Ayuso encaja el primer golpe
Los m¨¦dicos ganan el pulso a la presidenta madrile?a, obligada a rectificar tras un mes desde?ando el conflicto sanitario
![Xos¨¦ Hermida](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fe025824d-9859-458b-8543-f59a30f56188.png?auth=766204d1330997a091ada06595599afc403caa66d06fcbdee1e75b92e1fc62d8&width=100&height=100&smart=true)
Isabel D¨ªaz Ayuso ya es cintur¨®n negro de yudo. La combativa presidenta madrile?a lo recibi¨® el viernes, a t¨ªtulo honor¨ªfico, de manos de la responsable de la federaci¨®n regional de ese deporte, Neli Lorenzo, a quien se le quebraba la voz ante la hero¨ªna de la derecha. ¡°Usted para nosotros lo representa todo¡±, se sincer¨® Lorenzo al borde de las l¨¢grimas. ¡°Gracias, presidenta, no se puede olvidar lo que hizo durante la pandemia. En esa ¨¦poca de sombra, toda la luz nos ven¨ªa de usted. Fuimos la envidia de Espa?a¡±.
Desde su arrollador triunfo en las elecciones auton¨®micas de mayo de 2021, Ayuso ha vivido entre nubes de alabanzas como estas, provenientes de su partido, de amplios sectores de la sociedad madrile?a, de los altavoces de los tertulianos y de los requiebros literarios de las columnas de prensa. Tambi¨¦n entre las descalificaciones incesantes de la izquierda, pero eso no ha hecho m¨¢s que engrandecer su figura ante los suyos. Con los o¨ªdos arrullados por los elogios de la presidenta de los yudocas, Ayuso agradeci¨® las atenciones, ensalz¨® la ¡°bravura¡± de los madrile?os y se reserv¨® para el final de su discurso el anuncio de una ¡°gran noticia¡±: el fin de la huelga de los m¨¦dicos de urgencias.
La presidenta ya puede respirar m¨¢s tranquila tras la que seguramente ha sido su peor semana del ¨²ltimo a?o y medio. La mayor manifestaci¨®n que se recuerda en mucho tiempo en Madrid ¡ª200.000 personas, seg¨²n el recuento oficial, contra la pol¨ªtica sanitaria del Ejecutivo regional¡ª son¨® el pasado domingo como una alerta inesperada entre los efluvios victoriosos que acompa?an desde mayo de 2021 a Ayuso, capaz de erigirse en la n¨¦mesis de Pedro S¨¢nchez y de derribar a un l¨ªder nacional de su partido, Pablo Casado, que hab¨ªa intentado cortarle las alas. La nueva cintur¨®n negro, siempre arrolladora y desafiante, hab¨ªa quedado expuesta durante unos d¨ªas no solo al esperado ataque de la izquierda, tambi¨¦n a las cr¨ªticas en voz baja de parte de su partido, que no entend¨ªa su actitud en un asunto tan sensible como la sanidad.
La desconvocatoria de la huelga en urgencias ¡ªla de atenci¨®n primaria sigue en pie a partir del lunes¡ª ha sido un alivio para la presidenta, aunque a la vez ha dejado en evidencia su estrategia desde que se desat¨® el conflicto, a finales de octubre. Durante este mes, Ayuso emple¨® a fondo todo su arsenal dial¨¦ctico, fraguado en los laboratorios de su consejero ¨¢ulico, Miguel ?ngel Rodr¨ªguez. La presidenta tild¨® de vagos a los sanitarios, los despreci¨® como marionetas de la ¡°ultraizquierda¡± ¡ªla huelga estaba convocada por un sindicato, Amyts, sin adscripci¨®n partidista¡ª y ridiculiz¨® sus reivindicaciones. La cosecha fue la multitud que abarrot¨® el centro de Madrid.
Despu¨¦s de un mes confrontando a cara de perro con los sanitarios, el Gobierno madrile?o tuvo que sacar bandera blanca el jueves. De momento, ya no se abrir¨¢n urgencias extrahospitalarias sin m¨¦dicos, una medida que la Comunidad ven¨ªa defendiendo obstinadamente, ni se sustituir¨¢ la presencia f¨ªsica de los facultativos por videoconsultas, eso que hace solo unos d¨ªas Ayuso defend¨ªa como ¡°parte del futuro sanitario¡±. Una rectificaci¨®n en toda regla despu¨¦s de haber perdido d¨ªas y d¨ªas atizando el fuego.
Hace dos semanas, la figura de la presidenta madrile?a a¨²n refulg¨ªa con todo su esplendor, a despecho de una protesta sanitaria que no hac¨ªa m¨¢s que enconarse. Tras el periodo de relativo silencio que sigui¨® a la ca¨ªda de Casado y la llegada de Alberto N¨²?ez Feij¨®o al tim¨®n del PP, Ayuso volv¨ªa a estar en el primer plano de la escena nacional. Su propio equipo se hab¨ªa encargado de airear que fue ella quien reclam¨® al l¨ªder del partido que suspendiese las negociaciones para renovar el Consejo General del Poder Judicial. El ariete del sector m¨¢s guerrero de la derecha hab¨ªa regresado y casi todos estaban de acuerdo en atribuirle a ella la decisi¨®n de romper con el Gobierno. Los suyos, para abrillantar la figura de la presidenta. La izquierda, para intentar desacreditar a Feij¨®o como l¨ªder d¨¦bil.
El 7 de noviembre, seis d¨ªas antes de la manifestaci¨®n, Ayuso hab¨ªa comenzado la semana con las mejores noticias: una encuesta de El Mundo la situaba al borde de la mayor¨ªa absoluta en las elecciones de mayo. Esa ma?ana se fue a la televisi¨®n, al programa de Ana Rosa Quintana, y se despach¨® como nunca. Acus¨® a S¨¢nchez de tramar un plan oculto para acabar con la Monarqu¨ªa, ¡°sacar a la Guardia Civil¡± y encarcelar a sus opositores ¡°como en Nicaragua¡±. El martes pudo recrearse en las 19 p¨¢ginas que le dedicaba el diario La Raz¨®n, donde hab¨ªa protagonizado otro acto, mientras en la tele Quintana volv¨ªa sobre la entrevista del d¨ªa anterior: ¡°Ayer estuvo on fire. Entre el conflicto este y las encuestas que sal¨ªan ayer, es para estar euf¨®rica¡±. Y Ayuso sigui¨® a lo suyo, despreciando la protesta y, al tiempo, agitando la guerra cultural contra la izquierda. El jueves 10 de noviembre, en la Asamblea de Madrid, neg¨® que exista una emergencia clim¨¢tica y la atribuy¨® a ¡°intereses de empresas y lobbies¡± conectados con el ¡°comunismo¡±.
Ret¨®rica conspiratoria
La magnitud de la marcha ciudadana del domingo 13 super¨® todos los c¨¢lculos previos. Aun as¨ª, un portavoz del PP madrile?o se lanz¨® de inmediato a calificarla de ¡°fracaso¡±, mientras en las redes sociales algunos diseminaban el rumor de que se hab¨ªa nutrido con autobuses llegados de otras comunidades. Al d¨ªa siguiente se esperaba con impaciencia la respuesta de Ayuso, que ten¨ªa programada a primera hora una conferencia en el club Siglo XXI. La presidenta habl¨® de la sanidad, pero, tras un largo pre¨¢mbulo para contextualizar la cuesti¨®n. Se remont¨® a hace 25 a?os, a la enorme reacci¨®n ciudadana al asesinato por ETA de Miguel ?ngel Blanco. ¡°Los totalitarios no lo pudieron digerir¡±, ilustr¨® Ayuso, quien fue vinculando a aquel origen una serie de acontecimientos posteriores: el pacto de Estella del PNV con la izquierda abertzale; el Gobierno del PSC con ERC en Catalu?a; la ¡°sorprendente¡± victoria electoral de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero o la Alianza Bolivariana en Latinoam¨¦rica, que emparent¨® a la izquierda espa?ola con ¡°grupos terroristas y narcotraficantes de todo el mundo¡±. Y al final de ese camino, el Gobierno de S¨¢nchez, cuyo prop¨®sito es ¡°acabar con el Estado de derecho y con siglos de historia¡± y, como fen¨®meno asociado, la huelga de los m¨¦dicos, otra prueba de ¡°la estrategia desestabilizadora de la izquierda a ambos lados del Atl¨¢ntico¡±.
Nadie en el PP nacional secund¨® ese discurso. Feij¨®o se pas¨® la semana evitando a los periodistas para no tener que dar explicaciones. Incluso en el PP madrile?o algunos confesaban en privado que era un error minimizar la protesta. Y la ret¨®rica conspiratoria de Ayuso perdi¨® fuerza. El jueves, en la Asamblea regional, baj¨® el tono y, por primera vez, mostr¨® comprensi¨®n con los m¨¦dicos y los manifestantes. Esa noche, la Consejer¨ªa de Sanidad consumaba la rectificaci¨®n.
Ayuso ha echado un pulso y lo ha perdido, pero nada indica que eso la vaya a hacer desistir de su ret¨®rica flam¨ªgera. En los seis meses hasta las elecciones, su equipo ya se ha marcado una meta: arrebatar a Vox la bandera de la derecha m¨¢s airada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
![Xos¨¦ Hermida](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fe025824d-9859-458b-8543-f59a30f56188.png?auth=766204d1330997a091ada06595599afc403caa66d06fcbdee1e75b92e1fc62d8&width=100&height=100&smart=true)