Conchita y los ocho vecinos de Santander ganan el pulso contra un gran inversor en pisos tur¨ªsticos: ¡°De aqu¨ª no nos vamos¡±
Los futuros propietarios de un c¨¦ntrico edificio reculan en sus intenciones tras la oposici¨®n vecinal
De ¡°Para acometer las obras ser¨¢ necesario el desalojo total de los inquilinos y/o propietarios¡± a ¡°No hay ni habr¨¢ ninguna presi¨®n para que se vayan del edificio¡±. Ese es el giro que ha dado en Santander un grupo inversor en pisos tur¨ªsticos tras la lucha vecinal que se ha encontrado en un edificio que pretende comprar. En las 27 viviendas de este c¨¦ntrico inmueble, apenas quedan cuatro casas habitadas y nueve vecinos, un caramelo para su due?o despu¨¦s de que esos inversores se interesaran en adquirir Santa Clara, 8, para destinarlo a uso tur¨ªstico. Los residentes denunciaron ante los medios ese ¡°necesario desalojo total¡± y han conseguido, tras el esc¨¢ndalo, que la empresa negocie y ofrezca mejores condiciones para que esas personas se marchen durante las obras. Vecinos como Conchita Mantilla, de 89 a?os, bajo un alquiler de renta antigua, tem¨ªan que la nueva propiedad los echara o los incomodase hasta forzarlos a marcharse. ¡°De aqu¨ª no nos vamos¡±, desafiaba antes de que la entidad cambiase el guion.
El proceso, afirman los vecinos, ha sido sibilino. La finca perd¨ªa gradualmente habitantes tanto por defunciones como por motivos diversos, pero nunca hab¨ªa reemplazo, esas casas no sal¨ªan al mercado. Inocentes, no pensaron que el propietario aspiraba a dejarlo vac¨ªo para venderlo en su conjunto ante un buen comprador. Ese d¨ªa lleg¨® con solo nueve almas en las cuatro estancias abiertas actualmente, una de ellas la de la beligerante Mantilla, quien despu¨¦s de 60 a?os entre esas paredes se niega a movimientos a estas alturas. ¡°El susto que me han dado es gord¨ªsimo. Cuando me dieron la noticia llam¨¦ a un psic¨®logo y a mi abogado, fue un mazazo en la cabeza, pero luego hemos ido viendo las cosas y est¨¢n suaves, suaves¡±, explica la mujer, amparada por su arrendamiento de renta antigua por 600 euros mensuales, m¨¢s dif¨ªcil de romper que el establecido en legislaciones posteriores.
Portavoces de la compa?¨ªa, la argentina Global Cuena, piden calma: ¡°Se han precipitado los vecinos. Llevan tiempo con mala experiencia con la antigua propiedad y a¨²n no han escuchado a la nueva propiedad, que a¨²n no est¨¢ concretada, aunque lo probable es que se cierre la operaci¨®n¡±. ¡°Van a respetar sus derechos, no hay problemas ni prisas ni presi¨®n¡±, afirman, pese a la primera carta alertando de la necesidad de marcharse, e insisten en la ¡°situaci¨®n catastr¨®fica del edificio¡± como clave para rehabilitarlo por completo. Los vecinos que se queden, sostienen, ¡°disfrutar¨¢n de las mejoras¡±.
Una carta certificada trata de apaciguar los temores. ¡°No hay ni habr¨¢ ninguna presi¨®n para que se vayan del edificio¡± y ¡°no planeamos dedicar el edificio, ning¨²n piso, a apartamentos tur¨ªsticos¡±, afirma la misiva, si bien fuentes presentes en reuniones iniciales con los inquilinos aseguran que entonces s¨ª plantearon que s¨ª tendr¨ªa fines tur¨ªsticos. Santander ha incrementado en los ¨²ltimos a?os el n¨²mero de visitantes veraniegos, cantidad siempre dif¨ªcil de precisar. La oficina municipal de turismo atendi¨® el pasado 2023 a 65.948 personas, un 27,5% m¨¢s que el a?o anterior. Entre ellos destaca el crecimiento del viajero extranjero, cuya cantidad se elev¨® un 47% mientras los turistas espa?oles crecieron un 21%. Santander y Cantabria, al igual que Asturias, han experimentado un notable incremento de demanda hostelera gracias a sus temperaturas m¨¢s suaves, que contrastan con las alt¨ªsimas temperaturas estivales de regiones m¨¢s cotizadas como Andaluc¨ªa o la cornisa mediterr¨¢nea.
Mantilla, antes de recular la inversora, dejaba clara su postura: ¡°Como no me echen a patadas, de aqu¨ª no me muevo¡±. Ella trat¨® con esos abogados ¡°muy amables¡± que intentan negociar: le ofrecieron pagarle la mudanza y la diferencia de alquiler entre esa morada y aquella en la que se instalara si la nueva fuese m¨¢s cara. Nanay. ¡°La mudanza ya la haremos si nos da la gana, no nos vamos a mudar ni mover de aqu¨ª¡±, proclama, contenta con la reacci¨®n vecinal contra los inversores. Las denuncias en medios de comunicaci¨®n, valora, han servido para hacer recapacitar a la compa?¨ªa.
El mayor temor que albergaba la mujer implica que, aun respetando a los residentes, el nuevo due?o optara por ejecutar las obras y empezara un infierno de ruidos, cortes de agua y electricidad, paros en el ascensor y dem¨¢s horrores asociados a una reforma de la que se beneficiar¨ªan turistas o gente sin implicaci¨®n con Santander o con el barrio. ¡°Los due?os lo vender¨ªan muy requetebi¨¦n, el edificio es grand¨ªsimo y los pisos muy grandes¡±, resume. La zona, atractiva por su proximidad al Ayuntamiento, al paseo Pereda o al centro Bot¨ªn, ha vivido en los ¨²ltimos a?os la turistificaci¨®n.
Portavoces del Ayuntamiento de Santander, a falta de resoluci¨®n del caso, afirman que ¡°la licencia que, en su caso, se pueda solicitar es un acto regulado seg¨²n la normativa vigente, el resto es un asunto entre particulares¡±. Fuentes jur¨ªdicas cercanas al vecindario albergan sospechas sobre sucesos producidos ¨²ltimamente, como cuando ardi¨® un contenedor de basura una noche y tizn¨® parte de la fachada, desvencijada por el desinter¨¦s del due?o actual. Estas voces destacan que los inquilinos vitalicios de renta antigua pueden aferrarse a su piso mientras los posibles nuevos due?os reforman a su antojo el inmueble, sin importar los da?os ac¨²sticos o cotidianos para la habitabilidad. ¡°La empresa quiere una rehabilitaci¨®n integral para apartamentos, esos pisos los pueden alquilar por 1.000 euros al mes tranquilamente, sea para turistas o no, con las nuevas leyes de arrendamiento, porque es un sitio muy bueno¡±, manifiestan estos informadores, conscientes de la cuesti¨®n emocional de los residentes y de ese ¡°avasallamiento con educaci¨®n¡± de los interesados, que trataron en vano de convencerlos antes de echarse atr¨¢s. ¡°La compraventa no est¨¢ formalizada, pero se prev¨¦ a finales de mayo o junio, no s¨¦ si se echar¨¢n atr¨¢s o seguir¨¢n tras este jaleo¡±, indican. Algunos vecinos admiten conversaciones con los interesados, pero se ci?en a la ¡°confidencialidad¡±.
Cada inquilino tiene una historia. Blanca Hormaz¨¢bal y su hermana, de 74 y 75 a?os y ambas aquejadas de discapacidad, nacieron en esa casa a donde las liga un contrato de 1949. ¡°Tenemos la preocupaci¨®n de qu¨¦ va a ser de nosotros, a¨²n no nos han ofrecido nada concreto, solo para cuando dure la obra y nada m¨¢s¡±, lamenta la septuagenaria. Bajo los domicilios hay una peluquer¨ªa, negocio operativo desde hace d¨¦cadas. De momento, pese al susto, parece que han evitado la irrupci¨®n de turistas, las maletas y los c¨®digos para acceder a los pisos.
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