Ruptura de consensos en el debate fiscal
Con el surgimiento de Vox y Podemos, el debate en torno a la fiscalidad se ha polarizado, mientras los dos grandes partidos tratan de neutralizar a los competidores alej¨¢ndose de las posiciones centrales
Tras las elecciones madrile?as de 2019, las primeras en las que Vox consigui¨® representaci¨®n en la Comunidad de Madrid, Roc¨ªo Monasterio, su cabeza de lista, hizo unas declaraciones en las que anunci¨® las condiciones de su partido para apoyar la investidura de Isabel D¨ªaz Ayuso como presidenta: ¡°Tenemos como prioridad evitar las pol¨ªticas del consenso socialdem¨®crata de cualquier partido¡±. Las palabras iban dirigidas a los partidos de derecha y centro-derecha a los que se acusaba, muy especialmente al PP, de haber asumido como suyas las pol¨ªticas redistributivas propias de la socialdemocracia, tradicionalmente defendidas por los partidos socialistas.
?Qu¨¦ hay de cierto en estas acusaciones? Pese a que el PP sea un partido conservador, he defendido muchas veces que sus votantes son, o m¨¢s bien eran, socialdem¨®cratas. Con ello, pretend¨ªa ilustrar un dato que siempre me ha llamado la atenci¨®n: cuando en las encuestas se preguntaba si se prefiere pagar m¨¢s impuestos para obtener mejores servicios p¨²blicos, las respuestas de los votantes del PP se situaban siempre en posiciones sorprendentemente cercanas a las de los votantes del PSOE: por t¨¦rmino medio, tanto unos como otros estaban dispuestos a aceptar m¨¢s carga fiscal a cambio de mayores prestaciones sociales. El consenso ciudadano en torno a la redistribuci¨®n, por tanto, fue caracter¨ªstico del periodo del bipartidismo, empujando a los partidos, especialmente al PP, a dar la batalla en asuntos ajenos a los puramente redistributivos (sobre todo el terrorismo de ETA y la cuesti¨®n territorial).
Con el surgimiento de Vox y Podemos, el debate en torno a la fiscalidad se ha polarizado, como bien han mostrado los polit¨®logos Luis Miller y Mariano Torcal. Por un lado, los nuevos partidos ocupan posiciones m¨¢s extremas y, por otro, la presencia de nuevos partidos supone una presi¨®n importante para los dos grandes, que tratan de neutralizar a los competidores alej¨¢ndose de las posiciones centrales, es decir, movi¨¦ndose hacia posiciones ligeramente m¨¢s redistributivas el PSOE y marcadamente m¨¢s liberales el PP. Esta es la fotograf¨ªa que retrata la encuesta de 40dB. para El PA?S y Cadena SER. Si en 2016, seg¨²n datos del CIS, en una escala de 0 a 10 sobre impuestos y servicios sociales, los votantes de las dos principales fuerzas pol¨ªticas se distanciaban de media tan solo 0,25 d¨¦cimas, ahora les separa casi 1,2 puntos. En buena medida, el consenso socialdem¨®crata en torno a la fiscalidad se ha roto.
El estudio que hoy se presenta deja adem¨¢s algunos datos preocupantes. Hemos querido preguntar por los comportamientos de los entrevistados con respecto a la fiscalidad: si en la vida cotidiana cometen fraude o si conocen a personas m¨¢s o menos cercanas que lo hagan. Pues bien, de los siete ¨ªtems contemplados, los votantes de Vox se distinguen del resto de electores, incluidos los del PP, en cinco de ellos: confiesan en mayor medida comprar o contratar productos o servicios sin pagar el IVA, pagar en negro a empleados para ahorrarse la seguridad social, alquilar o subarrendar a alguien un inmueble sin contrato, simular un cambio de residencia a otra comunidad aut¨®noma para pagar menos impuestos y comprar productos piratas o descargarlos gratuitamente (en este ¨²ltimo, tambi¨¦n los de Unidas Podemos).
Por supuesto, no se puede descartar que los electores de Vox no sean en realidad m¨¢s defraudadores: podr¨ªa ser que fuesen solo m¨¢s sinceros que los de otros partidos pol¨ªticos. Sin embargo, ya sea porque los votantes de Vox cometan m¨¢s fraude fiscal o porque tengan menos reparo en confesar lo que en realidad otros hacen sin decirlo, lo cierto es que sus respuestas muestran que en sus c¨ªrculos sociales no est¨¢ tan mal visto defraudar a Hacienda.
A mi modo de ver, esta es la peor noticia que trae este bar¨®metro. La polarizaci¨®n en torno al debate fiscal no es necesariamente incompatible con ciertos niveles de redistribuci¨®n: se puede diferir en los planteamientos ideol¨®gicos y llegar a acuerdos en las pol¨ªticas. Sin embargo, la confesi¨®n, sin complejos, del fraude fiscal es reflejo o bien de que no se cree en la solidaridad, o bien de que no se cree en la capacidad del Estado para hacer justicia social. Ya sea por insolidaridad o por puro cinismo pol¨ªtico, la ruptura del consenso socialdem¨®crata en torno a la fiscalidad nos hace, como sociedad, peores.
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