El enigma Puigdemont
El ¡®expresident¡¯ explica sus posiciones pol¨ªticas en este texto a trav¨¦s de varias conversaciones con su c¨ªrculo m¨¢s ¨ªntimo en Bruselas y Waterloo
Es un enigma. Y complejo de descifrar, m¨¢s all¨¢ del vituperio o la adhesi¨®n incondicional. Carles Puigdemont, el expresidente de la Generalitat que se march¨® a B¨¦lgica y permanece huido de la justicia espa?ola, explica sus posiciones pol¨ªticas en este texto a trav¨¦s de varias conversaciones con su c¨ªrculo m¨¢s ¨ªntimo en Bruselas y Waterloo. Su n¨²cleo duro da cuenta a este diario de las negociaciones con los socialistas, la proposici¨®n de ley de amnist¨ªa, la guerra judicial ¡ªtambi¨¦n llamada lawfare¡ª y el futuro de la legislatura. Los an¨¢lisis y proyectos de Puigdemont, as¨ª como su trayectoria, son claves para explicar los pr¨®ximos tiempos en la pol¨ªtica catalana y espa?ola: idolatrados por los suyos, escandalosos para sus adversarios y criticados por muchos catalanes as¨ª como por una mayor¨ªa de espa?oles, se han convertido en una suerte de piedra de Rosetta para desentra?ar las inc¨®gnitas del tiempo pol¨ªtico que se abri¨® el 23-J. Los siete votos de Junts fueron imprescindibles para la investidura de Pedro S¨¢nchez a cambio de la amnist¨ªa, una ley que puede demorarse meses y que deber¨¢ superar varios recursos en instancias judiciales.
La amnist¨ªa es el asunto m¨¢s inmediato en el Parlamento, que acaba de registrar las enmiendas a la totalidad de la derecha espa?ola y est¨¢ pendiente de las enmiendas parciales de los nacionalistas. La c¨²pula de Junts propuso a la direcci¨®n del PSOE ¡°contar con el PP¡± para llevarla a buen puerto, seg¨²n las fuentes consultadas en las citadas conversaciones. Pero los socialistas respondieron que eso ¡°resultaba imposible¡±, vista la oposici¨®n cerrada de los conservadores, afirma Waterloo. El nacionalismo secesionista se propone presentar antes del 16 de enero varias enmiendas a la proposici¨®n de ley, ¡°incorporando elementos que al final de la negociaci¨®n no fueron asumidos¡±.
Eso s¨ª, desde la convicci¨®n de no poner en peligro su viabilidad: ¡°La amnist¨ªa se aprobar¨¢, es un texto minuciosamente preparado¡±, suele comentar el expresident ¡ªque aplaza cualquier entrevista oficial¡ª, a sus m¨¢s cercanos. Este juicio es especialmente contundente respecto al ¡°muy trabajado¡± pr¨¦ambulo. Ha habido sinton¨ªa y un meticuloso trabajo conjunto de los t¨¦cnicos, a?aden las fuentes consultadas. Y explican que el esperado encuentro pendiente de su l¨ªder con el presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, no se celebrar¨¢ de inmediato, pero sostienen que no deber¨ªa retrasarse demasiado. ¡°Entendemos que S¨¢nchez quiera aplazarla para asociarla a la aprobaci¨®n de la ley¡±, pero lo mejor es agendar ¡°cuanto antes¡± esa reuni¨®n. ¡°A los dos les va bien, les refuerza¡±.
Esta norma es la clave de b¨®veda de los acuerdos Junts-PSOE (y de los socialistas con Esquerra), pero el entorno de Puigdemont se esfuerza por subrayar que no responde a un inter¨¦s personal de los dirigentes extraterrados, aunque les beneficie. Y constituye el pilar del paquete de acuerdos que permiti¨® investir a S¨¢nchez. Puigdemont ¡°era m¨¢s bien esc¨¦ptico¡± sobre la posibilidad de que los contactos cristalizasen en un pacto, dada su experiencia en las negociaciones con el expresidente Mariano Rajoy en octubre de 2017 para convocar elecciones auton¨®micas a cambio de no intervenir la Generalitat mediante el art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n.
Ya se sabe que Waterloo suele distinguir poco ¡ªal menos p¨²blicamente¡ª entre los dos grandes partidos¡ª, y que su cabeza visible considera que ¡°entre Catalu?a y Espa?a no hay espacio para el amor¡±, pues este genera decepciones y frustraciones. ¡°Pero podemos procurar que haya espacio para las relaciones, por supuesto consentidas entre ambas partes, porque ambas queden satisfechas, y en eso estamos¡±.
?Conf¨ªa en la otra parte? ?Cree que el pacto est¨¢ avanzando por buen camino? La respuesta es una de cal y otra de arena, no se sabe si por c¨¢lculo negociador o por conveniencia ret¨®rica ante sus seguidores m¨¢s partidarios de la controversia que del acuerdo. Sobre el cumplimiento progresivo de las condiciones que Junts plante¨® al PSOE en la negociaci¨®n, Waterloo afirma que la primera condici¨®n era que se reconociese la legitimidad del independentismo; de lo contrario todo lo dem¨¢s sobraba. El catal¨¢n en la UE ¡°avanza, aunque no todo lo deprisa que convendr¨ªa¡±, quiz¨¢ alg¨²n organismo de la administraci¨®n general del Estado no ha presionado lo suficiente, apuntan las citadas fuentes. En cuanto al mediador, su propuesta inicial era calificarlo de ¡°independiente¡± para no provocar m¨¢s problemas, pero ¡°era evidente que para ser independiente de verdad solo pod¨ªa ser internacional¡±. Hay avances, en suma, aunque con matices.
Pero la desconfianza sigue ah¨ª; al menos en parte. Se han desactivado los desacuerdos m¨¢s ¨¢speros, ¡°aunque nunca se sabe¡±, reproduce su c¨ªrculo. En esa asignatura pendiente de la falta de confianza ¡°solo estamos empezando, a¨²n vamos en pa?ales¡±, pero ¡°existe una voluntad com¨²n de reconstruir pasarelas¡±. Seg¨²n el manual de Waterloo, para rehacer puentes lo primero es el respeto; despu¨¦s, el cambio de narrativa sobre la cuesti¨®n catalana; y lo tercero, la lealtad, que los compromisos se cumplan. Falta trayecto: los recelos de partida son m¨¢ximos. ¡°Nosotros hemos sido espiados, nos han dicho que nos llevar¨ªan presos a Espa?a, lo dijo incluso Pedro S¨¢nchez, y eso es dif¨ªcil de olvidar, pero al mismo tiempo somos pol¨ªticos¡±, se conjuga. Aunque la desconfianza sea un juego de espejos y en la coalici¨®n progresista se lamente el escaso reconocimiento a los puentes que ha tendido.
As¨ª, cuando se aduce que el PSOE arriesga mucho en ese envite, Waterloo alega que los socialistas part¨ªan de una posici¨®n muy d¨¦bil tras el 28-M, sin poder territorial, apenas sin comunidades aut¨®nomas ni Diputaciones, sin percha para miles de liberados: ¡°Afrontaba un momento de pasokizaci¨®n¡±, asegura el entorno del expresident, aunque ese ¨¦nfasis obvia que el PSOE gan¨® un mill¨®n de votos el 23-J respecto a los anteriores comicios. Junts perdi¨® apoyos: ?no es Junts quien ten¨ªa ese problema? ¡°Tambi¨¦n, y tenemos otro riesgo, el de que nuestra gente no entienda lo que estamos haciendo, no nos acompa?e¡±. Con esos mimbres se impone un cierto pragmatismo. No pretenden con el pacto ¡°construir un gran edificio¡±, sino ¡°ir poniendo un ladrillo encima de otro, y otro tras otro¡±. A veces los arrojan, con provocaciones dial¨¦cticas que dan munici¨®n a la extrema derecha, siempre en los momentos m¨¢s delicados: ¡°Entiendan que la narrativa es importante, que solo se puede construir un proyecto distinto sobre la base de una narrativa disruptiva, y que partimos de posiciones muy lejanas¡±, se justifican.
?El regreso al pragmatismo que adopt¨® ERC con los indultos es el que abraza ahora Junts con la amnist¨ªa? Waterloo niega que est¨¦n volviendo a la pol¨ªtica de las cosas concretas como a un lugar que hubieran ¡°abandonado¡±, y a?ade que sus l¨ªderes han sido tratados ¡°como apestados, como trumpistas, como supremacistas, como antisistema¡±. ¡°No somos una secta religiosa¡±. Quiz¨¢ no, pero adoran a Puigdemont, que no est¨¢ sometido al control democr¨¢tico de un partido al que no pertenece. El expresidente ¡°tiene autoridad, aunque la ejerce muy pocas veces, como ha ocurrido con la decisi¨®n de pactar con el PSOE: en este caso s¨ª, no pod¨ªa eludirlo¡±. Reconocen, eso s¨ª, que su organizaci¨®n ¡°es, digamos, rara¡±, con un l¨ªder carente de responsabilidad org¨¢nica. ¡°Por eso hay que comprender que al PSOE le resultase dif¨ªcil negociar as¨ª, ven¨ªa a ser un cierto reconocimiento de la autoridad derivada del exilio¡±.
Una de las condiciones m¨¢s especiales y pol¨¦micas del acuerdo, a la que no se suele hacer referencia, alud¨ªa a que ¡°los ¨²nicos l¨ªmites¡± del pacto deb¨ªan ser, seg¨²n Junts, los tratados internacionales. Y ah¨ª radica el cogollo de las ambig¨¹edades, porque muchos ciudadanos consideran que en el pacto firmado con el PSOE falta una menci¨®n expl¨ªcita al marco de la Constituci¨®n, y a su acatamiento presente y futuro: un ¡°no lo volveremos a hacer¡±. Waterloo emplea un juego de sobreentendidos y filigranas para abordar ese asunto. Como que la Constituci¨®n establece en su art¨ªculo 96 que los tratados internacionales rubricados ¡°formar¨¢n parte del ordenamiento interno¡±: el entramado constitucional debe interpretarse de acuerdo con los tratados internacionales, como dice su art¨ªculo 10.
Y s¨ª, eso es literal en la Ley Fundamental. Pero tambi¨¦n es exacto que los diputados de Junts se disponen a firmar la ley de amnist¨ªa, y esta establece claramente en su pre¨¢mbulo, tan alabado por el expresident, que cuelga taxativamente de la Constituci¨®n. Eso excluye la unilateralidad, que ellos siguen defendiendo. Al menos p¨²blicamente.
La r¨¦plica a este razonamiento es cl¨¢sica: ¡°No podemos renunciar nunca a un derecho que no nos pertenece, sino que es un derecho colectivo del pueblo. Todos los pueblos tienen derecho a la autodeterminaci¨®n, seg¨²n los tratados internacionales asumidos por Espa?a¡±. Al contraponer que ese derecho opera exclusivamente en forma de autogobierno dentro del Estado al que un pueblo est¨¢ adscrito, y que solo se traduce en derecho a la secesi¨®n si eso no puede cumplirse porque se trata de una colonia o una dictadura, seg¨²n el derecho internacional, el c¨ªrculo de Puigdemont intenta despejar el enigma con una promesa de voluntarismo y otra de salvaguardas: ¡°Nosotros queremos negociar y agotar el camino iniciado. Y al final queda acogerse a ese recurso [la unilateralidad, expresi¨®n que reh¨²ye, al menos ante este diario] si despu¨¦s todo fracasase¡±.
Los ¨ªntimos del l¨ªder de Junts no ven ¡°ninguna incompatibilidad entre la ley de amnist¨ªa y el marco constitucional¡±. Eso s¨ª, recuperan el a?ejo discurso pujolista, seg¨²n el cual el Tribunal Constitucional y los sucesivos Gobiernos han realizado ¡°interpretaciones restrictivas¡± de ese marco hasta convertirlo en ¡°excluyente¡±. ¡°Si alguien tiene la voluntad de volver a los cimientos, la din¨¢mica puede cambiar; por ejemplo, un refer¨¦ndum consultivo es perfectamente posible, y adem¨¢s, recomendable¡±, a?aden. El argumentario evoca la frase liberal seg¨²n la cual ¡°cuando se reconoce el derecho a la secesi¨®n existe menos riesgo de divisi¨®n del Estado, como en el caso de Suiza; y cuanto m¨¢s se constri?e, mayor es el riesgo para la continuidad del Estado¡±.
Sin embargo, ese razonamiento olvida que Puigdemont y los suyos gobernaron exclusivamente ¡ªy seg¨²n pautas declaradas ilegales y anticonstitucionales¡ª, solo para la mitad de los catalanes en 2017. En ese punto hay apelaciones a lo gen¨¦rico: la democracia implica disputa pol¨ªtica. ¡°No se ha roto el Reino Unido por el Brexit¡±; ¡°no tengamos miedo a los debates¡±; ¡°no confundamos el derecho de los ciudadanos, que es para todos, y la identidad nacional, que es de cada uno¡±.
El ¨²ltimo de los enigmas explorados en estas conversaciones es el lawfare o guerra judicial. Cuando se recrimina en Waterloo que ese asunto apunta a erosionar la independencia de los jueces y por tanto las bases del Estado de derecho, la dial¨¦ctica sube de tono. El interlocutor asegura que ¡°lo pactado no consiste en que el poder pol¨ªtico revise la jurisprudencia de los tribunales¡±. Que solo ¡°se trata de averiguar qu¨¦ ocurri¨® fuera de los juzgados, si hubo reuniones indebidas de jueces con dirigentes pol¨ªticos, si hubo una sumisi¨®n o una coordinaci¨®n¡±. Y que ¡°por supuesto son los niveles judiciales superiores los que tendr¨¢n que decidir sobre los niveles inferiores¡±, ¡°pero necesitar¨¢n informaci¨®n, y eso es lo que proporcionar¨¢n las comisiones parlamentarias¡±.
Tratando de voltear el calcet¨ªn, el c¨ªrculo puigdemontiano combina esa versi¨®n suave con la indignada, sosteniendo que s¨ª, que ¡°hay que restituir el Estado de derecho¡±, ¡°porque todos los indicios apuntan a que ha sido sometido a un golpe¡±. ¡°Es muy probable que haya habido jueces que hayan violentado las normas b¨¢sicas; aunque una mayor¨ªa sea correcta, el poder judicial y muy concretamente su consejo general mantiene connivencias y complicidades intolerables¡±, critica el entorno m¨¢s ¨ªntimo del hoy eurodiputado.
Incluso si eso fuera cierto, el Congreso no es competente para nombrar o destituir jueces. ¡°De acuerdo, las C¨¢maras no pueden destituir jueces, pero deben poder dirigir la luz a las irregularidades, conocer las aver¨ªas en su funcionamiento. Y deben generar la normativa seg¨²n la que funcione el poder judicial¡±, apuntan las mismas fuentes. La tarea de las comisiones de investigaci¨®n ¡°no puede consistir en tomar medidas concretas sobre personas, sino en emprender las reformas legales que correspondan: el objetivo ¨²ltimo es muy simple, que los jueces espa?oles sean tan independientes como los jueces alemanes¡±. La delgadez de los alambres, este toma y daca, este s¨ª pero no pero quiz¨¢s, es la marca del enigma Puigdemont.
¡°No har¨¦ un Tarradellas¡±
No, rotundamente ¡°no har¨¦ un Tarradellas¡±, asegur¨® Carles Puigdemont a un visitante, en una frase que sus pr¨®ximos consideran inacabada. Su rechazo a un retorno con recepci¨®n masiva y espectacular quiz¨¢ se deba a la dificultad de lograrla. Pero la argumenta en que los primeros en acogerse a la ley de amnist¨ªa deben ser los manifestantes, los que estuvieron en la organizaci¨®n de los colegios electorales, la gente de base todav¨ªa hoy sometida a incertidumbre sobre su futuro.
Y su obsesi¨®n es no brindar abono a la cr¨ªtica de que ha buscado sobre todo un beneficio personal. Si bien sus asesores jur¨ªdicos consideran que desde el momento en que la ley se apruebe, y aunque sea recurrida ante los tribunales, ser¨¢ libre de volver inmediatamente sin cargos, porque las ¨®rdenes de detenci¨®n y otras cautelares decaer¨¢n autom¨¢ticamente, en su interpretaci¨®n del pre¨¢mbulo y del art¨ªculo 4.
A¨²n no ha pensado al detalle el formato del regreso, pero s¨ª que se desarrollar¨¢ sobre la doble aspiraci¨®n de dignidad y sentido institucional. ¡°De ninguna manera como candidato de un partido¡±, sino de forma que ¡°sirva para afianzar la unidad independentista¡±, explican fuentes muy cercanas.
Si las cosas suceden m¨¢s o menos as¨ª, habr¨¢n quedado atr¨¢s seis a?os en Waterloo. Hacia afuera, su principal protagonista rechaza el victimismo, les dice a sus hijas que est¨¢n mucho mejor que mucha gente, que tienen suerte de verse cada 15 d¨ªas, aunque sus ¨ªntimos le hayan visto emocionarse con una botella de agua de Viladrau llevada por un paisano.
Y a veces confiesa a familiares y amigos, quiz¨¢ para no ofrecer flancos d¨¦biles, que podr¨ªa pasarse ¡°toda la vida¡± all¨¢, que ya ha cumplido una larga trayectoria pol¨ªtica. Pues, aunque olvide que a veces la ha denostado con sa?a, Europa es su casa. ¡°Soy europeo¡±, proclama a los suyos, ¡°me siento en casa y me emociona la imagen del canciller Kohl y el presidente Miterrand d¨¢ndose la mano¡±, refiri¨¦ndose a la foto de ambos en el cementerio de Verd¨²n, en 1984, a los 70 a?os de iniciarse la primera gran guerra. ¡°Me siento hijo de esa aventura europea¡±.
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