La liberaci¨®n de Ortega Lara, pre¨¢mbulo de la movilizaci¨®n de Ermua
Uno de los mayores ¨¦xitos de la lucha antiterrorista se convirti¨® tambi¨¦n en una de las mayores humillaciones sufridas por ETA
En la siniestra historia de las atrocidades de ETA ocupa un lugar destacado el cautiverio durante 532 d¨ªas del funcionario de prisiones Jos¨¦ Antonio Ortega Lara. Fam¨¦lico, con la mirada perdida y una enorme expresi¨®n de dolor en el rostro. Parec¨ªa reci¨¦n salido del campo de exterminio nazi de Auschwitz cuando la Guardia Civil le liber¨® el 1 de julio de 1997, hoy hace 25 a?os. Fue el secuestro m¨¢s prolongado de la organizaci¨®n terrorista. Mucha gente pudo ver aquel d¨ªa y los posteriores, cuando se conocieron los pormenores del tratamiento que recibi¨® Ortega Lara en su cautiverio, que la actuaci¨®n de ETA no se diferenciaba de la que el r¨¦gimen nazi dio a los recluidos en sus campos de exterminio.
El impacto social fue tremendo y puede decirse que fue el pre¨¢mbulo de lo que suceder¨ªa diez d¨ªas despu¨¦s: la enorme movilizaci¨®n social, que tuvo como eje central el municipio de Ermua, tras el secuestro y asesinato de su concejal, Miguel Angel Blanco.
La liberaci¨®n de Ortega Lara por la Guardia Civil, tras 532 d¨ªas de secuestro, fue una enorme humillaci¨®n para ETA y uno de los grandes ¨¦xitos de las Fuerzas de Seguridad del Estado en la lucha contra el terrorismo. Fue el resultado de una investigaci¨®n concienzuda de la Guardia Civil y de la colaboraci¨®n con la polic¨ªa francesa. La detenci¨®n en el pa¨ªs vecino del dirigente etarra Juan Luis Aguirre Lete ofreci¨® la primera pista a la polic¨ªa al aparecer el nombre de Ortega Lara junto a unas iniciales. La Guardia Civil comprob¨® que uno de los sospechosos vigilados, cuyo nombre casaba con las iniciales, llevaba alimentos a una nave industrial en Mondrag¨®n y posteriormente almorzaba o cenaba en su domicilio. Fue un trabajo de investigaci¨®n de meses que culmin¨® felizmente.
Las Fuerzas de Seguridad del Estado hab¨ªan mejorado progresivamente sus procedimientos en la lucha antiterrorista desde mediados de los a?os ochenta, desde la incautaci¨®n policial de los documentos de Sokoa en 1986, que registraban la contabilidad de ETA. Desaparecieron las detenciones masivas, que adem¨¢s de provocar escasos resultados y mucha desafecci¨®n ciudadana. Desde entonces, las actuaciones policiales fueron m¨¢s selectivas, basadas en un trabajo de inteligencia.
El secuestro y liberaci¨®n de Ortega Lara se produjo en un contexto de decadencia de ETA, tras la detenci¨®n de su c¨²pula directiva en Bidart (Francia), en 1992, con una huida hacia adelante con su estrategia de ¡°socializaci¨®n del sufrimiento¡±, de extensi¨®n del terrorismo a todo tipo de disidencias del nacionalismo, adem¨¢s de sus tradicionales ataques a polic¨ªas y militares.
El colectivo de los funcionarios de prisiones fue objetivo frecuente de ETA. Asesin¨® a cerca de una decena de ellos. Pero el secuestro de Ortega Lara se produjo dentro de una campa?a espec¨ªfica de acercamientos de todos sus presos a c¨¢rceles vascas. El que su liberaci¨®n mostrara su vulnerabilidad, irrit¨® a ETA sobremanera y uno de los portavoces de su brazo pol¨ªtico se?al¨® amenazante: ¡°Despu¨¦s de la borrachera, viene la resaca¡±. Fue tambi¨¦n revelador y obsceno el titular del diario Egin, pr¨®ximo a su brazo pol¨ªtico: ¡°Ortega vuelve a la c¨¢rcel¡±.
La historia del secuestro y liberaci¨®n de Ortega Lara no puede culminar sin recordar la abismal superioridad de la democracia sobre ETA. La organizaci¨®n terrorista le tuvo secuestrado durante 532 d¨ªas en un cub¨ªculo de tres metros de largo, 2,5 de ancho y 1,8 de alto, reproducido en el Centro Memorial de Vitoria, donde estaba condenado a morir de no haber sido liberado. La figura m¨¢s destacada de sus secuestradores, Josu Uribetxeberria Bolinaga, enferm¨® gravemente de c¨¢ncer durante su estancia en prisi¨®n y la justicia le concedi¨® la libertad provisional que le permiti¨® pasar los dos ¨²ltimos a?os de su vida en su domicilio.
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