Un Starbucks en la plaza m¨¢s antigua de Espa?a: las franquicias vencen al comercio tradicional en Valladolid
La proliferaci¨®n de cadenas resta identidad a los espacios tradicionales de las ciudades medianas
El conde Ans¨²rez tiene donde elegir. El fundador de Valladolid, inmortalizado escult¨®ricamente en la plaza Mayor, puede viajar miles de kil¨®metros a trav¨¦s de las franquicias. De entrante, un ramen nip¨®n; para seguir, unos burritos al m¨¢s puro estilo mexicano; de segundo, una estadounidens¨ªsima hamburguesa Whopper; de postre, unos manolitos como los de Madrid; en la sobremesa, un frappuccino muy instagrameable. El epicentro vallisoletano, de un sobrio estilo herreriano como bien explica una gu¨ªa tur¨ªstica a un tropel de jubilados, ha perdido los comercios tradicionales en favor de las homog¨¦neas cadenas, igualmente reconocibles en Nueva York, Pek¨ªn o la meseta castellana. Estos negocios van reemplazando a tiendas hist¨®ricas, cerradas por la falta de demanda o elevados alquileres.
El Ayuntamiento, de momento, permanece ajeno a esos colores corporativos y luces de ne¨®n internacionalmente identificables. La plaza, considerada la m¨¢s antigua de Espa?a, se constituy¨® en 1561 tras un terrible incendio que modific¨® el desarrollo de la urbe. Desde entonces, esos soportales han ido alojando diversos establecimientos y garantizando un movimiento econ¨®mico muy alterado en los ¨²ltimos a?os. La inminente apertura de una franquicia de comida asi¨¢tica y de otra hamburgueser¨ªa se une al flamante estreno de un Starbucks, anta?o reservado a las metr¨®polis y ahora expandido a capitales de provincia. Entretanto ha bajado la persiana una hist¨®rica ferreter¨ªa de 130 a?os de funcionamiento, sede de cualquier aparato para la cocina y el hogar, desde vaciadores de melones hasta toda clase de cuchillos. La multinacional se aposent¨® en la sede de una vieja ¨®ptica, hace un a?o clausur¨® la reconocible joyer¨ªa Ambrosio P¨¦rez y las cuentas de locales de la plaza quedan as¨ª: 28 negocios vallisoletanos con dominio de cafeter¨ªas y 10 representantes de negocios forasteros, con hosteler¨ªa en su mayor¨ªa, y algunos espacios vac¨ªos.
¡°?Justo lo ven¨ªamos hablando!¡±, aseguran Teresa Rodr¨ªguez y Ana Alberdi, de 65 a?os y pucelanas de pro, al preguntarles por esta tendencia. Entre ambas recitan antiguos comercios predecesores de esos anodinos y modernos sustitutos. ¡°Anda que no hay cosas t¨ªpicas en Valladolid, es lo que da solera a la ciudad, cuando tenemos visitas no las llevamos al Burguer King¡±, critica Rodr¨ªguez, molesta con ese devenir. Las mujeres reniegan de la destrucci¨®n del ¡°tejido comercial¡± y del ¡°peque?o comercio¡±, gran v¨ªctima de la subida de los alquileres y los giros en el consumo social. Ellas afirman no comprar en esos invasores y se despiden con un ¡°?esa es la de los manolitos?¡± mirando a la pasteler¨ªa, donde se venden cruasanes como ¡°tradicionales¡± pese a ser fabricados y ultracongelados como revel¨® eldiario.es en 2019. Cubero, una popular pasteler¨ªa vallisoletana, clausur¨® hace unos meses por falta de relevo generacional para ese templo del az¨²car y del abisinio.
El concejal de Urbanismo, Ignacio Zarandona (PP), ata?e ese cambio de perfil a ¡°los tiempos¡± y la p¨¦rdida de fuerza del comercio tradicional. ¡°No vemos preocupante que aparezcan franquicias emblem¨¢ticas, lo grave ser¨ªa que no vinieran, son las que m¨¢s pueden apostar por estos negocios y lo extra?o es que no tuvi¨¦ramos un Starbucks¡±, explica el edil, consciente de que la capacidad financiera de esas empresas supera al m¨²sculo de muchas tiendas locales. ¡°El comercio tradicional tiene buena salud aunque las demandas van cambiando¡±. La librera Mar¨ªa Jos¨¦ Gonz¨¢lez y el vendedor de caf¨¦ Pablo Moreno charlan sobre estos cambios. ¡°Cuanto m¨¢s negocio, m¨¢s vida, y el centro no se muere, aunque preferir¨ªa m¨¢s comercio local¡±, observa ella; ¨¦l matiza que sus respectivos establecimientos, en esa ubicaci¨®n y no en un barrio, dependen m¨¢s del turista que del aut¨®ctono.
A Salvadora -¡±?sin apellido!¡±- y Salvador Garc¨ªa, de 75 y 53 a?os, les parece fatal el crecimiento de las cadenas. Ambos paladean un helado de una marca c¨¢ntabra pese a disponer de los helados de Iborra, fundada por turroneros alicantinos en 1900, en una bocacalle. ¡°?Al menos estos no son extranjeros!¡±, se excusan. La jubilada acaba de llegar, tal y como acredita su moreno, de una semana en Ibiza. ¡°Est¨¢n las mismas tiendas que aqu¨ª¡±, lamenta, y su acompa?ante comenta esa derrota del comercio de proximidad contra el m¨²sculo inversor forastero. Los j¨®venes Alberto P¨¦rez y Elvira Mart¨ªnez, de 30 a?os, se muestran lac¨®nicos: ¡°Es ley de vida, est¨¢ todo encaminado a que se pierda el peque?o comercio¡±. Ellos no suelen recurrir a las cadenas pero alguna vez, sobre todo cuando aprieta el hambre, rebajan el list¨®n. Al Starbucks no han acudido ni muestran inter¨¦s, si bien consideran que los encargados habr¨¢n ejecutado un correcto estudio de mercado para ubicarse en el coraz¨®n de Valladolid.
Menos suerte tuvo La Poller¨ªa, v¨ªctima de un gatillazo pese a abrir en la contigua calle de la Pasi¨®n. Los gofres y crepes con forma de pene o vulva despertaron inter¨¦s en los primeros meses pero no tard¨® en pasar de moda. Muy cerca de la plaza se prepara la apertura de un McDonald¡¯s. Enfrente del Starbucks, en el otro lado de la plaza Mayor, se encuentra otra cafeter¨ªa con cojines verdes y sillas blancas. Que nadie se equivoque: en la primera charlan algunos j¨®venes, un teletrabajador se concentra frente a un ordenador Mac junto al patinete rosa de su hija y se van unos chavales con gorra para atr¨¢s. En la segunda, el cl¨¢sico caf¨¦ Lion d¡¯Or, se viaja en el tiempo al cruzar el umbral, tanto por la decoraci¨®n como por la edad media de la clientela.
¡°?Dos manzanillas con leche! Y una manzanilla con lim¨®n y un poleo¡±, exclama un camarero de uniforme cl¨¢sico. En el Starbucks manda la gomina; aqu¨ª reina la laca. El ajetreo impide profundas reflexiones financieras y socioecon¨®micas mientras la cafetera expulsa vapor a rabiar. Uno de los trabajadores, con ese tono medio en broma medio en serio tan dif¨ªcil de descifrar para los no iniciados en humor castellano, desde?a el temor a nuevos competidores y antes de girarse para servir otra infusi¨®n lanza su tesis: ¡°Somos la excepci¨®n, todos acaban siendo iguales y as¨ª tendremos la exclusividad¡±. La plaza Mayor, al menos, no ha perdido del todo su esencia. Dos ni?os juegan al f¨²tbol entre parterres y farolas sin que nadie, turistas o nativos, les diga que dejen de joder con la pelota.
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