Cuando en 1978 los nacionalistas de Convergencia se opusieron a la autodeterminaci¨®n: ¡°El objetivo separatista no es el nuestro. Arrimamos el hombro como uno m¨¢s¡±
Ram¨®n Tr¨ªas, de Convergencia Democr¨¢tica de Catalu?a, rechaz¨®, durante el debate constitucional, una enmienda para permitir referendos de independencia
El desaf¨ªo soberanista en Catalu?a ha exhibido, a lo largo de los a?os, numerosos giros de guion, incluso de intercambio de papeles, entre sus distintos actores: protagonistas y secundarios. El PSOE pas¨® de oponerse a la amnist¨ªa al proc¨¦s a aceptarla a cambio de la investidura. Junts, que criticaba a ERC por renunciar a la unilateralidad aceptando la mesa de negociaci¨®n con el Gobierno central, ha permitido la investidura del presidente de Espa?a y negocia ahora con el PSOE en Ginebra. Pero los volantazos empezaron mucho antes. El an¨¢lisis del debate que decidi¨® el texto final de la Constituci¨®n, que este mi¨¦rcoles cumple 45 a?os, muestra llamativos recorridos en el nacionalismo desde 1978 hasta hoy.
21 de julio de 1978. El Congreso debate, entre otras, una enmienda al texto constitucional presentada por el diputado Francisco Letamend¨ªa Belzunce, de Euskadiko Eskerra, para incluir el ¡°derecho de autodeterminaci¨®n¡± en el t¨ªtulo octavo mediante un refer¨¦ndum en ¡°las provincias, regiones hist¨®ricas o circunscripciones territoriales afectadas¡± ¡ªentendiendo por estas solo las que se se quieren separar del resto del pa¨ªs¡ª. Plantea que la independencia ser¨ªa efectiva con ¡°el voto afirmativo de la mayor¨ªa absoluta del censo electoral de cada una¡± de ellas. El diputado vasco empieza su intervenci¨®n de modo dram¨¢tico: ¡°Os pido que comprend¨¢is el riesgo f¨ªsico que puede suponer para m¨ª las palabras que os voy a dirigir y el mantenimiento de esta enmienda¡±. El presidente del Congreso, Fernando ?lvarez de Miranda, hab¨ªa iniciado el pleno con la condena a dos asesinatos de ETA cometidos ese mismo d¨ªa, y en recuerdo de sus v¨ªctimas: el general Juan Manuel S¨¢nchez-Ramos Izquierdo, y el teniente coronel P¨¦rez Rodr¨ªguez.
Manuel Fraga, de Alianza Popular, responde al diputado vasco con dureza: ¡°Lo primero, mi simpat¨ªa personal por la integridad f¨ªsica del se?or Letamend¨ªa, que estoy seguro de que estos d¨ªas no corre ning¨²n riesgo ante los comandos terroristas que andan por Madrid. En segundo lugar, coincido en lo esencial de su razonamiento: lo que necesita el Pa¨ªs Vasco es vivir en democracia. Tiene ahora todos los medios para ello en la Constituci¨®n y en la Ley. Solamente si se piden cosas imposibles y se mantiene la presi¨®n terrorista, esto ser¨¢ imposible. Una sola liberaci¨®n necesita hoy la noble Euskal Herria: la de los odiosos y despreciables terroristas que la oprimen, y la de los no menos despreciables personajes que los defienden y justifican¡±.
La enmienda de Letamend¨ªa es rechazada de plano: 266 votos en contra, cinco a favor y 11 abstenciones. En ese momento, 22 diputados forman parte del Grupo parlamentario que aglutina a la Minor¨ªa Vasca y la Catalana, pero Letamend¨ªa ni siquiera consigue todos esos apoyos. Ram¨®n Tr¨ªas Fargas, de Convergencia Democr¨¢tica de Catalunya, defiende en la C¨¢mara la posici¨®n de la Minor¨ªa Catalana. Durante el pleno, afirma: ¡°Quisi¨¦ramos recordar a la sala que la autodeterminaci¨®n es un m¨¦todo, no es un fin; es una manera de alcanzar unos resultados. Y en este sentido, nosotros ya nos hemos autodeterminado. Nosotros somos partidarios de esta Constituci¨®n, que hemos votado y votaremos hasta el final, y somos partidarios de la autonom¨ªa y de los estatutos que este Parlamento, en su momento, votar¨¢, y de nada m¨¢s, absolutamente nada m¨¢s¡±. Y a?ade: ¡°He hablado en mil ocasiones, en Catalu?a, que es donde deben decirse estas cosas y no aqu¨ª, que yo no era separatista, que no era independentista, que nosotros nos sentimos solidarios de una Espa?a moderna, democr¨¢tica y progresista, que ¨ªbamos a arrimar el hombro en ayuda de todos como uno m¨¢s¡±.
Por si quedaba alguna duda, aclara: ¡°Nos ha parecido que la enmienda del se?or Letamend¨ªa prejuzgaba un separatismo, es decir, que su autodeterminaci¨®n llevaba un objetivo final separatista que evidentemente no es el nuestro. (...) Nos llevaba a rumbos que nosotros no quer¨ªamos seguir¡±.
Junts, el partido de Carles Puigdemont, es el heredero hoy en el Congreso de Convergencia Democr¨¢tica de Catalu?a. En 2002, un a?o antes de presentarse como candidato por ese partido, Artur Mas opina que la independencia era ¡°un concepto anticuado y oxidado¡±. Su apuesta, como recoge el libro Qu¨¦ piensa Artur M¨¢s, es ¡°una Espa?a plurinacional. Un Estado organizado sobre cuatro naciones: Castilla, Galicia, Euskadi y Catalu?a¡±. A finales de 2007 y en 2008, con la crisis econ¨®mica y la sucesi¨®n de esc¨¢ndalos de corrupci¨®n en la comunidad y en el partido, se empieza a hablar del ¡°derecho a decidir¡±, pero en noviembre de 2009, Mas todav¨ªa cree que el refer¨¦ndum no es una buena idea: ¡°No quiero una consulta. Evidenciar¨ªa que Catalu?a quiere ser espa?ola¡±, asegura en EL PA?S.
Convergencia no solo ha ido cambiando de nombre y de siglas, tambi¨¦n de planteamientos y objetivos, porque 43 a?os despu¨¦s de que el diputado Tr¨ªas defendiese en el debate constitucional ¡ªpara oponerse a la enmienda de Letamend¨ªa¡ª que la autodeterminaci¨®n no era ¡°el rumbo que quer¨ªan seguir¡±, Junts (entonces llamado PDeCAT) suscribe con ERC, en marzo de 2021, una ¡°proposici¨®n de ley org¨¢nica de amnist¨ªa y resoluci¨®n del conflicto pol¨ªtico entre Catalu?a y el Estado espa?ol¡± que plantea el ¡°derecho de autodeterminaci¨®n¡± como clave del problema y por tanto, su remedio. El texto, que no fue admitido a tr¨¢mite, plantea los juicios al proc¨¦s como una ¡°aut¨¦ntica causa general contra el independentismo, aplicando el derecho penal del enemigo contra el que ejerce y defiende el derecho a la libre determinaci¨®n¡±. Causa general es como se conoce a la herramienta de represi¨®n franquista para castigar, encarcelar y fusilar a miles de personas. La describe as¨ª Paul Preston en El holocausto espa?ol: ¡°Cualquier denuncia, por rocambolesca que fuera, desembocaba en arrestos, interrogatorios, tortura, y a menudo, ejecuciones. (...) En general, la justicia franquista atribu¨ªa todas las muertes de sus partidarios a una pol¨ªtica deliberada del Gobierno republicano y la Generalitat, lo cual era sencillamente falso, y por a?adidura, proyectaba las intenciones asesinas de los rebeldes en los republicanos¡±.
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