Una ola de andalucismo sin tutela pol¨ªtica
Los partidos tratan de atraer a la nueva generaci¨®n de andaluces, desencantada con las instituciones, pero cuya reivindicaci¨®n y relectura de las tradiciones tiene enorme repercusi¨®n sociocultural
El pasado 3 de diciembre Sevilla acogi¨® tres actos distintos, promovidos por formaciones pol¨ªticas diferentes para conmemorar un mismo hito: las multitudinarias manifestaciones que el 4 de diciembre de 1977 reivindicaron el derecho de Andaluc¨ªa gozar de su propia autonom¨ªa. 46 a?os despu¨¦s, la tradicional manifestaci¨®n organizada por la Plataforma 4D ¨Dapoyada por sindicatos, colectivos y fuerzas pol¨ªticas de izquierdas¨D, los II Premios 4 de diciembre ¨Dconcedidos por la fundaci¨®n del PSOE Andaluc¨ªa, Socialismo y Democracia¨D y una concentraci¨®n impulsada por una entidad desconocida y apoyada por el PP andaluz y la Junta de Andaluc¨ªa, evidenciaban la divisi¨®n en torno a las interpretaciones del andalucismo y el potencial que para las los partidos supone enarbolar ese ideal andaluz, que actualmente est¨¢ hu¨¦rfano de una identidad pol¨ªtica que lo aglutine, pero que socioculturalmente se ha consolidado en lo que se ha dado en denominar nuevo andalucismo, un movimiento encabezado por la generaci¨®n que ha nacido con la autonom¨ªa consolidada y que reivindica con orgullo y ha reinterpretado con ¨¦xito dentro y fuera de la comunidad las tradiciones andaluzas sin ning¨²n complejo.
¡°La utilidad electoral que para los partidos pol¨ªticos tiene la adopci¨®n del andalucismo es interesante, porque significa que el mensaje andalucista es muy atractivo¡±, se?ala Jos¨¦ Luis Villar, doctor en Historia y profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Pablo de Olavide. Para el historiador, que, primero el PSOE ,y ahora el PP de Juan Manuel Moreno quieran abanderar el andalucismo evidencia la transversalidad de esta corriente ¡°en el sentido de que a todos, de la derecha y la izquierda, les interesa vestirse con ese ropaje, lo cual significa que eso conecta con los ciudadanos¡±. ¡°La propia naturaleza pol¨ªtica del andalucismo es compleja y puesto que se trata, desde los tiempos de Blas Infante, de un movimiento social que tiene un ingrediente de transversalidad, se presta a estos usos espurios del proyecto andalucista¡±, coincide Rub¨¦n P¨¦rez Trujillano, profesor de Historia del Derecho de la Universidad de Granada.
Ese andalucismo pol¨ªtico siempre fue acompa?ado o acompa?ando al andalucismo sociol¨®gico, pero ese paralelismo, tan claro en las marchas multitudinarias por la autonom¨ªa del 4 de diciembre de 1977 y del 28 de febrero de 1980, no existe en la actualidad. El nuevo andalucismo, forjado en la ¨²ltima d¨¦cada, est¨¢ impulsado por j¨®venes que hacen asunci¨®n y han resignificado las ra¨ªces andaluzas, expandi¨¦ndolas a trav¨¦s del cine, la moda, la literatura, el arte, la m¨²sica o las redes sociales, al margen de ideolog¨ªas pol¨ªticas. ¡°En los ¨²ltimos a?os se aprecia, no tanto una reaparici¨®n como una reconfiguraci¨®n del andalucismo que responde a criterios m¨¢s culturales que pol¨ªticos y a una renovaci¨®n generacional que ha sido educada, socializada y que ha tenido una vida civil y pol¨ªtica bajo la vigencia de la autonom¨ªa¡±, la define P¨¦rez Trujillano.
¡°No s¨¦ si podemos hacer referencia a un nuevo andalucismo como concepto psicosocial, lo que s¨ª es cierto es que desde Andaluc¨ªa se est¨¢n haciendo propuestas culturales, empresariales¡ con creatividad, solvencia, solidez y talento¡±, indica Trinidad N¨²?ez, profesora de Psicolog¨ªa Social de la Universidad de Sevilla. Pel¨ªculas como El Mundo es Nuestro, series como Malviviendo, revistas como La Poder¨ªo, la saga literaria del Asesino de la rega?¨¢, fen¨®menos en redes sociales como @Malacara o El Palermasso, el humor de Martita de Gran¨¢ o Feminista Ilustrada, la m¨²sica de Califato ? o Mar¨ªa Pel¨¢e, hasta la moda con marcas como Pintarraheo, son ejemplos de esa corriente que apela, juega y redefine los t¨®picos y las tradiciones de manera desprejuiciada. ¡°Hacerlo desde Andaluc¨ªa supone, poner en juego una narrativa propia y ah¨ª est¨¢ presente lo de la idiosincrasia, una manera de ver la vida, de contarla o de hablarla como acto reivindicativo o de empoderamiento sobre la identidad social¡±, contin¨²a N¨²?ez.
Contra la andalufobia
La soci¨®loga vincula la gestaci¨®n de este nuevo andalucismo como una reacci¨®n a ¡°la andalufobia y el autoodio¡±. ¡°Las percepciones que nos unen o nos separan ayudan a construir y perpetuar estereotipos y prejuicios¡±, se?ala. Villar considera que el hecho de que el andalucismo est¨¦ ¡°absolutamente integrado en la conciencia colectiva¡± se debe a que las generaciones pasadas, si bien fracasaron a la hora de crear una alternativa pol¨ªtica eminentemente andalucista, s¨ª consiguieron ¡°crear la conciencia de pueblo¡±. ¡°S¨ª hay una sociolog¨ªa andaluza que nos identifique con nuestra forma de hablar, con nuestros s¨ªmbolos identitarios, con nuestra forma de ser, eso no es casual, eso es consecuencia del trabajo generado por esas dos generaciones andalucistas¡±, sostiene Villar.
En lo que esas dos generaciones ¡ªla de la II Rep¨²blica y la Guerra Civil de Blas Infante y la de la Transici¨®n que consigui¨® el Estatuto de Autonom¨ªa¨D fracasaron fue, recalca Villar, en configurar una agenda pol¨ªtica propia liderada por un partido eminentemente andalucista. Pero esa despolitizaci¨®n, que tambi¨¦n define al nuevo andalucismo, no proviene tanto de la ausencia de una formaci¨®n que transforme pol¨ªticamente sus inquietudes, como de la constataci¨®n de que, 40 a?os despu¨¦s de su consecuci¨®n, la autonom¨ªa que iba a sacar a Andaluc¨ªa del atraso econ¨®mico y social no ha permitido que escale posiciones. ¡°Haber disfrutado de un r¨¦gimen de autonom¨ªa que no ha cumplido sus promesas, que ha desatendido el compromiso de justicia social que esa consustancial a la idea de autonom¨ªa genera una situaci¨®n de desafecci¨®n y desilusi¨®n¡±, se?ala P¨¦rez Trujillano.
¡°En el fondo, no deja de ser pol¨ªtico abrazarse a una identidad y revalorizarla frente a los cuestionamientos, las burlas o las caricaturizaciones que puedan existir, pero a lo mejor no encuentra esa otra capitalizaci¨®n pol¨ªtica, m¨¢s electoral, m¨¢s de marcarse objetivos y horizontes espec¨ªficos¡±, contin¨²a. Esa orfandad pol¨ªtica de este nuevo andalucismo hace que sus s¨ªmbolos y lo que de nexo identificador tienen para esta nueva generaci¨®n ¡ªque conecta con las anteriores y que tambi¨¦n se entiende m¨¢s all¨¢ de Despe?aperros¨D, corran el riesgo de ser apropiados o utilizados por los partidos pol¨ªticos tradicionales. ¡°Es un riesgo, pero estamos acostumbrados, porque con esa instrumentalizaci¨®n que el PP de Juan Manuel Moreno est¨¢ haciendo de la memoria colectiva del 4-D o del 28-F lo que est¨¢ haciendo es emular lo que hac¨ªa el PSOE, y Moreno ahora puede hacerlo con bastante holgura porque el PSOE desert¨® de esa tarea en los ¨²ltimos a?os del Gobierno de Susana D¨ªaz, donde se revis¨® la historia de la autonom¨ªa en t¨¦rminos de espa?olizaci¨®n¡±, sostiene P¨¦rez Trujillano. ¡°Pero el andalucismo de Juanma Moreno es el andalucismo institucionalizado de la Junta¡±, puntualiza.
¡°Igual no es acertado hablar de apropiaci¨®n institucional porque puede entenderse como algo peyorativo, pero las instituciones tienen la obligaci¨®n de entender los cambios sociales y responder ante ellos de manera funcional, ayudando a desmontar prejuicios. Revertir el aprendizaje social discriminador para desactivar las resistencias y evaluaciones negativas sobre grupos sociales determinados es un reto que las instituciones deben seguir afrontando. Algunas empresas publicitarias lo est¨¢n haciendo muy bien¡±, se?ala N¨²?ez.
En la fortaleza social que emana de esa nueva generaci¨®n puede encontrarse el germen que revitalice la vertiente pol¨ªtica del andalucismo. ¡°Los dolores de Andaluc¨ªa, sus problemas, son tan fuertes que siempre van a estar all¨ª, son distintos en el siglo XXI, pero eso siempre provocar¨¢ que pueda resurgir el andalucismo en nuevas formas, nuevas tendencias, nuevas generaciones. Ahora mismo estamos en ese momento¡±, opina Villar.
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