La inspectora de censura en la Biblioteca hist¨®rica de Valladolid
La investigadora Ane Galindo recopila 619 casos de libros expurgados durante 300 a?os de represi¨®n


Una obra de Erasmo de Rotterdam datada en 1584 descansa en un sof¨¢ de libros tras siglos de sobresaltos. Un mullido coj¨ªn flanqueado por dos guantes blancos amortigua el volumen, plagado de muestras de censura. Las p¨¢ginas del mimado volumen crujen mientras la investigadora Ane Galindo muestra renglones emborronados con tinta o p¨¢rrafos parcheados en una sala de la Biblioteca Hist¨®rica de la Universidad de Valladolid. El calor y olor a papel antiguo se abrazan para darle atm¨®sfera al relato de siglos de represi¨®n literaria. Galindo ha recopilado en Libros expurgados de la biblioteca hist¨®rica de Santa Cruz de Valladolid 619 casos donde la Inquisici¨®n trat¨® de fulminar las ideas adversas a su moral. Primero amedrentaron al pueblo para que ellos mismos denunciaran pensamientos peligrosos; luego acab¨® siendo imposible controlarlo todo: ¡°La cultura es imparable, me da ternura que pensaran que quitando palabras se impedir¨ªa la difusi¨®n de conocimiento¡±.
El palacio de Santa Cruz de Valladolid alberga la catedralicia Biblioteca hist¨®rica de la universidad vallisoletana, un mudo oc¨¦ano de sapiencia donde se sumergi¨® en busca de censura Galindo, licenciada en Filolog¨ªa hisp¨¢nica y m¨¢ster en Estudios filol¨®gicos superiores de esta Universidad. La actual profesora de Lengua y Literatura en un instituto de Burgos, de 44 a?os, empez¨® a peinar el cat¨¢logo de la biblioteca como trabajo de fin de m¨¢ster, animada por la doctora y especialista en c¨®dices Irene Ruiz Albi, quien le habl¨® de ¡°libros antiguos y mutilados¡±. ¡°Se me hicieron los ojos chiribitas¡±, sonr¨ªe su alumna aplicada, matr¨ªcula de honor con esa labor, trampol¨ªn hacia su tesis doctoral. El rastreo comenz¨® en 2020 y tres a?os despu¨¦s ha escrito un libro sobre la inmersi¨®n hist¨®rica. Conclusiones, muchas. La principal: ¡°Erasmo de Rotterdam era el autor m¨¢s apestado y apestoso¡±.

El fil¨®sofo humanista encarna la evoluci¨®n de la represi¨®n durante siglos. Suyos son el 30% de los t¨ªtulos mancillados por los censores en esta biblioteca, pese a que el Santo Oficio valid¨® sus reflexiones teol¨®gicas hasta que empezaron a asociarlo con el proscrito por antonomasia: Mart¨ªn Lutero. La Inquisici¨®n del siglo XVI, detalla Galindo, elabor¨® unos ¨ªndices para ser colgados en las puertas de las iglesias y en las librer¨ªas confiando en siglos de adoctrinamiento y amedrentamiento popular para que la escasa ciudadan¨ªa lectora, presa del temor y la superstici¨®n, se?alara o rehuyera esas obras: ¡°Uy, esto huele a herej¨ªa¡±.
El hereje, t¨ªtulo clave de un Miguel Delibes homenajeado en ese mismo palacio, describe c¨®mo se persigui¨® el auge del protestantismo con redadas en reuniones o librer¨ªas sospechosas. La opresi¨®n no impidi¨® que las sociedades perdieran el miedo y los libros impugnados siguieran circulando tras llegar a Espa?a en los fardos de los barcos o escondidos en toneles.
La censura constatada por esta fil¨®loga comenz¨® en 1584 y termin¨® en 1889, siglos entre los cuales se fueron ampliando los ¨ªndices de nombres u obras prohibidas. El m¨¢s severo fue el de 1707, duro con el progresivo desarrollo del pensamiento de Galileo Galilei sobre el heliocentrismo y el avance de las ciencias ¡°contra los paradigmas¡±, para disfrute del licenciado Frutos L¨®pez Malo, cuyo apellido se aplica al empe?o con que socav¨® la filosof¨ªa de Erasmo.

El censor y humanista Benito Arias Montano, por contra, rog¨® que los libros prohibidos no acabaran en la hoguera, sino que se recortaran sus contenidos inapropiados, permitiendo as¨ª que tantos a?os despu¨¦s puedan contemplarse esos apa?os sobre las mesas de madera y bajo la luz de las l¨¢mparas. ¡°En Espa?a se persigui¨® primero a los judeoconversos y luego a los iluminados y protestantes¡±, expone Galindo contra la fama de la Inquisici¨®n espa?ola, salvo el pionero Tom¨¢s de Torquemada, muy alejada de la celosa Roma y que rara vez quemaba brujas como en Francia o Inglaterra: ¡°Aqu¨ª nunca se creyeron lo de la magia¡±.
La falta de unanimidad propici¨® inscripciones de examinadores sobre la labor de colegas previos, como puede verse en finas caligraf¨ªas en el margen. ¡°Esto no est¨¢ prohibido¡±, ante los manchurrones sobre las l¨ªneas. ¡°Alg¨²n b¨¢rbaro borr¨®, pues, que las sentencias y no el nombre deben borrarse¡±, matiza otro inspector. Las intervenciones poco cuidadosas y el uso de ¡°tintas metalo¨¢cidas¡±, a?ade ante un ejemplar de La Celestina de 1633, han corro¨ªdo y agujereado el papel donde se lee la pulcra tipograf¨ªa de Calixto y Melibea. Hasta El Quijote de Cervantes se top¨® con la censura.

Las nuevas corrientes de represi¨®n, cernidas sobre cl¨¢sicos como Roald Dahl por la crudeza de sus cuentos o las acusaciones de racismo en Matar a un ruise?or, de Harper Lee, desagradan a la docente. ¡°Una obra debe leerse tal y como la escribieron¡±, sostiene, convencida de que en Espa?a la gente saltar¨ªa ante estos posibles episodios ¡°por el recuerdo reciente del franquismo¡±. ¡°No estamos dispuestos a volver a ciertas cosas que est¨¢n cercanas¡±, a?ade. As¨ª, conf¨ªa en que pronto se disuelvan las intervenciones ultraderechistas.
Galindo se empe?a en ilustrar a su alumnado sobre la libertad y el disfrute de la literatura aunque no siempre le hagan caso. ¡°Se nota mucho qui¨¦nes han tenido libros en casa¡±, esgrime. Pocos, probablemente, de Galileo o supervisados por el italiano Nicol¨¢s Riccardi, estudioso en Valladolid, donde se orden¨® dominico. ¡°Me gusta pensar que alguien que toc¨® a Galileo toc¨® este libro¡±, suspira mientras acaricia el volumen. El astr¨®nomo y matem¨¢tico acat¨® algunas sugerencias de Riccardi, pero su obra no pudo sortear a otros que jam¨¢s creyeron que la Tierra girara alrededor del Sol y no al rev¨¦s. Hoy, sin censuras inquisitoriales, todav¨ªa hay quien piensa que el planeta no es redondo.
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