La ¨²ltima voluntad del juez fusilado: ¡°Que la justicia sea estricta, pero sin odios ni venganzas¡±
La Fiscal¨ªa rinde homenaje a Javier Elola, juez y fiscal ejecutado por el franquismo. En sus discursos advert¨ªa, ya en 1931, del ¡°conservadurismo¡± de los magistrados y abogaba por acercarlos a la sociedad a la que serv¨ªan
Doce d¨ªas antes de ser fusilado en mayo de 1939, Francisco Javier Elola, juez, diputado y primer fiscal general de la II Rep¨²blica, escribe desde la prisi¨®n militar de Barcelona a su amigo Felipe S¨¢nchez-Rom¨¢n, catedr¨¢tico de Derecho. ¡°Todo lo temido est¨¢ a punto de consumarse. Al cabo de tres meses eternos de horrible cautiverio, caer¨¢n mis despojos en la tierra como simiente y el alma ir¨¢ a regiones de libertad. Recojan ustedes la cosecha y respiren el nuevo ambiente, que presiento ser¨¢ muy pronto. Y ahora una s¨²plica de ¨²ltima voluntad: cuando sea posible, en favor de mis hijos queridos, haz lo que sea necesario para ponerlos en camino de un honroso porvenir (...) los tres se hallan dominados por el deber de limpiar mi nombre, que es el suyo, y habr¨¢n de instar lo necesario para que se revise mi proceso. Pr¨¦steles su auxilio y magisterio precisos. Ser¨¢ algo trascendental, no por la modestia de mi persona, sino por lo que tiene de s¨ªmbolo. Y que la justicia sea estricta, pero sin odios, sin venganzas, recta y firme. Existen elementos suficientes para conseguirlo plenamente. (...) Presiento que los destinos de Espa?a ir¨¢n muy pronto a las manos de usted. Y cuando suene la hora, sonar¨¢ la de la justicia y la de la libertad por las que muero¡±. Elola no imaginaba cu¨¢nto iba a retrasarse ese momento: casi cuatro d¨¦cadas de dictadura y otros tantos a?os de democracia.
S¨¢nchez-Rom¨¢n fue depurado y tuvo que exiliarse en M¨¦xico. Poco antes de morir, vi¨¦ndose incapaz de cumplir el ¨²ltimo deseo de su amigo, traslada el encargo al exministro socialista Indalecio Prieto, quien escribe un art¨ªculo explicando la misi¨®n que le hab¨ªa sido encomendada y se pregunta: ¡°?Cu¨¢ntos despu¨¦s de m¨ª habr¨¢n de conservar la misiva del fusilado? Porque en el horizonte no asoman todav¨ªa luces de justicia, que si no de vidas, devuelvan honras¡±. Al intuir que su salud tampoco le iba a permitir ejecutarla, la carta es reenviada a la hija de S¨¢nchez-Rom¨¢n y posteriormente, a Javier, uno de los hijos de Elola. Este se dirige a?os despu¨¦s al Consejo General del Poder Judicial para solicitar que se repare a su padre y a otros juristas asesinados por el r¨¦gimen. El ¨®rgano de gobierno de los jueces le da calabazas por escrito en 1985. El juicio contra Elola qued¨® anulado en octubre de 2022, al entrar en vigor la ley de memoria democr¨¢tica. La restauraci¨®n de su honor ocurri¨® este mi¨¦rcoles, 84 a?os despu¨¦s del consejo de guerra, al presentar la Fiscal¨ªa General del Estado, en su sede, el libro En memoria de Francisco Javier Elola.
Su nieto, llamado como ¨¦l, explica entre l¨¢grimas, muy emocionado: ¡°Muchas veces me he preguntado por qu¨¦ conciudadanos nuestros consideran que actos como este son ¡®de parte¡¯. Es la restituci¨®n del patrimonio moral, intelectual y social que le fue arrebatado a Espa?a por el R¨¦gimen. Es un acto patri¨®tico que nos une¡±.
Durante dos horas, nietos, bisnietos y tataranietos del jurista fusilado escuchan a un magistrado del Tribunal Constitucional, Ram¨®n S¨¢ez; a otro de la Audiencia Nacional, Jos¨¦ Ricardo de Prada; al fiscal delegado de Medioambiente en Madrid, C¨¦sar Estirado; a la fiscal de sala de Derechos Humanos y Memoria Democr¨¢tica, Dolores Delgado, y a Mar¨ªa Torres, investigadora memorialista, describir la fascinante vida y obra de Javier Elola. Aprob¨® la oposici¨®n a la carrera judicial y fiscal, entonces unitaria, en 1905. Torres recuerda algunas de sus ¡°transgresoras sentencias¡±, como las que se opon¨ªan a desahucios o la que en 1932 conden¨® a un hombre casado a pagarle una pensi¨®n mensual a la chica de 16 a?os a la que hab¨ªa seducido y enga?ado. Al comienzo de la dictadura de Primo de Rivera, Elola fue designado vocal de la Junta Organizadora del Poder Judicial, una colaboraci¨®n que abandona poco despu¨¦s. ¡°Se plantea que tiene que colaborar para que la justicia sea lo mejor posible en esas circunstancias¡±, explica De Prada. Impulsa y preside la primera asociaci¨®n judicial, ¡°una caja de resistencia para ayudar a los jueces sancionados¡±. Tambi¨¦n participar¨¢ en la junta de organizaci¨®n de tribunales, precedente del actual Consejo General del Poder Judicial, y en el dise?o de una instituci¨®n similar al futuro Tribunal Constitucional.
En mayo de 1931 es nombrado Fiscal General de la Rep¨²blica y en julio de ese a?o, magistrado del Tribunal Supremo, cargo que compatibilizar¨¢ con el de diputado en las Cortes Constituyentes. Tras el golpe de Estado de Franco en julio de 1936, le nombran juez especial para instruir la causa por rebeli¨®n en Madrid, donde el principal procesado es el general Fanjul. Elola se aparta porque no comparte el car¨¢cter sumar¨ªsimo de ese procedimiento. No obstante, le encargan revisar el ¡°expediente general sobre el movimiento de rebeli¨®n militar¡± en todo el territorio nacional. Franco, Mola y Queipo de Llano, que se encuentran en zonas donde ha triunfado el golpe, son procesados en rebeld¨ªa.
La victoria franquista le pilla en Barcelona. La mayor parte del Gobierno y de sus compa?eros han huido ya a Francia. ?l decide quedarse. Conf¨ªa en su conciencia y en el Derecho en el que nunca ha dejado de formarse. Es detenido y sometido a un consejo de guerra. Felipe Uribarri Mateos, magistrado del Supremo, testifica a su favor y recuerda que salv¨®, entre otros, la vida del doctor G¨®mez Ulla, procesado por intentar pasarse al bando nacional, seg¨²n recoge el libro. En marzo de 1939 es condenado a pena de muerte por adhesi¨®n a la rebeli¨®n. En abril, el Alto Tribunal de Justicia Militar, con sede en Valladolid, ratifica la sentencia y a?ade: ¡°Actu¨® como juez especial contra los verdaderos espa?oles que se sumaron al leg¨ªtimo Movimiento Militar¡±. ¡°Palabrer¨ªa¡±, subraya Estirado, ¡°absolutamente ajena al Derecho¡±. La sala, recuerda S¨¢ez, estaba integrada ¡°por magistrados de carrera que deb¨ªan conocer bien a Elola¡±. Entre ellos figuraba Luciano Conde-Pumpido, t¨ªo abuelo del actual presidente del Tribunal Constitucional. El reo lo sabe. ¡°Me abandonaron quienes m¨¢s obligaciones ten¨ªan de protegerme¡±, lamenta en su carta a S¨¢nchez-Rom¨¢n.
La sentencia, explican en el libro el catedr¨¢tico de Historia Lourenzo Fern¨¢ndez Prieto y el historiador Antonio M¨ªguez Macho, ambos de la Universidad de Santiago de Compostela, ¡°no es una simple vendetta, una manifestaci¨®n m¨¢s de los efectos de la guerra y la violencia generalizada. El procesamiento y asesinato del juez era parte de la gesti¨®n de la memoria y la historia que hacen los verdugos: negar el pasado, manejar el relato y borrar sus culpas. Lo que Elola representaba no ten¨ªa cabida en el r¨¦gimen de los verdugos. En el Nuevo Estado de no derecho¡±. Ese a?o, 1939, el fiscal jefe del Ej¨¦rcito de Ocupaci¨®n, el general Felipe Acedo Colunga, hab¨ªa publicado una gu¨ªa de la justicia franquista, inspirada en la Inquisici¨®n, que consideraba ¡°un tribunal calumniado¡±, y que retorc¨ªa el Derecho para juzgar a los leales al Gobierno democr¨¢tico como rebeldes y practicar una justicia de exterminio, condenando a miles de personas no por lo que hab¨ªan hecho, sino por lo que pensaban: ¡°No son ideas, sino cr¨ªmenes¡±, sosten¨ªa.
Problemas heredados
El magistrado del Constitucional Ram¨®n S¨¢ez abre su cap¨ªtulo en el libro con una hermosa frase del jurista fusilado: ¡°La toga del juez puede arropar tambi¨¦n una generosa emoci¨®n ciudadana¡±. Y afirma: ¡°La importancia del personaje y la ignominia de su asesinato hace m¨¢s insoportable a¨²n el olvido que lo envuelve¡±. De Prada destaca su rabiosa independencia y fidelidad al Derecho en un contexto extremo, donde las presiones llegaban por todas partes. Tambi¨¦n la vigencia de sus escritos y discursos: ¡°Es evidente la modernidad de su pensamiento en materia de poder judicial y del enfoque que da a los problemas en torno a ¨¦l, que coinciden, en sus aspectos esenciales, con los que tienen muchos jueces en la actualidad¡±.
Elola opinaba que los jueces estaban demasiados alejados de la gente a la que serv¨ªan, de la realidad. Dice en 1931: ¡°Son eminentemente conservadores, por no decir retr¨®grados (...) La Magistratura est¨¢ acostumbrada a establecer principios con f¨®rmulas cabal¨ªsticas, y algunas veces arbitrarias, desnaturalizando el sentido de las Constituciones y el sentido de la democracia, y por eso, al atribuirse ese poder a los jueces, lo que se hace no s¨®lo es invadir las funciones del Parlamento, y por ende contrariar el principio democr¨¢tico de donde aqu¨¦l emana, sino imposibilitar la vida continua y normal del Derecho¡±. Y declar¨® 92 a?os despu¨¦s la fiscal Delgado, en el homenaje al jurista fusilado: ¡°Hoy hablamos de justicia, de independencia, de autonom¨ªa, pero los totalitarios de entonces siguen si¨¦ndolo ahora. Sus ataques virulentos, medi¨¢ticos, fan¨¢ticos se legitiman con el manto negro de la funci¨®n, con pretensiones de imponerse al soberano poder de la ciudadan¨ªa que se representa por el servicio p¨²blico. Tenemos un sistema que permite, de escalaf¨®n en escalaf¨®n, que se sucedan algunos patrones de conducta. Algo tendremos que hacer¡±.
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