Las aguas del interior atraen cada vez m¨¢s p¨²blico con escasos medios de socorrismo
La falta de recursos de emergencia o se?alizaci¨®n y el exceso de confianza provocan un aumento de los ahogamientos en playas fluviales y embalses
Botellas de gazpacho, neveras port¨¢tiles, partidas de cartas, hinchables con forma de patito de ba?era, sombrillas, aperitivos, ba?adores, gente volcada al sol y crema protectora. El mar, a cientos de kil¨®metros. El agua, a unos metros. La playa del embalse de Ricobayo (Zamora) atrae cada verano a miles de veraneantes de interior deseosos de un refrigerio sin hacinarse en los litorales. En las playas, el peligro, con socorristas avizores, resulta perceptible: oleajes, corrientes y resacas. Pero esos servicios de salvamento o zonas acotadas rara vez se encuentran en pantanos, playas fluviales, lagos o pozas, con un p¨²blico creciente y habitualmente sobrado de confianza. Los ahogamientos en estos espacios acu¨¢ticos crecen por el aumento de usuarios, desprevenidos y sin recursos de emergencias accesibles. La Federaci¨®n Espa?ola de Salvamento y Socorrismo solicita el compromiso de las instituciones para mejorar las prestaciones en los lugares clave donde constan grandes afluencias verano tras verano en un modelo de turismo al alza.
La ¨²nica advertencia del embalse de Ricobayo consiste en un cartel junto al aparcamiento. ¡°Peligro por ahogamiento. Desnivel muy brusco¡±, alerta el r¨®tulo, previo a la rampa hacia la arena. Los merenderos a la sombra se abarrotan de familias charlando sobre la m¨²sica de Jos¨¦ Luis Perales, con alguno leyendo mientras hace la digesti¨®n y los dem¨¢s jugando a la escoba, el pasado 20 de agosto. Una pareja de jubilados bota un kayak y rema embalse adentro, con varios kil¨®metros de superficie apacible. Trini Matell¨¢n y Saray Mart¨ªn, de 37 y 31 a?os, huyen frecuentemente del secano hacia embalses como este, que visitan por primera vez, habituales del tambi¨¦n zamorano de Villardeciervos o Cional. ¡°Nunca hemos visto socorristas en los pantanos, el peligro de este es que de repente dejas de hacer pie y cubre mucho¡±, afirma Matell¨¢n. ¡°Hay m¨¢s gente que otros a?os, antes ven¨ªamos muy poquitos¡±, a?ade Mart¨ªn.
Basta con ojear las redes sociales para encontrarse con ofertas de rutas por r¨ªos o cauces para el ba?o veraniego sin tener que viajar hasta el mar, ubicaciones antes reservadas para los lugare?os y aquellos a quienes estos confiaran su secreto. La masificaci¨®n tur¨ªstica llega a las aguas interiores una vez conquistadas las costeras. Los asturianos Ra¨²l Crespo y M¨®nica Gonz¨¢lez, de 55 y 52 a?os, bromean: ¡°Como el oleaje y las corrientes del Cant¨¢brico no hay nada¡±. Y achacan los fallecimientos a ¡°despistes o no tomar precauciones¡±. Sheila Fern¨¢ndez y V¨ªctor Llorente, de 34 y 36, acuden con su hija peque?a para huir del calor. Ellos suelen preferir el norte, con el mar m¨¢s revoltoso que el apacible Mediterr¨¢neo, m¨¢s parecido en oleaje al embalse. Cuando Cantabria no ofrece buenas temperaturas, se escapan a puntos como este. Llorente recuerda un reciente ejemplo, vividos por ellos mismos en la playa c¨¢ntabra de Somo, hace unos d¨ªas: ¡°Una mujer sufri¨® un infarto y hab¨ªa muchos medios, socorristas¡ pero muri¨® igualmente. Aqu¨ª hay que tener cuidado porque no hay nada¡±.
Alberto Garc¨ªa, director de la Federaci¨®n Espa?ola de Salvamento y Socorrismo (FESS), apunta a tres claves como causas del problema: el aumento del turismo de interior, los excesos de confianza del usuario y la ausencia de recursos de seguridad. ¡°Las zonas de interior, a diferencia de las costas, no tienen la se?alizaci¨®n que debieran tener, no est¨¢n acotadas ni tienen apenas elementos de seguridad¡±, lamenta Garc¨ªa sobre esas pozas, acequias, r¨ªos, pantanos o cascadas tan cotizadas en los meses de calor. Las estad¨ªsticas de la FESS ubican a Andaluc¨ªa, Galicia, Comunidad Valenciana, Canarias y Catalu?a como las l¨ªderes en ahogamientos en 2024, seguidas por las al menos 19 muertes en Castilla y Le¨®n, 11 en Castilla-La Mancha o nueve en Arag¨®n, comunidades sin costa. Las playas del litoral copan la mayor¨ªa de los fallecimientos nacionales, pero los r¨ªos, embalses y pantanos, balsas de riego, lagos o pozos rebasan con diferencia los casos en piscinas.
El riesgo acecha, y si se producen ahogamientos en ¡°vasos estancados, acotados, con condiciones de agua, normativas o socorristas¡±, como las piscinas, los vol¨¢tiles como los espacios naturales entra?an m¨¢s peligro. Porque, pese a la apariencia tranquila, suponen un carrusel de riesgos: algas, lodos, aguas turbias y corrientes por los cambios de temperatura, algo desconocido por mucha parte del p¨²blico. Tambi¨¦n los saltos al agua desde rocas o canoas, con casi 40 grados en el exterior y muchos menos bajo la superficie. ¡°Esto genera shocks por los cambios bruscos y genera paradas cardiorrespiratorias, van a morir ahogados porque apenas hay seguridad, lo deseable ser¨ªa tener vigilancia¡±, advierte Garc¨ªa, pidiendo responsabilidades a las Administraciones locales o nacionales para dar valor a estos puntos y concienciar a la poblaci¨®n. ¡°Acot¨¦mosla y pongamos medidas, pongamos socorristas para que el turista sepa donde refrescarse¡±, sugiere el experto ante la ¡°falta de conciencia social¡± all¨ª donde siempre ha habido r¨ªo o pantanos y ¡°la gente se ha ba?ado siempre y nunca ha pasado nada¡±.
Hasta que pasa, como acredita el reguero de noticias sobre accidentes o defunciones de j¨®venes y mayores en entornos como los citados. Las lluvias torrenciales, al alza, arrastran ¨¢rboles u objetos pesados capaces de modificar el entorno y comprometer al ba?ista. De fondo, ¡°Instagram ha hecho mucho da?o¡±, con la dictadura del v¨ªdeo y el pavoneo para grabarse saltando desde lo alto o adentr¨¢ndose donde no se debe para chulear. Adem¨¢s, estos emplazamientos en parajes naturales y sin servicios m¨¦dicos cercanos implican que, ante eventualidades como problemas card¨ªacos o accidentes graves repentinos, haya muchas menos opciones de supervivencia al requerir mucho m¨¢s tiempo la llegada de personal especializado, no siempre factible por las caracter¨ªsticas orogr¨¢ficas de algunas pozas o r¨ªos.
Adem¨¢s, particularmente en embalses como el de Ricobayo, la posibilidad de adentrarse demasiado en las canoas, embarcaciones o veleros y que, sin conocerlo, se abran las compuertas y la persona sea arrastrada por el potente movimiento de aguas acent¨²a los riesgos. Hace unas semanas, tambi¨¦n en Zamora, en el embalse de La Almendra, los bomberos de la Diputaci¨®n tuvieron que rescatar a una mujer aguas adentro, con su marido en tierra, al borde de un ataque de ansiedad. La se?ora se hab¨ªa quedado dormida sobre una colchoneta y la corriente y el viento la alejaron de la orilla. Por suerte para ella, no hubo desembalse.
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