La ¡®Margarita¡¯ cercada por un pol¨ªgono industrial
Una peque?a aldea al lado de Vitoria vive encerrada entre industrias, camiones, el AVE y dos gasolineras: ¡°Esto casi no se puede considerar un pueblo¡±
La mejor forma de ver lo que est¨¢ pasando en Margarita (?lava) es subir a la torre de la iglesia. Hace apenas veinte a?os el paisaje m¨¢s cercano que se ve¨ªa desde el campanario era el de tierras de labranza, caminos rurales y el r¨ªo. Hoy la vista que se asoma entre las campanas de la iglesia es irreconocible: un pol¨ªgono industrial ha engullido Margarita y las obras del AVE han cerrado el c¨ªrculo por el norte. Est¨¢n rodeados. Adem¨¢s, dos gasolineras pegadas al pueblo han convertido la localidad en un ¨¢rea de descanso improvisado para camioneros de media Europa. En d¨ªas de calor o niebla, el pueblo es invadido por el hedor de la cercana planta de biocompost que recicla residuos org¨¢nicos. Y por el cielo atruenan los aviones del aeropuerto de Foronda, que est¨¢ al lado. Por no comentar el incesante tr¨¢fico de la A-1. ¡°S¨®lo falta que hagan el r¨ªo navegable¡±, dice V¨ªctor P¨¦rez de Nanclares, presidente de la junta administrativa de Margarita, quien ejerce como una suerte de alcalde de este n¨²cleo perteneciente al municipio de Vitoria.
Margarita ¡ª17 casas, apenas una treintena de habitantes y a unos diez kil¨®metros de la capital alavesa¡ª est¨¢ rodeada como la aldea de los galos pero sin la p¨®cima para hacer frente a las calamidades a las que se enfrentan. ¡°Esto casi ya no se puede considerar un pueblo¡±, se lamenta V¨ªctor. ¡°Un pueblo es salir de casa y escuchar pajaritos y aqu¨ª escuchas camiones, y no huele precisamente a rosas por la planta de residuos, aqu¨ª sales de casa y casi te metes dentro otra vez¡±, cuenta. ¡°Para dar una vuelta tienes que coger el coche e irte a otro lado¡±, a?ade Arturo L¨®pez de Sabando, vecino y portavoz de la plataforma SOS Margarita. ¡°O como digo yo, puedes dar vueltas a la iglesia¡±, remata V¨ªctor.
Margarita es como como su nombre indicica, como esa flor sencilla y preciosa, un pueblo coqueto y peque?o como otros muchos pueblos de ?lava, pero que se ha quedado sin las otras margaritas que la rodeaban. En Margarita hasta los atardeceres han cambiado. ¡°Ahora, con el Mercadona, el sol lo perdemos media hora antes. En vez de meterse por la sierra de Badaia, ahora el sol se mete por Mercadona¡±, explica V¨ªctor mientras se?ala un pabell¨®n gigantesco para log¨ªstica que ha construido el citado grupo de distribuci¨®n pegado al pueblo: ¡°Ese pedazo de armatoste que nos tapa el monte¡±.
Expropiaciones de terrenos
Todo empez¨® hace unos 20 a?os cuando llegaron las primeras cartas del Ayuntamiento de Vitoria con el anuncio de las expropiaciones para ampliar hacia el oeste el pol¨ªgono industrial de Jundiz, el m¨¢s grande de Euskadi. ¡°Mi abuela entr¨® en p¨¢nico, nos iban a quitar todos los terrenos¡±, recuerda Arturo. ¡°Vinieron aqu¨ª y expropiaron hasta el ¨²ltimo metro. En mi casa est¨¢ expropiado suelo a tres metros del almac¨¦n¡±, dice V¨ªctor. ¡°En mi casa, a cero metros¡±, a?ade Arturo. Cuentan que el Ayuntamiento se qued¨® con todo lo que estaba calificado como agr¨ªcola. ¡°Nos lo quitaron todo¡±, concluye V¨ªctor.
Son las once de la ma?ana y en Margarita est¨¢ encendido el alumbrado p¨²blico. Operarios del Ayuntamiento est¨¢n realizando pruebas a la b¨²squeda de una aver¨ªa que arrastra el pueblo desde hace tres meses. ¡°Ayer sal¨ª de noche y no funcionaba ni una luz¡±, dice V¨ªctor. En Margarita ocurre a veces que las luces funcionan por el d¨ªa pero no por la noche. Y no es lo ¨²nico que rompe con el orden habitual de las cosas. Luis Ortiz, otro vecino de la localidad, acaba de venir de sacar al perro por un reducido sendero verde que el Ayuntamiento dej¨® al pueblo y no viene especialmente contento: ¡°Ahora tengo que lavar al perro, est¨¢ lleno de mierda¡±. Las heces con las que se ha manchado su perro son de los camioneros que paran junto al pueblo. En Margarita los perros pisan excrementos de personas en vez de las personas pisar excrementos de perros.
Ese sendero del pueblo ha mudado en ba?os p¨²blicos al aire libre para las decenas de camioneros que, al atardecer de casi cualquier d¨ªa y en especial los fines de semana, paran a descansar en la v¨ªas del pol¨ªgono que rodean al pueblo aprovechando que hace algo m¨¢s de un a?o se abrieron all¨ª dos gasolineras. Y no s¨®lo hay heces, tambi¨¦n se ven tiradas por los alrededores botellas llenas de los orines que los camioneros acumulan mientras conducen, manchas de aceite en las aceras, restos de comida, bolsas de basura abandonadas, unas botas que ya no le serv¨ªan a alguien¡ Los servicios de limpieza del Ayuntamiento apenas pasan, denuncian los vecinos, y el sendero est¨¢ descuidado, sin mantenimiento, a diferencia de otras zonas de Vitoria. ¡°Esto est¨¢ hecho un San Jos¨¦¡±, resume V¨ªctor.
Para colmo, las farolas de esa nueva urbanizaci¨®n industrial est¨¢n plantadas a cent¨ªmetros de la carretera y algunas han sido arrancadas por los golpes de los camiones al aparcar. Otras se mantienen a duras penas en pie, como peque?as torres de Pisa. ¡°Los camioneros han tomado el pueblo como un ¨¢rea de descanso¡±, se queja Arturo. Hoy, por ejemplo, ha aparecido un tercer banco p¨²blico en el porche de la sociedad gastron¨®mica de Margarita ¡ªla antigua escuela del pueblo¡ª que los transportistas usan como lugar de encuentro algunas noches. ¡°?De d¨®nde lo habr¨¢n cogido?¡±, pregunta V¨ªctor. ¡°No lo s¨¦¡±, responde Arturo. Y no es el ¨²nico problema con los camiones que pueblan la frontera suroeste del pueblo. Las colas para repostar en las gasolineras a veces son tan largas que bloquean el acceso en coche de los vecinos al pueblo. El Ayuntamiento ha rechazado la propuesta de prohibir el aparcamiento junto a Margarita y estudia un nuevo estacionamiento para camiones en el pol¨ªgono, adem¨¢s de un acceso diferente para los vecinos al pueblo.
Hasta hace poco todav¨ªa les quedaba la escapada hacia el norte en direcci¨®n al r¨ªo Zadorra. Pero ese horizonte tambi¨¦n se est¨¢ desmoronando. Las m¨¢quinas apuran las obras de un nuevo muro: el AVE hacia Vitoria. Y no ser¨¢ el ¨²nico. All¨ª mismo est¨¢ proyectada la segunda fase de la terminal intermodal de Jundiz, una autopista ferroviaria por la que pasar¨¢n cerca de 80.000 semirremolques al a?o. ¡°Os han jodido el pueblo¡±, dice un trabajador de la obra que se ha acercado a la conversaci¨®n con V¨ªctor y Arturo. Luis tambi¨¦n se queja de que Mercadona dej¨® sin completar un terrapl¨¦n y se le cuelan en casa los ruidos de los camiones por la noche. Y todav¨ªa quedan bastantes parcelas disponibles en el entorno para acoger nuevas empresas. Ahora Margarita pelea por salvar al menos los pocos terrenos sin ocupar que circundan la localidad. Son piezas propiedad del Ayuntamiento que las tiene calificadas como equipamientos, pero en Margarita no quieren m¨¢s construcciones. Han reclamado al Ayuntamiento que sean zonas verdes o de ocio. En este sentido, los vecinos consiguieron que el Ayuntamiento aprobara en enero de 2024 una moci¨®n que atiende esta demanda, aunque todav¨ªa no se ha hecho efectiva.
Cuando Luis era chaval, los cr¨ªos del pueblo jugaban a hacer carreras en bici hasta el pueblo vecino de Lermanda, ahora las bicicletas no salen de los trasteros. ¡°Tengo seis bicicletas de mis hijos y sobrinos y est¨¢n llenas de telara?as¡±, dice Arturo. En cierta ocasi¨®n, una concejala del Ayuntamiento de Vitoria que fue a visitar el pueblo le dijo medio en broma a uno de los hijos de Arturo:
¡ª?D¨®nde quieres que te ponga un campo de f¨²tbol?
¡ª?Aqu¨ª en Margarita? ?Para qu¨¦? Aqu¨ª no quiere venir nadie, respondi¨® a la concejala.
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