Por fin de librer¨ªas, aunque sea con mascarilla y guantes
La Central Mallorca de Barcelona abre con curiosas restricciones seg¨²n las secciones y g¨¦neros
"Narrativa, 7; filosof¨ªa, 4; cl¨¢sicos, 2; cocina, 2; arte, 5; infantil, 5¡å. No es el marcador de un torneo entre g¨¦neros, sino, seg¨²n un cartel a la entrada, la cantidad de clientes que pueden acceder a la vez a diferentes secciones en la librer¨ªa La Central de la calle de Mallorca, en Barcelona. El establecimiento ha abierto hoy sus puertas en fase 1 y ha significado para los que lo han visitado un emocionante reencuentro. Volver a la librer¨ªa, curiosear, revolver los libros, apilarlos y llev¨¢rtelos contigo (tras pasar por caja) ha sido como regresar a casa despu¨¦s de un largo, arduo y peligroso viaje. Parafraseando a Isak Dinesen, sent¨ªas que al fin estabas donde deb¨ªas estar.
A los clientes, poco numerosos a¨²n y respetando todas las indicaciones, se les ha visto con los ojos brillantes y un ansia de volver a vivir la experiencia, m¨¢s a¨²n, el ritual, de la librer¨ªa, algo inexplicable para quien no lo sienta, y que no te lleva a casa el mensajero con el libro metido en un sobre. A la entrada de La Central hay que coger unos guantes de pl¨¢stico desechables y pon¨¦rselos, y tambi¨¦n l¨ªquido desinfectante de manos. Es obligatorio entrar con mascarilla, lo que da un aspecto de tuaregs de Beau Geste, de fremen de Dune, o de ac¨®litos de alguna secta lovecraftiana. Y hay que respetar los cupos en las secciones. Alguna zona no permite el acceso ¡ªla secci¨®n de literatura fant¨¢stica, precisamente, y mira que parecen salidos de una novela del g¨¦nero los visitantes enmascarados¡ª, pero en general te puedes pasear por todas partes. Entre la emoci¨®n, sobre todo al ver alg¨²n t¨ªtulo, pongamos A kestrel for a knave, de Barry Hines (Penguin, 2016) y llevar la cara tapada, a veces cuesta respirar.
¡°Es embarazoso todo esto de las mascarillas, los guantes, el aforo, pero aqu¨ª estamos de nuevo¡±, ha se?alado la librera Marta Ramoneda, reconociendo bajo los embozos a los clientes y amigos, que muy a menudo son las dos cosas. El negocio se pone en marcha poco a poco, pero ya hay hits: de A prop¨®sito de nada, las memorias de Woody Allen (Alianza), ya no les quedaban ejemplares. ¡°No nos lo esper¨¢bamos, han volado; esta tarde recibiremos m¨¢s¡±, se?alaba Ramoneda.
Laie, otra librer¨ªa de culto, tambi¨¦n ha abierto sus puertas, con sorpresa por la afluencia de clientes, que han tenido que ponerse asimismo gel, guantes y mascarillas, pero han disfrutado igual. ¡°Estamos pendientes de que nos lleguen novedades¡±, explicaba Llu¨ªs Morral, con la tensi¨®n de un fusilero brit¨¢nico de Zul¨² aguardando las cajas de municiones. Otras librer¨ªas de la ciudad, como la Casa del Libro, han decidido no alzar la persiana todav¨ªa. Y en otras m¨¢s como Alibri, a¨²n atend¨ªan en un mostrador a la puerta a t¨ªtulo fijo o para recoger encargos.
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