De la verg¨¹enza al orgullo: las nietas del represaliado Mu?oz y el represor Urraca se encuentran en C¨¢diz
El Servicio de Memoria Democr¨¢tica de la Diputaci¨®n de C¨¢diz organiza un innovador encuentro entre descendientes de uno y otro bando para sanar heridas
El orgullo y la verg¨¹enza han cambiado de bando en las biograf¨ªas de Manuel Mu?oz Mart¨ªnez y Pedro Urraca. La vida del primero ya no est¨¢ envuelta en el tab¨² de una charla de mesa camilla para sus nietas, Lola y Gloria Esteban. Loreto Urraca est¨¢ justo en la tesitura contraria. Comparte apellido y sangre con su abuelo, aunque ella prefiere referirse a ¨¦l como ¡°victimario¡±. Las hermanas, movidas por la dignidad de reparar la memoria del represaliado Mu?oz, y Loreto, impulsada por ¡°el sentimiento de verg¨¹enza¡± de saberse descendiente del represor del primero se sentar¨¢n frente a frente este jueves en C¨¢diz en un innovador encuentro.
La mesa redonda que protagonizar¨¢n las nietas de Mu?oz Mart¨ªnez y Urraca son el plato fuerte del I Encuentro de Memoria Democr¨¢tica de la Diputaci¨®n de C¨¢diz ¡ªgobernada por el PP y por el partido local La L¨ªnea 100x100¡ª por lo inusual de citar a descendientes de uno y otro bando a debatir sobre un pasado que marc¨®, de una forma u otra, a sus familias. Ambas partes tienen previsto verse en directo por primera vez la noche de antes, pero se han conocido previamente gracias a viodellamadas, como explica David Do?a, uno de los responsables del Servicio de Memoria Hist¨®rica y Democr¨¢tica de la Diputaci¨®n, justo en el transcurso de uno de esos encuentros telem¨¢ticos con la presencia de EL PA?S.
Las vidas de Pedro Urraca (Valladolid,1904-Madrid,1989) y Manuel Mu?oz Mart¨ªnez (Chiclana de la Frontera, 1888- Madrid, 1942) estaban ligadas, aunque ni siquiera hay constancia de que alguna vez interactuasen en persona. Mu?oz, como director general de Seguridad, era el superior del polic¨ªa Urraca en 1936. Los dos abandonaron Madrid a la par, el 6 de noviembre de 1936. El pol¨ªtico porque se march¨® con el Gobierno de Largo Caballero a Valencia; el segundo por que abandon¨® su puesto para ocultarse en la embajada de Francia. Seis a?os despu¨¦s, los informes de Urraca como agente de la Gestapo nazi llevaron al primero a acabar ante un pelot¨®n de fusilamiento. ¡°Manuel Mu?oz era una de las v¨ªctimas que cay¨® en sus redes¡±, explica su nieta, al otro lado de la videollamada desde su casa en Alicante.
Cada familia ha lidiado como ha podido con los sentimientos de incomprensi¨®n, soledad y verg¨¹enza que han tenido que atravesar para llegar hasta hoy. Las hermanas Esteban crecieron viendo c¨®mo su madre somatizaba el dolor de que asesinasen a su padre y de que, con la Transici¨®n, nunca llegase el resarcimiento de quien tambi¨¦n fue diputado socialista y mas¨®n. ¡°En ella cabe la expresi¨®n enfermar de dolor. De mayor, sent¨ªa que necesitaba reparar la memoria de su padre¡±, explica Gloria Esteban. La desaz¨®n era mayor despu¨¦s de que el franquismo y una corriente de historiadores acusasen a su antepasado de ser part¨ªcipe de los asesinatos de las checas republicanas y de Paracuellos, en una teor¨ªa rebatida por otros historiadores como Ian Gibson o Santos Juli¨¢, que atribuyen las matanzas al desbordamiento de la retaguardia y no a una acci¨®n coordinada por el Gobierno.
Loreto Urraca a¨²n est¨¢ digiriendo el golpe de aquel 28 de septiembre de 2008 en el que se enter¨® de que aquel ¡°cazador de rojos¡± del que hablaba EL PA?S era ese abuelo que ella solo cre¨ªa un anodino ¡°funcionario franquista gris¡±. Urraca conoci¨® a su padre y a su abuelo en 1982, con 18 a?os reci¨¦n cumplidos. ¡°Me daba miedo, no ten¨ªa gana de entablar esa relaci¨®n con esa pareja. Disfrutaba m¨¢s mostr¨¢ndole desprecio¡±, apunta la fil¨®loga, en referencia a Pedro Urraca y su abuela. El descubrimiento la impuls¨® a investigar m¨¢s sobre ese pasado de su antepasado como temido represor de la Gestapo nazi, art¨ªfice de dirigir en Francia una red de agentes para perseguir a l¨ªderes republicanos huidos tras la Guerra Civil, entre los que se encontr¨® el presidente de la Generalitat, Llu¨ªs Companys, o el propio Manuel Mu?oz.
El chiclanero acab¨® en Francia como ¨²ltima parada de una huida que acab¨® en el exilio. Pero ni ¨¦l ni otros republicanos estaban tampoco seguros, en plenos albores de la Segunda Guerra Mundial en los que buena parte del pa¨ªs galo acab¨® ocupado por los nazis. Es entonces cuando el polic¨ªa de la Gestapo entra en acci¨®n. ¡°Hay documentaci¨®n de Urraca haciendo informes sobre Manuel Mu?oz, de c¨®mo lo localiza en Par¨ªs¡±, apunta la nieta, que tiene claro tambi¨¦n que en el momento de la detenci¨®n su abuelo no estaba presente. Sin embargo, para la investigadora el caso del republicano es ¡°un ejemplo de la triple colaboraci¨®n de Francia, Franco y la Alemania nazi¡±. ¡°Lo captura la Gestapo, lo lleva a la prisi¨®n de La Sant¨¦. El Gobierno de Vichy deniega la extradici¨®n, pero la Gestapo entra en la prisi¨®n y se lo lleva¡±, apunta Urraca ante una sorprendida Gloria Esteban, que aseguraba desconocer ese dato.
Mientras, la familia de Mu?oz no es ajena al drama. En plena huida del miembro del Gobierno republicano, buena parte de sus allegados acaban separados y apresados. La propia madre de las hermanas Esteban termina en un colegio de monjas, donde la mantienen aislada. ¡°La familia estuvo dividida, presa, en condiciones sanitarias tremendas. Su hermano [de su madre] muri¨® de una tuberculosis¡±, explica Lola Esteban. ¡°Manuel es tambi¨¦n un ejemplo de la crueldad de los franquistas. Como no pueden acceder a ¨¦l detienen a los padres, hermanos y tres hijos, detenerlos a todos para que ellos sufran, ya que no pueden ver sufrir al que buscaban. Si le buscaban a ¨¦l, ?qu¨¦ tiene que ver con la familia? De la misma forma que a m¨ª me molesta que se me tilde de franquista, esa familia no ten¨ªa nada que ver¡±, razona Urraca.
Loreto Urraca nunca sinti¨® que debiese pedir perd¨®n por algo que ella no hab¨ªa hecho, pero s¨ª se vio movida a ¡°denunciar a victimarios que han quedado en la impunidad¡±. ¡°Es algo que me reconforta y a los descendientes, tambi¨¦n. Adem¨¢s, si sirve para que el Estado haga algo m¨¢s, m¨¢s que mejor¡±, apunta la investigadora, representante en Espa?a del colectivo Historias Desobedientes, que agrupa a m¨¢s de un centenar de descendientes de represores de pa¨ªses como Argentina, Brasil, Chile, Uruguay o Paraguay. Fue la v¨¢lvula de escape que Urraca encontr¨® para aliviar una verg¨¹enza que nunca la ha terminado de abandonar: ¡°Es algo que te a¨ªsla. Los colectivos de descendientes de v¨ªctimas tiene algo poderoso: estar orgullosos y reclamar su condici¨®n de v¨ªctimas¡±.
En estos a?os, Urraca ha podido conocer a los descendientes de Companys, pero asegura no haber participado nunca en un encuentro p¨²blico como el de la Diputaci¨®n de C¨¢diz. ¡°En la Transici¨®n hubo un pacto de olvido como si no hubiese ocurrido nada y esa base ha sido un error. No puedes borrar y hacer cuenta nueva, hay mucho dolor e incomprensi¨®n. La gente necesita que se le escuche¡±, a?ade Gloria Esteban, mientras Urraca asiente. Las hermanas Esteban, que ya participaron en un documental de la Diputaci¨®n sobre su abuelo, sienten abrir una nueva brecha con un encuentro que esperan que repitan descendientes de otros represaliados y represores. ¡°En un pa¨ªs como el nuestro, con tantos a?os de polarizaci¨®n, es dif¨ªcil encontrarse con alguien que no se encuentre en un extremo, por esto esto es necesario y pionero¡±, remacha Gloria Esteban orgullosa.
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