Dahouar se cubre con una bandera de la Rep¨²blica ?rabe Saharaui Democr¨¢tica ¡°Si quiere usted un ejemplo de c¨®mo se vive aqu¨ª, salga conmigo a la calle. Yo llevar¨¦ esta bandera y ya ver¨¢n lo que hacen¡±.
Al lado de Dahouar se sienta Hayat Khattari, de 32 a?os, quien asegura: ¡°Cada uno de los que estamos aqu¨ª estamos pagando un precio por nuestra lucha, por la resistencia. Cada familia tiene una v¨ªctima, un m¨¢rtir, un desaparecido¡±. Mohamed Mayara, de 47 a?os, afirma que su padre muri¨® en la c¨¢rcel cuando ¨¦l ten¨ªa dos meses. Y que Faimatou Dahouar lo vio. Recuerda que ¨¦l tiene la misma edad que el conflicto. Cuando se le pregunta por el desarrollo que ha podido experimentar el S¨¢hara Occidental en esos 47 a?os, Mayara responde: ¡°?Desarrollo? Yo s¨¦ c¨®mo hace su propaganda Marruecos. Pero aqu¨ª no hay universidades, para ir a un hospital tenemos que ir a Agadir, a 700 kil¨®metros. Construyen una autov¨ªa con el norte para acelerar el pillaje sistem¨¢tico de nuestros recursos. Imagine que Rusia dice ahora a los ucranios, que tranquilos, que ellos van a desarrollar el pa¨ªs¡±. Said Bachir Amedan, de 33 a?os, a?ade que la guerra de Ucrania ha descubierto la hipocres¨ªa de Espa?a.
Samudi Han¨¢n, activista de 36 a?os, agrega: ¡°Marruecos le ha permitido a usted venir a El Aai¨²n y entrevistarnos para hacer el maquillaje ahora. Pero nosotros tenemos contados 500 casos de personas a las que no se les ha permitido venir en los ¨²ltimos ocho a?os¡±.
Mohamed Mayara sostiene que el problema del S¨¢hara Occidental no es de Derechos Humanos, sino de ¡°descolonizaci¨®n¡±. ¡°Marruecos cree que la mayor¨ªa de la gente es partidaria de una autonom¨ªa. Entonces, ?por qu¨¦ se niegan a organizar un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n?¡±.
La misma pregunta fue planteada ante una veintena de jefes tribales de El Aai¨²n, en el otro lado del muro invisible. Los jefes o Schiuks, tienen poder de representaci¨®n en el S¨¢hara controlado por Marruecos. Uno de ellos, Hassana El Radrissi, de 60 a?os, respondi¨®: ¡°Fue Hass¨¢n II quien propuso el refer¨¦ndum. Pero la otra parte rechaz¨® a mucha gente de nuestras tribus. Y ahora, la mayor¨ªa de los que est¨¢n en Tinduf ya no son de nuestras tribus. No podemos aceptarlos¡±.
Abdellatif Bera, otro de los l¨ªderes tribales, de 61 a?os, a?ade: ¡°La otra parte son nuestros hermanos y los respetamos. Pero no representan ni al 15% de los habitantes de las provincias del Sur. Hist¨®ricamente somos parte de Marruecos, para nosotros la independencia est¨¢ descartada. S¨¢nchez solo ha reconocido lo que es la realidad de la zona¡±.
Solo hay que atravesar el muro invisible de El Aai¨²n para escuchar un razonamiento totalmente opuesto, como el de Hamma Yahadih, activista de 61 a?os conocido como El Qotb: ¡°Muchos de esos l¨ªderes tribales no ten¨ªan nada en 1975. Hablan as¨ª porque comen de Marruecos. Y si se expresaran de otra forma, estar¨ªan como nosotros, todos en paro¡±.
¡°Los saharauis¡±, concluye el Qotb, ¡°no descansaremos hasta votar en un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n. Solo nosotros podemos decidir sobre nuestro futuro. Pedro S¨¢nchez no puede vender lo que nunca ha sido suyo¡±.
Con esta masa de desacuerdos, desconfianza y recelo se ha ido levantando el muro invisible. Y de momento se muestra tan insalvable como el que est¨¢ en el desierto.
Asesinato sin resolver en Dajla
Dajla, la ciudad más sureña del Sáhara Occidental, conoció el pasado febrero protestas como hacía varios años que no se veían. El comerciante saharaui Lehbib Arhrichi desapareció cuando salía de su tienda con un maletín en el que llevaba 800.000 dirhams, casi 80.000 euros. La policía citó al día siguiente como sospechoso a un amigo de Arhrichi y este fue hallado muerto y desnudo a las pocas horas de salir de la comisaría en una playa de la ciudad.
Durante dos semanas, cientos de saharauis se manifestaron en el centro de Dajla. La familia sospecha que la policía oculta algo. Un empresario europeo residente en Dajla que se expresa con la condición del anonimato, señala: “La situación en esta ciudad se está degradando mucho. Hay mucho consumo y tráfico de droga. Se ve correr el dinero… Y de pronto alguien se hace un chalé impresionante y el vecino te dice que se dedica a la droga”.
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