Los hijos de los inmigrantes del bum de los 2000 conquistan su espacio en Espa?a: una generaci¨®n que creci¨® mientras sus padres cuidaban de otros
Criados aqu¨ª o en la distancia por madres que llegaron a trabajar como internas o camareras, la mayor¨ªa latinoamericanas, rondan ahora los 20 y los 30 a?os y reconstruyen sus lazos familiares
La primera noche que Castany Huam¨¢n pas¨® en Madrid lo hizo arrullando a un beb¨¦ imagin¨¢ndose que era su hijo. El suyo, ?lvaro, de cuatro a?os, estaba a 9.500 kil¨®metros, al otro lado del Atl¨¢ntico, en Lima. Era 2002, Castany hab¨ªa volado a Espa?a como lo ven¨ªan haciendo los ¨²ltimos dos a?os miles de mujeres y hombres desde su pa¨ªs, Per¨², o desde Colombia, o desde Ecuador, buscando darles otra vida a sus hijos, pero teniendo que dejarlos lejos.
Entre 2000 y 2007 ingresaron en Espa?a alrededor de dos millones de inmigrantes latinoamericanos, casi la mitad del total de extranjeros que llegaron en ese lapso. Era el primer bum migratorio en el pa¨ªs, cuando Espa?a pas¨® a convertirse definitivamente en un pa¨ªs receptor de migraci¨®n despu¨¦s de d¨¦cadas como un pa¨ªs de emigrantes. Andreu Domingo, subdirector del Centro de Estudios Demogr¨¢ficos de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, identifica dos razones fundamentales para esa intensa llegada de inmigrantes. De un lado, la demanda de mano de obra para trabajos no cualificados ¡ªconstrucci¨®n y turismo¡ª y, del otro, la ¡°externalizaci¨®n del trabajo dom¨¦stico y de los cuidados¡±, que implic¨® que las mujeres latinoamericanas asumieran esas labores mientras las mujeres espa?olas sal¨ªan del hogar para trabajar.
Castany hab¨ªa llegado divorciada de un hombre que la maltrataba a ella y a su hijo y con la promesa de un trabajo como interna en una casa de La Moraleja, el barrio madrile?o con la renta m¨¢s alta de Espa?a. Tuvo suerte, dice, de dar con unos patrones que la acogieron ¡ªsu entonces jefe es uno de los hombres m¨¢s ricos del pa¨ªs¡ª y a los pocos meses le pagaron los pasajes a Lima para que pudiera ver a su hijo. Solo pudo tra¨¦rselo cuando ya hab¨ªa obtenido la nacionalidad y ¨¦l ten¨ªa ya 11 a?os.
Aquel ni?o hoy tiene 26 a?os. Despu¨¦s de volverse a Per¨² para terminar la secundaria, ?lvaro Quevedo regres¨® a Espa?a y trabaj¨® en Vodafone y Digi instalando fibras en los hogares. Ahora est¨¢ a punto de terminar un grado superior en automoci¨®n. La relaci¨®n con su madre se normaliz¨® hace poco, pero durante su adolescencia los choques con ella fueron brutales. Pr¨¢cticamente creci¨® sin ella. Cuando el joven apareci¨® en Espa?a por segunda vez con 15 a?os, Castany trabajaba como camarera con turnos de m¨¢s de 12 horas y regresaba en la madrugada cuando ¨¦l ya estaba dormido. ?l lo resume as¨ª: ¡°No nos conoc¨ªamos¡±.
Haberse encargado del trabajo en los hogares de familias espa?olas ¡°ocasion¨® una disrupci¨®n en las propias familias de los inmigrantes¡±, explica el soci¨®logo Domingo. La ecuaci¨®n es f¨¢cil: las mujeres latinoamericanas que trabajaban como internas no ten¨ªan qui¨¦n se encargara del cuidado de los suyos. Esta situaci¨®n no ha cambiado mucho. Domingo cuenta que algunas familias colombianas han empezado a traer a las abuelas para atender sus propios hogares.
¡°Yo nac¨ª aqu¨ª, pero me siento ecuatoriana¡±
Es mediod¨ªa de martes y en un bar del distrito de Usera (Madrid) truena una salsa en el televisor. Thal¨ªa Ram¨®n sirve copas y raciones a unos clientes sexagenarios. Tiene 20 a?os y naci¨® en Madrid. ¡°Yo nac¨ª aqu¨ª, pero yo me siento ecuatoriana porque mis ra¨ªces son de Ecuador y tampoco es que tenga el acento de espa?ola, espa?ola¡±, dice. Para los hijos de los inmigrantes, criados con costumbres de ambos pa¨ªses, hacerse una identidad tiene la particularidad de plantearse si son de aqu¨ª, de all¨¢, o de los dos. En el caso de Thal¨ªa, sus amigos, las parejas que ha tenido y su entorno siguen siendo ecuatorianos, o al menos latinoamericanos. En las fiestas, la comida sigue siendo de Ecuador, adonde ha ido un par de veces, solo de visita. Ese fue el ambiente en el que creci¨®: ¡°Cuando estaba en el colegio, la historia de todos era la misma: ¡®mis pap¨¢s vinieron aqu¨ª y yo nac¨ª aqu¨ª, ya soy espa?ol ¡ªsi los padres ya tienen la nacionalidad¡ª¡±.
Ahora cursa un grado superior en Administraci¨®n y Finanzas, que alterna con los turnos de la tarde en el bar de su madre. Hace poco estuvo en Nueva York ¡ªdonde emigr¨® otra parte de la familia¡ª y en el aeropuerto se encontr¨® con una cola enorme de latinoamericanos a los que las autoridades estadounidenses imped¨ªan el paso y los retornaban a su pa¨ªs, bajo la sospecha de que se quedar¨ªan all¨ª trabajando. Ella, con pasaporte espa?ol, cruz¨® sin problemas. ¡°Yo agradezco mucho que mi mam¨¢ en ese momento hubiera emigrado y yo haya nacido aqu¨ª¡±.
Al otro lado de la barra, su madre, Elizabeth Ochoa, lleg¨® a Espa?a al principio del bum, en marzo de 1999. Un par de a?os despu¨¦s fue testigo de un crecimiento exponencial de extranjeros en Espa?a nunca antes visto. Los perfiles parec¨ªan calcados: las mujeres a trabajar como internas, como le toc¨® tambi¨¦n a ella, y los hombres, a la construcci¨®n, aun con un diploma bajo el brazo. Muchos llegaron con sus hijos peque?os o se los trajeron despu¨¦s, y muchos otros tuvieron a sus hijos aqu¨ª.
Vinieron de ni?os de Colombia y hoy contratan a j¨®venes inmigrantes
Los ¨²ltimos comensales del SteakBurger de Las Tablas, en Madrid, terminan de salir al final de la tarde. Luisa Fernanda Osorio, de 32 a?os, colombiana y gerente del establecimiento, termina de revisar las facturas. Trabaja en esta cadena hace casi ocho a?os y hoy es la ¨²nica mujer que ocupa ese cargo en toda la compa?¨ªa, que tiene decenas de restaurantes en la capital. Lleg¨® a Espa?a en el 2000, con ocho a?os. Su madre, Luz Helena, hab¨ªa emigrado un a?o antes desde Ansermanuevo, un peque?o pueblo en Colombia. Primero fue interna y despu¨¦s trabaj¨® como vigilante en un centro comercial.
David Osorio, de 29, otro de los hijos, recuerda que cuando su madre era vigilante, la ve¨ªan poco en casa. Volv¨ªa despu¨¦s de cerrar el centro comercial y pod¨ªa llegar a las dos o tres de la madrugada. ?l estudi¨® hasta tercero de la ESO y empez¨® a trabajar. Primero limpiando la piscina de un gimnasio, entre la una y las cuatro de la madrugada, luego en un bar en un mercado y desde hace seis a?os, en la franquicia de restaurantes Oven, de la misma compa?¨ªa en la que trabaja su hermana. Hoy regenta la sede del Bernab¨¦u. Luz Ney, otra de las hermanas, es gerente de un restaurante VIPS.
En casi todas las sedes que Luisa y David han gerenciado, las plantillas son en su mayor¨ªa latinoamericanas. David dice que son ellos quienes presentan el curr¨ªculo y toman los turnos que les copan casi todo el d¨ªa. Los espa?oles hijos de espa?oles, dice, generalmente estudian y buscan trabajos con horarios m¨¢s flexibles. Andreu Domingo lo explica as¨ª: ¡°Cuando estamos hablando de descendientes de inmigrantes, que han llegado muy peque?os o han nacido aqu¨ª, ellos ya han entrado en el sistema escolar y se supone que ah¨ª las diferencias deber¨ªan anularse. La pregunta que los dem¨®grafos nos hacemos es si eso es cierto o si, pese al discurso y facilidades legales en favor de los latinoamericanos frente a otras nacionalidades, nos sigue pesando esa percepci¨®n jerarquizadora, que muchas veces es una ¨®ptica relacionada con el racismo estructural¡±.
Luisa ¡ªcon su pareja, tambi¨¦n colombiano¡ª ya tiene tres hijos de 16, nueve y seis a?os. ¡°Nacieron aqu¨ª, viven aqu¨ª, son espa?oles y no tienen nada de acento colombiano¡±, explica. A Colombia han viajado algunas veces, aunque la ¨²ltima vez el mayor ya no quiso ir. Est¨¢ terminando la ESO y quiere opositar para polic¨ªa. Es hincha de la selecci¨®n espa?ola, como sus padres de la de Colombia.
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