¡°Asunto: Marijuana¡±. Los mensajes an¨®nimos que los vecinos mandan a la polic¨ªa y permiten desmantelar laboratorios de droga
El correo de colaboraci¨®n ciudadana ha sido el germen de operaciones contra el tr¨¢fico de estupefacientes, incluso fuera de Espa?a, y es muy ¨²til cuando los narcos se instalan en el medio rural
¡°Reporte de una persona que elabora drogas como cristal en su casa¡±. As¨ª empieza un correo an¨®nimo que el 13 de marzo de 2021 lleg¨® al buz¨®n antidroga de la Polic¨ªa Nacional. Se trata de uno de las decenas de mensajes de este tipo que reciben cada semana y que revisan uno a uno. En este caso, a los investigadores les pareci¨® que se pod¨ªa tirar del hilo. El informante daba detalles de una direcci¨®n en Texas (Estados Unidos). ¡°Tengo mucho miedo porque pasan muchas camionetas por mi casa, tengo miedo por mis hijas, tambi¨¦n tienen muchas armas¡±, prosegu¨ªa el correo. Por ¨²ltimo, daba un nombre y dos apellidos. Comenz¨® as¨ª una colaboraci¨®n entre los investigadores espa?oles y los de la oficina antidroga estadounidense, la DEA por sus siglas en ingl¨¦s. El vecino asustado ten¨ªa raz¨®n: unos meses despu¨¦s fue desmantelado un laboratorio de metanfetamina gestionado por dos hermanos pertenecientes a un cartel mexicano.
La polic¨ªa calcula que en los ¨²ltimos seis meses ha revisado 4.000 correos como este. De esos, apenas un 5% contienen informaci¨®n relevante y llevan a la resoluci¨®n de casos, aunque la brigada de estupefacientes de la Polic¨ªa Nacional los lee todos y deriva o asume la informaci¨®n, seg¨²n corresponda. Sus miembros recuerdan especialmente este asunto porque el desmantelamiento de un laboratorio en Estados Unidos fue un caso excepcional, aunque no era el primer aviso del extranjero que les llega. ¡°A veces recibimos denuncias de ciudadanos latinoamericanos por el idioma o porque se f¨ªan de nosotros, pero lo habitual es que se refieran a territorio espa?ol¡±, explica J., inspector del grupo. ¡°Es una satisfacci¨®n pensar en ese vecino viendo la operaci¨®n policial y sabiendo que su correo fue le¨ªdo y acab¨® as¨ª¡±, resume el polic¨ªa. Ese mensaje permiti¨® incautar 545 kilos de metanfetamina.
En ese caso, la comunicaci¨®n comenz¨® y acab¨® con ese primer mensaje, pero a veces el intercambio contin¨²a. Los agentes pueden intuir qui¨¦n es el denunciante, pero nunca solicitan m¨¢s datos personales. ¡°Asunto: Marijuana¡±, empezaba otro correo que lleg¨® al grupo el 23 de septiembre de 2021 enviado a antidroga@policia.es. Este remitente detallaba con todo lujo de detalles los entresijos de una red de narcotr¨¢fico que operaba en Lleida. No solo indicaba la direcci¨®n donde se ubicaba una plantaci¨®n de marihuana, sino que especificaba que ¡°para acceder se tiene que entrar por el edificio vecino, que es todo plaza de parking¡±, que ¡°en el segundo piso hay una puerta met¨¢lica¡± y que la puerta principal estaba ¡°tapiada por dentro¡±. Segu¨ªa explicando que la droga ven¨ªa de Rumania, qu¨¦ veh¨ªculos utilizaban, los horarios, el lugar de distribuci¨®n, por qu¨¦ medio se comunicaban los delincuentes y que la droga estaba escondida en ¡°embutidos, quesos o juguetes¡±. En otro de los mensajes aseguraba no tener ¡°nada que ver con estas personas¡±.
No se equivoc¨® en ning¨²n detalle. Poco despu¨¦s la organizaci¨®n era arrestada a primera hora de la ma?ana, cuando estaban a¨²n durmiendo, en los dos domicilios que usaban para su actividad delictiva. Incluso el n¨²mero de plantas que hab¨ªa proporcionado el informante era exacto: 200 en una de las viviendas y 1.600 en la otra casa.
Estos ojos vigilantes son muy ¨²tiles en el medio rural, porque los narcos suelen seleccionar lugares apartados para instalar sus laboratorios. Esto fue lo que sucedi¨® con una operaci¨®n desarrollada en un pueblo de Toledo. ¡°Buenas tardes, soy un agricultor de [el pueblo lo omitimos para proteger al denunciante] y quer¨ªa comentarles que desde hace poco estoy viendo cosas raras en una finca cercana a mis tierras (...) He visto c¨®mo meten en una de las naves muchas garrafas blancas y azules. No quiero decir ning¨²n dato m¨ªo por miedo, pero por favor pasen por ah¨ª. He hablado con gente del pueblo y estamos muy preocupados¡±, rezaba el mensaje que dej¨® en el formulario de la p¨¢gina web de la Polic¨ªa. ¡°A partir de ese mensaje comienza una serie de vigilancias a mucha distancia para observar las entradas y salidas de la finca¡±, detalla la inspectora A. A veces, los investigadores tienen que utilizar disfraces o fingir papeles para pasar desapercibidos en sus seguimientos.
¡°Tienes que estar vigilando muchas horas para que te sirva ese momento clave en el que les ves salir a fumar un cigarro o detectas cu¨¢ndo posiblemente est¨¦ entrando la droga en el laboratorio. Son muchas horas de cheetos dentro del coche¡±, comenta la inspectora. Una labor entre lo artesanal y las nuevas tecnolog¨ªas, que se desarrolla desde que hace 56 a?os en la Brigada Central de Estupefacientes. Los cocineros, como llaman a los encargados de tratar los estupefacientes para su venta a los distribuidores, apenas salen de las fincas o chal¨¦s en los que instalan sus laboratorios. Uno de los momentos clave lo observan cuando los delincuentes tiran l¨ªquido de un cubo a la tierra. ¡°Son lo que llamamos las aguas sucias, todos los residuos que deja el tratamiento de la droga y que contaminan much¨ªsimo, es puro veneno¡±, recalca la inspectora A. Todas estas observaciones son pistas que van pesando en los indicios para acabar con estas organizaciones, y que estos agentes detectan con facilidad gracias a horas y horas de experiencia mirando fincas en las que, a simple vista, no pasa nada.
Meses despu¨¦s de seguimientos, los agentes entraron en esa finca en la que el agricultor hab¨ªa observado ¡°cosas raras¡±. ?Bingo! Las estancias estaban llenas de garrafas con sustancias qu¨ªmicas preparadas para el tratamiento de la droga e incluso parte de ella hirviendo. ¡°D¨¦jenme apagarlo mientras registran porque si no, explotamos todos¡±, les pidi¨® uno de los detenidos. All¨ª, entre bonitos azulejos, colchones en el suelo y cientos de bidones, viv¨ªan los cocineros colombianos que se hab¨ªan instalado en el pueblo unos meses antes. En la cocina, parte de la droga se mezclaba con el pan reci¨¦n comprado en el pueblo y un bote de k¨¦tchup.
Los programas de televisi¨®n tambi¨¦n ayudan a convertir a los ciudadanos en polic¨ªas en potencia. En otro de los mensajes, del 20 de noviembre de 2018, otro ciudadano escribe: ¡°He visto cosas raras, movimiento de gente entrando y saliendo con garrafas azules y blancas como las que salen en los programas de Equipo de Investigaci¨®n¡±. Este informante a?ade unas se?as muy concretas de la casa en la que sucede esto. ¡°Lo de las garrafas siempre hace que salten nuestras alarmas, porque son las que contienen los elementos qu¨ªmicos para tratar la droga¡±, detalla la inspectora. La droga nunca llega en fardos en una maleta, como en las pel¨ªculas, sino que se encuentra impregnada en diferentes materiales, como hormig¨®n o arcilla. Solo los cocineros saben los procesos y las medidas exactas para extraer la sustancia estupefaciente. Casi siempre los traen desde sus lugares de origen, permanecen en Espa?a unos meses y se marchan cuando han concluido su trabajo. Muchos de ellos, son viejos conocidos de los polic¨ªas.
Los soplos ciudadanos hacen que los ojos de los polic¨ªas se multipliquen. Nadie mejor que un vecino detecta ¡°cosas raras¡± y garrafas blancas y azules que no deber¨ªan estar ah¨ª. Si redactan sus sospechas y presionan ¡°enviar¡± puede que unos meses despu¨¦s vean un despliegue policial en vivo y en directo.
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